viernes, 23 de noviembre de 2007

Inmaculado Corazón de María

La devoción al Inmaculado Corazón de María va de la mano con la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Dos corazones que laten al unísono de amor, comprensión y ternura por sus hijos.

El corazón expuesto y encendido en llamas, representa el deseo más intenso de la Madre de Dios de estar presente en nuestras vidas.
Como el corazón de una madre que hace suyos lo anhelos y sueños, las preocupaciones y sufrimientos de sus hijos.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 5, Junio 2007

La vida con Amor lo es todo

La justicia con Amor te hace justo, sin Amor te hace duro.
La amabilidad con Amor te hace agradecido, sin Amor te hace hipócrita.
La inteligencia con Amor te hace servicial, sin Amor te hace cruel.
La agudeza con Amor te hace agradable, sin Amor te hace agresivo.
La autoridad con Amor te hace amable, sin Amor te hace déspota.
La amistad con Amor te hace generoso, sin Amor te hace interesado.
El apostolado con Amor te hace un maestro, sin Amor te hace un tipo extraño.
La alegría con Amor te hace altruista, sin Amor te hace egoísta.
La libertad con Amor te hace libre, sin Amor te hace despiadado.
Tus éxitos con Amor te hacen crecer, sin Amor te hacen orgulloso.
Tus enseñanzas con Amor te hacen admirable, sin Amor te hacen arrogante.
LA VIDA CON AMOR, LO ES TODO, SIN AMOR, NO VALE NADA.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 5, Junio 2007

Una vida de amor y solidaridad humana: San Antonio de Padua

Saciados de alegría los devotos de San Antonio de Padua, de la Parroquia Sagrada Familia, este trece de junio celebramos el X Aniversario de la creación del Apostolado de la “Familia Antoniana”. Un grupo de familias movidas por la fe, deseosas de encontrar en la vida y obra de éste hombre medieval, una luz que los guíe en medio de la oscuridad en que la sociedad nos obliga a vivir.

Recordemos, que San Antonio nació en Lisboa (Portugal) en el año 1195 y en el bautismo recibe el nombre de “Fernando”; y muere en Arecella, localidad cerca de Padua (Italia). Tan sólo vivió 36 años pero fue capaz de transformar gran parte de la sociedad de su tiempo, gracias a su fe, a su palabra viva y su entrega al prójimo, todo sin negar que Dios hiciera prodigios a través de su humilde persona tanto en vida como después de su muerte.

Sus devotos, no sólo buscamos su protección, sino también su aliento para desempeñar en el mundo la misión que Dios nos ha encomendado, con el mismo entusiasmo y fe con que él llevó a cabo la suya.

¡Viva el Santo de todo el mundo!

Familia Antoniana
Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 5, Junio 2007

MIS DERECHOS HUMANOS: Merzco ser tratado con Respeto

Durante siglos, se consideró que el Estado (o quienes detentaban y ejercían el poder político) podía recurrir a cualquier medio a su alcance en la búsqueda de sus objetivos. La tortura física y psíquica no fueron la excepción.

Así, por ejemplo, maltratar o torturar a un sospechoso de cualquier delito para obtener su confesión, se consideraban métodos válidos y legítimos.

La prohibición de la tortura es un ejemplo inmejorable del carácter de restricción a los poderes del Estado, inherente a la doctrina de los derechos humanos. En efecto, aquí los estados quedan inhibidos de utilizar métodos inhumanos o degradantes para la búsqueda o consecución de sus objetivos (generalmente, mediante la aplicación de la tortura se pretende obtener información).

La prohibición de la tortura, el respeto a la integridad física, psíquica y moral, es uno de los derechos humanos que no conoce ninguna excepción, es decir, que son válidos siempre y para todas las situaciones.

Como hemos visto, este derecho se refiere específicamente a la acción del Estado, sin embargo, no podemos pasar por alto, que cualquier maltrato, agresión física, psicológica, moral o espiritual, que consentimos o propiciamos a un semejante es una actitud que menoscaba la dignidad de la persona, propicia un clima de violencia al que no podemos acostumbrarnos, ni mucho menos valorar como situación normal.

La violencia, los malos tratos y la agresión a un ser humanos serán siempre una actitud contraria a la dignidad, tanto del agresor como del agredido.
No te olvides de compartir y dialogar con tus hijos sobre este tema.

Artículo 5 (Declaración Universal de Derechos Humanos)

“Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos y degradantes”

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 5, Junio 2007

Oración del Alma al Corazón de Jesús

Caminando a Emaús, yo te añoraba.

Te añoraba, Señor, por los inmensos ojos de los niños famélicos, por las grietas resecas de los pechos vacíos, por los cuerpos agónicos, deformes, de un mundo numerado con índices de lujo y de riqueza.

Te añoraba, Señor, por las guerras inútiles de los pueblos incultos, por los fríos cadáveres que amontona el poder, por los gritos del hombre contra el cielo, ahuyentando a los pájaros de la espiga granada bajo el sol.

Te añoraba, Señor, por las esquinas grises de las grandes ciudades, por las cárceles tétricas del amor marginado, por las torres del culto a la opulencia, ajenas a las manos que gimen por migajas de su pan.

Te he encontrado, Señor, en los ojos inmensos de los niños famélicos, en los pechos calientes de madres dolorosas, en la humana hermandad que brota de la Cruz, que nos redime y salva para alcanzar la gloria de tu Reino.

Caminando a Emaús, yo te he encontrado

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 4, Junio 2007

Oración Pascual

Y en eso entró Jesús y, dijo a los suyos, vean mis manos; serán siempre señal para creer la verdad del Señor resucitado.
Las manos de la pascua lucirán las joyas de la sangre y de los clavos, alianza de amistad inigualable, quilates de un amor que se ha entregado.
Esas manos pascuales lucharán para dar libertad a los esclavos,
proteger a los débiles, caídos, construir la ciudad de los hermanos.
Manos resucitadas han de ser las manos de la gracia y del regalo, no aprenderán jamás a cerrarse, siempre abiertas al pobre, siempre dando.
Las manos amistosas siempre unidas, y que nunca serán puños armados, ni amenazas altivas y violentas, amigas de la paz y el diálogo.
Manos agradecidas, suplicantes, que bendicen a todos como hermanos, que protegen a débiles, a niños, que se alzan fervorosas suplicando.
¡Oh Señor de las manos traspasadas, oh Señor del dolor resucitado, pon tus manos heridas en las mías, que te cure del dolor en otras manos!

Referencia: Lazos de Fe, Año 2 Nº 3, Abril 2007

Una Dulce Esperanza ha llegado a nuestra Parroquia: Bendecir a las Madres embarazadas y a los niños en el vientre de sus madres

El pasado 15 de mayo, celebramos con gran júbilo la primera eucaristía en honor a la Santísima Virgen María en su Advocación de Nuestra Señora de la Dulce Espera. La Iglesia parroquial, se lleno de alegría al recibir a más de treinta mujeres, orgullosas de exhibir el don del Dios que da la vida en sus vientres preñados de la gracia que han recibido. Ellas y sus hijos en gestación recibieron la más hermosa de las bendiciones, el amor de Dios y la intercesión de la Madre del Salvador.
Como un canto melodioso fueron elevadas las oraciones de aquellas que al igual que María la dulce niña de Nazaret entregaron y consagraron su embarazo al Padre Dios. Así también, se oyó la suplica de quienes llenos de esperanza pedían a Dios por mediación de la Virgen Madre, el don de la vida en sus hogares. Pero lo más importante de todo, es el testimonio de amor a la vida que se ha dado y se seguirá dando desde nuestra parroquia y en especial a través de quienes ya se han constituido en devotos de Nuestra Señora de la Dulce Espera.
El sentimiento y compromiso que nos nutre es la defensa de la vida en todas sus condiciones, situaciones y estados, desde la concepción hasta el último suspiro de vida que Dios nos conceda en este mundo.

Por eso te decimos Madre de la Dulce Espera:

Como una bendición llegaste a nuestras vidas, querida madre, para llenar nuestro corazón con la gracia de Dios, inspirar a quienes están en la espera del nacimiento de sus hijos, llenar de esperanza a quienes anhelan concebir, dar aliento y valor a quienes el regalo de una vida les ha llegado en forma inesperada y abrir una puerta, para que aquellos niños que no son amados ni deseados por sus padres, tengan un lugar de amor, respeto y cuidado.

Bendita eres, tú María, entre las mujeres, que nos inspiras un canto de vida, y una alternativa para que el aborto no sea una salida para quienes no pueden atender y cuidar el don de la vida que ha germinado en su seno.

A ti joven, que te encuentras en esa situación, que tienes miedo, que te sientes angustiada, María de la Dulce Espera, quiere darte su valor, su fuerza y su paz. Acércate a ella, infundirá deseos de vida y amor en tu corazón. Nosotros desde esta parroquia haremos lo que esté en nuestras manos para ayudarte, orientarte y proteger la vida que llevas en tu seno. Estamos dispuestos a recibir con alegría a ese niño que no puedes tener, no te juzgamos, no te condenamos, déjanos ayudarte, y sobre todo darle una oportunidad de vida a quien llevas en tu seno. Búscanos y te tenderemos una mano.

Dios te bendiga a ti y al niño que crece en ti.
Referencia: Lazos de Fe, Año 2, Nº 4, Junio 2007

Tú y yo necesitamos Pentecostés

Si eres un cristiano sin vida, sin reventar de alegría, quizás te pase lo que a los Apóstoles, que estuvieron 3 años con Jesús, pero hasta Pentecostés no conocían ni vivían las maravilla de ser discípulos de Jesús.

La obra de Jesús no terminó en el Calvario, ni en la Resurrección, ni en la Ascensión... se completó en Pentecostés... cuando envío el Espíritu Santo que condujo a los Apóstoles a la verdad completa...
Dar gracias a Dios por todo, hasta en el dolor, amar al que me odia, dar mi vida por el vecino, ser otro Cristo... sería imposible de hacer realidad, sino no fuera por la silenciosa presencia del Espíritu Santo.El Espíritu Santo es la presencia real del amor eterno del Padre dado en el Hijo a ti. Él es el Amor hecho Persona y no sólo un sentimiento sujeto a los vaivenes del tiempo. En Él encuentras equilibrio y coherencia, por Él te integras al único y pleno canto cósmico del Amor Divino, en el que ya no eres un objeto del amor celestial sino sujeto de su acción en el mundo y en el tiempo.

Sin el Espíritu Santo en nuestras vidas somos hojas que lleva el viento a su antojo, nadamos en el mar de la dualidad, bien y mal, virtud y pecado. En presencia eficaz del Espíritu Divino, la dualidad queda superada, sólo vivimos el Amor de Dios, y nuestras obras, palabras, y sentimientos irradian su mística compañía y la intensidad de su gracia y nos conduce a ser uno en todo y todos, para que todo y todos queden bañados del fuego del eterno Amor de Dios.

Tú y yo necesitamos descubrir el don de Dios en el Espíritu que inunda el alma, calienta lo que es frío, riega lo que es árido y restituye la inocencia perdida.

Referencia: Lazos de Fe, Año 2, Nº 4, Mayo 2007

Liturgia de la Palabra: A la Escucha de la Palabra

La misa consta de dos partes, llamadas liturgia de la palabra y liturgia eucarística, que constituyen un solo acto de culto, según enseña el Concilio Vaticano II (SC 56). El Centro de la primera parte, como indica la expresión, lo ocupa la palabra de Dios contenida en las lecturas bíblicas acompañadas por cantos y seguidas por la homilía, la profesión de fe y la oración universal de los fieles. Las lecturas bíblicas, con los cantos se intercalan, los domingos o fiestas son tres: la primera, tomada del Antiguo Testamento (fuera del tiempo pascual), va seguida por el salmo responsorial; la segunda, tomadas de los escritos apostólicos del Nuevo Testamento, va seguida por el aleluya; la tercera proviene siempre de los evangelios. ¿Cuál es el significado de esta parte, sobre todo de las lecturas bíblicas, y qué actitud de participación se requiere?

Liturgia de la palabra equivale a acto de culto a la palabra de Dios o mejor aún, a Dios que habla. Se realiza una acción comunitaria, más todavía, eclesial (litúrgica) compuesta de una serie de gestos que comprenden escucha, respuesta, silencio, canto, aclamación, veneración, etc., con relación a Dios que habla ahora a su pueblo reunido en asamblea. “Cuando se leen en la iglesia las Sagradas Escrituras, Dios mismo habla a su pueblo (prosigue el Concilio SC 33), y Cristo anuncia el evangelio”. Es más, se verifica una particular presencia de Dios mediante su Palabra (SC 7). Por tanto, en el centro de esta parte no está sólo la palabra escrita o verbal de Dios, sino más bien Dios, que habla hoy con aquella palabra dicha en el pasado por medio de los profetas y puesta después por escrito por los mismos autores sagrados; se tiene la persona de Cristo, que hoy nos anuncia a nosotros por medio de los cuatro escritos o narraciones su evangelio, su “buena noticia”, el anuncio de la salvación”.

Ante esto, la actitud del creyente es de fe, ante el anuncio; esperanza en la realización del proyecto y caridad, como vivencia del misterio anunciado.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 9, Noviembre 2003

Cuaresma del Amor frente al odio

El amor alienta, el odio abate;
el amor sonríe, el odio gruñe;
el amor atrae, el odio rechaza;
el amor confía, el odio sospecha;
el amor enternece, el odio enardece;
el amor canta, el odio espanta;
el amor tranquiliza, el odio altera;
el amor guarda silencio, el odio vocifera;
el amor edifica, el odio destruye;
el amor siembra, el odio arranca;
el amor espera, el odio desespera;
el amor consuela, el odio exaspera;
el amor suaviza, el odio irrita;
el amor aclara, el odio confunde;
el amor perdona, el odio intriga;
el amor vivifica, el odio mata;
el amor es dulce, el odio es amargo;
el amor es pacífico, el odio es explosivo;
el amor es veraz, el odio es mentiroso;
el amor es luminoso, el odio es tenebroso;
el amor es humilde, el odio es altanero;
el amor es sumiso, el odio es jactancioso;
el amor es manso, el odio es belicoso;
el amor es espiritual, el odio es carnal.
El amor es sublime, el odio es triste.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 2, Marzo 2007

CUARESMA, cambiar el corazón para vivir el Proyecto de Dios

“Rasga tu corazón y no tus vestidos, y vuelve a Yavé tu Dios, porque él es bondadoso y compasivo…” (Joel 2, 13)

Las prácticas cuaresmales se inspiran en este sublime texto del profeta Joel. El Dios de la Vida, es rico en misericordia y lleno de compasión por nosotros y, Él nos convoca a un cambio de corazón.

El corazón, en la Biblia, es el órgano más importante. Donde se aloja el espíritu que anima a cada persona. Del corazón brotan las actitudes, los sentimientos, los valores que mueven la vida de cada uno. Por eso Dios quiere que examinemos nuestro corazón y dejemos que su Espíritu lo llene, para poder vivir como El enseña, para poder realizar su Proyecto.

Los textos litúrgicos del tiempo de Cuaresma nos proponen escuchar de boca de Dios, cuál es el verdadero cambio que El nos pide. Así nuestras obras de misericordia no sólo se quedarán en una práctica esporádica y de temporada, sino un estilo y forma de vida. Dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, visitar al enfermo, consolar al que sufre, perdonar al que nos ofende… no será una penitencia cuaresmal, sino una gozosa expresión del corazón henchido de amor en Cristo.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 2, Marzo 2007

EL CAMINO DE LA PASCUA: La Cuaresma

Durante muchos siglos hemos visto la cuaresma como el tiempo litúrgico por excelencia en el cual nos planteamos la necesidad de conversión. Atribuimos la necesidad de conversión a un continuo estado de imperfección de la naturaleza humana, que se mira así misma como incompleta y se autoevalúa a través de la cantidad de pecados que comete como desagravios a la pasión de Cristo.

El sentido neurálgico de la cuaresma no está en sentirnos menospreciados y humillados, porque no somos “perfectos como Dios es perfecto”, sino, en apreciar la gradualidad de la salvación que Dios Padre, a través de su Hijo Jesucristo, ha ido haciendo crecer en nuestro corazón como el acto más sublime de su amor por nosotros.

El reconocimiento de la fragilidad propia es un acto de admiración y no de humillación ante Dios; es ir paulatinamente descubriendo la belleza originaria con la Dios me asumió y me hizo ser parte suya desde la eternidad. Convertirse es la vuelta a ese estado inicial del amor divino, en el que descubro plenamente el ser amado por Dios y emprendo el camino a la plenitud sintiendo y siendo de verdad el amado de Dios.

De esta manera vivo y crezco en el camino de la cuaresma hacia la pascua y, lo recorro recibiendo de Dios la Salvación que me permite vivir en libertad su absoluto amor por mi, para hacerlo presente en mi y en los demás día a día.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Lo que se quedó en el tintero, 2004

LA PASCUA: Fiesta angular de nuestra fe

La pascua es la piedra angular de nuestra fe ya que conmemora la Resurrección del Cordero Inmolado: Jesucristo. Manifiesta la victoria ganada en la Cruz por Jesús sobre todo aquello que nos aleja y separa del Amor del Padre.

Es la fiesta principal y más antigua de los cristianos.
Siendo la fiesta más importante de la liturgia, la pascua se celebra por 50 días, desde el domingo de Pascua hasta Pentecostés. Según la liturgia actual, la cuaresma termina en la tarde del Jueves Santo con la celebración de la Cena del Señor que da comienzo al Triduo Pascual. El Viernes Santo se hace el “ayuno pascual” que se continúa el sábado santo, preparatorio a la gran celebración pascual.

Los primeros ocho días de la pascua constituyen la octava y se celebran como solemnidad del Señor. En el día 40 de la pascua se celebra la ascensión del Señor y los 9 días de la ascensión a Pentecostés (la novena original) son días de intensa preparación para la venida del Espíritu Santo.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Lo que se quedó en el tintero, 2004

CUARESMA DEL AMOR. Testimonio de un Seglar

El ser humano está creado por y para el AMOR. ¿Y qué mayor amor, que el de Cristo por nosotros y para nosotros, que entregó su vida por toda la humanidad hasta su muerte y resurrección? La cuaresma es en sí un tiempo de reflexión y de arrepentimiento, pero para mí es, sobre todo, tiempo de Amor, manifestado en el perdón, en el compromiso, en la gratitud y correspondencia a Dios.

Todos los días son buenos para pararse a pensar en el sentido de la vida, en cómo se vive y cómo se gasta. Pero hay momentos puntuales, como la cuaresma, en los que podemos percatarnos mejor del gran Amor de Dios por nosotros.

El Amor de Dios no falla nunca y nos espera siempre; nos disculpa, nos comprende y nos ama en todo momento. Es el AMOR ABSOLUTO.

Desde el prisma del AMOR se entiende mejor que la cuaresma ha de ser un tiempo de reconciliación con los hombres porque, gracias al amor, entendemos mejor que todos nos ofendemos unos a otros, y que todos tenemos nuestros fallos y debilidades, por lo que necesitamos de compresión y de perdón unos a otros.

La vida, si no es vivida y gastada por Amor y para el Amor, no tiene sentido. La vida sin donación y sin compromiso es vacía y no nos produce felicidad. La felicidad y la paz sólo llegan cuando amamos, cuando nos damos a Dios y a los demás.

La austeridad, la penitencia y demás ejercicios cuaresmales no tienen otro sentido: ayudarme a vivir mejor el AMOR.

Sebastián García Galvez

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Lo que se quedo en el tintero, 2004

¡Creo en la Resurrección!

Cuando veas que la tempestad está desgarrando el bosque, los terremotos sacuden la tierra y el fuego está quemando tu casa, has de decirte a ti mismo:
"Creo que el bosque volverá a levantarse, la tierra volverá a su inmovilidad y yo reconstruiré mi casa".
Cuando veas a tu hijo irse de casa en busca de aventura, y te sientas derrotado en tu sueño de padre, has de decirte a ti mismo:
"Mi hijo no escapará a Dios y volverá porque Dios lo ama".

Cuando el mundo se presente a tus ojos como el fracaso de Dios, y sientas la nausea del desorden, de la violencia, del terror, de la guerra que impera en todas partes y la tierra te parezca un caos, has de decirte a ti mismo:
"Jesús ha muerto y resucitado y resucitaremos con Su poder".

Cuando tu padre o tu madre, tu hijo o tu hija, tu esposa o tu esposo, tu amigo más querido se encuentren delante de tu lecho de muerte, y tú los mires a los ojos en la angustia final del desapego, has de decirte a ti mismo y a ellos:
"Cristo ha resucitado. No es sólo una mera idea. Cristo venció a la muerte. Nos mantendremos unidos en la oración cada día. Nos volveremos a ver en el Reino de Dios, ánimo".

Esto significa creer en la Resurrección.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Lo que se quedó en el Tintero, 2004

PEDAGOGÍA BIBLICA DE JESUS: Camino de Emaús (Lc 24,13-35)

La historia de los discípulos de Emaús es un manual para todo aquel que quiera iniciarse en la lectura de la Santa Biblia; nos enseña a hacer vida el contenido de los pasajes bíblicos. Los pasos son los siguientes:

1. Caminando a solas haz una pequeña revisión de vida. Reflexiona: ¿cuál es el mayor problema que he de enfrentar en mi propia vida actualmente? ¿Cuáles son sus causas?
2. Déjate acompañar por el Maestro. Comparte en oración tus problemas con el Señor Jesucristo. Pide guía y luz para encontrarle soluciones desde tu fe.
3. No eres el único que atraviesa por dificultades, ora por todos aquellos que pudiesen estar atravesando tu misma dificultad.
4. Busca en los Evangelios aquellos momentos de dificultad que atravesó Jesús y valora sus respuestas y soluciones.
5. Aplícalas a tu vida.
Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 8, Octubre 2003

LA EUCARISTÍA: Paso a Paso

En el Boletín pasado presentamos la estructura de la Santa Misa con sus distintas partes. Ahora pasamos a desarrollar cada una, para una mejor comprensión y vivencia del misterio eucarístico que celebramos en asamblea Dominical.

EL RITO DE ENTRADA Sin asamblea no hay eucaristía. La primera fase de la celebración eucarística, indicada con el término de “rito de entrada” tiene la finalidad de constituir a los cristianos en asamblea eclesial, es decir, en un grupo orgánicamente unido, como auténtica manifestación del misterio de la Iglesia que se dispone a celebrar la “memoria” de su Señor: “Reunido el pueblo, mientras entra el sacerdote con sus ministros, se da comienzo al canto de entrada”. La figura del sacerdote, en calidad de presidente de la asamblea, es el signo de la presencia de Cristo en medio de quienes se han reunido en su nombre. Por eso es doble el signo de la presencia de Cristo: el signo de la asamblea (Mt 18,20ss: “Donde dos o tres están reunidos…) y el signo del ministro-sacerdote. Cristo es el que preside, unifica, santifica y dirige la asamblea por medio del ministro llamado por él y designado por la Iglesia.

El conjunto ritual de esta primera parte de la misa, comprende: el canto de entrada, el saludo del sacerdote, el acto penitencial, el himno del “Gloria” y la oración “colecta”. Este conjunto de actos, gestos y oraciones pretende expresar los sentimientos que animan a la asamblea: la alegría, la unidad fraterna, el reconocimiento de los propios pecados y la súplica a la misericordia de Dios, la alabanza y la oración de petición.

El canto de entrada dispone a la asamblea a la unidad, cantamos juntos la alegría de celebrar como hermanos la victoria pascual de Cristo. El saludo es típicamente cristiano, pero también humano, cordial; invita a una particular presencia del Espíritu Santo en quienes se unen en torno al altar del Señor. El acto penitencial es una breve pero intensa celebración en la que se integran el reconocimiento sincero de nuestra condición de pecadores y la invocación unánime y confiada en la bondad misericordiosa de Dios. Lo que caracteriza el acto penitencial es su aspecto eclesial: todos juntos nos reconocemos pecadores y arrepentidos, necesitados del perdón de Dios. El Gloria, antiguo himno de alabanza, exalta la grandeza y misericordia de Dios Uno y Trino. La oración colecta reúne las suplicas de toda la asamblea por la que se celebra el misterio pascual.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 8, Octubre 2003

Cosagrados al Santísimo Sacramento

La enseñanza de la Iglesia a través de la historia nos anima cada vez más ha acercarnos a la presencia de Jesús Sacramentado. Cristo Jesús se da como cuerpo vivo y vivificante, y en las especies sacramentales del pan y del vino es centro de unidad comunitaria y alimento que renueva interiormente al hombre y a la mujer de fe.

Reconociendo tal misterio de nuestra salvación, la Iglesia en Venezuela ha querido que toda la patria sea consagrada a Jesús Sacramentado, hecho ocurrido por vez primera el 2 de julio de 1899 y, que a partir de 1904 ha sido renovado año a año.

Llama especialmente la atención del cristiano, esa necesidad que como Iglesia sentimos que toda nuestra actividad humana y espiritual, presente o con los ojos puestos en el futuro, esté impregnada por la gracia vivificante de Cristo Jesús. Así lo expresa la oración de consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento. Como parroquia Sagrada Familia, también nos toca volver nuestra mirada al Santísimo Sacramento del Altar y consagrar a Él toda nuestra actividad espiritual, pastoral, litúrgica, social, familiar, comunitaria y principalmente, la construcción de nuestra iglesia doméstica; para que así, brille no nuestro humilde servicio, si no la gloria y el resplandor de Dios que hace posible que nos sintamos los unos a los otros como verdaderos Hijos suyos y hermanos en Cristo, para poder llevar un mensaje de esperanza, consuelo, solidaridad, paz, misericordia… a través de lo que como cuerpo místico de Jesucristo podemos hacer desde nuestra parroquia.

Acerquémonos al Amor de los amores, ofrezcamos nuestras comuniones sacramentales y espirituales por nuestra comunidad cristiana; adoremos al Santísimo Sacramento del Altar y consagremos a Él nuestra Parroquia Sagrada Familia en necesidades y en sus proyectos.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 5, Julio 2003

¿QUÉ ES LA PASCUA? Historia, Significado e Importancia

La Pascua Judía:

Originariamente, sin duda, fiesta semítica del retorno primaveral de la vegetación, común a todas las civilizaciones primitivas. La pascua, por la providencial coincidencia de su celebración con la liberación de Egipto, llegará a ser para Israel el memorial de su liberación.

Se supone generalmente que su nombre viene de pasah, “pasar” en el sentido de dispensar, aludiendo a que el Señor pasa sin herir con sus plagas delante de las casas marcadas con la sangre del cordero inmolado por lo hebreos.

Más tarde, a la idea de este paso del Señor para rescatar a su pueblo de la esclavitud, se unirá la idea del paso del pueblo mismo que se va llevar tras de si fuera de Egipto hacia el país de la promesa, en el que Israel estará en su casa al estar en la casa de su Dios.

Cuando reflexionamos el significado de la celebración pascual judía donde Dios salva y reconstruye a su pueblo, vemos claramente una anticipación de la figura del Salvador, del Mesías que viene a salvar a los hombres y a reconstruir el pueblo, instaurando el Pueblo de Dios.

Pascua Cristiana:

En el Nuevo Testamento, San Lucas describirá el anuncio hecho a los discípulos de la muerte de Jesús, en la transfiguración, como su éxodo que debía cumplirse en Jerusalén (9,31, Cfr. Jn 13,1 al hablar de su paso de este mundo al Padre, en el momento de la pascua).

Es probable también que la imagen del cordero inmolado, en Is 53,7, implicara desde el principio una referencia pascual. En todo caso, San Pablo describirá la pasión salvadora de Cristo diciendo: “Cristo, nuestra pascua, ha sido inmolado” (1Cor 5,7).

Así, por una parte, la celebración pascual se convertirá para los cristianos en la celebración de la muerte y de la resurrección del Salvador, y la pascua judía, con todo lo que había significado para los judíos en la primera alianza, será para ellos la fuente principal de su interpretación de la pasión.

Ya en la primera carta de San Pedro vemos superponerse a este tema el del bautismo, celebrado de antiguo con preferencia en la noche de pascua. Pasando Él mismo de este mundo a su Padre por la Cruz, Cristo nos trasporta tras Él, no ya simplemente del Egipto material a una tierra prometida que no lo era menos, aunque uno y otra estuvieran ya llenos de evocaciones espirituales, sino “del reino de las tinieblas al reino del Hijo” (Col 1,13), que es lo mismo que la entrada en participación de “la heredad de los santos en la luz” (v.12).

La Pascua en la Iglesia Católica:

La Pascua es la fiesta principal, corazón y punto álgido del calendario litúrgico, la llamada “Fiesta de Fiestas” opaca incluso a la Navidad, pues en si en la natividad nació el Salvador y nos llenó de gozo su venida, aún mayor alegría nos causa el cumplimiento de las promesa de Dios al enviarnos a un Salvador que rescatará a la humanidad entera del pecado.

Cincuenta días marcan el tiempo litúrgico en el que los cristianos celebramos la Pascua. Los 8 primeros -desde el sábado de la Vigilia de Resurrección hasta las primeras vísperas del II domingo de Pascua- (que en realidad sería el "primero de pascua" ya que litúrgicamente el acontecimiento de la Resurrección se vive como una sola y única solemnidad los primeros 8 días mencionados se les denomina: "El Día de la Resurrección") hasta la Solemnidad de Pentecostés.

Cincuenta días para interiorizar el gozo de no sólo contemplar la Resurrección del Señor y gritar con entusiasmos: "Cristo Vive", sino también para hacernos conscientes que por Él, con Él y en Él también nosotros hemos resucitado.

Yerko Reyes Benavides

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 2, Abril 2003

EL CRISTO DE NUESTRA FE: Los Rasgos de la Personalidad de Jesús I

1. Jesús el hombre libre

Jesús fue un hombre libre, pensó, sintió y actuó en plena libertad. Sin embargo, en los Evangelios encontramos que todo lo que Jesús hacía y decía era “la Voluntad del Padre”. Entonces, ¿podemos afirmar que Jesús fue un hombre enteramente libre? o, por el contrario, ¿estuvo sometido al designio de Dios? Más agudo se hace este planteamiento cuando lo llevamos al momento de la cruz: ¿Fue voluntad de Dios que su Hijo muriese en forma tan cruenta? Apresuradamente podríamos responder: “Si”, sin detenernos en las consecuencias de tal afirmación, ya que, nos lleva a asumir el dolor y el sufrimiento como parte de la voluntad de Dios, a los que no puedo renunciar sin ofenderlo y sentirme culpable. No te desanimes, esta forma de valorar a la libertad no es la más feliz, aun cuando, de entrada, nos parezca sensato. Lo que nos va a aclarar todo es preguntarnos: ¿Cuál es la voluntad del Padre?: “La voluntad del Padre es que todos sus hijos seamos libres”. Así pues, Jesús, el Hijo de Dios, es quien nos muestra cómo vivir la plena libertad en Dios. Ahora bien, ¿Cómo vivió Jesús la libertad? Revisemos sucintamente el comportamiento de Jesús en relación a las grandes instituciones de su tiempo: la ley, la familia, el templo y el sacerdocio.

a. Jesús y la Ley: La ley religiosa era la institución fundamental del pueblo Judío. Por eso violar la ley era la cosa más grave que podía hacer un judío. Hasta el punto de que una violación importante de la ley llevaba consigo la pena de muerte. Pues bien, el comportamiento de Jesús con relación a la ley es especial en los siguientes cuatro puntos: Primero, Jesús quebrantó la ley de su pueblo repetidas veces, al tocar a los leprosos, al curar intencionalmente en sábado, al tocar los cadáveres. Segundo, Jesús permitió que sus discípulos quebrantasen la ley religiosa y los defendió cuando se comportaron de esa manera, al comer con pecadores y descreídos, al no practicar el ayuno en los días fijados en la ley, al hacer lo que estaba expresamente prohibido en sábado, al no observar la ley sobre la pureza ritual. Tercero, Jesús anuló la ley religiosa, es decir, la dejó sin efecto y, lo que es más importante, hizo que la violación de ley produjera el efecto contrario; en lugar de producirse la impureza que preveía la ley, lo que sucede es que el contacto con Jesús produce salud, vida y salvación. Por último. Jesús corrigió la ley e incluso se pronunció en contra de ella en más de una ocasión, al declarar puros todos los alimentos y cuando anuló de manera terminante la legislación de Moisés sobre el privilegio que tenía el varón para separase de la mujer. No olvidemos que estos actos contra la ley llevaban consigo la pena de muerte. El caso más claro, en este sentido, es la violación del sábado. Jesús ya estaba sentenciando a muerte. Por otra parte, no podemos dejar sin destacar que, Jesús aun rompiendo muchas normas y preceptos de la ley, fue un hombre que vivió bajo los principios de la Ley Superior, aquella que ubica en su centro la dignidad del ser humano. Por ello, su comportamiento es claramente provocador. Y lo hace así por una razón muy sencilla: porque de esa manera demuestra su absoluta libertad frente a una ley esclavizante y de la cual el ser humano necesita ser liberado.

La libertad de Jesús frente a la ley contiene para nosotros una enseñanza fundamental: el bien del hombre está antes que toda ley positiva. De tal manera que ese bien del hombre tiene que ser la medida de nuestra libertad. Así fue para Jesús. Y así tiene que ser también para todos los que creemos en él.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 5, Junio 2007

Asamblea Eucarística Dominical

Ir a misa el domingo es una frase corriente para recordar un precepto y calificar la práctica religiosa de un cristiano. Todos dan por desconocido el vínculo que media entre misa y domingo, pero pocos se preguntan el Porqué, hasta el punto de que alguien ha propuesto la extraña hipótesis de elegir otro día. Digo extraña porque en toda la historia de la Iglesia, empezando por los orígenes, jamás se ha propuesto un día diverso, ni si quiera cuando el domingo era un día laboral (hasta el S. IV) y estaban prohibidas las reuniones de los cristianos.

La costumbre es de origen apostólico, por tanto tiene un valor fundamental y normativo para la vida de la Iglesia, una de cuyas características consiste en ser precisamente “apostólica”, fiel y en continuidad con la Iglesia dirigida por los apóstoles. Desde entonces no se conoce ninguna interrupción; el pueblo cristiano se reúne en asamblea cada ocho días, el domingo.

¿Por qué, repetimos, la elección del domingo, en lugar del jueves santo; en el cual Jesús consumó la última Cena y dio origen a nuestra misa ordenando “Haced esto en conmemoración mía”, o bien del viernes santo, en el cual se ofreció a sí mismo como sacrificio viviente en la cruz, que la eucaristía hace actual? Por el simple motivo de que nosotros hacemos memoria de un Vivo, el Cristo Resucitado de entre los muertos, no del Cristo muerto ni sólo del Cristo histórico. El domingo es el día de la Resurrección de Cristo, de su victoria sobre el pecado y la muerte, de su glorificación, de su manifestación a los discípulos reunidos en un mismo lugar, del nacimiento de la comunidad de creyentes en Cristo. Desde ese día Jesús se ha convertido, y así se le ha invocado, en Kyrios, es decir, soberano, Señor, dominador, jefe, salvador de la nueva humanidad; Kyrios en griego, Dominus en latín, Señor en español; y el día llamado hyriaché eméra en griego (equivalente a: día del Kyrios, real, del Resucitado), dominica dies en latín (día del Señor), domingo en castellano. Ese día los cristianos empezaron a reunirse (el Evangelio de Juan 20,19 y 26 habla de la reunión de los discípulos la noche de Pascua y ocho días después) para encontrase con su Señor-Kyrios, para hacer memoria de él celebrando bajo su presencia la eucaristía: la Cena del Señor-resucitado el día del Señor-resucitado.
Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 6, Agosto 2003

Adoración al Niño Jesús

Te adoro, amable Niño del pesebre, el más humilde y el más grande de los hijos de los hombres y el más pobre y el más rico, el más débil y el más poderoso.

Te bendigo, porque te has dignado descender hasta mí, para ser mi modelo en la práctica de todas las virtudes, mi guía en las dificultades de la vida y mí, consuelo en los días de aflicción.

Te amo, porque vienes a mí con amor infinito; al que no cansan mis ingratitudes; con amor obsequioso, que se anticipa a los tardíos impulsos de mi corazón; con amor paciente, que espera mi conversión para amarme más tiernamente aún. Por eso, con el corazón lleno de agradecimiento, de rodillas al pie de este lecho de paja, te adoro, bendigo y amo, con todo el fervor de mi alma, y me atrevo a levantar mis ojos hasta mi Dios, que se digna mirarme.
Amén.
Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 10, Diciembre 2003

12 Actos Espirituales para Vivir en la Navidad

Navidad. Se acerca nuevamente la época más esperada del año. Y es que el mes de Diciembre se nos presenta para tener una disposición orientada a todo lo bueno, a todo lo que construye, a todo lo que da alegría. Cristo y su nacimiento es la razón de tu alegría.
Te damos 12 sencillas sugerencias prácticas para que esta Navidad sea verdaderamente cristiana.

1. Comienza tu día con una oración reflexionando en el sentido del tiempo de adviento que es la preparación inmediata para la celebración de la Navidad.
2. Haz un propósito pequeño que te lleve a pensar en los demás.

3. Escribe un mensaje de navidad a una persona de la que estés alejado.

4. Piensa qué persona pobre o necesitada requiere un detalle de cariño tuyo (inclusive dentro de tu propia casa).

5. ¿Hay en tu corazón alguna espina contra alguien que no te apreció, te hirió o te ignoró? Sería maravilloso recomenzar.

6. Háblales a tus hijos del perdón, profundiza en las formas en que puede deformar la personalidad y dañar las relaciones. Motívalos a la acción de perdonar.

7. Invita a un amigo que esté solo a un lugar bonito a almorzar.

8. Procura en estos días enfocar más tu atención al regalo de la paz que a los regalos materiales que tienes que dar.

9. Trata de vivir la pobreza material cuando vayas de compras.

10. Haz una lista de los defectos de carácter que no quieres que te dominen.

11. Tómate un tiempo para apreciar más a tu familia y evoca momentos felices.

12. Lee en familia el pasaje del nacimiento de Jesús que aparece en el Evangelio de San Lucas.

Sheila Morataya-Fleishman


Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 10, Diciembre 2003

Nacimientos, Belenes o Pesebres

Como es sabido, estaba tan llena la ciudad de Belén por los visitantes que acudían a cumplir la orden del emperador Augusto de empadronamiento, que las posadas sólo daban albergue a los que tenían dinero. Como María estaba embarazada, se apiadaron de ella y les dejaron quedarse gratis en un establo. Allí nació Jesús.

San Francisco de Asís fue el iniciador de los nacimientos entre 1200 y 1226. Se cuenta que recorría la campiña cercana a la pequeña población de Rieti en el invierno de 1223. La Navidad de ese año lo sorprendió en la ermita de Greccio y fue allí donde tuvo la inspiración de reproducir en vivo el misterio del nacimiento de Jesús. Construyó una casita de paja a modo de portal, puso un pesebre en su interior, trajo un buey y un asno de los vecinos del lugar e invitó a un pequeño grupo de gente a reproducir la escena de la adoración de los pastores. Dice la tradición, que de manera milagrosa, en la escena aparecieron ángeles y se personificó el niño Jesús, la Santísima Virgen y San José.

La idea de reproducir el nacimiento se popularizó rápidamente en todo el mundo cristiano. De los seres vivos se pasó a la utilización de figuras.

También se cree que el primer nacimiento se construyó en Nápoles a fines del siglo XV y que estuvo hecho de figuras de barro. Carlos III ordenó que los "Belenes" se extendieran y popularizaran en todo el reino itálico y español. En América, los frailes introdujeron las costumbres navideñas cristianas utilizándolas para la evangelización de los naturales. Las iglesias contaban con sus "Belenes" que utilizaban los religiosos y los vecinos para sus solemnes procesiones de Navidad. No había familia, por humilde que fuera, que no gozara al "poner el Belén", junto al cual cantaban unidos los villancicos.

Hoy también reproducimos con alegría en nuestras casas, calles y parroquias tan grande acontecimiento y, sentimos con la misma emoción de antaño las bendiciones que Dios nos dio en su Hijo hecho hombre.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 10, Diciembre 2003

jueves, 22 de noviembre de 2007

La Corona de Adviento

Dios se hace presente en la vida de cada ser humano y de cualquier manera le hace sentir su amor y deseo de salvarle. La palabra ADVIENTO es de origen latín y quiere decir VENIDA. Es el tiempo en que los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. El adviento abarca cuatro semanas antes de Navidad.

Actualmente hay inquietud por reavivar una costumbre muy significativa y de gran ayuda para celebrar este tiempo. La corona o guirnalda de Adviento es el primer anuncio de Navidad. Es un círculo de follaje verde. Va enrollada con un listón rojo, símbolo del amor de Dios que nos envuelve y también de nuestro amor que espera con ansiedad el nacimiento del Hijo de Dios. En el centro del círculo se colocan las cuatro velas (tres moradas y una rosa o bien todas blancas) para encenderse una cada domingo de Adviento y en el centro una vela blanca, para encenderla en la Noche Buena. La luz de la vela simboliza nuestra fe.

El conjunto se sitúa en un lugar privilegiado de nuestro ambiente familiar. Si se quiere se puede situar la imagen del Niño en relación con la corona.

La corona, que procede del Norte, tiene raíces simbólicas universales: la luz como salvación, el verde como vida, forma redonda como eternidad. Esta se ha convertido en un elemento de pedagogía cristiana para expresar la espera de Cristo Jesús como Luz y Vida.

El Encendido de las Velas:

Reunidos el día domingo, en familia se comienza con La Señal de la Cruz, se hace un breve examen de conciencia y se recita el Yo Confieso, luego un miembro de la familia dice la siguiente oración:

"En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: ¡El Señor va a llegar! ¡Preparen sus caminos, porque ya se acerca! Adornen su alma como una novia se engalana el día de su boda. ¡Ya llega el mensajero!
Al encender esta(s) vela, cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes.

¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor! Amén.
Se termina con la oración del Padrenuestro, el Ave María y el Gloria. Y al final, juntos dicen: El Señor nos bendiga nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna".
Amén.
Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 10, Diciembre 2003

Jesús: El Rostro Humano de Dios

El centro de nuestra fe es la revelación de Jesucristo como Señor de la Historia. La reflexión teológica actual marca una pauta, dándonos a conocer el carácter humano de Jesús que, nos conecta con su divinidad y nos permite trascender a realidades espirituales profundas de contemplación de Dios. Amor, misericordia, perdón, compasión divina, tienen una mayor connotación si las leemos desde la expresión humana y divina de Jesucristo.

Toma los Evangelios, lee, metida, contempla a Jesucristo en su humanidad, en sus sentimientos, en sus reacciones, en sus anhelos, encontraras a Dios hecho Hombre para nuestra Salvación. No te quedes sólo con el Jesús de los milagros, el Jesús de las obras sobrenaturales, el Jesús místico, esta visión de Jesús la puedes dejar para otro momento. Enfoca tu mirada y meditación en el Jesús que se reía, que lloraba, que se enojaba, que se conmovía; el Jesús que sueña, que anhela, que se pone en el lugar del otro. Encontrarás en los Evangelios muchísimos testimonios que seguro pondrán a todo un Dios muy cerca de tí, de lo que tu mismo sientes, sueñas, anhelas y esperas.
Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 7, Septiembre 2003

MIS DERECHOS HUMANOS: Soy libre y merezco un trato digno

Los derechos humanos son una conquista histórica y el derecho a ser tratado dignamente (art. 4) es un ejemplo de este logro histórico. Cuando pensamos que la esclavitud fue en un momento relativamente cercano de la historia humana, una institución legalmente reconocida por muchos pueblos, y moralmente aceptada, sólo podemos asombrarnos y desconcertarnos. De la misma forma, es probable que algunas prácticas que hoy son de uso diario y nos resultan aceptables, escandalicen y avergüencen a las personas del futuro.

La esclavitud es una práctica degradante para la dignidad de la persona, porque convierte a seres humanos en meros instrumentos o extensiones de la voluntad de otros. Es decir, niega a los seres humanos su derecho a escoger, a decidir y a desarrollarse como individuos.

Otra consideración importante que puede hacerse respecto de este derecho, es la siguiente: los Estados no se comprometen únicamente a no hacer uso de la esclavitud o de los trabajos forzados; se obligan a que, bajo su jurisdicción, nadie recurra a estas prácticas degradantes. Es decir, que los Estados tampoco tolerarán estos hechos en el ámbito de lo privado, y están obligados a intervenir para acabar con ellas, en el caso de que esto ocurra.

Sin embargo, aun se mantienen prácticas y tratos degradantes que se evidencian, en la forma de relacionarnos, en cómo nos dirigimos a otros, y a veces en cómo sometemos a situaciones indignas a las personas, o las manipulamos a nuestra discreción aprovechándonos de nuestra autoridad o poder.

Hacer valer nuestros derechos, es también mejorar la forma en la que nos relacionamos unos con otros y asegurarnos que exista un ambiente familiar, laboral, recreativo, formativo y social de respeto y dignidad.
No te olvides de compartir y dialogar con tus hijos sobre este tema.

Artículo 4 (Declaración Universal de Derechos Humanos)

“Nadie estará sometido a esclavitud o servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas”



Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 4, Mayo 2007

Oración a Nuestra Señora de la Dulce Espera

María, Madre del amor hermoso, dulce muchacha de Nazaret, tú que proclamaste la grandeza del Señor y, diciendo que "sí", te hiciste Madre de nuestro Salvador y Madre nuestra: atiende hoy las súplicas que te hago.
En mi interior una nueva vida está creciendo: un pequeño que traerá alegría y gozo, inquietudes y temores, esperanzas y felicidad a mi hogar.
Cuídalo y protégelo mientras yo lo llevo en mi seno.
Y que, en el feliz momento del nacimiento, cuando escuche sus primeros sonidos y vea sus manos chiquitas, pueda dar gracias al Creador por la maravilla de este don que Él me regala.
Que, siguiendo tu ejemplo y modelo, pueda acompañar y ver crecer a mi hijo.
Ayúdame e inspírame para que el encuentre en mi un refugio donde cobijarse y, a la vez, un punto de partida para tomar sus propios caminos.
Además, dulce Madre mía, fíjate especialmente en aquellas mujeres que enfrentan este momento solas, sin apoyo o sin cariño.
Que puedan sentir el amor del Padre y que descubran que cada niño que viene al mundo es una bendición.
Que sepan que la decisión heroica de acoger y nutrir al hijo les es tenida en cuenta.
Nuestra Señora de la Dulce Espera, dales tu consuelo y valor.
Amén

¡Feliz XII Aniversario de Fundación, querida parroquia Sagrada Familia!

En el Salmo 126 leemos este versículo (5): “Los que siembran con lagrimas cosecharán entre cantares”. El salmista expresa con estas palabras que los esfuerzos y sacrificios con los que emprendemos proyectos y trabajos son los que más satisfacciones nos ofrecen a la ahora de recoger sus frutos. Así nos sentimos al llegar al XII Aniversario de fundación eclesiástica de nuestra parroquia “Sagrada Familia”.

Al completar doce años de arduo trabajo, miramos los esfuerzos asumidos desde el comienzo, en donde nos sentábamos a la intemperie en latas de leche para participar de la Eucaristía dominical, pasando por cada uno de los innumerables sacrificios hechos a lo largo de estos años, hasta el día de hoy, en donde avizoramos esperanzados el día de la inauguración de nuestro templo parroquial. Lo que el salmista expresó con profunda emoción, lo podemos decir también nosotros hoy, ya que, empezamos a cosechar entre cantares.

Una muestra de estos logros es la publicación mensual del Boletín Lazos de Fe, y que en esta edición se remoza en presentación y contenidos y, marca el inicio de una nueva etapa, gracias al significativo aporte de dos empresas de exitosa trayectoria en esta ciudad de las siete colinas. Gracias por su apoyo ya que para nosotros es un gesto de la bendición de Dios, que nos anima a seguir trabajando con empeño para ofrecer un espacio de información y formación humana y cristiana.

No quiero dejar pasar la ocasión para agradecer a las personas que integran los grupos de apostolado parroquial por su entrega y compañía; a nuestros colaboradores que a lo largo de estos años nos han ayudado con generosa alegría a construir el templo material y espiritual que hoy en fraterna familia nos enorgullece.

Ahora nos toca seguir adelante con entusiasmo y en este mes donde celebramos la Semana Santa, nuestro aniversario, la solemnidad de Jesús de la Misericordia, la continuación de los trabajos de construcción, digamos con San Alberto Hurtado: “Contento, Señor, contento”

(Vista reciente del frente de nuestra parroquia)

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 3, Abril 2007

Nuestra Señora de Fatima y María Auxiliadora

El amor solícito de la Santísima Virgen María toca el corazón de sus hijos de muchas y preciosas maneras. En sus distintas advocaciones, ella nos da consuelo y bendición. Precisamente durante este mes de mayo su maternal intercesión estará presente a través de dos de las advocaciones más queridas y arraigadas en nuestra ciudad: Nuestra Señora de Fátima y María Auxiliadora.

Que la llena de gracia, día a día, nos siga acompañando con amorosa presencia.


Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 4, Mayo 2007

Una Palabra que estremece el corazón y cambia la vida

Los Evangelios más que relatos narrativos de la vida de Jesucristo, son la experiencia vivida por hombres y mujeres que compartieron al lado de Jesús y sus discípulos las enseñanzas del Reino. En ellos encontramos expresiones riquísimas en el encuentro personal y directo con el Señor.

Te invito a recorrer los Evangelios y descubrir cada una de esas expresiones dirigidas por aquellos hombres y mujeres a Jesús; a hacerlas parte de tu oración, a vivirlas tu mismo, con tu propia experiencia de vida. Te aseguro que encontrarás razones más que suficientes para tu oración; para ese encuentro íntimo, personal, espontáneo y abierto con Jesucristo nuestro Señor y Redentor.


Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 6, Año 2003

LA EUCARISTÍA: De la Última Cena hasta hoy II

Concilio de Trento y Vaticano II. Nuestra Misa Hoy.

El concilio de Trento interviene, ante la anarquía litúrgica que se había generado, Disponiendo una revisión del Misa, que es publicado en 1570 por san Pío V. Desde entonces hasta todo el siglo XIX no se produjo ningún cambio de relieve. Bajo la presión del movimiento litúrgico, en 1910 había predispuesto un proyecto de reforma, recuperado en 1948 por Pío XII, que concluye en el Concilio Vaticano II.

El Misal del concilio Vaticano II, llamado también de Pablo VI, es una extraordinaria recopilación de textos, en los que confluyen los tesoros del pasado y las justas exigencias del pueblo de Dios, un tesoro capaz de alimentar cada día nuestra fe orante.
Piénsese en el relevante número de plegarias, sin aludir al rico contenido doctrinal: de una plegaria eucarística (canon romano) del antiguo Misal a cuatro (a trece en la nueva edición castellana), de una quincena de prefacios a 110 aproximadamente; las oraciones (colecta, sobre las ofrendas, después de la comunión) han aumentado al menos un tercio, y lo mismo los cantos o antífonas. Si, además, se abre el leccionario, las lecturas bíblicas se han cuadruplicado en el espacio de tres años, y se han introducido los más importantes fragmentos del Antiguo Testamento, que antes simplemente no aparecían.

Permaneciendo siempre dentro del ordenamiento ritual, cabe recordar el vasto y variado repertorio de fórmulas (desde el saludo al acto penitencial o las moniciones), la oración universal o de los fieles que antes no existía, la posibilidad de hacer la comunión bajo ambas especies o del cáliz, el rito de la concelebración.

Pero es en el aspecto de la participación del pueblo cristiano en la misa donde se calibra el gran valor espiritual de la reforma del Concilio. El reconocimiento solemne del derecho de participar de modo activo y consciente de los fieles en la eucaristía ha llevado a estos dos significativos resultados: el ejercicio de los ministerios (lector, acólito, cantor, comentador, etc.) y el uso de la lengua hablada. La liturgia de la misa ha vuelto a ser acción del pueblo cristiano, realizada por toda la asamblea, y de la que el sacerdote es presiente cualificado en nombre de Cristo. ¿Es posible renunciar a esta providencial conquista?

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 5, Julio 2003

EL CRISTO DE NUESTRA FE: La Vida y el Menaje de Jesús I

Para comprender a fondo el mensaje de Jesús no basta conocer lo que Él dijo y lo que Él hizo. Además de eso, es necesario saber quién fue Jesús de Nazaret. Es decir, se trata de comprender no sólo sus palabras y sus obras, sino especialmente su personalidad.

Muchas personas tienen una determinada imagen de Jesús, la imagen que mejor encaja con sus inclinaciones personales y con la propia manera de ver la vida. Por eso unos se imaginan a Jesús como una especie de ser celestial y divino, que poco tiene que ver con lo que es un hombre de carne y hueso. Mientras que otros, por el contrario, se figuran a Jesús como si hubiera sido un revolucionario socio-político o un anarquista subversivo, que pretendió luchar contra la dominación romana en Palestina.
Evidentemente, Jesús no pudo ser ambas cosas. Lo cual quiere decir que por un lado o por otro se falsea la imagen de Jesús. Pero lo más grave, en este asunto, no es que se falsifique la imagen de Jesús. Lo más importante es que esa imagen falsificada determina de manera decisiva la espiritualidad de las personas y su propia comprensión fundamental del cristianismo. Por eso hay quienes sólo piensan en el dulce Jesús del sagrario, que les consuela en su intimidad y les mantiene alejados de las preocupaciones del mundo. Mientras que en el extremo opuesto están los que sólo tienen en su cabeza al Cristo luchador y violento que golpeaba con su látigo a los comerciantes del templo. He ahí dos espiritualidades diametralmente opuestas, basadas en dos cristologías también diametralmente contrarias.
Esta diversidad de imágenes de Jesús nos da idea de un hecho: la figura de Jesús, precisamente por su extraordinaria riqueza, se presta a toda clase de imaginaciones y hasta de manipulaciones. De ahí la necesidad que tenemos de estudiar a fondo quién y cómo fue Jesús de Nazaret. Es verdad que, a tantos años de distancia, nadie podrá decir, con absoluta objetividad, que él posee la imagen exacta de Jesús. Pero también es cierto que, analizando los evangelios, en ellos se pueden descubrir, con suficiente claridad, los rasgos más característicos de la personalidad de Jesús. Precisamente, esos rasgos son fundamentalmente tres: en primer lugar, su libertad; en segundo lugar, su cercanía a los marginados, y en tercer lugar, su fidelidad al Padre del cielo.

¿Qué imagen tienes de Jesús? ¿Te ha interpelado lo antes dicho? En próximas ediciones del boletín desarrollaremos los tres rasgos de la personalidad de Jesús.
Referencia: Boletín Lazos de Fe: Año 2, Nº 4, Mayo 2007

Da siempre lo mejor... y lo mejor vendrá...

A veces las personas son egoístas, ilógicas e insensatas… aun así perdónalas…

Si eres amable, las personas pueden acusarte de egoísta e interesado… aun así se gentil…

Si eres un vencedor, tendrás algunos falsos amigos y algunos verdaderos enemigos… aun así vence…

Si eres honesto y franco, las personas pueden engañarte… aun así sé honesto y franco…

Lo que tardaste años en construir, alguien puede destruirlo de una hora para otra… aun así construye…

Si tienes paz y eres feliz, las personas pueden sentir envidia… aun así sé feliz…

El bien que hagas hoy, mañana puede ser olvidado… aun así haz el bien….

Da al mundo lo mejor de ti, aunque eso pueda nunca ser suficiente… aun así da lo mejor de ti mismo…

…y recuerda que al final de cuentas… ES ENTRE TÚ Y DIOS… Nunca fue entre ellos y tú…

Madre Teresa de Calcuta


Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 4, Mayo 2007

La Familia como lugar de Santificación

La santificación es, evidentemente un proceso individual de crecimiento y de entrega a Dios en el cual se hace presente de manera extraordinaria la gracia santificante del Espíritu Santo. Sin embargo, aun siendo un proceso individual hay lugares en los cuales de manera especial se vive la santificación.

La familia como iglesia doméstica es el lugar por excelencia donde se dan los primeros pasos, no sólo de la fe, sino también de la vida en santidad.

Recordar a la familia durante este mes de noviembre es una propicia oportunidad para renovar en el seno del hogar lo que como personas de fe continuamente pedimos a Dios en la oración. El Abrazo en familia que se nos invita a dar, no es simplemente un gesto cristiano de amor, sino un compromiso verdadero, de encontrar en el seno de nuestra propia familia los caminos que nos conduzcan a vivir en plenitud la gracia de Dios que santifica a las personas y sus proyectos de unión, paz, concordia, fraternidad, perdón y reconciliación y, crecimiento personal y familiar.

Hagamos de nuestro hogar un lugar de santificación para nuestras vidas y así, también colaboraremos en la santificación de nuestra comunidad y del país.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 9, Noviembre 2003

Siete hábitos diarios para las personas que deseen ser santas

Nadie nace santo. Se consigue la santidad con mucho esfuerzo, pero también con la ayuda y la gracia de Dios. Todos, sin exclusión, están llamados a reproducir en sí mismos la vida y el ejemplo de Jesucristo, caminar detrás de sus huellas.
Estás leyendo esto porque estás interesado en tomar tu vida espiritual más seriamente de ahora en adelante. Aceptar de corazón uno de los puntos clave del Concilio Vaticano II: la importancia de la doctrina de la llamada universal a la santidad. También conoces que Jesús es el único camino a la santidad "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida." El secreto de la santidad es la oración constante la cual puede ser definida como el continuo contacto con la Santísima Trinidad: "reza siempre y sin desfallecer" (Lc. 18:1). Si quieres llegar a conocer, amar y servir a Jesús de la misma forma que aprendes a amar y enamorarte de otras personas: tu esposa, miembros de tu familia y amigos íntimos, por ejemplo, pasando un tiempo considerable con él en forma regular y, en este caso básicamente todos los días. El retorno, si lo haces, es la única verdadera felicidad en esta vida y la visión de Dios en la próxima. No hay sustituto a esto.
La santificación es un trabajo de toda la vida y requiere nuestro determinado esfuerzo para cooperar con la gracia santificante de Dios que viene por medio de los sacramentos. Los siete hábitos diarios que propongo consisten en el ofrecimiento de la mañana, la lectura espiritual (Nuevo Testamento y un libro espiritual sugerido por tu director espiritual), el Santo Rosario, la Santa Misa y Comunión, al menos quince minutos de oración mental, la recitación del Ángelus al mediodía y un breve examen de conciencia por la noche. Estos son los principales medios para alcanzar la santidad. Si eres una persona que quiere llevar a Cristo a otros a través de la amistad, estos son instrumentos con los cuales almacenarás la energía espiritual que te permitirá hacerlo.

La acción apostólica sin los sacramentos, volverá ineficaz una sólida y profunda vida interior. Puedes estar seguro que los santos incorporaron por uno u otro camino todos estos hábitos en su rutina diaria. Tu objetivo es ser como ellos, contemplativos en el medio del mundo.

Padre John McCloskey

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 9, Noviembre 2003

Consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento

Jesús Sacramentado, Hijo Eterno del Padre, Señor del Universo y Redentor del mundo, que te has quedado con nosotros en el Sacramento de la Eucaristía hasta el final de los tiempos, te confesamos y adoramos como nuestro único Dios y te confiamos el presente y el futuro personal, así como el destino de nuestra patria, Venezuela.

En el beneficio del hombre, la familia y la sociedad se ha hecho bastante, es verdad; pero nos queda mucho camino por recorrer. Confesamos nuestro arrepentimiento por el bien que hemos dejado de hacer y manifestamos el deseo de seguir en adelante según las orientaciones del Santo Evangelio y las directrices de la Iglesia.

Reconocemos que hemos pecado al no haber sabido conducir mejor los destinos de nuestra patria para lograr una vida más digna para todo el pueblo venezolano en lo social, en lo económico, en lo político, en lo moral y en lo religioso. Danos tu perdón y tu gracia.
Recíbenos, Salvador Nuestro y concédenos que venga a nosotros tu Reino. Se Tú el soberano de Venezuela a fin de que en ella te veas glorificado, y sea siempre nuestra honra el llamarnos la república del Santísimo Sacramento.

Postrados ante el sacramento de tu Amor nos consagramos a Ti con todo nuestro ser y con todo lo que tenemos: tiende tu mirada sobre todos los que en esta bendita tierra venezolana te adoramos; somos servidores de tu Evangelio y constructores de una sociedad más justa y fraterna.

Te pedimos, con confianza y humildad que el acto de nuestra consagración sea repetido con renovado fervor de generación en generación, mientras Venezuela exista, para que jamás la apartes de tu Divina Presencia.
Amén.

Referencia: Boletín Lazos de Fe: Año 1, Nº 5, Julio 2003

MIS DERECHOS HUMANOS: Tu dignidad y mi dignidad

En las entregas anteriores nos acercamos a las nociones básicas sobre los derechos humanos y, su importancia como normas positivas que protegen al ser humano. Estas normas no inventan la dignada del hombre y de la mujer, la reconocen, la protegen, y propician una situación legal para que todos podamos ejercer el alcance de nuestra dignidad en los distintos ámbitos en donde se desarrolla nuestra vida: la familia, la comunidad, el estado, la nación; en la calle, en nuestros lugares de trabajo, de estudio y convivencia.

Para que esto sea una realidad no basta un código normativo manejado por especialistas, es necesario que todos tomemos conciencia de ellos y promovamos espacios en los que los derechos humanos sean la guía que orienta nuestra convivencia.

Te propongo una reflexión que trasciende el ámbito a la que se aplica y puede servir para evaluar otros espacios de convivencia: ¿las pautas normativas de tu hogar son una imposición arbitraría, cerrada y dominada por la autoridad que ejerces? o ¿permites el diálogo respetuoso, la discusión abierta de problemáticas, la negociación, el acuerdo compartido de tareas y responsabilidades, acompañando a tus hijos en la toma de decisiones y el ejercicio conciente de la libertad?

La dignidad de tu semejante (hij@, espos@, amig@, emplead@, compañer@...) vale tanto como la tuya, y cuando respetas sus derechos, promueves y respetas los tuyos.

No te olvides de compartir y dialogar con tus hijos sobre este tema.

Artículo 3 (Declaración Universal de Derechos Humanos)

“Todo individuo tiene derecho a la vida, libertad, y a la seguridad de su persona”



Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 3, Abril 2007

La Eucaristía: De la Última Cena hasta hoy I

Un breve desarrollo histórico de la Misa como Celebración ritual, es imposible y no deja de omitir elementos importantes de su progreso a través del tempo. Sin embargo, intentaremos incorporar a este relato, los elementos que consideremos más importantes para la comprensión de cómo está estructurada la Misa en la actualidad. La eucaristía no es una realidad estática sino dinámica, no arqueológica sino viva, como quedo demostrado en la renovación litúrgica que se realizó en el Concilio Vaticano II.

La historia de la celebración eucarística empieza con la última Cena del Señor Jesús, en la cual estableció la estructura fundamental del rito y ordenó que se repitiera. A saber: tomó el pan, dio gracias con una oración de la que se recuerdan las palabras: “Esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros…”, lo partió y se lo dio como alimento; del mismo modo tomó el cáliz de vino, dio gracias diciendo: “Esta es mi sangre, de la alianza nueva…” y lo paso como bebida; por fin concluyó: “Haced esto en conmemoración mía”. Por eso el núcleo central establecido por Jesús es la presentación del pan y del vino en la mesa (nuestro ofertorio o presentación de las ofrendas), y la plegaria eucarística con el relato de la institución, llamado “consagración”, la fracción del pan y la comunión en su cuerpo y en su sangre en el centro.

Una acción ritual conmemorativa del Señor resucitado, un memorial de su muerte y resurrección, la Cena del Resucitado: así ha sido entendida y celebrada por la comunidad cristiana desde los orígenes, el domingo y en las casas privadas (Cf. Hc 20,7ss; 1Cor 11,16ss).
Con el paso del ambiente judaico al helenístico se acentúa la oración de la acción de gracias, llamada en griego “eucaristía” y se dispone un formulario apropiado; se organiza la primera parte con lecturas bíblicas, homilía, cantos y preces según un esquema inspirado en la liturgia sinagogal y, que corresponde a lo que hoy conocemos como “Liturgia de la Palabra”. Estas dos partes: Liturgia de la Palabra y Liturgia Eucarística están bien descritas y no sufrirán grandes modificaciones a lo largo de los siglos.
A partir del siglo IV la liturgia de la misa (es el nuevo nombre usado en Occidente) experimenta un notable desarrollo con expresiones de solemnidad y de esplendor y la introducción de nuevos elementos. En los siglos que van del V al VII destacan tres momentos de la celebración acompañados por cantos y terminados con oraciones (colecta, ofrendas y comunión): procesión de ofrendas, de las ofrendas del pan y del vino con otros presentes y de la comunión. Para la fracción del se introduce el canto del Cordero de Dios. Aparecen los primeros libros litúrgicos: para las lecturas, los leccionarios (antes se usaba el libro de la Biblia); para las oraciones, los sacramentarios, para los cantos, el gradual. El pueblo participaba activamente en todas las fases celebrativas, en particular en la procesión del ofertorio. Se unifica la lengua asumiendo la hablada por el pueblo: el latín del Imperio Romano. La liturgia romana de la misa está ya bien definida: una acción eclesial con variedad y riqueza de modalidades celebrativas.

En los siglos comprendidos entre el VII y el IX la liturgia romana se trasplantó, por obra de Carlomagno, a Galia, donde se introdujeron oraciones privadas, recitadas en voz baja por el sacerdote, en la entrada, en el ofertorio y en la comunión. El pueblo ya no comprende el latín y disminuye su participación, incluso en la comunión. El sacerdote realiza todo solo y de los tres libros arriba indicados se compone uno solo para uso exclusivo del sacerdote, que desempeña todas las funcione: ese libro es el Misal. La atención se centra en la consagración con el rito de la elevación de la hostia y del cáliz, con las correspondientes genuflexiones y signo de la cruz. Desaparece la comunión del cáliz y el pan ordinario es sustituido por el pan ázimo, nuestra “hostia”, depositada en la legua y no en la mano. En 1014 se incorpora un nuevo elemento, a petición del emperador Enrique II: el Credo o símbolo niceno-constantinopolitano, que de oriente pasando por España y Galia recala en Alemania.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 3-4, Mayo y Junio 2003

Métodos para la Lectura de la Biblia II

Los Salmos de la Biblia nos ofrecen una hermosa oportunidad de meditar la Palabra de Dios y a la vez, hacer oración. En este segundo método, te presentamos una ocasión para conocer, orar y amar a través de la Biblia.

El nombre de salmo proviene del griego psállein, que significa originariamente tocar un instrumento. El contenido de los salmos es de índole lírico-religioso, aunque también se hallan cantos épicos, fragmentos didácticos y oráculos proféticos. Este libro de la Biblia también es denominado: salterio o libro de las alabanzas (según la tradición judaica). No te extrañes si al orar con los salmos sientes ganas de cantar; el canto es el fundamento de los salmos.

Segundo Método: “Lectura Rezada”.
Los salmos son la expresión de la vida hecha oración. En el salterio encontramos salmos de alabanza, gratitud, petición de perdón, y protección; salmos que expresan alegría, dolor, tristeza, humildad. La lectura rezada de los salmos se aviene perfectamente a tu estado y necesidad espiritual. Escoge un salmo (guíate por los títulos) según esa necesidad espiritual que tienes; toma posición exterior y actitud interior de oración. Sosegate e invoca al Espíritu Santo: Ven Espíritu Santo y envía desde el cielo tu luz…

Comienza a leer despacio, muy despacio. Al leer trata de vivenciar lo que lees, es decir, trata de asumir aquello, decirlo con “toda el alma” (eres tú quien habla a Dios con esas palabras), haciendo tuyas las frases leídas, identificándote con el contenido de esas expresiones o significado de las frases.

Si te encuentras con una expresión que te dice mucho, para ahí mismo,. Repítela muchas veces, uniéndote mediante ella al Señor, hasta agotar la riqueza de la frase, o hasta que su contenido inunde tu alma.

Si no sucede esto, prosigue leyendo muy despacio, asumiendo y haciendo cordial el significado de lo que lees. Para de vez en cuneado. Vuelve atrás para repetir y revivir las expresiones más significativas.

Si en un momento dado te parece que puedes abandonar el apoyo de la lectura, deja a un lado el salmo y permite al Espíritu Santo manifestarse dentro de ti con expresiones espontáneas e inspiradas que continúen con tu vivencia la oración que has iniciado con el salmo bíblico.
Esta modalidad, fácil y eficaz siempre, ayuda de manera particular para dar los primeros pasos, para las épocas de sequedad o aridez, o simplemente en los días en que no sale nada por la dispersión mental o la agitación de la vida.

Referencia: Lazos de Fe, Año 1, Nº 4, Junio 2003

Ayudar a la Iglesia, ¿LIMOSNA O CARIDAD?

La Iglesia como “cuerpo místico” de Jesucristo tiene la gran responsabilidad de hacer presente en cada tiempo y en cada lugar el Reino de Dios en medio de los hombres. Este Reino de Dios no está desarraigado de las necesidades de los hombres; necesidades que no sólo están en el orden de lo espiritual, sino que abarcan a todo el ser humano en todas sus necesidades y posibilidades de crecimiento, partiendo desde las más básicas hasta aquellas que lo dignifican y le permiten encontrar su lugar como hijos de Dios, seguros de su trascendencia a lo divino.

Esta labor eclesial está sujeta a la inspiración del Espíritu Santo que, mueve a los hombres y mujeres de fe a ser ellos el lugar privilegiado donde se manifiesta el Amor de Dios a través de la Caridad. Por ello, la caridad no es el simple desprendimiento de un recurso material, sino que es encarnar el Amor de Dios al servicio del Reino.

La Caridad es, pues, el amor “operativo” que debe producir una obra “efectiva” que nace de la fe en Dios y llega al corazón mismo del hombre. Así hacemos hoy realidad las Bienaventuranzas de Jesús: “Bienaventurados son los pobres, porque de ellos es el reino de los cielos; bienaventurados los que tienen hambre ahora, porque serán saciados…” (Lc 6,20-22).

La ayuda económica a la Iglesia hace posible que se dedique por entero a hacer presente su única misión en medio de los hombres: que todos los creyentes vivan unidos y a ninguno le falte lo necesario (Cfr. Hch 2,46); y sea capaz de responder adecuadamente a las exigencias de nuestro tiempo.

No podemos seguir valorando nuestra ayuda económica a la Iglesia y sus necesidades como una simple “limosna”, asumiendo este acto con una connotación peyorativa y reduccionista de su alcance. La limosna es la donación en la caridad que hace posible que la Iglesia produzca obras efectivas que hagan crecer en medio de los hombres el Reino de Dios.

La concreción de esta realidad se hace a partir de cada parroquia con sus necesidades propias. Ayudar a la Parroquia a resolver sus necesidades, no la enriquece en si misma, sino que le abre caminos para que viva la misión de la Iglesia Universal en esa comunidad de creyentes, y que cada cristiano encuentre en ella su lugar de dignidad, crecimiento y trascendencia.


Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 6, Agosto 2003

EL CRISTO DE NUESTRA FE: Vida en Silencio

En todas las épocas uno de los momentos –el más largo- en la vida de Jesús que ha despertado las más grandes incertidumbres y, alimenta los más variados mitos y leyendas, es el que se refiere a sus años de anonimato, es decir, su vida secreta en Nazaret.

En los Evangelios hallamos relatos muy definidos del período que comprende su infancia. Mateo (1-3) y Lucas (1-2) se encargan de reseñarnos los detalles de su Concepción, Nacimiento, Presentación en el Templo y la pérdida y posterior encuentro del niño Jesús en Jerusalén.

A pesar de estas breves evidencias, en su conjunto, 30 años en la vida del Mesías han sido silenciados por los testigos más próximos en el tiempo a Jesús. ¿Y es que no pasó nada interesente en ese tiempo? ¿Hoy alguna razón en particular para guardar tan prolongado silencio? ¿Qué hizo el Hijo de Dios durante esos años? ¿Por qué hay tan poca información sobre la etapa más larga en la vida de Cristo? Estas y otras muchísimas preguntas se han planteado sobre la vida oculta de Jesús y, no menos han sido las respuestas planteadas, incluyendo aquellas que van de lo ficticio a lo absurdo. De estas respuestas han nacidos mitos y leyendas. Unas son tan antiguas como los mismos evangelios a las que llamamos lecturas apócrifas. Ellas alimentan creencias sobre un Jesús lleno de acontecimientos sobrenaturales, viajes místicos o un discípulo aventajado de los grandes maestros antiguos de Grecia, India y Egipto. Parece que el transcurrir de una vida sencilla y cotidiana no fuera afín al paladín de Dios.

Lamento desilusionarte, la vida oculta de Cristo no es un gran misterio. Sus años secretos trascurrieron impregnados por los anhelos y sueños de los que vive la gente humilde; sus angustias fueron las mismas a las de cualquiera de nosotros, sus sobresaltos iguales a los de los pobres de nuestro tiempo, se asqueaba de las mismas injusticia con las que nos asqueamos hoy, y sin embargo, hubo una espina clavada permanentemente en su corazón durante esos anónimos años. Una espina que le hacía preguntarse con frecuencia, y seguro tú, en algún momento, te has hecho: “¿Esto es, en verdad, lo que Dios quiere?

A los 30 años, Jesús no contuvo más la fuerza de la respuesta que, a susurros y gritos descubría y, emprendió un camino con el corazón encendió en el fuego del amor y los pies ligeros de esperanza.

¿Y tú, ya encontraste la respuesta?

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 3, Abril 2007