viernes, 23 de noviembre de 2007

LA EUCARISTÍA: Paso a Paso

En el Boletín pasado presentamos la estructura de la Santa Misa con sus distintas partes. Ahora pasamos a desarrollar cada una, para una mejor comprensión y vivencia del misterio eucarístico que celebramos en asamblea Dominical.

EL RITO DE ENTRADA Sin asamblea no hay eucaristía. La primera fase de la celebración eucarística, indicada con el término de “rito de entrada” tiene la finalidad de constituir a los cristianos en asamblea eclesial, es decir, en un grupo orgánicamente unido, como auténtica manifestación del misterio de la Iglesia que se dispone a celebrar la “memoria” de su Señor: “Reunido el pueblo, mientras entra el sacerdote con sus ministros, se da comienzo al canto de entrada”. La figura del sacerdote, en calidad de presidente de la asamblea, es el signo de la presencia de Cristo en medio de quienes se han reunido en su nombre. Por eso es doble el signo de la presencia de Cristo: el signo de la asamblea (Mt 18,20ss: “Donde dos o tres están reunidos…) y el signo del ministro-sacerdote. Cristo es el que preside, unifica, santifica y dirige la asamblea por medio del ministro llamado por él y designado por la Iglesia.

El conjunto ritual de esta primera parte de la misa, comprende: el canto de entrada, el saludo del sacerdote, el acto penitencial, el himno del “Gloria” y la oración “colecta”. Este conjunto de actos, gestos y oraciones pretende expresar los sentimientos que animan a la asamblea: la alegría, la unidad fraterna, el reconocimiento de los propios pecados y la súplica a la misericordia de Dios, la alabanza y la oración de petición.

El canto de entrada dispone a la asamblea a la unidad, cantamos juntos la alegría de celebrar como hermanos la victoria pascual de Cristo. El saludo es típicamente cristiano, pero también humano, cordial; invita a una particular presencia del Espíritu Santo en quienes se unen en torno al altar del Señor. El acto penitencial es una breve pero intensa celebración en la que se integran el reconocimiento sincero de nuestra condición de pecadores y la invocación unánime y confiada en la bondad misericordiosa de Dios. Lo que caracteriza el acto penitencial es su aspecto eclesial: todos juntos nos reconocemos pecadores y arrepentidos, necesitados del perdón de Dios. El Gloria, antiguo himno de alabanza, exalta la grandeza y misericordia de Dios Uno y Trino. La oración colecta reúne las suplicas de toda la asamblea por la que se celebra el misterio pascual.

Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 8, Octubre 2003

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