viernes, 23 de noviembre de 2007

CUARESMA DEL AMOR. Testimonio de un Seglar

El ser humano está creado por y para el AMOR. ¿Y qué mayor amor, que el de Cristo por nosotros y para nosotros, que entregó su vida por toda la humanidad hasta su muerte y resurrección? La cuaresma es en sí un tiempo de reflexión y de arrepentimiento, pero para mí es, sobre todo, tiempo de Amor, manifestado en el perdón, en el compromiso, en la gratitud y correspondencia a Dios.

Todos los días son buenos para pararse a pensar en el sentido de la vida, en cómo se vive y cómo se gasta. Pero hay momentos puntuales, como la cuaresma, en los que podemos percatarnos mejor del gran Amor de Dios por nosotros.

El Amor de Dios no falla nunca y nos espera siempre; nos disculpa, nos comprende y nos ama en todo momento. Es el AMOR ABSOLUTO.

Desde el prisma del AMOR se entiende mejor que la cuaresma ha de ser un tiempo de reconciliación con los hombres porque, gracias al amor, entendemos mejor que todos nos ofendemos unos a otros, y que todos tenemos nuestros fallos y debilidades, por lo que necesitamos de compresión y de perdón unos a otros.

La vida, si no es vivida y gastada por Amor y para el Amor, no tiene sentido. La vida sin donación y sin compromiso es vacía y no nos produce felicidad. La felicidad y la paz sólo llegan cuando amamos, cuando nos damos a Dios y a los demás.

La austeridad, la penitencia y demás ejercicios cuaresmales no tienen otro sentido: ayudarme a vivir mejor el AMOR.

Sebastián García Galvez

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Lo que se quedo en el tintero, 2004

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