lunes, 30 de noviembre de 2020

Bendición

Oración para bendecirnos uno a otros

Que el amor de Dios sea tu guía, 
lo que te inspira cada día; 

Su Bondad 
de tus deseos su medida; 
su Palabra 
la verdad de tu vida; 
su Ternura 
la razón de tu alegría; 
su Plenitud 
el motivo de tu esperanza 
y la locura de tu confianza. 

Que Dios se vuelva tu camino 
y el destino de tus pasos. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

domingo, 29 de noviembre de 2020

Corona Espiritual de Adviento

Encendiendo sus Luces 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén

¡Ven, ven Señor, no tardes! 
Te aguardamos con alegría y en esperanza. 
¡Ven, Señor Jesús! 


Hoy inicia el camino del Adviento. 

Un recorrido que nos llama a hacerlo, no por las calles y avenidas de nuestros pueblos o ciudades, sino por los parajes espirituales de nuestra vida; que sea, la gracia del Señor, la que acompañe nuestra intención y nos anime a mantenernos despiertos y vigilantes, atentos al mismo Dios que ya ha salido a nuestro encuentro. 


Oración 

Con gran esperanza, Señor, ahora encendemos esta luz, ahora parece poca, apenas si disipa la oscuridad a su alrededor, pero es suficiente para significar la humildad de nuestra condición que necesita ser iluminada con la gracia de tu amor. 

(Se enciende la primera velita, de color morado) 

Que esta pequeña llama hoy encendida arda también en nuestro corazón y represente nuestro deseo de hacerte presente en nuestra vida. 

Que las penas sentidas desaparezcan y resurja la alegría de saber que vienes a nosotros y ya está pronta tu llegada. Por eso decimos llenos de esperanza: ¡Ven, Señor Jesús! 
Amén 


Padre nuestro… 

Gloria al Padre y al Hijo… 

Propósito de la Semana 


Este año ha tenido la particularidad que nos hemos visto en la necesidad imperiosa de recluirnos en nuestros hogares; con ello nos hemos distanciado los unos de los otros, se ha visto interrumpida la rutina de vida a la que hemos llamado normalidad a la que queremos estar de vuelta. 

Este “recluimiento” no necesariamente ha representado un “recogimiento” que implique un buscar un propósito y un sentido, una renovación y una trasformación personal para mejor. 

Nuestro propósito para la primera semana de adviento es en este recluimiento encontrar lugar para el recogimiento interior, y así la luz que encendemos en lo externo también se encienda en nuestra alma mente y corazón que ilumine la oscuridad que en ellos pueda haber y descubramos un quehacer para mejorar nuestra relación con Dios, con los demás, con nosotros mismo y con el mundo. 

Que esta luz encendida ilumine nuestro recorrido espiritual de esta semana y tu bendición este siempre con nosotros: 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 

Amén

sábado, 28 de noviembre de 2020

Ahí estaré

Donde sea que te encuentres, ahí estaré buscándote, preguntándole a sol y los astros el lugar donde mi vida se ha velado, se ha apartado de mí, haciendo que salga a buscarlo y no me quede por siempre agostado y de él necesitado. 

Donde sea que tú vayas, aun cuando estés más allá del horizonte, por encima de los montes o en lo más profundo y recóndito del mar fragoso; ahí estaré, siguiendo las huellas que dejas, pidiéndole a la luna y las estrellas me digan el lugar donde desbordas en bondad. 

Donde sea que te halles, en el presente pasando o en el porvenir aguardando, ahora en fe, mañana en entrega, ahí estaré, en mi historia inmanente haciéndote vigente, en mi esperanza trascendente anhelando ser uno contigo por siempre. 

Donde sea que te albergues, arropado por el cielo, cobijado en el rocío de las flores, en valles o jardines donde el tiempo se detiene y la eternidad se vuelve reciente, ahí estaré, y con las fuerzas de mi debilidad volaré tan alto que mi alma ese día al fin besar tu corazón pueda. 

Donde estés Amado mío, Bien mío, llegaré, ahí estaré y seré eternamente contigo. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

viernes, 27 de noviembre de 2020

"Ad Multos Annos"

Ad Multos Annos reza la locución latina con la que se auguran buenos deseos y felicitaciones y literalmente traduce: ¡Por muchos años!

Este es nuestro deseo más sincero, nuestro anhelo más querido que, nuestra Revista de Espiritualidad siga estando presente en el caminar de tantos que buscan a Dios y sea un referente en el itinerario espiritual de los que quieran, así como lo propone nuestro insigne Patrono San Juan XXIII, vivir en "alegría, paz y en libertad de espíritu". 

Hoy son 13 años haciendo presencia en el mundo virtual; siendo un punto de llegada para los que buscan y un hogar para quienes en este espacio digital han encontrado inspiración, motivación y por sobre toda las cosas saciar su se de Dios.

Feliz Aniversario Lazos de Fe, que sigas siendo faro en la fe y lugar de encuentro espiritual en el amor de Dios. 

!Ad multos annos! y siempre, para la Gloria de Dios.


P. Yerko Reyes Benavides
Editor

domingo, 22 de noviembre de 2020

Perdonado


Señor Jesús no hay nada oculto a tu omnipotencia,
todo queda expuesto a tu omnisciencia;
no puedo ocultar ante tu divinidad
lo que soy, quiero y siento en la humildad
de mi humanidad por ti consagrada.

Los secretos de mis pensamientos
no quedan ocultos,
ni los deseos más oscuros
de este corazón en gracia concibo
atraído por el mundo en sus engaños;
a ti no es ajena la vergüenza de mis pasiones,
ni la ignominia de mis acciones.

Mi alma a ti sin sombras expuesta queda
y la blancura de tu majestad en ella signada,
por la mancha de mi pecado opacada en ella marcada
a tus ojos por más que en ello insista
no puede ser ocultada.

No merezco recibir tu atención,
infiel a tu indulgencia he sido
pero tú, Señor, eres compasivo
no miras mi debilidad
ni te detiene mi vanidad,
extiendes tus manos
abres tus brazos
me recibes con ternura
con delicadeza mis heridas curas.

Mis ojos no dan más
no pueden contener las lágrimas
que tantas veces fueron reprimidas
por orgullo y mi autosuficiencia detenidas
en ti mi Dios Amado, no son debilidad,
puedo dejarlas correr
que caigan libres a tu pies
ya no necesito esconder
la fragilidad de mi ser,
pues tu perdón es mi libertad
y tu Amor mi dignidad.
Amén

Yerko Reyes Benavides

sábado, 21 de noviembre de 2020

Sonreír es de Dios

Tanto se habla en estos días de “la felicidad” como condición ideal - idealizada para el vivir de la persona. Y, si bien es cierto que, hay ocasiones en las que rasguñamos la percepción personal de haberla alcanzado, al menos transitoriamente, esa condición o sensación, sin embargo, no es común a todos, ni todos pueden afirmar sin engaño que han llegado a un “estado de felicidad permanente. 

La felicidad se ha convertido en la gran utopía de nuestra sociedad contemporánea, desplazando, casi del todo, a condiciones humanas verdaderamente alcanzables como la virtud, la bondad, y para los más osados la perfección a la manera de Cristo.

Una sencilla prueba de ello es preguntarnos ¿Qué he de hacer para ser feliz? y la respuesta siempre estará divida en multitud de opiniones, muchas de ellas hasta contrarias o contradictorias, entre sí. 

Si esa misma pregunta se la hacemos a la virtud un abanico de opciones todas factibles, se despliega delante de nuestros ojos: práctica, constancia, dedicación, esfuerzo, empeño, perseverancia, válidos para hacerse virtuoso en un sin fin de opciones; no así lo son para la felicidad. 

La felicidad se presentará siempre como una promesa, no una realización; no así la alegría. La alegría es un don, un sentir intimo e interior, un vivir y también una decisión. La alegría pasa la prueba de la adversidad, el dolor, la dificultad, incluso la adversidad y se mantiene fiel en la tribulación y trascienda hasta  a la muerte. 

Para el creyente la alegría es como condición espiritual es en sí misma, testimonio de la presencia de Dios en su corazón y se manifiesta a través de la sonrisa. 


En un cristiano que no sonríe, el amor a Dios que dice tener y sentir no se hace creíble. 

Sonreír beneficia no sólo al cuerpo y a la mente, sino también al corazón y al espíritu. La alegría y la sonrisa son signos indiscutibles de una persona de sólida y sana espiritualidad.

Yerko Reyes Benavides

jueves, 19 de noviembre de 2020

Tuyo

En lo fugaz me suspendo
y en el mundo me disperso,
mi corazón disipo
mientras mi alma hiendo.

No siento,
no soy,
no pienso,
existir no busco,
querer no quiero.

De lo pasajero me aferro
y en lo vano me pierdo.

Mas Tú no me dejas,
me llamas,
reclamas
me sientas
me centras.

De tu bondad me envuelves
y en tu ternura me descubres.

En tu presencia, me encuentro
al revelar en mi tu encanto;
tu plenitud me prende,
y en ti mi ser
vuelve a ser trascendente.

Tu amor me seduce,
me abandono a tus pies,
no tengo ya que correr
tuyo para siempre he de ser.
Amén

Yerko Reyes Benavides

lunes, 16 de noviembre de 2020

Súplica

Mi Dios y Señor. 

En tu Compasión: 
Levántame, corrígeme, perdóname, renuévame, libérame. 

En tu Gracia: 
Asísteme, cúbreme, fortaléceme. muéveme, transfórmame. 

En tu Bondad: 
Protégeme, defiéndeme, guárdame, sostenme, guíame. 

En tu Bendición: 
Abrázame, inúndame, impúlsame, ennobléceme, exáltame. 

En tu Amor: 
Recíbeme, escóndeme, envuélveme, inúndame, atrápame. 

No dejes que de ti me aparte, antes bien ampárame a tu lado, ahora y por siempre.
Amén

Yerko Reyes Benavides

domingo, 15 de noviembre de 2020

Bendíceme

Bendíceme, 
Dios Bueno y Clemente, 
grande es tu ternura 
con cada creatura; 
no me dejes este día 
sin la gracia de tu bendición 
que es abundancia en mi corazón. 

Bendíceme 
en mis sentimientos 
y también en mis pensamientos, 
que no me falte tu aliento 
que mueva las acciones de mis manos, 
para ser palabra de esperanza 
y razón de confianza 
en los que en ti esperan 
al igual que yo. 

Bendíceme 
cada día y todos los días, 
con tu bendición en mi vida, 
mente corazón y alma 
permanecerán siendo tuyas 
aun cuando transite por valles de sombras, 
donde mi fe se quiebra 
y mi amor es puesto a prueba. 

Bendíceme 
hoy también Señor, 
limpia con tu presencia 
mi vida toda 
y mi ser blanqueado 
de todo pecado 
podrá contemplar tu rostro 
en cada hombre, mujer y niño 
que pongas Tú a mi lado. 

Bendíceme, 
Dios Amado 
Bendíceme tú que eres mi Padre, 
y mi Hermano, 
mi Santo Espíritu divino 
resplandor en el camino, 
que me lleva sin retraso 
a estar por siempre a ti unido. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

sábado, 14 de noviembre de 2020

Sean Perfectos

No hace tanto leía que los cristianos de hoy necesitan mayor preparación. Coincido con esta afirmación. El desconocimiento hace a la persona vulnerable a toda clase de ideas “chatarra” –ideologías- que deambulan de aquí para allá buscando algún incauto; algunas más peligrosas que otras, por su carácter destructivo y deshumanizante. 

Una de ellas es y la trascribo tan literal como la he encontrado repetidas veces: “No es Voluntad de Dios que seas perfecto”. A lo que sigue inmediatamente otra afirmación que refuerza la antes expuesta. “La voluntad de Dios es que seas feliz”. 

El desconocimiento hace que repitamos cosas que pecan no por lo que dicen sino por la situación en la que nos dejan. Freses aparentemente inocentes, como esta, nos dejan traveseando en la mediocridad que no nos es afín por naturaleza, ni biológica ni mucho menos espiritual. 

Lo que sí es totalmente característico de nuestra humana esencia es la perfectibilidad; es decir, hacernos por su desarrollo -ya que poseemos las competencias y las posibilidades (capacidad)- más competentes, o lo que es igual decir, perfectos. 

Así pues, esencialmente ser, existir, no es solo estar, sino que la vida en sí misma se debate entre la libertad y la perfectibilidad. 


¿Muy filosófico? ¿Te parece? 

No, para nada. Para no divagar en los anchos océanos de la metafísica o la epistemología, pongámoslo en la perspectiva del Evangelio, vayamos la fuente, el pensamiento de Jesucristo, a quien seguimos y del que decimos Señor y Dios nuestro: 
"Por tanto, sean ustedes perfectos como su Padre celestial es perfecto. (Mt 5,48) 
Nada más, ni nada menos: Ser Perfecto como el Padre Dios. 

Sí, eso sí es voluntad de Dios. Aunque muchos ni lo tengan presente. “Y serán como dioses”. Es otra expresión de Jesús a la que hace referencia cuando algunos intentan justificar su pereza y descuido, decidía y conformismo. 

Este tema amerita ser profundizado en otro contexto. Sin embargo, es una buena ocasión el que no te quedes atrapado en esas frases “cliché” muy bonitas y sugestivas pero nada sugerentes. 

El propósito, que se inicia en esta misma jornada, es tomar conciencia que lo que hayas hecho hasta ahora es sólo una pequeña parte de lo que puedes hacer si te propones dejar la flojera, sobre todo la espiritual y atender el llamado del Señor a ser Perfecto como el Padre. Las posibilidades para ti serán infinitas. 

El compromiso: si ya pudiese la mano en el arado y has iniciado un Itinerario espiritual, entonces no lo abandones, aunque no sea tan sencillo como si lo resulta ser una vida de piedad y devociones.

Yerko Reyes Benavides

El que Es

Dios sigue aquí 
Dios no se ha ido 
Él es el que ha sido 
el que es y seguirá siendo. 

Dios sigue estando 
donde siempre ha estado 
en el lugar donde se le ha dejado 
tantas veces olvidado, 
mas él sigue esperando 
al que en la eternidad ha estado amando 

Dios no se ha cansando 
ni tampoco se ha mudado, 
su lugar a tu lado no ha abandonado 
muy cerca, 
tan cerca, 
que pueda ser encontrado 

Su gracia sigue abundando 
en el alma del que lo está buscando, 
su amor se está desbordando 
en el corazón del que lo está esperando. 

Continua alma mía al Altísimo aguardando, 
no te canses, corazón mío, de seguir confiando 
en el Señor tu Dios Amado; 
y hoy renueva en confianza alabando, 
el gozo de tu espíritu en su amor exaltado. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

viernes, 13 de noviembre de 2020

Buen Pastor

Buen Pastor, camina conmigo 
acompaña mi paso peregrino;
condúceme a la rivera
donde están tus aguas cristalinas,
que sacien las ansias
de mi alma intranquila.

Si llegara el momento, Señor,
no te alejes demasiado
que mi transitar es inseguro;
voy palpado el terreno,
protegiendo lo que llevo dentro,
lo que Tú has puesto en mi corazón
por la gracia de tu amor.

Camina delante
donde yo pueda verte
y Tú, puedas oírme;
y si la tiniebla y la penumbra
irrumpen con su velo,
que mis ojos
puedan encontrar
las huellas de tu andar
que a mi espíritu traigan paz.

De vez en cuando,
Amado mío
mira atrás,
ahí me encontrarás
que se topen tu mirar
con mi mirar;
en tus ojos
hallaré lo que necesito
el miedo al fin se extinguirá
pues tú conmigo estás.
Amén 

Yerko Reyes Benavides

jueves, 12 de noviembre de 2020

¿Dios Reza?

Hijo Mío
(Autor: José Luis Descalzo)

"Hijo mío que estás en la tierra, 
haz que tu vida sea 
un mejor reflejo de mi Nombre. 
Adéntrate en mi Reino 
en cada paso que des, 
en cada decisión que tomes, 
en cada caricia y cada gesto. 
Constrúyelo tú por mí, y conmigo. 
Esa es mi Voluntad 
en la tierra y en el cielo. 
Toma el pan de cada día, 
consciente de que es un privilegio y un milagro. 
Perdono tus errores, 
tus caídas, tus abandonos, 
pero haz tu lo mismo 
con la fragilidad de tus hermanos. 
Lucha para seguir el camino correcto en la vida, 
que yo estaré a tu lado 
y no tengas miedo 
que el mal no ha de tener en tu vida 
la última palabra". 

Amén

Uno de los primeros actos de consciencia, más allá que esté o no formada, es preguntarse por las cosas. Indagar el mundo, buscar su significado, su esencia, el porqué y el para qué de su existencia y más a sabiendas que su presencia atañe y afecta a la persona que se pregunta por ellas.

Desde muy pequeños, y lo saben los que han sido padres y madres, que sus hijos llegan temprano a la edad de preguntar por todo: el mundo es, a esa corta edad, un lugar abierto para explorar, que les maravilla, les asombra, les sorprende y a veces también les causa miedo. 

¿Qué es esto? y ¿esto qué es?... y así el niño continua su indagación, pasando sin cansancio de un objeto a otro, para tormento de sus padres, que han de armarse de paciencia y responder siempre con amable sonrisa a lo que el niño pregunta. No es difícil responder, el niño no busca una respuesta filosófica ni una declaración existencial, sino sólo definir su ubicación en un espacio que va haciendo suyo y con lo que lo rodea. 

Con razón decía Jesús, y con duras palabras: “que nadie sea escándalo para los más pequeños” (Cf. Lc 12,2). 

No es novedad, pues, decir que los niños son curiosos por naturaleza. En cierta ocasión, una niña se acerca inquieta, su mirada era de esas que se ponen cuando se trae dentro, apretando el pecho, algo importante. Venía del lugar donde estaba un grupo de personas en oración (su mamá incluida) y sin muchos rodeos ni gran prosopopeya  hace saber lo que la inquieta: ¿Dios reza? 

¡Eh… este… humm!... Sólo a ellos -los niños- se les ocurren esas cosas… 

Dios no tiene a quien rezar y aunque pudiera entrar en un soliloquio infinito con su propia divinidad, prefiere entablar diálogo y por ello revela su presencia, se muestra, y él mismo se hace accesible. 

Esto nos lleva a replantear la pregunta de tal manera que pueda aclarar lo que está al hacerse implica: ¿Hace Dios oración? y la respuesta es “sí”, definitivamente Dios hace oración. 

Pudiera parecer una osadía de nuestra parte aseverar que Dios hace oración y para acallar un poco la sorpresa que nos causa, pensemos y descubramos a un Jesús, no sólo como persona de oración, sino también como Dios Orante
Del latín orāre que significa “de forma oral: hablar” y oratio (onis) que significa “expresión oral”. Orar es comunicar a través de la expresión: lingüística, verbal o mental, gestual o simbólica, un sentimiento, un deseo o anhelo, un pensamiento una necesidad, consentidos en el ámbito interno de la persona, alma, mente y/o corazón. 
Los Evangelios atestiguas las reiteradas ocasiones en las que Jesús se apartaba de todos e iba a lugares tranquilos para hacer oración. El “Hijo del hombre” de igual naturaleza que el Padre, Dios en todo y hombre como nosotros, elevaba suplicas en favor de la humidad. 

Pero esto no queda acá, en la formalidad de una acción. Pues la oración no se queda contenida en ratos o momentos –como los rezos- puesto que al ser comunicación, expresión de lo interior, todo se vuelve oración, pues la vida puede hacerse expresión de lo interior, lo que la mueve e impulsa, su propósito y su objetivo. 

Jesús no tiene sólo “momentos de oración”, Él hace que su vida sea expresión de la intimidad de su ser, convirtiéndola en diálogo constante y permanente que comunica no sólo la voluntad de su humanidad, sino la ternura de su Omnipotencia; y esto trasciende a la temporalidad de su paso por el mundo. 

Así que sí, Dios abre su corazón y se vierte en amor, expresa los deseos de su Divinidad, expone y comunica su voluntad, y deja al descubierto los anhelos de su Corazón. 


¿A quién ora Dios? 

En primer lugar consigo mismo. No es un monologo vano, sino un diálogo fecundo, es la comunicación esencial entre las tres personas divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. 

Dios, además ora, con aquel a quien que ha constituido en semejante; habla en el Hijos con sus hijos e hijas restaurados en gracia por la redención de Cristo (muerte y resurrección); habla a la creación toda, y con toda criatura, pero sobre todo dialoga, comunica, comparte –Ora- con aquel que puede corresponderle en amor desde la libertad de su propio corazón redimido. 

Dios ora con el hombre, con cada persona; es un diálogo eterno, que se da en la finitud del tiempo pero se abre a la eternidad por la trascendencia, pues este dialogo no se detiene en la muerte. 

Es un dialogo como brisa suave y fresca o como rocío de la mañana que todo lo empapa. Su voz la recoge el alma y en el corazón hace eco, para que la conciencia la reciba y las manos la realicen. 

Es un diálogo sencillo, que no amerita el estruendo ni tampoco la algarabía, se da en intimidad y busca la serenidad; no necesita de palabras para comunicar, pero se vale de ellas como también del silencio, de la risa y en ocasiones de las lágrimas; y no excluye el canto, el arte o la danza. 
“La oración es un impulso del corazón, una simple mirada dirigida al cielo, un grito de agradecimiento y de amor, tanto en medio del sufrimiento como en medio de la alegría. En una palabra, es algo grande, algo sobrenatural que me dilata el alma y me une a Jesús” (Santa Teresita del Niño Jesús). 
El alma gime de dolor cuando el corazón no escucha la voz de Dios. 

…No, Dios no reza, pero si conversa contigo, lo hace siempre aun cuando no te des cuenta; te habla al corazón, busca en todo momento formas nuevas para hablar contigo y que tú le respondas; te dice lo mucho que te ama, y siempre lo está diciendo, para que nunca lo olvides. Cuando Dios habla contigo, hace oración.

Yerko Reyes Benavides

sábado, 7 de noviembre de 2020

Lámparas encendidas.

¿En qué pensamos cuando se nos dice que hemos de estar vigilantes pues ya viene el Señor? 

Algunos y con razón, se trasladarán rápidamente al final, la consumación y el término de esta historia, del mundo y del hombre: la Parusía, la segunda venida de Cristo, en la que no faltará el Juicio final. 

Otros no dudan en pensar en el final de su propia vida: no sabemos el día ni la hora, lo que sí sabemos es que llegará el instante en que seremos llamados por Dios a su presencia; y aunque no se piense mucho en la muerte, todos sabemos que es inevitable. 

Estas dos maneras descritas de entender la venida de Jesús nos llevan necesariamente a hacernos una pregunta: 

¿Es esto en realidad lo que nos quiere comunicar Jesús cuando hace insistencia a estar vigilantes, atentos a lo inminente de su venida, o con las lámparas encendidas? 

La respuesta parece asomar en un no, sin que este no niegue la validez y veracidad de las dos primeras interpretaciones a los textos del Evangelio. 


Este “no” como respuesta, nos ha de llevar a sumar una interpretación más; una que involucre una acción directa e inmediata, que implica la espera pero no necesariamente a quedarse aguardando para realizarla o vivirla. 

No hemos de esperar al final, es en el hoy donde el Señor nos llama y nos pide estar atentos, expectantes y preparados a su pronta llegada. 

Quizá el Señor llegue a nosotros justo a la salida de un templo, o al término de un Sacramento, o en la oración que hacemos a diario o en la experiencia de un retiro. 

Quizá Jesús toque nuestro corazón de forma especial y mística, revelando a nuestra alma su rostro amoroso. 

Quizá, es lo más seguro, Cristo nos esté aguardando a nosotros en el necesitado, en la persona sola o desamparada, en aquel que no tiene quien le asista en este tiempo de dificultad o lo consuele en su dolor de haber perdido a un ser amado. 

Cristo llega en el pobre al que le falta alimento o en el harapiento al que le falta ropa y abrigo; llega en el enfermo y en el que teme por su vida; incluso sale a nuestro encuentre en aquel que nos hace ver la verdad aunque nos guste. 

La lámpara de nuestra fe ha de estar bien encendida, y el candil de nuestra esperanza ardiendo al máximo, pues muchas veces no solemos verlo por la oscuridad que nubla nuestros propios ojos, cuando nos “hacemos de la vista gorda” o no queremos ver “por conveniencia”. 

Si, todo eso lo hemos escuchado un sinfín de veces, no lo niego, sin embargo, hoy no está demás que se nos lo recuerde un vez más, pues como el mismo Jesús se lo dice a los apóstoles cuando los invita a acompañarlo en la oración –en el momento de su agonía- “el espíritu está pronto pero la carne es débil” (Mt 26,41). 

Corremos el riesgo ante el encierro físico vivido que se encierre con él nuestro espíritu y se nos olvide que nuestra vida encuentra su realización al ser compartida, nuestro corazón se ennoblece cuando está abierto para acoger al el hermano en su necesidad, y un mundo mejor es posible cuando buscamos convivir en armonía, paz, justicia y solidaridad. 

Estar vigilantes es aprender a esperar haciendo:

Esperar en Dios, esperar de Dios y esperar a Dios, haciendo la obra de su amor en nuestra propia vida, en cada tiempo y en todo momento, con los que compartimos el día a día. 

Ese día nuestra lámpara se abra encendido y permanecerá ardiendo, el aceite que la mantendrá encendida serán las obras y brillará su luz para nosotros e iluminar el sendero por el que pasará el Señor y salir a toda prisa a su encuentro. 

Yerko Reyes Benavides

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Alfarero

Hazme de nuevo
renuévame por dentro
que no quede rastro
de lo que fui,
tan sólo el recuerdo
de lo que me llevó a ti.

De engaños quedé arropado
por pasiones sofocado
de sus vacíos fui llenado
mi corazón en lo efímero quedó apresado.

Déjeme limpio
de todo lo que un día me alejó 
de tu lado
y en soledades y desiertos
me quebrantó y dejó sin aliento.

Este lodo que quedó
de anhelos rotos
y sueños profanados,
arcilla vuélvelo en tus manos,
moldéala entre tus dedos
aviva el anhelo
de verme en tu amor restaurado.

De mi vida, Alfarero,
no quiero ser más forastero
de mi espíritu ajeno
y de mi corazón un extranjero;
renuévame por entero
moldéame con tu amor,
devuelve en mi la ilusión
de ser en ti un hombre nuevo.
Amén

Yerko Reyes Benavides