jueves, 6 de diciembre de 2007

Adviento y Navidad un tiempo para iniciar nuestro Proyecto de Vida en el amor de Dios

Hemos llegado al mes del año que sensibiliza nuestro corazón, enternece nuestra alma, y abre nuestro espíritu a sentimientos sublimes.

Vivimos estos días con una necesidad manifiesta de calor de hogar, encuentro con amigos, con el deseo de reunirnos con las personas que en el resto del año hemos dejado olvidadas, producto de lo congestionado de nuestro tiempo, o simplemente, hacemos de estos días una ocasión de salir de la rutina.

Sin embargo corremos el riesgo, de vivir este tiempo tan aprisa como el resto del año; quizás distraídos por los arreglos de la casa, la compra de adornos, regalos y detalles para las personas que estimamos, o el sabor de los platos propios de la época que excitan nuestro paladar...

¿Y ese tiempo tan importante que necesitamos para reordenar y redireccionar nuestra vida interior, nuestro espíritu, dónde queda? ¿Y la señal de ALTO, revestida en la piel de un Niño, que nos advierte la imperante urgencia de la quietud meditativa que, apacigua el alma, orienta las luchas cotidianas, da sentido a la existencia; queda oculta entre el ajetreo decembrino? ¿A caso las celebraciones navideñas las convertimos en uno más de tantos compromisos a los que atendemos, con mayor agrado eso si, para no permitirnos la oportunidad de darnos cuenta que nuestra existencia no va hacia ningún lado?

La Iglesia en el mes de diciembre demarca bien dos momentos celebrativos: uno de discernimiento, el otro de regocijo; uno de meditación, el otro de exaltación; uno de planificación, el otro de ejecución; uno de disposición y el otro de disponibilidad. El primero es el tiempo de Adviento, con el que se comienza un nuevo año litúrgico, que sirve de preparación espiritual de los cristianos a la gran celebración de la venida de Jesucristo -la histórica, en Belén de Judá y la Mesiánica, en la consumación de los tiempos-. El segundo momento es el tiempo de Navidad, en el cual comenzamos a transitar con Cristo en el camino de maduración de nuestra fe y compromiso de vida cristiana.

Año a año, tenemos la oportunidad de retomar los aspectos infantiles de nuestra espiritualidad y dejarnos acompañar por Jesús en ese proceso que nos lleva a la madurez de vida. No tenemos razón de ofendernos si nos reconocemos delante de Dios como infantes de la fe, con actitudes espirituales pueriles. Esto es simplemente la necesidad manifiesta querámoslo o no, del llamado salvífico que desde Belén nos hace el Salvador, a iniciar decididamente un proyecto de vida en el amor en Dios, tal como Él dio testimonio del suyo.

En Belén, Jesús acompañado por sus padres, inicia un camino de maduración moral, afectivo, espiritual, intelectual, en la gracia de Dios, que lo conducirá a la vivencia perfecta del Amor de Dios.

La liturgia de la Iglesia, a través de los tiempos litúrgicos, comenzando por el Adviento, será para nosotros una herramienta que nos permitirá, este año que hemos comenzado, iniciarnos, tomados de la mano de Cristo, en un camino que nos llevará de la infancia a la madurez de fe. Le dará intensidad a nuestra fe, profundidad a nuestro amor y largueza a nuestra caridad.

Aprovechemos este tiempo para definitivamente ser lo que estamos llamados por Dios a ser.

YRB.

Boletín Lazos de Fe, Edición Electrónica, Año 1, Nº 1, Diciembre 2007

MIS DERECHOS HUMANOS: ¡Iguales ante la ley!

Este derecho es el resultado de siglos de luchas y aproximaciones sucesivas.

Ya hemos visto como, en otros momentos de la historia, los diferentes sectores sociales tenían leyes y sistemas jurídicos diferenciados. Hubo que esperar a los inicios de la época moderna, en Europa, para que la idea de la igualdad ante la ley se hiciera realidad.

Además, este principio está en la base de lo que se conoce como las “garantías judiciales”, es decir, el derecho humano a recibir del Estado una justicia pronta, eficaz y, por sobre todas las cosas, equitativa y exenta de toda arbitrariedad y discriminación.

Esto quiere decir que, en su función de administrar la justicia, es decir, de hacer cumplir las leyes, los estados deben atenerse a ciertos principios básicos: presumir la inocencia del acusado, dar a éste el derecho de defenderse ante un juez o tribunal imparcial, garantizar que nadie será condenado por una acción que fue realizada cuando no era considerada un delito, y por supuesto, la debida separación de poderes, en las que el poder ejecutivo no tenga injerencia en las decisiones del sistema de justicia, entre otras.

Pero la igualdad ante la ley tiene también otras implicaciones, más allá de lo propiamente judicial. En efecto, sólo mediante la afirmación de la igualdad ante la ley, pueden realizarse otros derechos humanos, tales como el derecho a elegir y a ser electo a cargos públicos (antes restringido a ciertos sectores sociales); o a la auténtica equidad entre hombres y mujeres. Nuevamente, se pone de manifiesto la interdependencia de los derechos humanos.

No te olvides de compartir y dialogar con tus hijos sobre este tema.

Artículo 7 (Declaración Universal de Derechos Humanos)

“Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación”.

Boletín Lazos de Fe, Edición Electrónica, Año 1, Nº 1, Diciembre 2007

miércoles, 5 de diciembre de 2007

EL CRISTO DE NUESTRA FE: Rasgos de la Personalidad de Jesús III

1(III). Jesús el hombre libre

c) Jesús y el templo: Si sorprendente fue la libertad de Jesús con respecto a la familia, más lo es su libertad con relación al templo. Para entender lo que esto significó en aquel tiempo hay que tener en cuenta que el templo de Jerusalén era el centro de la vida religiosa de Israel. El templo era el lugar de la presencia de Dios. Y era, por eso también, el lugar del encuentro con Yavé. De ahí su inviolabilidad y su sacralidad absolutas.

Lo primero que llama la atención es el hecho de que los evangelios poco presentan a Jesús participando en las ceremonias religiosas del templo. Se sabe que Jesús iba con frecuencia al templo, pero iba para hablar a la gente. Por la misma razón, Jesús iba a veces a las sinagogas. Pero para orar al Padre del cielo, Jesús se iba a los cerros o al campo, ya que eso era su costumbre.

Pero más importante que todo esto es el comportamiento y la enseñanza de Jesús en lo que se refiere directamente al templo. En este sentido, lo más importante, sin duda alguna, es el relato de la expulsión de los comerciantes del templo. Jesús se arroga el derecho de expulsar enérgicamente del lugar santo a quienes proporcionaban los elementos necesarios para los sacrificios y el culto.

El gesto de Jesús resulta especialmente significativo, con lo cual se muestra en total oposición a los abusos que estaban asociados al templo. Ese tipo de culto, esa descarada opresión por la cual, sobre todo los más pobres tenían que soportar para realizar sus ritos, el desmedido abuso de quienes dirigían la mayor fuente de ingresos de Jerusalén, una religión ritualista e impositiva que había olvidado por entero su misión, habían hecho del templo, en palabras de Jesús: “una cueva de bandidos”. De esta manera, el gesto de Jesús vino a tocar un punto neurálgico: aquellos que habían sido elegidos para servir y animar espiritualmente al pueblo, aquellos que debían ser humildes mediadores de la bondad divina, se habían convertido en una clase de poder y de privilegios, abusando del símbolo de unidad que representaba el templo. De tal manera que Jesús no soporta tal hecho y devuelve a la persona la autoridad para encontrase con Dios “en espíritu y verdad”, en donde el único Mediador es Cristo como templo de Dios. La acción de Dios no se reduce, ni mucho menos se encierra en un templo. Jesús, con su actitud liberadora, abre una inmensa puerta para que la gente humilde pueda tener acceso a Dios sin ser esquirlado como mansas ovejas. Coloca la relación entre el hombre y Dios en primera instancia y le recuerda al templo que su función es acompañar, animar, fortalecer y orientar dicha relación.

Todo este comportamiento de Jesús produjo una impresión muy profunda en la sociedad de su tiempo, especialmente entre los dirigentes religiosos. Jesús tuvo que ser consciente de que, al actuar y hablar de aquella manera, se estaba jugando la vida. Pero entonces, ¿por qué lo hacía? Sencillamente porque el templo era el centro mismo de aquella religión. Y aquella religión era una fuente de opresión y de represión increíbles. Por eso Jesús anuncia la destrucción total del templo y de la ciudad santa. Porque para él todo aquello no era un espacio de libertad, sino una estructura de sometimiento, dados los abusos que en él se cometían.


Boletín Lazos de Fe, Edición Electrónica, Año 1, Nº 1, Diciembre 2007

Oración a la Sagrada Familia

Sagrada Familia de Nazaret;
enséñanos el recogimiento
la interioridad;
danos la disposición de
escuchar las buenas inspiraciones
y las palabras de los verdaderos maestros.

Enséñanos la necesidad
del trabajo de reparación,
del estudio,
de la vida interior personal,
de la oración,
que sólo Dios ve en lo secreto;
enséñanos, lo que es la familia,
su comunión de amor,
su belleza simple y austera,
su carácter sagrado e inviolable.
Amén

Boletín Lazos de Fe, Edición Electrónica, Año 1, Nº 1, Diciembre 2007

La Navidad es AMOR

Si tienes tristeza, alégrate!
La Navidad es GOZO

Si tienes enemigos, reconcíliate!
La Navidad es PAZ

Si tienes amigos, búscalos!
La Navidad es ENCUENTRO

Si tienes pobres a tu lado, ¡ayúdalos!
La Navidad es DAR

Si tienes orgullosa soberbia, ¡sepúltala!
La Navidad es HUMILDAD

Si tienes deudas, ¡págalas!
La Navidad es JUSTICIA

Si tienes maldad y pecado, ¡Arrepiéntete y cambia!
La Navidad es CONVERSIÓN Y GRACIA

Si tienes tinieblas, ¡Enciende tu farol!
La Navidad es LUZ

Si tienes resentimientos, ¡Olvídalos!
La Navidad es PERDÓN

Si tienes odios, envidias, amargura, recelos, frustración, malos pensamiento, ¡deshazte de todo ello!
Pues, sólo ocupan un espacio importante de tu corazón que no te permite vivir a plenitud la gracia de Dios hecho hombre por ti.

Recuerda que la Navidad es, ante todo, Dios Amor en ti.



Boletín Lazos de Fe, Edición Electrónica, Año 1, Nº 1, Diciembre 2007

Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María

Aclaremos un poco, la fiesta en honor a la Santísima Virgen María, celebrada en la Iglesia el 8 de diciembre, no se trata de una devoción mariana, sino de un Dogma que la religiosidad popular transformó en una devoción de piedad y culto a la Purísima Madre de Dios.

¿En qué se sustenta?

Hablemos primero del significado del termino que está en el escenario de la definición dogmática. Se trata del vocablo: Concepción (Concebir). Un diccionario cualquiera de la lengua española dirá del término:
"Del latín conceptio, el término concepción hace referencia a la acción y efecto de concebir
En biología, se trata de la fusión de dos células sexuales para dar lugar a la célula cigoto, donde se encuentra la unión de los cromosomas del hombre (o el macho) y la mujer (hembra). En este sentido, la idea de concepción es sinónimo de fecundación".
Sin embargo, en la teología, concebir tiene otra connotación:
La Concepción: Es el momento en el cual Dios crea el alma y la infunde en la materia orgánica procedente de los padres. La concepción es el momento en que comienza la vida humana.
Ahora bien, cuando hablamos del dogma de la Inmaculada Concepción no nos referimos a la concepción de Jesús quién, claro está, también fue concebido sin pecado.
El dogma declara que María quedó preservada de toda carencia de gracia santificante desde que fue concebida en el vientre de su madre Santa Ana. Es decir María es la "llena de gracia" desde su concepción y por eso no hay en ella mancha de pecado alguno (ni si quiera y especialmente del pecado original).
El dogma de la Inmaculada Concepción de María no ofusca, sino que más bien pone mejor de relieve los efectos de la gracia redentora de Cristo en la naturaleza humana. Todas las virtudes y las gracias de María Santísima las recibe de Su Hijo.

La Madre de Cristo debía ser perfectamente santa desde su concepción. Ella desde el principio recibió la gracia y la fuerza para evitar el influjo del pecado y responder con todo su ser a la voluntad de Dios.

A María, primera redimida por Cristo, que tuvo el privilegio de no quedar sometida ni siquiera por un instante al poder del mal y del pecado, miran los cristianos como al modelo perfecto y a la imagen de la santidad que están llamados a alcanzar, con la ayuda de la gracia del Señor, en su vida.

La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María tiene un llamado para nosotros:

1-Nos llama a la purificación. Ser puros para que Jesús resida en nosotros. Esta pureza no es solamente aquella que tiene que ver con la virginidad o castidad. Es la pureza del pensamiento, pureza de los sentimientos, pureza de intención, pureza de trato, pureza de palabra, pureza a establecer lazos de amistad, de trabajo, de noviazgo, etc; ser puros espiritualmente, moralmente, psicológicamente.

2-Nos llama a la consagración al Corazón Inmaculado de María, lugar seguro para alcanzar conocimiento perfecto de Cristo y camino seguro para ser llenos del Espíritu Santo.
"Con la Inmaculada Concepción de María comenzó la gran obra de la Redención, que tuvo lugar con la sangre preciosa de Cristo. En Él toda persona está llamada a realizarse en plenitud hasta la perfección de la santidad" 
(Juan Pablo II, 5-XII-2003).

Boletín Lazos de Fe, Edición Electrónica, Año 1, Nº 1, Diciembre 2007

Las Buenas Personas...

Las personas buenas saben madrugar con el sol, saludan con amor cada amanecer; están alegres, activas y optimistas; hablan poco y con sencillez; no hablan mal de nadie; elogian, estimulan y sirven sin interés, tienen para los demás un buen deseo; no hablan de si mismos, saben perdonar, no maldicen, no mienten, no engañan, no exageran, ni tergiversan.

Las personas buenas procuran ser pacientes y humildes; hacen algo por la felicidad de otros; reconocen sus errores y sus limitaciones; no se creen sabios ni poderosos, ni mejores que los demás; no humillan, ni acusan, ni subestiman, ni censuran la moral ajena.

Las personas buenas son sinceras, leales y agradecidos; no revelan secretos ni propios ni ajenos; no ridiculizan, ni maltratan; saben mirar y sonreír como los niños; no ponen acechanzas ni subyugan, no gritan ni amenazan; saben usar sus manos solo para aliviar, enseñar y bendecir.

Las personas buenas tienen la capacidad de compartir su vida con los demás. Son gente honesta, tanto en las palabras como en los hechos; son sinceros y compasivos, y siempre se aseguran de que el amor forme parte de todas las cosas que hacen.

Las personas buenas tienen la capacidad de brindarse a los demás y ayudarlos frente a los cambios que enfrentan en la vida. No temen mostrarse vulnerables; creen en su singularidad y están orgullosos de ser lo que son.

Las personas buenas se permiten el placer de acercarse a los demás y preocuparse por su felicidad. Han llegado a comprender que es el amor lo que marca toda la diferencia en la vida.

Las personas buenas no dicen todo lo que saben; aprecian a los demás y cuanto hacen, no son avaros ni envidiosos; actúan con serenidad y con decoro; se adaptan a todo y a todos, no hacen chismes, saben callar y no se meten nunca en vidas ajenas; en la prosperidad no se envanecen, y la desgracia no los abate, porque saben hacer la voluntad del Padre.
Boletín Lazos de Fe, Edición Electrónica, Año 1, Nº 1, Diciembre 2007

MIS DERECHOS HUMANOS: Tengo derecho a tener derechos

Necesariamente tenemos que comenzar este artículo preguntándonos: ¿Qué es la “personalidad jurídica”? Una manera de plantearlo sería decir que todos los seres humanos somos sujetos de derecho, es decir, que las leyes nacionales e internacionales pertinentes nos conciernen, se nos aplican y nos abrigan. Este derecho se aplica, además, no sólo a las personas en tanto que individuos, sino también a asociaciones de personas constituidas legalmente y con fines legítimos.

De persona alguna, por lo tanto, podrá decirse que, por razones de raza, sexo, color, condición social, estado civil, credo político o religioso, etc., no es sujeto de las garantías y obligaciones que establecen las leyes nacionales e internacionales, incluyendo, por supuesto, los derechos humanos.

Una vez más, se pone de relieve el carácter integral, interdependiente, de los derechos humanos: jamás podría decirse de un esclavo del mundo antiguo, por ejemplo, que tuviese una personalidad jurídica.

La simpatía o la antipatía por las orientaciones de un determinado gobierno, no deben ser la medida por la cual, se reconozcan o no, los derechos inherentes a toda persona. Un gobierno legítimamente instituido, garantizará y velará para que cada uno de sus ciudadanos pueda ejercer cada uno de sus derechos, bajo el marco normativo de la ley nacional en coherencia con la normativa internacional.

No te olvides de compartir y dialogar con tus hijos sobre este tema.

Artículo 6 (Declaración Universal de Derechos Humanos)

“Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica”.

Referencia: Boletína Lazos de Fe, Año 2, Nº 6, Julio 2007

Nuestra Señora del Carmen y la Rosa Mística

Nuestro cariño y admiración a la Santísima Virgen María es tan grande que siempre tenemos distintas maneras de venerar en Ella la gracia de Dios.
En la devoción a Nuestra Señora del Carmen, una de las más antiguas, y a la Rosa Mística, una de las más recientes, reconocemos el Don de Dios, vivido intensamente por la dulce niña de Nazareth.

Bajo su protección maternal nos acogemos ya que Ella, en estas dos advocaciones está presente en el corazón de los feligreses de nuestra parroquia.


Referencia: Boletína Lazos de Fe, Año 2, Nº 6, Julio 2007

Bendecir a los niños, el ágape de Dios en nuestras vidas

La presencia de los niños en nuestras vidas nos cambia, nos sensibiliza, nos recuerda un misterio que va más allá de la simple naturaleza, ¿cuántos no nos sentimos enternecidos al contemplar la hermosura mística que en tan pequeña persona está contenida en abundancia? A más de uno he escuchado decir: “es que provoca comérselo”; sin imaginar que esa expresión simboliza el deseo de hacer nuestra la inocencia y pureza de la vida, el don de Dios en su estado más puro, más límpido, más intenso. Es un “no se qué”, decimos, que nos conmueve hasta lo más íntimo del alma, una puerta abierta que nos lleva directamente a la bondad y al amor en su estado primigenio.

Hay quienes piensan que la fragilidad, la total dependencia, la imposibilidad momentánea de valerse por sí mismos, son lo que nos impulsa a proteger a los niños y a velar por ellos. Cuán equivocados estamos, por que si en lo biológico esto es una realidad, en lo espiritual, no es así. Y aunque nos choque en la razón, los niños más pequeños, a esos que llamamos bebés, la fuerza de su alma nos supera a palmos, ya que en ellos está el Ágape de Dios con toda su intensidad.

Ágape significa, amor que es pura donación, amor que no espera ser amado para darse, amor que es ternura en su máxima expresión, amor que se da para hacer feliz, amor que no daña ni perjudica al darse, amor que no hace sufrir sino que es puro don, amor incondicional, amor que une más allá del vínculo de la sangre. Este ágape, es el amor con que nos ama Dios. Por eso, no es de extrañar que tengamos el instinto espiritual de hacerlo nuestro.

Con razón Jesús a sus discípulos fuertemente los regaña, cuando éstos impedían que los niños se acercaran a Él: “Dejen que los niños se acerquen a mí, no se lo impidan, porque de los que son como ellos es el Reino de Dios”.

Entendible es la preferencia del Maestro por los niños, ellos nos llevan al ágape divino, porque en ellos está especialmente contenido como una fuente inagotable de la que podemos beber y saciar nuestra sed.

Allí nace nuestra misión, nuestra tarea y gran responsabilidad, no se trata de protegerlos porque son débiles, todo lo contrario, porque ellos llevan en su vida el tesoro del ágape divino, entonces no se trata sólo de velar por su crecimiento biológico, sino por su desarrollo espiritual, que puedan expresar su original fortaleza espiritual, que no se vea atrofiada por nuestra aprendida desconfianza. Que junto a ellos podamos nosotros, recupera lo que aun tenemos, aunque adormecido en nuestra alma. En otras palabras, es recibir la invitación de Jesucristo a “ser como ellos en el ágape”.

Gracias mis pequeños, que este pasado 25 de junio llegaron a nuestra parroquia para ser consagrados al Divino Niño. Gracias por recordamos el amor de Dios en nuestras vidas. Gracias porque ustedes, sin aun saberlo, son luz para nuestra alma, porque son una invitación constante a vivir el Ágape de Dios. Que Dios los bendiga.
Referencia: Boletína Lazos de Fe, Año 2, Nº 6, Julio 2007

Oración de un corazón joven

Padre Bueno que me creaste a tu imagen y semejanza, a veces me olvido de esto y mi vida pierde sentido. Permíteme siempre sentirme como tu hij@ predilect@ y gozar de tu amor, perdón, justicia y paz.

Jesús, gracias porque me invitas a ser tu amig@, insistes en darme lo mejor y me enseñas cómo lograrlo. Quiero responder a la invitación que me haces dejando que guíes mi vida, me libres del pecado y me ayudes a vivir el reino de Dios.

Espíritu Santo, abre mi corazón al amor e impúlsame a compartirlo; dame el valor y la sabiduría para seguir a Jesús. Lléname de tu fuego, y dame la paz y el gozo de hacer la voluntad de Dios. Amén

Referencia: Boletína Lazos de Fe, Año 2, Nº 6, Julio 2007

EL CRISTO DE NUESTRA FE: Rasgos de la Personalidad de Jesús II

1(II). Jesús el hombre libre

La libertad vivida por Jesús toca lo íntimo de la familia como institución. Su actitud y enseñanza sobre ella ponen en evidencia los graves problemas de un núcleo de vida social y religioso alejado de la intención original de Dios.

b) Jesús y la familia: En los Evangelios vemos con asombro que las palabras y la conducta de Jesús con respecto a la familia, son casi siempre críticas. Esto se debe a que la familia en tiempos de Jesús era una estructura sumamente opresiva. El modelo de aquella familia era el modelo patriarcal. En ese modelo, el padre o patriarca tenía todos los derechos y libertades, mientras que la mujer y los hijos tenían que vivir en el más absoluto sometimiento. El marido podía separarse de la mujer por cualquier causa, hasta por el simple hecho de que a la mujer, un buen día, se le quemara la comida. En palabras actuales, el sometimiento era total y esclavizante, y no una comunidad de amor, reconocimiento, interacción, respeto y acompañamiento. Y eso es lo que Jesús no tolera. Por eso las relaciones del propio Jesús con su familia tuvieron que ser enormemente críticas. En este sentido, el evangelio cuenta que sus parientes pensaban que estaba loco. Por esta relación tan tirante el propio Jesús llega a afirmar que su madre y sus hermanos son “aquellos que viven la voluntad del Padre”.

En la comunidad de vida que integra Jesús junto a sus discípulos todos son hermanos: “ya no los llamo siervos, sino amigos”; es decir, todos son iguales y no hay, ni puede haber, sometimiento servil de unos a otros. Jesús y sus discípulos constituyen una nueva relación de familia, basado en la fe y no en la sangre, pero que busca reorientar la finalidad de dicha institución.
El sentido de la familia para Jesús está claro y, no se trata de un convenio legal, un consorcio social o sanguíneo, sino una “comunidad de fe y vida”, cuyo fin último es vivir el Amor de Dios (Voluntad del Padre). Aquí encuentra el Mandamiento nuevo del amor una de sus más importantes concreciones y, la medida de su amor será: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado”.

En definitiva, ¿qué quiere decir todo esto? Yo tengo la impresión de que, hasta ahora, no se ha reflexionado suficientemente acerca de lo que significa el tratamiento que el evangelio da al tema de la familia, a saber: que el mensaje de Jesús no comparte las relaciones de sometimiento y dominación de unas personas sobre otras. Que la familia constituye el modelo y patrón por el cual se construyen las relaciones humanas y en definitiva una sociedad. El sometimiento, el autoritarismo, la imposición de normas, ideas y quehaceres, la dominación en cualquiera de sus formas es para Jesús esclavizante y rechaza este modelo de relación como válido. El proyecto de Jesús es un proyecto por la liberación integral del hombre. En la medida en que la familia se oponía a eso, en esa misma medida Jesús rechaza a esa configuración de familia. He ahí la razón profunda de la libertad de Jesús con respecto a la estructura familiar.
Referencia: Boletína Lazos de Fe, Año 2, Nº 6, Julio 2007

La Canción de la Vida

En nuestra vida es Dios lo que la luna para el mar:
la causa de sus crecientes y de sus menguantes.

Todas nuestras peregrinaciones terrestres han sido movidas por el llamado divino,
llamado que ya nos eleva a lo alto, ya nos precipita en lo hondo.

Este llamado de Dios, perceptible en nuestras almas,
es lo que nos ha convocado a todo lo que merece llamarse grande en nuestra vida,
a todo lo que da sentido a una existencia, cuando la vida es en verdad una vida.

Y ese llamado de Dios, que el hijo conductor de una existencia sana y santa, no es otra cosa que
el canto que desde las colinas eternas desciende dulce y rugiente, melodioso y cortante.

Legará un día en que veremos que Dios fue la canción que meció nuestras vidas.
¡Señor, haznos dignos de escuchar este llamado y de seguirlo fielmente!
San Alberto Hurtado
Referencia: Boletína Lazos de Fe, Año 2, Nº 6, Julio 2007

Orar Es...

Orar no es "pensar" en Dios. Sólo eso no basta.

Orar es conversar con Dios como se conversa con una persona con la que se tiene mucha confianza.

Orar es tratar a Dios como amigo íntimo, "como un amigo habla con otro amigo". Tratarle como algo muy natural, nada complicado, ni forzado, pero muy importante, indispensable en nuestra vida...

Orar es algo muy humano... Por eso no oran mejor los que más saben, sino los que más sienten. Muchas veces, en nuestra preocupación por hacer oración, podemos preguntarnos si hay algún libro bueno para eso, algún método fácil para orar, y la verdad es que la raíz de la oración está en uno mismo: la mejor fuente, el mejor pozo, lo tenemos en nuestro corazón.

Orar es dejar a Dios que nos haga descubrir la necesidad que tenemos de él y sentir el amor que él nos tiene.

Orar es sentirse hijo de Dios. Sentirse en los brazos de un Padre tan bueno y misericordioso.
Orar es ir dejándose llenar de los sentimientos de Jesús: pensar como pensaba Jesús, sentir como sentía Jesús, querer lo que quería Jesús, amar como él amaba, hablar de lo que él hablaba, actuar como él actuaba.
Orar es vivir. No es "soñar", sino salir del "sueño" en que vivimos. Orar es despertar, es vivir la vida, la que vivimos... la que Dios quiere que vivamos. La oración que nos saca y nos hace huir de la vida, la que nos hace dormir y estar tranquilos, no es oración. Eso no es vivir, sino dormir y soñar.

La oración hay que vivirla, como la amistad. Es decir, hay que vivir el encuentro con Dios. Una cosa es soñar en un río y otra cosa es disfrutar del río metiéndose dentro de él. La sed se quita bebiendo agua y no "pensando" en una fuente de agua fresca.


Ignacio Hualde, sj.
Referencia: Boletína Lazos de Fe, Año 2, Nº 6, Julio 2007

viernes, 23 de noviembre de 2007

Inmaculado Corazón de María

La devoción al Inmaculado Corazón de María va de la mano con la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Dos corazones que laten al unísono de amor, comprensión y ternura por sus hijos.

El corazón expuesto y encendido en llamas, representa el deseo más intenso de la Madre de Dios de estar presente en nuestras vidas.
Como el corazón de una madre que hace suyos lo anhelos y sueños, las preocupaciones y sufrimientos de sus hijos.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 5, Junio 2007

La vida con Amor lo es todo

La justicia con Amor te hace justo, sin Amor te hace duro.
La amabilidad con Amor te hace agradecido, sin Amor te hace hipócrita.
La inteligencia con Amor te hace servicial, sin Amor te hace cruel.
La agudeza con Amor te hace agradable, sin Amor te hace agresivo.
La autoridad con Amor te hace amable, sin Amor te hace déspota.
La amistad con Amor te hace generoso, sin Amor te hace interesado.
El apostolado con Amor te hace un maestro, sin Amor te hace un tipo extraño.
La alegría con Amor te hace altruista, sin Amor te hace egoísta.
La libertad con Amor te hace libre, sin Amor te hace despiadado.
Tus éxitos con Amor te hacen crecer, sin Amor te hacen orgulloso.
Tus enseñanzas con Amor te hacen admirable, sin Amor te hacen arrogante.
LA VIDA CON AMOR, LO ES TODO, SIN AMOR, NO VALE NADA.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 5, Junio 2007

Una vida de amor y solidaridad humana: San Antonio de Padua

Saciados de alegría los devotos de San Antonio de Padua, de la Parroquia Sagrada Familia, este trece de junio celebramos el X Aniversario de la creación del Apostolado de la “Familia Antoniana”. Un grupo de familias movidas por la fe, deseosas de encontrar en la vida y obra de éste hombre medieval, una luz que los guíe en medio de la oscuridad en que la sociedad nos obliga a vivir.

Recordemos, que San Antonio nació en Lisboa (Portugal) en el año 1195 y en el bautismo recibe el nombre de “Fernando”; y muere en Arecella, localidad cerca de Padua (Italia). Tan sólo vivió 36 años pero fue capaz de transformar gran parte de la sociedad de su tiempo, gracias a su fe, a su palabra viva y su entrega al prójimo, todo sin negar que Dios hiciera prodigios a través de su humilde persona tanto en vida como después de su muerte.

Sus devotos, no sólo buscamos su protección, sino también su aliento para desempeñar en el mundo la misión que Dios nos ha encomendado, con el mismo entusiasmo y fe con que él llevó a cabo la suya.

¡Viva el Santo de todo el mundo!

Familia Antoniana
Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 5, Junio 2007

MIS DERECHOS HUMANOS: Merzco ser tratado con Respeto

Durante siglos, se consideró que el Estado (o quienes detentaban y ejercían el poder político) podía recurrir a cualquier medio a su alcance en la búsqueda de sus objetivos. La tortura física y psíquica no fueron la excepción.

Así, por ejemplo, maltratar o torturar a un sospechoso de cualquier delito para obtener su confesión, se consideraban métodos válidos y legítimos.

La prohibición de la tortura es un ejemplo inmejorable del carácter de restricción a los poderes del Estado, inherente a la doctrina de los derechos humanos. En efecto, aquí los estados quedan inhibidos de utilizar métodos inhumanos o degradantes para la búsqueda o consecución de sus objetivos (generalmente, mediante la aplicación de la tortura se pretende obtener información).

La prohibición de la tortura, el respeto a la integridad física, psíquica y moral, es uno de los derechos humanos que no conoce ninguna excepción, es decir, que son válidos siempre y para todas las situaciones.

Como hemos visto, este derecho se refiere específicamente a la acción del Estado, sin embargo, no podemos pasar por alto, que cualquier maltrato, agresión física, psicológica, moral o espiritual, que consentimos o propiciamos a un semejante es una actitud que menoscaba la dignidad de la persona, propicia un clima de violencia al que no podemos acostumbrarnos, ni mucho menos valorar como situación normal.

La violencia, los malos tratos y la agresión a un ser humanos serán siempre una actitud contraria a la dignidad, tanto del agresor como del agredido.
No te olvides de compartir y dialogar con tus hijos sobre este tema.

Artículo 5 (Declaración Universal de Derechos Humanos)

“Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos y degradantes”

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 5, Junio 2007

Oración del Alma al Corazón de Jesús

Caminando a Emaús, yo te añoraba.

Te añoraba, Señor, por los inmensos ojos de los niños famélicos, por las grietas resecas de los pechos vacíos, por los cuerpos agónicos, deformes, de un mundo numerado con índices de lujo y de riqueza.

Te añoraba, Señor, por las guerras inútiles de los pueblos incultos, por los fríos cadáveres que amontona el poder, por los gritos del hombre contra el cielo, ahuyentando a los pájaros de la espiga granada bajo el sol.

Te añoraba, Señor, por las esquinas grises de las grandes ciudades, por las cárceles tétricas del amor marginado, por las torres del culto a la opulencia, ajenas a las manos que gimen por migajas de su pan.

Te he encontrado, Señor, en los ojos inmensos de los niños famélicos, en los pechos calientes de madres dolorosas, en la humana hermandad que brota de la Cruz, que nos redime y salva para alcanzar la gloria de tu Reino.

Caminando a Emaús, yo te he encontrado

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 4, Junio 2007

Oración Pascual

Y en eso entró Jesús y, dijo a los suyos, vean mis manos; serán siempre señal para creer la verdad del Señor resucitado.
Las manos de la pascua lucirán las joyas de la sangre y de los clavos, alianza de amistad inigualable, quilates de un amor que se ha entregado.
Esas manos pascuales lucharán para dar libertad a los esclavos,
proteger a los débiles, caídos, construir la ciudad de los hermanos.
Manos resucitadas han de ser las manos de la gracia y del regalo, no aprenderán jamás a cerrarse, siempre abiertas al pobre, siempre dando.
Las manos amistosas siempre unidas, y que nunca serán puños armados, ni amenazas altivas y violentas, amigas de la paz y el diálogo.
Manos agradecidas, suplicantes, que bendicen a todos como hermanos, que protegen a débiles, a niños, que se alzan fervorosas suplicando.
¡Oh Señor de las manos traspasadas, oh Señor del dolor resucitado, pon tus manos heridas en las mías, que te cure del dolor en otras manos!

Referencia: Lazos de Fe, Año 2 Nº 3, Abril 2007

Una Dulce Esperanza ha llegado a nuestra Parroquia: Bendecir a las Madres embarazadas y a los niños en el vientre de sus madres

El pasado 15 de mayo, celebramos con gran júbilo la primera eucaristía en honor a la Santísima Virgen María en su Advocación de Nuestra Señora de la Dulce Espera. La Iglesia parroquial, se lleno de alegría al recibir a más de treinta mujeres, orgullosas de exhibir el don del Dios que da la vida en sus vientres preñados de la gracia que han recibido. Ellas y sus hijos en gestación recibieron la más hermosa de las bendiciones, el amor de Dios y la intercesión de la Madre del Salvador.
Como un canto melodioso fueron elevadas las oraciones de aquellas que al igual que María la dulce niña de Nazaret entregaron y consagraron su embarazo al Padre Dios. Así también, se oyó la suplica de quienes llenos de esperanza pedían a Dios por mediación de la Virgen Madre, el don de la vida en sus hogares. Pero lo más importante de todo, es el testimonio de amor a la vida que se ha dado y se seguirá dando desde nuestra parroquia y en especial a través de quienes ya se han constituido en devotos de Nuestra Señora de la Dulce Espera.
El sentimiento y compromiso que nos nutre es la defensa de la vida en todas sus condiciones, situaciones y estados, desde la concepción hasta el último suspiro de vida que Dios nos conceda en este mundo.

Por eso te decimos Madre de la Dulce Espera:

Como una bendición llegaste a nuestras vidas, querida madre, para llenar nuestro corazón con la gracia de Dios, inspirar a quienes están en la espera del nacimiento de sus hijos, llenar de esperanza a quienes anhelan concebir, dar aliento y valor a quienes el regalo de una vida les ha llegado en forma inesperada y abrir una puerta, para que aquellos niños que no son amados ni deseados por sus padres, tengan un lugar de amor, respeto y cuidado.

Bendita eres, tú María, entre las mujeres, que nos inspiras un canto de vida, y una alternativa para que el aborto no sea una salida para quienes no pueden atender y cuidar el don de la vida que ha germinado en su seno.

A ti joven, que te encuentras en esa situación, que tienes miedo, que te sientes angustiada, María de la Dulce Espera, quiere darte su valor, su fuerza y su paz. Acércate a ella, infundirá deseos de vida y amor en tu corazón. Nosotros desde esta parroquia haremos lo que esté en nuestras manos para ayudarte, orientarte y proteger la vida que llevas en tu seno. Estamos dispuestos a recibir con alegría a ese niño que no puedes tener, no te juzgamos, no te condenamos, déjanos ayudarte, y sobre todo darle una oportunidad de vida a quien llevas en tu seno. Búscanos y te tenderemos una mano.

Dios te bendiga a ti y al niño que crece en ti.
Referencia: Lazos de Fe, Año 2, Nº 4, Junio 2007

Tú y yo necesitamos Pentecostés

Si eres un cristiano sin vida, sin reventar de alegría, quizás te pase lo que a los Apóstoles, que estuvieron 3 años con Jesús, pero hasta Pentecostés no conocían ni vivían las maravilla de ser discípulos de Jesús.

La obra de Jesús no terminó en el Calvario, ni en la Resurrección, ni en la Ascensión... se completó en Pentecostés... cuando envío el Espíritu Santo que condujo a los Apóstoles a la verdad completa...
Dar gracias a Dios por todo, hasta en el dolor, amar al que me odia, dar mi vida por el vecino, ser otro Cristo... sería imposible de hacer realidad, sino no fuera por la silenciosa presencia del Espíritu Santo.El Espíritu Santo es la presencia real del amor eterno del Padre dado en el Hijo a ti. Él es el Amor hecho Persona y no sólo un sentimiento sujeto a los vaivenes del tiempo. En Él encuentras equilibrio y coherencia, por Él te integras al único y pleno canto cósmico del Amor Divino, en el que ya no eres un objeto del amor celestial sino sujeto de su acción en el mundo y en el tiempo.

Sin el Espíritu Santo en nuestras vidas somos hojas que lleva el viento a su antojo, nadamos en el mar de la dualidad, bien y mal, virtud y pecado. En presencia eficaz del Espíritu Divino, la dualidad queda superada, sólo vivimos el Amor de Dios, y nuestras obras, palabras, y sentimientos irradian su mística compañía y la intensidad de su gracia y nos conduce a ser uno en todo y todos, para que todo y todos queden bañados del fuego del eterno Amor de Dios.

Tú y yo necesitamos descubrir el don de Dios en el Espíritu que inunda el alma, calienta lo que es frío, riega lo que es árido y restituye la inocencia perdida.

Referencia: Lazos de Fe, Año 2, Nº 4, Mayo 2007

Liturgia de la Palabra: A la Escucha de la Palabra

La misa consta de dos partes, llamadas liturgia de la palabra y liturgia eucarística, que constituyen un solo acto de culto, según enseña el Concilio Vaticano II (SC 56). El Centro de la primera parte, como indica la expresión, lo ocupa la palabra de Dios contenida en las lecturas bíblicas acompañadas por cantos y seguidas por la homilía, la profesión de fe y la oración universal de los fieles. Las lecturas bíblicas, con los cantos se intercalan, los domingos o fiestas son tres: la primera, tomada del Antiguo Testamento (fuera del tiempo pascual), va seguida por el salmo responsorial; la segunda, tomadas de los escritos apostólicos del Nuevo Testamento, va seguida por el aleluya; la tercera proviene siempre de los evangelios. ¿Cuál es el significado de esta parte, sobre todo de las lecturas bíblicas, y qué actitud de participación se requiere?

Liturgia de la palabra equivale a acto de culto a la palabra de Dios o mejor aún, a Dios que habla. Se realiza una acción comunitaria, más todavía, eclesial (litúrgica) compuesta de una serie de gestos que comprenden escucha, respuesta, silencio, canto, aclamación, veneración, etc., con relación a Dios que habla ahora a su pueblo reunido en asamblea. “Cuando se leen en la iglesia las Sagradas Escrituras, Dios mismo habla a su pueblo (prosigue el Concilio SC 33), y Cristo anuncia el evangelio”. Es más, se verifica una particular presencia de Dios mediante su Palabra (SC 7). Por tanto, en el centro de esta parte no está sólo la palabra escrita o verbal de Dios, sino más bien Dios, que habla hoy con aquella palabra dicha en el pasado por medio de los profetas y puesta después por escrito por los mismos autores sagrados; se tiene la persona de Cristo, que hoy nos anuncia a nosotros por medio de los cuatro escritos o narraciones su evangelio, su “buena noticia”, el anuncio de la salvación”.

Ante esto, la actitud del creyente es de fe, ante el anuncio; esperanza en la realización del proyecto y caridad, como vivencia del misterio anunciado.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 9, Noviembre 2003

Cuaresma del Amor frente al odio

El amor alienta, el odio abate;
el amor sonríe, el odio gruñe;
el amor atrae, el odio rechaza;
el amor confía, el odio sospecha;
el amor enternece, el odio enardece;
el amor canta, el odio espanta;
el amor tranquiliza, el odio altera;
el amor guarda silencio, el odio vocifera;
el amor edifica, el odio destruye;
el amor siembra, el odio arranca;
el amor espera, el odio desespera;
el amor consuela, el odio exaspera;
el amor suaviza, el odio irrita;
el amor aclara, el odio confunde;
el amor perdona, el odio intriga;
el amor vivifica, el odio mata;
el amor es dulce, el odio es amargo;
el amor es pacífico, el odio es explosivo;
el amor es veraz, el odio es mentiroso;
el amor es luminoso, el odio es tenebroso;
el amor es humilde, el odio es altanero;
el amor es sumiso, el odio es jactancioso;
el amor es manso, el odio es belicoso;
el amor es espiritual, el odio es carnal.
El amor es sublime, el odio es triste.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 2, Marzo 2007

CUARESMA, cambiar el corazón para vivir el Proyecto de Dios

“Rasga tu corazón y no tus vestidos, y vuelve a Yavé tu Dios, porque él es bondadoso y compasivo…” (Joel 2, 13)

Las prácticas cuaresmales se inspiran en este sublime texto del profeta Joel. El Dios de la Vida, es rico en misericordia y lleno de compasión por nosotros y, Él nos convoca a un cambio de corazón.

El corazón, en la Biblia, es el órgano más importante. Donde se aloja el espíritu que anima a cada persona. Del corazón brotan las actitudes, los sentimientos, los valores que mueven la vida de cada uno. Por eso Dios quiere que examinemos nuestro corazón y dejemos que su Espíritu lo llene, para poder vivir como El enseña, para poder realizar su Proyecto.

Los textos litúrgicos del tiempo de Cuaresma nos proponen escuchar de boca de Dios, cuál es el verdadero cambio que El nos pide. Así nuestras obras de misericordia no sólo se quedarán en una práctica esporádica y de temporada, sino un estilo y forma de vida. Dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, visitar al enfermo, consolar al que sufre, perdonar al que nos ofende… no será una penitencia cuaresmal, sino una gozosa expresión del corazón henchido de amor en Cristo.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 2, Marzo 2007

EL CAMINO DE LA PASCUA: La Cuaresma

Durante muchos siglos hemos visto la cuaresma como el tiempo litúrgico por excelencia en el cual nos planteamos la necesidad de conversión. Atribuimos la necesidad de conversión a un continuo estado de imperfección de la naturaleza humana, que se mira así misma como incompleta y se autoevalúa a través de la cantidad de pecados que comete como desagravios a la pasión de Cristo.

El sentido neurálgico de la cuaresma no está en sentirnos menospreciados y humillados, porque no somos “perfectos como Dios es perfecto”, sino, en apreciar la gradualidad de la salvación que Dios Padre, a través de su Hijo Jesucristo, ha ido haciendo crecer en nuestro corazón como el acto más sublime de su amor por nosotros.

El reconocimiento de la fragilidad propia es un acto de admiración y no de humillación ante Dios; es ir paulatinamente descubriendo la belleza originaria con la Dios me asumió y me hizo ser parte suya desde la eternidad. Convertirse es la vuelta a ese estado inicial del amor divino, en el que descubro plenamente el ser amado por Dios y emprendo el camino a la plenitud sintiendo y siendo de verdad el amado de Dios.

De esta manera vivo y crezco en el camino de la cuaresma hacia la pascua y, lo recorro recibiendo de Dios la Salvación que me permite vivir en libertad su absoluto amor por mi, para hacerlo presente en mi y en los demás día a día.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Lo que se quedó en el tintero, 2004

LA PASCUA: Fiesta angular de nuestra fe

La pascua es la piedra angular de nuestra fe ya que conmemora la Resurrección del Cordero Inmolado: Jesucristo. Manifiesta la victoria ganada en la Cruz por Jesús sobre todo aquello que nos aleja y separa del Amor del Padre.

Es la fiesta principal y más antigua de los cristianos.
Siendo la fiesta más importante de la liturgia, la pascua se celebra por 50 días, desde el domingo de Pascua hasta Pentecostés. Según la liturgia actual, la cuaresma termina en la tarde del Jueves Santo con la celebración de la Cena del Señor que da comienzo al Triduo Pascual. El Viernes Santo se hace el “ayuno pascual” que se continúa el sábado santo, preparatorio a la gran celebración pascual.

Los primeros ocho días de la pascua constituyen la octava y se celebran como solemnidad del Señor. En el día 40 de la pascua se celebra la ascensión del Señor y los 9 días de la ascensión a Pentecostés (la novena original) son días de intensa preparación para la venida del Espíritu Santo.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Lo que se quedó en el tintero, 2004

CUARESMA DEL AMOR. Testimonio de un Seglar

El ser humano está creado por y para el AMOR. ¿Y qué mayor amor, que el de Cristo por nosotros y para nosotros, que entregó su vida por toda la humanidad hasta su muerte y resurrección? La cuaresma es en sí un tiempo de reflexión y de arrepentimiento, pero para mí es, sobre todo, tiempo de Amor, manifestado en el perdón, en el compromiso, en la gratitud y correspondencia a Dios.

Todos los días son buenos para pararse a pensar en el sentido de la vida, en cómo se vive y cómo se gasta. Pero hay momentos puntuales, como la cuaresma, en los que podemos percatarnos mejor del gran Amor de Dios por nosotros.

El Amor de Dios no falla nunca y nos espera siempre; nos disculpa, nos comprende y nos ama en todo momento. Es el AMOR ABSOLUTO.

Desde el prisma del AMOR se entiende mejor que la cuaresma ha de ser un tiempo de reconciliación con los hombres porque, gracias al amor, entendemos mejor que todos nos ofendemos unos a otros, y que todos tenemos nuestros fallos y debilidades, por lo que necesitamos de compresión y de perdón unos a otros.

La vida, si no es vivida y gastada por Amor y para el Amor, no tiene sentido. La vida sin donación y sin compromiso es vacía y no nos produce felicidad. La felicidad y la paz sólo llegan cuando amamos, cuando nos damos a Dios y a los demás.

La austeridad, la penitencia y demás ejercicios cuaresmales no tienen otro sentido: ayudarme a vivir mejor el AMOR.

Sebastián García Galvez

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Lo que se quedo en el tintero, 2004

¡Creo en la Resurrección!

Cuando veas que la tempestad está desgarrando el bosque, los terremotos sacuden la tierra y el fuego está quemando tu casa, has de decirte a ti mismo:
"Creo que el bosque volverá a levantarse, la tierra volverá a su inmovilidad y yo reconstruiré mi casa".
Cuando veas a tu hijo irse de casa en busca de aventura, y te sientas derrotado en tu sueño de padre, has de decirte a ti mismo:
"Mi hijo no escapará a Dios y volverá porque Dios lo ama".

Cuando el mundo se presente a tus ojos como el fracaso de Dios, y sientas la nausea del desorden, de la violencia, del terror, de la guerra que impera en todas partes y la tierra te parezca un caos, has de decirte a ti mismo:
"Jesús ha muerto y resucitado y resucitaremos con Su poder".

Cuando tu padre o tu madre, tu hijo o tu hija, tu esposa o tu esposo, tu amigo más querido se encuentren delante de tu lecho de muerte, y tú los mires a los ojos en la angustia final del desapego, has de decirte a ti mismo y a ellos:
"Cristo ha resucitado. No es sólo una mera idea. Cristo venció a la muerte. Nos mantendremos unidos en la oración cada día. Nos volveremos a ver en el Reino de Dios, ánimo".

Esto significa creer en la Resurrección.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Lo que se quedó en el Tintero, 2004

PEDAGOGÍA BIBLICA DE JESUS: Camino de Emaús (Lc 24,13-35)

La historia de los discípulos de Emaús es un manual para todo aquel que quiera iniciarse en la lectura de la Santa Biblia; nos enseña a hacer vida el contenido de los pasajes bíblicos. Los pasos son los siguientes:

1. Caminando a solas haz una pequeña revisión de vida. Reflexiona: ¿cuál es el mayor problema que he de enfrentar en mi propia vida actualmente? ¿Cuáles son sus causas?
2. Déjate acompañar por el Maestro. Comparte en oración tus problemas con el Señor Jesucristo. Pide guía y luz para encontrarle soluciones desde tu fe.
3. No eres el único que atraviesa por dificultades, ora por todos aquellos que pudiesen estar atravesando tu misma dificultad.
4. Busca en los Evangelios aquellos momentos de dificultad que atravesó Jesús y valora sus respuestas y soluciones.
5. Aplícalas a tu vida.
Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 8, Octubre 2003

LA EUCARISTÍA: Paso a Paso

En el Boletín pasado presentamos la estructura de la Santa Misa con sus distintas partes. Ahora pasamos a desarrollar cada una, para una mejor comprensión y vivencia del misterio eucarístico que celebramos en asamblea Dominical.

EL RITO DE ENTRADA Sin asamblea no hay eucaristía. La primera fase de la celebración eucarística, indicada con el término de “rito de entrada” tiene la finalidad de constituir a los cristianos en asamblea eclesial, es decir, en un grupo orgánicamente unido, como auténtica manifestación del misterio de la Iglesia que se dispone a celebrar la “memoria” de su Señor: “Reunido el pueblo, mientras entra el sacerdote con sus ministros, se da comienzo al canto de entrada”. La figura del sacerdote, en calidad de presidente de la asamblea, es el signo de la presencia de Cristo en medio de quienes se han reunido en su nombre. Por eso es doble el signo de la presencia de Cristo: el signo de la asamblea (Mt 18,20ss: “Donde dos o tres están reunidos…) y el signo del ministro-sacerdote. Cristo es el que preside, unifica, santifica y dirige la asamblea por medio del ministro llamado por él y designado por la Iglesia.

El conjunto ritual de esta primera parte de la misa, comprende: el canto de entrada, el saludo del sacerdote, el acto penitencial, el himno del “Gloria” y la oración “colecta”. Este conjunto de actos, gestos y oraciones pretende expresar los sentimientos que animan a la asamblea: la alegría, la unidad fraterna, el reconocimiento de los propios pecados y la súplica a la misericordia de Dios, la alabanza y la oración de petición.

El canto de entrada dispone a la asamblea a la unidad, cantamos juntos la alegría de celebrar como hermanos la victoria pascual de Cristo. El saludo es típicamente cristiano, pero también humano, cordial; invita a una particular presencia del Espíritu Santo en quienes se unen en torno al altar del Señor. El acto penitencial es una breve pero intensa celebración en la que se integran el reconocimiento sincero de nuestra condición de pecadores y la invocación unánime y confiada en la bondad misericordiosa de Dios. Lo que caracteriza el acto penitencial es su aspecto eclesial: todos juntos nos reconocemos pecadores y arrepentidos, necesitados del perdón de Dios. El Gloria, antiguo himno de alabanza, exalta la grandeza y misericordia de Dios Uno y Trino. La oración colecta reúne las suplicas de toda la asamblea por la que se celebra el misterio pascual.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 8, Octubre 2003

Cosagrados al Santísimo Sacramento

La enseñanza de la Iglesia a través de la historia nos anima cada vez más ha acercarnos a la presencia de Jesús Sacramentado. Cristo Jesús se da como cuerpo vivo y vivificante, y en las especies sacramentales del pan y del vino es centro de unidad comunitaria y alimento que renueva interiormente al hombre y a la mujer de fe.

Reconociendo tal misterio de nuestra salvación, la Iglesia en Venezuela ha querido que toda la patria sea consagrada a Jesús Sacramentado, hecho ocurrido por vez primera el 2 de julio de 1899 y, que a partir de 1904 ha sido renovado año a año.

Llama especialmente la atención del cristiano, esa necesidad que como Iglesia sentimos que toda nuestra actividad humana y espiritual, presente o con los ojos puestos en el futuro, esté impregnada por la gracia vivificante de Cristo Jesús. Así lo expresa la oración de consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento. Como parroquia Sagrada Familia, también nos toca volver nuestra mirada al Santísimo Sacramento del Altar y consagrar a Él toda nuestra actividad espiritual, pastoral, litúrgica, social, familiar, comunitaria y principalmente, la construcción de nuestra iglesia doméstica; para que así, brille no nuestro humilde servicio, si no la gloria y el resplandor de Dios que hace posible que nos sintamos los unos a los otros como verdaderos Hijos suyos y hermanos en Cristo, para poder llevar un mensaje de esperanza, consuelo, solidaridad, paz, misericordia… a través de lo que como cuerpo místico de Jesucristo podemos hacer desde nuestra parroquia.

Acerquémonos al Amor de los amores, ofrezcamos nuestras comuniones sacramentales y espirituales por nuestra comunidad cristiana; adoremos al Santísimo Sacramento del Altar y consagremos a Él nuestra Parroquia Sagrada Familia en necesidades y en sus proyectos.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 5, Julio 2003

¿QUÉ ES LA PASCUA? Historia, Significado e Importancia

La Pascua Judía:

Originariamente, sin duda, fiesta semítica del retorno primaveral de la vegetación, común a todas las civilizaciones primitivas. La pascua, por la providencial coincidencia de su celebración con la liberación de Egipto, llegará a ser para Israel el memorial de su liberación.

Se supone generalmente que su nombre viene de pasah, “pasar” en el sentido de dispensar, aludiendo a que el Señor pasa sin herir con sus plagas delante de las casas marcadas con la sangre del cordero inmolado por lo hebreos.

Más tarde, a la idea de este paso del Señor para rescatar a su pueblo de la esclavitud, se unirá la idea del paso del pueblo mismo que se va llevar tras de si fuera de Egipto hacia el país de la promesa, en el que Israel estará en su casa al estar en la casa de su Dios.

Cuando reflexionamos el significado de la celebración pascual judía donde Dios salva y reconstruye a su pueblo, vemos claramente una anticipación de la figura del Salvador, del Mesías que viene a salvar a los hombres y a reconstruir el pueblo, instaurando el Pueblo de Dios.

Pascua Cristiana:

En el Nuevo Testamento, San Lucas describirá el anuncio hecho a los discípulos de la muerte de Jesús, en la transfiguración, como su éxodo que debía cumplirse en Jerusalén (9,31, Cfr. Jn 13,1 al hablar de su paso de este mundo al Padre, en el momento de la pascua).

Es probable también que la imagen del cordero inmolado, en Is 53,7, implicara desde el principio una referencia pascual. En todo caso, San Pablo describirá la pasión salvadora de Cristo diciendo: “Cristo, nuestra pascua, ha sido inmolado” (1Cor 5,7).

Así, por una parte, la celebración pascual se convertirá para los cristianos en la celebración de la muerte y de la resurrección del Salvador, y la pascua judía, con todo lo que había significado para los judíos en la primera alianza, será para ellos la fuente principal de su interpretación de la pasión.

Ya en la primera carta de San Pedro vemos superponerse a este tema el del bautismo, celebrado de antiguo con preferencia en la noche de pascua. Pasando Él mismo de este mundo a su Padre por la Cruz, Cristo nos trasporta tras Él, no ya simplemente del Egipto material a una tierra prometida que no lo era menos, aunque uno y otra estuvieran ya llenos de evocaciones espirituales, sino “del reino de las tinieblas al reino del Hijo” (Col 1,13), que es lo mismo que la entrada en participación de “la heredad de los santos en la luz” (v.12).

La Pascua en la Iglesia Católica:

La Pascua es la fiesta principal, corazón y punto álgido del calendario litúrgico, la llamada “Fiesta de Fiestas” opaca incluso a la Navidad, pues en si en la natividad nació el Salvador y nos llenó de gozo su venida, aún mayor alegría nos causa el cumplimiento de las promesa de Dios al enviarnos a un Salvador que rescatará a la humanidad entera del pecado.

Cincuenta días marcan el tiempo litúrgico en el que los cristianos celebramos la Pascua. Los 8 primeros -desde el sábado de la Vigilia de Resurrección hasta las primeras vísperas del II domingo de Pascua- (que en realidad sería el "primero de pascua" ya que litúrgicamente el acontecimiento de la Resurrección se vive como una sola y única solemnidad los primeros 8 días mencionados se les denomina: "El Día de la Resurrección") hasta la Solemnidad de Pentecostés.

Cincuenta días para interiorizar el gozo de no sólo contemplar la Resurrección del Señor y gritar con entusiasmos: "Cristo Vive", sino también para hacernos conscientes que por Él, con Él y en Él también nosotros hemos resucitado.

Yerko Reyes Benavides

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 2, Abril 2003

EL CRISTO DE NUESTRA FE: Los Rasgos de la Personalidad de Jesús I

1. Jesús el hombre libre

Jesús fue un hombre libre, pensó, sintió y actuó en plena libertad. Sin embargo, en los Evangelios encontramos que todo lo que Jesús hacía y decía era “la Voluntad del Padre”. Entonces, ¿podemos afirmar que Jesús fue un hombre enteramente libre? o, por el contrario, ¿estuvo sometido al designio de Dios? Más agudo se hace este planteamiento cuando lo llevamos al momento de la cruz: ¿Fue voluntad de Dios que su Hijo muriese en forma tan cruenta? Apresuradamente podríamos responder: “Si”, sin detenernos en las consecuencias de tal afirmación, ya que, nos lleva a asumir el dolor y el sufrimiento como parte de la voluntad de Dios, a los que no puedo renunciar sin ofenderlo y sentirme culpable. No te desanimes, esta forma de valorar a la libertad no es la más feliz, aun cuando, de entrada, nos parezca sensato. Lo que nos va a aclarar todo es preguntarnos: ¿Cuál es la voluntad del Padre?: “La voluntad del Padre es que todos sus hijos seamos libres”. Así pues, Jesús, el Hijo de Dios, es quien nos muestra cómo vivir la plena libertad en Dios. Ahora bien, ¿Cómo vivió Jesús la libertad? Revisemos sucintamente el comportamiento de Jesús en relación a las grandes instituciones de su tiempo: la ley, la familia, el templo y el sacerdocio.

a. Jesús y la Ley: La ley religiosa era la institución fundamental del pueblo Judío. Por eso violar la ley era la cosa más grave que podía hacer un judío. Hasta el punto de que una violación importante de la ley llevaba consigo la pena de muerte. Pues bien, el comportamiento de Jesús con relación a la ley es especial en los siguientes cuatro puntos: Primero, Jesús quebrantó la ley de su pueblo repetidas veces, al tocar a los leprosos, al curar intencionalmente en sábado, al tocar los cadáveres. Segundo, Jesús permitió que sus discípulos quebrantasen la ley religiosa y los defendió cuando se comportaron de esa manera, al comer con pecadores y descreídos, al no practicar el ayuno en los días fijados en la ley, al hacer lo que estaba expresamente prohibido en sábado, al no observar la ley sobre la pureza ritual. Tercero, Jesús anuló la ley religiosa, es decir, la dejó sin efecto y, lo que es más importante, hizo que la violación de ley produjera el efecto contrario; en lugar de producirse la impureza que preveía la ley, lo que sucede es que el contacto con Jesús produce salud, vida y salvación. Por último. Jesús corrigió la ley e incluso se pronunció en contra de ella en más de una ocasión, al declarar puros todos los alimentos y cuando anuló de manera terminante la legislación de Moisés sobre el privilegio que tenía el varón para separase de la mujer. No olvidemos que estos actos contra la ley llevaban consigo la pena de muerte. El caso más claro, en este sentido, es la violación del sábado. Jesús ya estaba sentenciando a muerte. Por otra parte, no podemos dejar sin destacar que, Jesús aun rompiendo muchas normas y preceptos de la ley, fue un hombre que vivió bajo los principios de la Ley Superior, aquella que ubica en su centro la dignidad del ser humano. Por ello, su comportamiento es claramente provocador. Y lo hace así por una razón muy sencilla: porque de esa manera demuestra su absoluta libertad frente a una ley esclavizante y de la cual el ser humano necesita ser liberado.

La libertad de Jesús frente a la ley contiene para nosotros una enseñanza fundamental: el bien del hombre está antes que toda ley positiva. De tal manera que ese bien del hombre tiene que ser la medida de nuestra libertad. Así fue para Jesús. Y así tiene que ser también para todos los que creemos en él.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 5, Junio 2007

Asamblea Eucarística Dominical

Ir a misa el domingo es una frase corriente para recordar un precepto y calificar la práctica religiosa de un cristiano. Todos dan por desconocido el vínculo que media entre misa y domingo, pero pocos se preguntan el Porqué, hasta el punto de que alguien ha propuesto la extraña hipótesis de elegir otro día. Digo extraña porque en toda la historia de la Iglesia, empezando por los orígenes, jamás se ha propuesto un día diverso, ni si quiera cuando el domingo era un día laboral (hasta el S. IV) y estaban prohibidas las reuniones de los cristianos.

La costumbre es de origen apostólico, por tanto tiene un valor fundamental y normativo para la vida de la Iglesia, una de cuyas características consiste en ser precisamente “apostólica”, fiel y en continuidad con la Iglesia dirigida por los apóstoles. Desde entonces no se conoce ninguna interrupción; el pueblo cristiano se reúne en asamblea cada ocho días, el domingo.

¿Por qué, repetimos, la elección del domingo, en lugar del jueves santo; en el cual Jesús consumó la última Cena y dio origen a nuestra misa ordenando “Haced esto en conmemoración mía”, o bien del viernes santo, en el cual se ofreció a sí mismo como sacrificio viviente en la cruz, que la eucaristía hace actual? Por el simple motivo de que nosotros hacemos memoria de un Vivo, el Cristo Resucitado de entre los muertos, no del Cristo muerto ni sólo del Cristo histórico. El domingo es el día de la Resurrección de Cristo, de su victoria sobre el pecado y la muerte, de su glorificación, de su manifestación a los discípulos reunidos en un mismo lugar, del nacimiento de la comunidad de creyentes en Cristo. Desde ese día Jesús se ha convertido, y así se le ha invocado, en Kyrios, es decir, soberano, Señor, dominador, jefe, salvador de la nueva humanidad; Kyrios en griego, Dominus en latín, Señor en español; y el día llamado hyriaché eméra en griego (equivalente a: día del Kyrios, real, del Resucitado), dominica dies en latín (día del Señor), domingo en castellano. Ese día los cristianos empezaron a reunirse (el Evangelio de Juan 20,19 y 26 habla de la reunión de los discípulos la noche de Pascua y ocho días después) para encontrase con su Señor-Kyrios, para hacer memoria de él celebrando bajo su presencia la eucaristía: la Cena del Señor-resucitado el día del Señor-resucitado.
Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 6, Agosto 2003

Adoración al Niño Jesús

Te adoro, amable Niño del pesebre, el más humilde y el más grande de los hijos de los hombres y el más pobre y el más rico, el más débil y el más poderoso.

Te bendigo, porque te has dignado descender hasta mí, para ser mi modelo en la práctica de todas las virtudes, mi guía en las dificultades de la vida y mí, consuelo en los días de aflicción.

Te amo, porque vienes a mí con amor infinito; al que no cansan mis ingratitudes; con amor obsequioso, que se anticipa a los tardíos impulsos de mi corazón; con amor paciente, que espera mi conversión para amarme más tiernamente aún. Por eso, con el corazón lleno de agradecimiento, de rodillas al pie de este lecho de paja, te adoro, bendigo y amo, con todo el fervor de mi alma, y me atrevo a levantar mis ojos hasta mi Dios, que se digna mirarme.
Amén.
Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 10, Diciembre 2003

12 Actos Espirituales para Vivir en la Navidad

Navidad. Se acerca nuevamente la época más esperada del año. Y es que el mes de Diciembre se nos presenta para tener una disposición orientada a todo lo bueno, a todo lo que construye, a todo lo que da alegría. Cristo y su nacimiento es la razón de tu alegría.
Te damos 12 sencillas sugerencias prácticas para que esta Navidad sea verdaderamente cristiana.

1. Comienza tu día con una oración reflexionando en el sentido del tiempo de adviento que es la preparación inmediata para la celebración de la Navidad.
2. Haz un propósito pequeño que te lleve a pensar en los demás.

3. Escribe un mensaje de navidad a una persona de la que estés alejado.

4. Piensa qué persona pobre o necesitada requiere un detalle de cariño tuyo (inclusive dentro de tu propia casa).

5. ¿Hay en tu corazón alguna espina contra alguien que no te apreció, te hirió o te ignoró? Sería maravilloso recomenzar.

6. Háblales a tus hijos del perdón, profundiza en las formas en que puede deformar la personalidad y dañar las relaciones. Motívalos a la acción de perdonar.

7. Invita a un amigo que esté solo a un lugar bonito a almorzar.

8. Procura en estos días enfocar más tu atención al regalo de la paz que a los regalos materiales que tienes que dar.

9. Trata de vivir la pobreza material cuando vayas de compras.

10. Haz una lista de los defectos de carácter que no quieres que te dominen.

11. Tómate un tiempo para apreciar más a tu familia y evoca momentos felices.

12. Lee en familia el pasaje del nacimiento de Jesús que aparece en el Evangelio de San Lucas.

Sheila Morataya-Fleishman


Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 10, Diciembre 2003

Nacimientos, Belenes o Pesebres

Como es sabido, estaba tan llena la ciudad de Belén por los visitantes que acudían a cumplir la orden del emperador Augusto de empadronamiento, que las posadas sólo daban albergue a los que tenían dinero. Como María estaba embarazada, se apiadaron de ella y les dejaron quedarse gratis en un establo. Allí nació Jesús.

San Francisco de Asís fue el iniciador de los nacimientos entre 1200 y 1226. Se cuenta que recorría la campiña cercana a la pequeña población de Rieti en el invierno de 1223. La Navidad de ese año lo sorprendió en la ermita de Greccio y fue allí donde tuvo la inspiración de reproducir en vivo el misterio del nacimiento de Jesús. Construyó una casita de paja a modo de portal, puso un pesebre en su interior, trajo un buey y un asno de los vecinos del lugar e invitó a un pequeño grupo de gente a reproducir la escena de la adoración de los pastores. Dice la tradición, que de manera milagrosa, en la escena aparecieron ángeles y se personificó el niño Jesús, la Santísima Virgen y San José.

La idea de reproducir el nacimiento se popularizó rápidamente en todo el mundo cristiano. De los seres vivos se pasó a la utilización de figuras.

También se cree que el primer nacimiento se construyó en Nápoles a fines del siglo XV y que estuvo hecho de figuras de barro. Carlos III ordenó que los "Belenes" se extendieran y popularizaran en todo el reino itálico y español. En América, los frailes introdujeron las costumbres navideñas cristianas utilizándolas para la evangelización de los naturales. Las iglesias contaban con sus "Belenes" que utilizaban los religiosos y los vecinos para sus solemnes procesiones de Navidad. No había familia, por humilde que fuera, que no gozara al "poner el Belén", junto al cual cantaban unidos los villancicos.

Hoy también reproducimos con alegría en nuestras casas, calles y parroquias tan grande acontecimiento y, sentimos con la misma emoción de antaño las bendiciones que Dios nos dio en su Hijo hecho hombre.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 10, Diciembre 2003

jueves, 22 de noviembre de 2007

La Corona de Adviento

Dios se hace presente en la vida de cada ser humano y de cualquier manera le hace sentir su amor y deseo de salvarle. La palabra ADVIENTO es de origen latín y quiere decir VENIDA. Es el tiempo en que los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. El adviento abarca cuatro semanas antes de Navidad.

Actualmente hay inquietud por reavivar una costumbre muy significativa y de gran ayuda para celebrar este tiempo. La corona o guirnalda de Adviento es el primer anuncio de Navidad. Es un círculo de follaje verde. Va enrollada con un listón rojo, símbolo del amor de Dios que nos envuelve y también de nuestro amor que espera con ansiedad el nacimiento del Hijo de Dios. En el centro del círculo se colocan las cuatro velas (tres moradas y una rosa o bien todas blancas) para encenderse una cada domingo de Adviento y en el centro una vela blanca, para encenderla en la Noche Buena. La luz de la vela simboliza nuestra fe.

El conjunto se sitúa en un lugar privilegiado de nuestro ambiente familiar. Si se quiere se puede situar la imagen del Niño en relación con la corona.

La corona, que procede del Norte, tiene raíces simbólicas universales: la luz como salvación, el verde como vida, forma redonda como eternidad. Esta se ha convertido en un elemento de pedagogía cristiana para expresar la espera de Cristo Jesús como Luz y Vida.

El Encendido de las Velas:

Reunidos el día domingo, en familia se comienza con La Señal de la Cruz, se hace un breve examen de conciencia y se recita el Yo Confieso, luego un miembro de la familia dice la siguiente oración:

"En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: ¡El Señor va a llegar! ¡Preparen sus caminos, porque ya se acerca! Adornen su alma como una novia se engalana el día de su boda. ¡Ya llega el mensajero!
Al encender esta(s) vela, cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes.

¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor! Amén.
Se termina con la oración del Padrenuestro, el Ave María y el Gloria. Y al final, juntos dicen: El Señor nos bendiga nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna".
Amén.
Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 10, Diciembre 2003

Jesús: El Rostro Humano de Dios

El centro de nuestra fe es la revelación de Jesucristo como Señor de la Historia. La reflexión teológica actual marca una pauta, dándonos a conocer el carácter humano de Jesús que, nos conecta con su divinidad y nos permite trascender a realidades espirituales profundas de contemplación de Dios. Amor, misericordia, perdón, compasión divina, tienen una mayor connotación si las leemos desde la expresión humana y divina de Jesucristo.

Toma los Evangelios, lee, metida, contempla a Jesucristo en su humanidad, en sus sentimientos, en sus reacciones, en sus anhelos, encontraras a Dios hecho Hombre para nuestra Salvación. No te quedes sólo con el Jesús de los milagros, el Jesús de las obras sobrenaturales, el Jesús místico, esta visión de Jesús la puedes dejar para otro momento. Enfoca tu mirada y meditación en el Jesús que se reía, que lloraba, que se enojaba, que se conmovía; el Jesús que sueña, que anhela, que se pone en el lugar del otro. Encontrarás en los Evangelios muchísimos testimonios que seguro pondrán a todo un Dios muy cerca de tí, de lo que tu mismo sientes, sueñas, anhelas y esperas.
Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 7, Septiembre 2003

MIS DERECHOS HUMANOS: Soy libre y merezco un trato digno

Los derechos humanos son una conquista histórica y el derecho a ser tratado dignamente (art. 4) es un ejemplo de este logro histórico. Cuando pensamos que la esclavitud fue en un momento relativamente cercano de la historia humana, una institución legalmente reconocida por muchos pueblos, y moralmente aceptada, sólo podemos asombrarnos y desconcertarnos. De la misma forma, es probable que algunas prácticas que hoy son de uso diario y nos resultan aceptables, escandalicen y avergüencen a las personas del futuro.

La esclavitud es una práctica degradante para la dignidad de la persona, porque convierte a seres humanos en meros instrumentos o extensiones de la voluntad de otros. Es decir, niega a los seres humanos su derecho a escoger, a decidir y a desarrollarse como individuos.

Otra consideración importante que puede hacerse respecto de este derecho, es la siguiente: los Estados no se comprometen únicamente a no hacer uso de la esclavitud o de los trabajos forzados; se obligan a que, bajo su jurisdicción, nadie recurra a estas prácticas degradantes. Es decir, que los Estados tampoco tolerarán estos hechos en el ámbito de lo privado, y están obligados a intervenir para acabar con ellas, en el caso de que esto ocurra.

Sin embargo, aun se mantienen prácticas y tratos degradantes que se evidencian, en la forma de relacionarnos, en cómo nos dirigimos a otros, y a veces en cómo sometemos a situaciones indignas a las personas, o las manipulamos a nuestra discreción aprovechándonos de nuestra autoridad o poder.

Hacer valer nuestros derechos, es también mejorar la forma en la que nos relacionamos unos con otros y asegurarnos que exista un ambiente familiar, laboral, recreativo, formativo y social de respeto y dignidad.
No te olvides de compartir y dialogar con tus hijos sobre este tema.

Artículo 4 (Declaración Universal de Derechos Humanos)

“Nadie estará sometido a esclavitud o servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas”



Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 2, Nº 4, Mayo 2007

Oración a Nuestra Señora de la Dulce Espera

María, Madre del amor hermoso, dulce muchacha de Nazaret, tú que proclamaste la grandeza del Señor y, diciendo que "sí", te hiciste Madre de nuestro Salvador y Madre nuestra: atiende hoy las súplicas que te hago.
En mi interior una nueva vida está creciendo: un pequeño que traerá alegría y gozo, inquietudes y temores, esperanzas y felicidad a mi hogar.
Cuídalo y protégelo mientras yo lo llevo en mi seno.
Y que, en el feliz momento del nacimiento, cuando escuche sus primeros sonidos y vea sus manos chiquitas, pueda dar gracias al Creador por la maravilla de este don que Él me regala.
Que, siguiendo tu ejemplo y modelo, pueda acompañar y ver crecer a mi hijo.
Ayúdame e inspírame para que el encuentre en mi un refugio donde cobijarse y, a la vez, un punto de partida para tomar sus propios caminos.
Además, dulce Madre mía, fíjate especialmente en aquellas mujeres que enfrentan este momento solas, sin apoyo o sin cariño.
Que puedan sentir el amor del Padre y que descubran que cada niño que viene al mundo es una bendición.
Que sepan que la decisión heroica de acoger y nutrir al hijo les es tenida en cuenta.
Nuestra Señora de la Dulce Espera, dales tu consuelo y valor.
Amén