miércoles, 31 de octubre de 2018

Padre necesito de Ti, hijo tuyo soy



Querido Padre, esta oración es una forma en mi pequeñez, un intento humilde de estar contigo. Acostumbrado no estoy de acercarse a ti con la confianza del que se ha sentido por tiempo hijo dilecto de tu corazón. 

Mi oración es la necesidad de tu divinidad en mi alma, mente y corazón, mas no como el omnipresente que eres; no es tu omnipotencia la que busco, favores de Dios no quiero, sólo tu paternal afecto en mí. 

Jesús el Cristo, tu Eterno y Verbo en el tiempo nos dijo, nos enseñó y nos legó una idea, una visión. Infundió un sentimiento: verte a ti, relacionarse contigo como el Padre que siempre has sido, pues a todos en tu corazón nos has tenido y en la eternidad nos has pensado, dándonos vida mucho antes que la que tenemos en este mundo. 

Las cualidades de tu paternidad son la bondad, la misericordia y sobre todo estar siempre dispuesto a acoger con compasión a todo a aquel que busca tu perdón. 

De ti busco tu busco, con la humildad de mi humanidad, la fuerza de tu divinidad. Necesito verme reconstituido con la gracia de aquel que es mi Padre y, en dignidad levantado, encumbrado al nivel de los ángeles, puesto también siendo criaturas tuyas a ellos los amado pero tu corazón nos has preferido, y de tu preferencia hoy necesito para seguir adelante, sin desfallecer, haciendo tu Reino de Justicia y de Paz presente en este mundo. 

Hoy el mundo necesita de la valentía de tus hijos, que el miedo no me detenga y traiga a este mundo desgastado: reconciliación, encuentro, convivencia en fraternidad, auxilio para los que en desgracia están, dignidad para los infrahumanidad viven, libertad a los cautivos y sobre todo esperanza a aquellos que siendo marginados de todo dignidad alejados de las bondades del mundo y ya no te siente así como yo ahora Padre, un dios de Salvación, Misericordia, Bondad, Ternura y Libertad. 

Amén


Yerko Reyes Benavides

lunes, 29 de octubre de 2018

Tu Palabra resuena en el corazón


Al despertar Jesús resuenan en mi interior varias palabras que tú en días de estar con nosotros, siendo uno de los nuestros, proclamaste y con ellas esquemas y paradigmas derrumbaste:
“No son los sanos los que médico necesitan”

“Yo he venido a buscar las ovejas descarriadas de Israel”

“Te doy gracias Padre, porque estas cosas se las has mostrado a la gente humilde y sencilla”

“Yo no he venido a ser servido, sino a servir”
Con ellas me dices que preferiste a los despojados de dignidad, a los marginados de reconocimiento mundano para exaltarnos y ponerlos al frente del Reino: 
“Los publicanos y las prostitutas les preceden en Reino”.
A los que nada han tenido en el mundo, los revistes de dignidad y los elevaste e incluso como ejemplos de fe los propusiste: 
“Ni en todo Israel encontraré una fe tan grande como la este”.
Ven Jesús, una vez más, trae tu Palabra de Vida a tantos corazones desgarrados, incluyendo el mío. 

Vuelve a proclamar con todas la fuerzas de tu voz, Dios es un Dios de Justicia y de Paz; su bondad sigue manifestándose, y su misericordia se ha hecho presente ahora también.

Hoy te pido por todos los que siguen siendo humillados, despreciados, marginados y olvidados. Hay muchos, son tantos, y sin embargo, en ellos hay más nobleza que en los encumbrados y los poderos, aquellos que se adueñaron del mundo y lo han convertido en semillero donde fecundan los ácidos frutos de envidia, odio, corrupción y toda clase de males.

Tu palabra hoy resuena con fuerza en mi corazón y por esos te pido: No nos dejes a nuestra suerte, que sin ti Señor una vez más nos perderíamos.

Amén

Yerko Reyes Benavides

domingo, 28 de octubre de 2018

Verte, mi deleite será, Señor


Miro sin ver,
observo y no contemplo;
pasas por mi sendero
y te dejo sin querer.

En caminante te conviertes,
peregrino, siempre eres.

Y pasas delante de mis ojos,
y no te veo. 
Mi anhelo es contemplarte
y de pie delante
te pones, y no te veo,
pasas y mi mis ojos te miran sin verte.

¡Que vea Señor!
para poderte mirar
y en la contemplación de tu rostro:
al fin descansar.
Amén

(Poema - Oración basado en el Evangelio de Marcos 10,46: Bartimeo)

Yerko Reyes Benavides

sábado, 27 de octubre de 2018

La Humildad

Citas Bíblicas 

Cuando abordamos el estudio de algo, cualquier tema, es necesario tener un referente, es decir, un lugar desde el cual iniciar la consulta. A veces apelamos al Diccionario para hacernos una idea de entrada de aquello en lo que queremos indagar y profundizar. El propósito de este escrito es tener una referencia. 
Evidentemente luego que hacemos este primer acercamiento vamos a textos más especializados y con ellos profundizamos todo lo que nos apetece hasta qque nos damos por satisfecho y despejada nuestra duda seguimos adelante.

El tema que nos ocupa a simple vista parece sencillo. Todos tenemos una noción del término y, hasta podemos aventurarnos a dar una definición: “Humildad es…”. Sin embargo, no basta con tener una idea somera o una noción, al menos no le basta a la vida espiritual, ya que la humildad condición sin la cual esta no se da ni se proyecta, ni tampoco trasciende.

Necesitamos, un acto “de humildad” y reconocer que lo que sabemos no nos alcanza y por ende precisamos indagar un poco más.

Podemos utilizar la estrategia y el sistema de investigación que más nos convenga. Sin embargo, hemos de decantarnos por algo, por ello buscamos un referente, como ya lo mencionamos, este será para nosotros la Biblia que no es un libro de consulta, sino la fuente: manantial de agua viva que sacia nuestra sed.

En este artículo, no utilizaremos ningún criterio más que el de la cita. Sin un orden específico, y sin ser exhaustivos en los detalles, haremos un primer acercamiento paseándonos por los textos bíblicos que hacen cita del término, es decir, bajo qué contexto es citado y cómo los autores sagrados hacen uso de este.

Al final, cada uno hará su conclusión de esta vista bíblica panorámica:


1. Antiguo Testamento 

“El Señor da la riqueza y la pobreza; humilla, pero también enaltece”. 
(1 Samuel 2.7) 

“Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra”. 
(2 Crónicas 7,14) 
“Con el orgullo viene el oprobio; con la humildad, la sabiduría”. 
(Proverbios 11,2) 
“El temor del Señor es corrección y sabiduría; la humildad precede a la honra”. 
(Proverbios 15,33) 

“Al fracaso lo precede la soberbia humana; a los honores los precede la humildad”. 
(Proverbios 18,12) 

“Recompensa de la humildad y del temor del Señor son las riquezas, la honra y la vida”. 
(Proverbios 22:4) 
“El altivo será humillado, pero el humilde será enaltecido”. 
(Proverbios 29,23) 
“Bueno y justo es el Señor; por eso les muestra a los pecadores el camino. Él dirige en la justicia a los humildes, y les enseña su camino”. 
(Salmos 25,8-9) 

“La gloria, Señor, no es para nosotros; no es para nosotros sino para tu nombre, por causa de tu amor y tu verdad”. 
(Salmos 115,1) 

“¡Ay del que contiende con su Hacedor! 
¡Ay del que no es más que un tiesto entre los tiestos de la tierra! 
¿Acaso el barro le reclama al alfarero: 
«¡Fíjate en lo que haces! 
¡Tu vasija no tiene agarraderas!»?” 
(Isaías 45,9) 

“¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de alegría, hija de Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti, justo, salvador y humilde. Viene montado en un asno, en un pollino, cría de asna”. 
(Zacarías 9,9) 

“¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios”. 
(Miqueas 6,8) 

2. Nuevo Testamento 

A. Los Evangelios 

“Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: —Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. 
(Marcos 9,35) 

“Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”. 
(Marcos 10,45) 

“Cuando ayunen, no pongan cara triste como hacen los hipócritas, que demudan sus rostros para mostrar que están ayunando. Les aseguro que éstos ya han obtenido toda su recompensa”. 
(Mateo 6,16) 

“Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana”. 
(Mateo 11,29-30) 
“El que recibe en mi nombre a este niño —les dijo—, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que es más insignificante entre todos ustedes, ése es el más importante”. 
(Lucas 9,48) 
“Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros”. 
(Juan 13,14) 

B. Cartas de San Pablo 

“Vivan en armonía los unos con los otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos que saben”. 
(Romanos 12,16) 

“Sean siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor”. 
(Efesios 4,2) 

“También escogió Dios lo más bajo y despreciado, y lo que no es nada, para anular lo que es, a fin de que en su presencia nadie pueda jactarse”. 
(1 Corintios 1:28-29) 

“Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia”. 
(Colosenses 3,12) 

“No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos”. 
(Filipenses 2,3) 

3. Cartas de Santiago y Pedro 

“El hermano de condición humilde debe sentirse orgulloso de su alta dignidad, y el rico, de su humilde condición. El rico pasará como la flor del campo”. 
(Santiago 1,9-10) 
“¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que lo demuestre con su buena conducta, mediante obras hechas con la humildad que le da su sabiduría”. 
(Santiago 3,13) 
“Humíllense delante del Señor, y él los exaltará”. 
(Santiago 4,10) 

“En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes”. 
(1 Pedro 3,8) 

Este primer acercamiento que hacemos nos lleva ahora a que saquemos ahora nuestras propias conclusiones, de tal manera que empecemos a encontrar consecuencias prácticas para nuestra propia vida.

Yerko Reyes Benavides

Soy consciente de tu Bondad


"Yo sí Señor, 
si estoy consciente, 
aunque no todo el tiempo, 
de que vivo y soy, estoy 
y no sólo respiro"


Que maravilloso es despertar y sentir que tú estás desde el mismo instante en el que abro los ojos. Caigo en cuenta que tú no te has ido, ni mucho menos distraído; conmigo te has quedado, tu palabra has dado y la has cumplido. 

No te veo en forma extraña, ni te aparece de manera sobrenatural, de los acontecimientos más sencillos y de aquellos que pasan desapercibidos te vales, de lo cotidiano y de lo natural te sirves para manifestar que aquí estás. 

No todo el tiempo tengo la oportunidad de contemplarte en un amanecer como el de hoy. ¿Qué tiene de especial? Nada, no es distinto al de ayer o al de mañana. La diferencia es que hoy asomado en la ventana estoy y veo el despertar de un nuevo día, el alborear de la mañana, y al sol y a la luna compartir el mismo cielo. 

Si lo que la naturaleza destinó a estar separado; a ser contrarios, antagónicos y a veces contradictorios; y por un instante en el firmamento comparten espacio, se miran y saludan, incluso en la mejilla del cielo se besan: ¿Cómo no pensar en ti? Necio sería si sólo quedará atrapado en acto majestuoso que expresa la belleza de una naturaleza que no es consciente de su propia existencia. 

Yo sí Señor, si estoy consciente, aunque no todo el tiempo, de que vivo y soy, estoy, y no sólo respiro. Y cuando me encuentro sorprendido en tan majestuoso acontecimiento, trasciendo, no me quedo mirando el sol y la luna, sino que voy hasta ti, te encuentro en mí; como tú y yo Señor, que siendo tan distintos, por tu gracia y acción, el abismo que antes nos separaba ya no existe, un abrazo de espiritual ternura día a día me das, para que en cada jornada esta unidad se vea fortalecida por actos de bondad. 

Que hoy, Señor, no me aleje de ti, y que la suave caricia de este amanecer que me permites contemplar me haga también buscar la forma de reunir lo que he separado por mi orgullo, vanidad y falta de humildad. 

Amén

Yerko Reyes Benavides

viernes, 26 de octubre de 2018

Etty Hillesum: Un deseo, un Destino


“Tenemos derecho a sufrir pero no a sucumbir al sufrimiento"

En este escrito no quiero hacer un análisis exhaustivo del pensamiento místico de esta niña que aprendió a Amar a Dios y en Dios a su prójimo en la más contradictoria circunstancia, donde el amor era prácticamente un imposible.

Sabemos de los horrores vividos por los judíos en los campos de concentración Nazi. Otra época, una generación distinta a la nuestra. Pocos testigos van quedando del Holocausto, y la memoria en el ser humano tiende a ser corta.

Decía un escritor muy reconocido:
“Quien olvida su historia tiende a repetir sus errores”.
Estamos prontos a conmemorar los setenta y cinco años de la muerte de Etty Hillesum en las cámaras de gas. Aprovechamos el legado que nos dejó a través de sus escritos de profundo contenido místico y espiritual para, hacer una mirada retrospectiva, que nos permita reavivar el “espíritu de vida plena” con el que ella pretendía vivir su vida una vez finalizado aquel espanto.

Si, en ella había la convicción no sólo que terminaría aquella pesadilla, sino que ella permanecería para decirnos a los que no la vivimos cómo aprovechar el regalo de la existencia: don de Dios y, también, cómo seguir colaborando con él, “construyendo en cada corazón una morada para ser habitada por su divina presencia”.

Quizá hoy no vivamos el terror de aquellos días de mediados del siglo XX, sin embargo, el olvido se apodera de nosotros, y repitiendo vamos la deshumanización de otrora con nuevas formas de padecimientos, nuevos horrores de indignidad, y lo peor, nos vamos volviendo indolentes ante el sufrimiento de tantos.



Dejemos que sea la pluma de Etty quien nos guíe, pero más su corazón candoroso de amor de Dios el que nos anime a encontrar alegría de vida aun en las más difíciles situaciones:
“La vida es una cosa grande y maravillosa, después de la guerra tendremos un mundo enteramente nuevo que construir, y a cada nueva exacción, a cada nueva crueldad debemos oponer un pequeño suplemento de amor y de bondad que hay que conquistar en nosotros mismos…”
¿Qué ha pasado con el mundo que soñaste Etty querida? ¿Acaso hemos logrado erradicar con amor y bondad la crueldad que presente está en el corazón de los hombres? La vileza, la canallada, la bajeza no ha terminada, súbditos tiene por doquier. La crueldad se ha hecho sistema y se ha instalado como estructura: muerte deja a su paso. El humano no aprende.

Tienes razón, esperamos muchos de otros, sin embargo el regalo de la Paz no viene del cielo, sino que nace y brota en el corazón de cada hombre. Es decisión y determinación de cada uno hacer el trabajo de conquistarla primero en nosotros; vencernos a nosotros mismos será nuestro gran desafío.
“Tenemos derecho a sufrir pero no a sucumbir al sufrimiento. Y si sobrevivimos a esta época indemnes en cuerpo y alma, el alma sobre todo, sin arrugas, sin odio, tendremos también algo nuestro que decir tras la guerra…”
¿Qué nos quisiste decir Etty? El sufrimiento será un compañero de peregrinar mientras vivos estemos. Lo entendí, más qué difícil es decidir “no sucumbir ante el peso que éste pone en nuestra espalda” Pero será juste ese el crisol que nos deje libres de odios, deseos de venganza, revancha: pureza de alma para revestirnos de un “nuevo hombre” uno más humano que a Dios lleve en sus entrañas.
“Quizá soy una mujer ambiciosa: ya me gustaría tener mi algo que decir… Sé que los que odian tiene para ello buenas razones. Pero, ¿por qué deberíamos escoger siempre la vía más fácil, la más trillada?”
Es que la vida feliz que nos dibujaron es la que llega sin esfuerzo; el sacrificio la condición que aleja al hombre de tal estado ideal. 

¡Qué contradicción nos plateas, amiga del alma! 

Escoger lo difícil.  Son pocos los que lo han hecho. Y uno de ellos fue a quien tú describiste en la penumbra de aquellos días aciagos. Ayúdame querida a también hoy descubrirlo para mí.
“En el campo sentí con todo mí ser que el menor átomo de odio añadido a este mundo lo hace aún más inhospitalario. Y creo, con una ingenuidad pueril tal vez, pero tenaz, que si esta tierra se vuelve algún día algo habitable por poco que fuere, será sólo gracias a ese amor del que hablaba antaño el judío Pablo a los habitantes de Corinto en el decimotercer versículo de su primera carta”.
Etty Hillesum: 1914-1943

En el Amor habrá redención y este mundo podrá ser una vez más un paraíso para el ser humano y todo cuanto hay en él.
Yerko Reyes Benavides

Tu Amanecer, Señor

"El alba aparece revestida siempre de sorpresa..."


Contemplar el amanecer es mi deleite y mi delicia es llenarme de su candor, puesto que en acto sublime se convierte en el que no tengo ninguna participación, más que el solo el sentirme incluido en tan maravilloso acontecer del cosmos en el que uno contigo soy, mi Señor.

Si amanece nublado o soleado, lluvioso o brumoso, eso no lo decido yo. 

El alba aparece revestida siempre de sorpresa, a ella me acomodo y solo puedo discernir con que me voy a vestir para afrontar el día que me es ofrecido, tal cual como se ha dado: así como hoy y su amanecer.

Pero hay algo que tú Señor me hace sentir, cuando al iniciar el día acudo a ti; y me dices al corazón:
“Las señales que te da el día sabes interpretar y te puedes adaptarte a sus condiciones; esa será siempre discreción tuya. Sin embargo, la mejor decisión que puedes tomar no es con que cubrirás tu cuerpo para afrontar al día y sus afanes; sino con que recubrirás tu alma, corazón y pensamientos: eso, si nublado está afuera, tu podrás ser sol resplandeciente, si de alegría siempre te vistes y mejor será si la fe te acompaña, para dar esperanza a un mundo que no sabe apreciar los días que recibe”.
Ahora sí, Señor, en este amanecer me regocijo, la alegría aparece, porque este acontecer no es el resultado del azar.

Me doy cuenta que es tu decisión en la eternidad amarme y día a día manifestarlo con tu gracia y entrega y, decisión mía siempre será en el tiempo corresponderte.

Yo hoy, revestido de la alegría que tu me das, salgo a afrontar los quehaceres donde lo más importante, indiscutiblemente será, llevar tu amanecer a mucho.

Amén

Yerko Reyes Benavides

jueves, 25 de octubre de 2018

En ti. Por mí


El amanecer despunta, Señor, y al despertar tu recuerdo llega a mi pensamiento. Mi corazón me dice que no comience mi jornada sin antes haber contigo conversado un rato. 

Me concedes Señor este día, para que sea de gracia en mi caminar espiritual; es un don de tu bondad. 

Vida en Plenitud es tu deseo, al oído me lo dices, en tu Palabra lo encuentro; y tu Voluntad es que en mi quehacer te tenga presente para no distraerme ni tampoco perderme del gran acontecimiento de la Salvación que obras Tú en mí. 

Es cierto, Señor, que todos los días no los vivo conscientes de esta Verdad de tu Amor en mí. 

Importancia a tu Gracia no siempre le doy. Desconfío de Ti, que es mi más grande pecado. Mi esfuerzo se concentra en conseguir los bienes que el mundo me ofrece y olvido que Tú se las “a tus hijos mientras duermen”

En esta conciencia de sentirte a ti en mí, al despertar, volver a dormir quiero, pero estaba vez no en onírico lecho, sino en tu regazo: yo en ti mi Señor amado. 

Cristo Jesús las delicias de tu Amor deseo, y mi deleite es, ahora, permanecer siempre en tu presencia; prendarme de los bienes de tu Corazón y ahí quedarme mientras el quehacer del día realizo. 

Mi petición antes de seguir, ahora que contigo estoy en oración, es que este sentirte en mi no acabe y durante el día se prolongue de tal forma que viva en ti y tu en mí y; tú por mí en el corazón de los otros. 

Amén

Yerko Reyes Benavides

miércoles, 24 de octubre de 2018

Ofrecimiento


¿De qué manera podría comenzar esta oración, encuentro de mi alma con tu corazón, que no sea con el “Gracias Señor”?

A veces, y más de lo que parece, cuesta encontrar las palabras para ir a estar contigo, y por eso apelo a rezos, formulas preestablecidas, probadas e incluso recomendadas, en las que siento que en vez de abrirme a ti me escondo, pero resultan fáciles para salir del paso, y poder al final decir: “ya cumplí”.

Las muchas veces que me doy el tiempo para ti en mí, es para pedir, en la súplica me explayo, a la final, tu eres “mi Dios” el que “atiende las suplicas” pues ese es tu propósito, el que me han enseñado o al menos el que yo te he dado.

Estar contigo no se trata de cumplir, algunas veces si de pedir, pero en la mayoría, podría ser: una ocasión para ofrecer, ofrecerte, ofrecerme.

La oración que brota de mi corazón, es este acto de ponerme a tu disposición: “haz conmigo, Jesús, lo que a bien tengas” siempre será mejor que lo que yo mismo pretenda, pues lo que tú quieras de mi estará movido, no por mi fuerza, sino por tu gracia.

Hermosas fueron las palabras con la que la Dulce Muchacha de Nazaret se puso a disposición de tu Amor: “He aquí la esclava del Señor”, y aconteció en ella el Don del Espíritu. No soy como ella, pero hoy te digo “haz conmigo lo que quieras”.

Amén

Yerko Reyes Benavides

martes, 23 de octubre de 2018

Buenos días


Buenos días Señor:

Aunque pueda resultar gastado, trillado y hasta un poco infantil esta manera de comenzar mi oración de este temprano compartir contigo, es lo mejor que puedo decirte, puesto que en ello reconozco que mi jornada inicia sintiendo la presencia de aquel a quien llevo en lo íntimo de mi alma como mi gran confidente, y lo saludo como se saluda con afecto y cariño a un hermano.

Buenos días, Jesús amigo:

No te pregunto ¿cómo amaneciste? porque en ti no existe el amanecer, la noche por ti no pasa como si lo hace por mí. Razón por la cual elevo esta pequeña plegaria, para que la oscuridad de la noche no se quede por siempre y menos, se instale permanentemente en mi espíritu que, anhela siempre el candor de tu bondad y misericordia que da calor al corazón y despierta el deseo de vida en plenitud.

Buenos días, Maestro:

Hoy te consagro lo que soy y lo que hago. De ti quiero aprender a vivir abierto siempre a la gracia del Padre, y de tal manera, así pueda, en todo manifestar que su amor es la razón de mi ser y existir. Enséñame a cumplir su voluntad, y no ver en ello una obligación sino la forma de mi realización como persona y más como su Hijo, así como Tú.

Buenos días, Mesías:

Que en este día no me falte tu compañía para que contigo siempre presente en mis pensamientos y corazón te lleve a donde quiera que en este día vaya y así te acerque a los que amas tanto como a mí.

Amén

Yerko Reyes Benavides

lunes, 22 de octubre de 2018

En tiempos de dolor

Gracias Señor Jesús por concederme el maravilloso don de la vida. Un día más en este mundo que me ofreces y a veces, como lo siento hoy tan lleno de duras cargas de las que no quiero acordarme. 

El día me trae el recuerdo de mi prueba, del padecimiento que llevo en el cuerpo y en el alma; la luz del sol deja en evidencia lo cansado que estoy, el no querer seguir en dolor. 

Al comenzar este día, Señor te quiero hacer una pregunta: ¿Cómo lidiar con un corazón roto? 

Si mi Jesús, qué difícil se me hace el sufrir cuanto más cerca creo estar de ti. ¿Acaso tú no eres la garantía de una vida feliz? ¿No es eso lo que el predicador vocifera en el altar de tu templo? 

Me pierdo Maestro, puesto que cuando lejos de ti estaba poco me importaba la condición de mi alma; el sufrimiento no era una carga, y en las cosas del mundo escondía mi pena. Pero ahora que estoy contigo me pierdo, no entendiendo: ¿por qué la prueba? 

Un concepto errado parece he manejado. Tu no prometiste ausencia de dolor, ni tampoco que no habrían dificultades o enfermedades. Bastante claro dejaste que te siguiéramos tomando la cruz de cada día y agregaste: “tomen mi yugo sobre ustedes: porque es suave y mi carga es ligera”. 

¡Oh mi Dios y Señor! qué equivocado estaba. En ti confiaba que exento de dolor me dejarías si te entregaba mi vida. 

Pero me doy cuenta que los que más te aman más dificultades pasan, y tropiezos no le faltan en el camino que los lleva a ti. ¿Dónde está entonces tu amor? 

¡Qué torpe fui! al pretender de ti lo que no eres. Todavía mi fe es pueril, sustentada no en la develación de tu corazón en el mío, sino en fantasías, mitos y ritos. 

Mi tentación es correr, dejar las cosas hasta aquí, volver a lo que andaba, dejar de lado todo, abandonar. A veces pienso que feliz estaba cuando no te conocía, al menos en ese tiempo no me importaba el sufrimiento. Sin embargo, ¿Cómo olvidar el día en que tocaste a la puerta de mi alma? ¿Cómo borrar de mis pensamientos tu voz cuando al corazón me dijiste que me amabas? 

Y dijiste: 
“Yo estaré con ustedes hasta el final, cada día y todos los días”. 
Infunde Señor entonces tu fuerza, la que viene de lo alto. Concédeme el Don de tu Espíritu que me ayude a discernir los pasos que he de dar en esta vida, hoy y ahora, para que en cada pensamiento, sentimiento y acción que emprenda brille tu rostro y resplandezca tu bondad y misericordia y mi dolor sea una oblación, ofrenda y entrega. 

Amén

Yerko Reyes Benavides


domingo, 21 de octubre de 2018

En tu día, Señor


Señor Jesús hoy despierto con un profundo deseo de encontrarme contigo en la intimidad no sólo de mi oración. Me alienta el deseo de tenerte cerca y tan mío como sea posible y apuro las ganas de ir a tu encuentro en la Eucaristía. Que mis ojos te contemplen sacramentado, haciéndote uno entre nosotros, al alcance de nuestros corazones anhelantes de tu amor. 

Contemplarte presente en tan sublime misterio me recuerda y me hace estremecer, puesto que me veo y me siento lejano de dar tan grande testimonio que tú me das: “No he venido a ser servido sino a servir”; y aunque en los actos litúrgicos de los templos pareciera que nosotros nos convertimos en tus siervos y a ti vamos con nuestra petulancia, creyendo que te hacemos el favor de nuestra presencia; eres tú el que se convierte en entrega y donación; perdón para nuestras transgresiones que son muchas –más de las que reconocemos- misericordia y gracia; lavas nuestra alma y no nuestros pies, limpias nuestras arrogancia. 

Que orgullo el nuestro en decir cada vez “voy a misa” cuando en realidad eres tú quien viene a nosotros y a nuestro alcance te pones. Adoración, culto y rito son nuestra pretensión de suficiencia, más tú en el incruento sacrificio del altar nos sigues dando ejemplo de humildad. 

Tu Palabra es mi alimento, tu gracia la que fortalece y mueve mi alma. Necesito de tu amor Señor: enséñame a amarte a ti y en ti a mis hermanos. Renuévame interiormente, que del templo salga reivindico puesto que te he comulgado, es decir me he hecho uno contigo y tú un en mí que es más que sólo recibir una hostia, que siendo signo de unidad muchas veces carácter mágico le doy. 

A tu lado quiero estar y contigo Señor y mi vida pasar y, no sólo porque al templo asisto un este día en que de precepto me dicen que es, sino porque en mi corazón renovar tu bondad y ternura quiero y vivirla a plenitud con mi familia y mis hermanos por siempre. 


Amén


Yerko Reyes Benavides

sábado, 20 de octubre de 2018

No más “Señor”


“Mi Dios”

“Mi Señor”

“Creador”, “Omnipotente y Todopoderoso”.

Que fríos se sienten en el alma estos nombres con los que en la mayoría de las ocasiones suelo llamarte y dirigirme a ti, incluso en más allá de mis oraciones, en mis días y en mi vida.

“Dios y Señor lo eres” y eso ni yo lo determino con lo que te digo.

Eres “Creador Omnipotente” y eso no lo dictaminan mis palabras que son sólo un acto de reconocerte en quien esencialmente eres.

Mis oraciones no añaden divinidad a tu naturaleza, pero inconsciente de lo que expreso, cuando te llamo “Señor” marco distancia y en un “Dios ajeno y extraño” te convierto para mí; hago que no incidas en mi alma: marco distancia y abro un abismo que a veces inalcanzable te hacen incluso para mí mismo.

Al dirigirme a ti como “Señor” te trato con respeto, ese que me enseñaron cuando de chico me hablaban del “santo temor de Dios”.

Sin embargo, ahora entiendo que clamarte “Señor” es seguir insistiendo en lo que tú mismo quisiste quedara atrás y ya no te complace.

No quieres la adulación que pretende conservarte en tu superioridad, mantenerte en tu trono celestial como si no te hubieras en el tiempo “abajado” y hecho tan cercano, tanto como uno de nosotros.

Ya no más “amos y siervos”; no existen los esclavos, la humillación como forma de relacionarse contigo, atrás la dejaste al recibirnos como hijos y también amigos.

Mi oración de hoy es sencilla, no trata de decirte cosas, ni contarte mis indiscreciones añorando un perdón de tu parte. Suplicarte y pedirte no está en mis planes, ni agradecer por lo que por mi haces, ni tampoco cantarte loas.

Lo que hoy quiero decirte es otra cosa.

La oración de hoy, la que nace en mi corazón, la que me mueve y me inspira la que me lleva hasta ti es sentirte como te siento ahora: cercano, cómplice, inseparable, íntimo.

Mi oración de hoy es sólo llamarte por tu nombre:
Amigo, Hermano y Amado.

Amén

Yerko Reyes Benavides

viernes, 19 de octubre de 2018

La Noche


Contemplaba el peregrinar de uno minutos
horas de ocio,
el paso de un tiempo
que no era mío,
lo miraba a través de una ventana
que en mi alma abierta estaba.

Cada segundo parecía eterno,
la arena caí no se detenía,
tampoco avanzaba, así parecía;
iba y a ningún lado llegaba,
menos lo hacían mis pensamientos,
imágenes vagas de un desvelo
que ya no me resultaba desconocido.

Al reloj miraba de tanto en tanto,
aburrido de dibujar con el dedo
una luna en un cielo oscuro
que ni estrellas poseía
ni se movía en la lejanía,
inmutable quedó
penumbra era en todos lados.

No miraba afuera de mi existencia,
aunque me asomaba por la ventana
la mirada vaga dentro de mi alma andaba;
en mi espíritu se había instalado la sombra,
y el amanecer no aparecía;
oscuridad por todos los rincones de un existir
que sentirse olvidado ya estaba de sí.

Silencio aparecía,
su eco resonaba:
¿Dónde?
¿Quién dijo que la oscuridad cobijaba sigilo?
Escandaloso el ruido de la noche,
el rechinar de lo que el día oculta
en la penumbra resuena libre,
no deja espacio a la serenidad,
agobia a su paso;
estruendos que atormentan la conciencia,
manos a los oídos,
ya que éstas al alma no alcanzan a cubrir.

El infante duerme, su alma descansa,
no se inmuta su corazón
con el danzar de los fantasmas
de las soledades y los abandonos,
los espectros de las tristezas no lloradas,
reprimidas las lágrimas no derramadas.

En esta noche danzan alegres miedos y frustraciones, 
pocas veces tiene ocasión de escuchar
sentir con fuerza sonar
la melodía de la melancolía
que destroza la conciencia.

Vuelvo a mi reloj y lo apuro con torpeza;
de nuevo miro por el balcón de mi indolencia,
la noche desconsiderada no termina,
amanecer no quiere;
la oscuridad sigue
como si no hubieran pasado
delante de mis ojos los enojos
que traigo gravados en el alma,
penas y tristezas;
al espíritu le urge el amanecer: desaire.

¿Cuándo vendrá el día?
¿Cuándo acontecerá definitivamente un amanecer
y de esta agonía despertará mi querer?

Siento el aprieto que trae el corazón
que late con frenesí y desazón,
única señal que sigo vivo
aunque vida no haya  en mi pecho
pues fallecido estoy: desvanecido y desecho.

Esta es la noche de mis fantasmas
extendida oscuridad, prolongada tristeza.
Y en la desolación:
¡Oh contradicción!
la penumbra se va haciendo mi amiga;
a la noche la espero,
a ella la quiero y la deseo.

El día se hace pesado,
más angustioso es el deseo que la noche llegue
y la oscuridad aparezca en mi horizonte;
sólo con mis pensamientos quedo
y permanezco anonadado
ante el deseo de apurar la penumbra.
Esta ya no se hace pesada,
en ella ya no estoy solo.

No lo había visto,
ni tampoco considerado,
fue toda una sorpresa descubrir
que en la soledad no estaba solo,
la noche te traía a mí, aunque no te veía
tampoco lo percibía,
pero el día me distraía en las cosas efímeras
sólo cuando éste desaparecía
y mi única compañía era la imaginación,
apareciste tan claro como un resplandor

¡Qué oscuro ahora se me hace el día!
Empujo sus horas.
A la noche volver quiero,
porque en la soledad no quedo solo
y, hace un tanto, no mucho, descubrí
que la noche te trae a mi
más pleno, más cercano y certero,
verdadero, mejor que en vigilia.

¡Qué clara se me volvió la noche!
Porque la noche lleva tu nombre
que no es otro que el mío
pronunciado por tus labios.

Yerko Reyes Benavides


Abbá

"Es el clamor de mí alma 
el reclamarte en mí existir como Abbá de Amor"
  
Dios sempiterno, creador de todo cuanto fue, es y será; dueño de la vida y también de la existencia. A ti mi oración se eleva y reconozco el atributo de tu divinidad; el que define tu esencia más allá de la omnipotencia que te pertenece; mas todo cuanto sienta, diga o piense será insuficiente para aclamar tu nombre bendito: Abbá. 
En ti Dios de eterno está puesto mi deseo, la intención de mi corazón de salir a tu encuentro, me concentro en tu majestuosa divinidad; quiero acercarme aunque difícil se me haga, pues, Padre, amarte en tu paternidad no es lo usual. Encumbrado en lo alto de tu trono, señorial y todopoderoso, es la imagen convencional, la que vela la Ternura de tu Divinidad que no se contiene y se desborda en compasión, misericordia y bondad pues eres Abbá. 
Padre no he sabido buscarte, detenerme delante de ti, abrirte el corazón y amarte. Con frecuencia acudo al Hijo de tu divinidad. Con Jesús parece todo más sencillo. Con Él hay empatía y mayor comprensión ya que siendo hombre como yo, se hace uno con lo humano sin dejar de ser divino como Tú, Abbá. 
No ha de extrañarte Dios y Señor, esta oración. Es la intención de mi corazón de llegar a ti, y para ello me valgo de mi mejor virtud: la palabra que pronunciada a viva voz, es el clamor de mí alma de reclamarte en mí existir como Abbá de Amor.  
Derrama en mi, Señor, tu Espíritu; sólo por Él, en Él y con Él podré decir cada día: Padre querido tuyo soy como ahora; acompaña mi vivir en ti, será mi existir; que nunca falte tu paternal protección en mi caminar, sigue infundiendo en mi alma el deseo del Reino de tu Hijo y que en libertad de espíritu viva para amar como tu amas: Abbá.
Amén

Yerko Reyes Benavides

miércoles, 17 de octubre de 2018

Despejar el Camino de Dios

Acercándonos al 75 Aniversario de su Martirio.

“No basta con predicarte, Dios mío, para sacarte a la luz en los corazones de los otros.

Es preciso despejar en el otro el camino que lleva a Ti.

A veces las personas son para mí casas con las puertas abiertas.

Entro, vago a través delos pasillos, de las habitaciones, la disposición es un poco diferente en cada casa.

Sin embargo, todas son semejantes y debería ser posible hacer de cada una de ellas un santuario para ti.

Y te lo prometo, Dios mío, te buscaré un alojamiento y un techo en el mayor número de casas posibles.

Hay tantas casas deshabitadas y te introduzco en ellas como el Huésped más importante que puedan recibir”.


Etty Hillesum

lunes, 15 de octubre de 2018

No me dejes caer “en la tentación”


Comienza mi jornada, Jesús. Ha habido un poco de descanso. 

Te confieso: trato de juntar ánimos, puesto que enfrentarme a lo cotidiano me cuesta; en el fondo no lo deseo, seguir en lo mismo de cada día, creo que en ello pierdo el sentido y el propósito de mi existir, me detengo y a veces me estanco, no crezco.

Escucho fuerte tu voz resonar en lo profundo de mi corazón: 
“Sean uno conmigo y con Dios”. 
Cada día es un lienzo en blanco donde se plasman los trazos de una vida vivida en amor a ti, a mí y a mis hermanos: Unidad en el Amor. 

Este sentido de pertenencia y camino de crecimiento se diluye con frecuencia en lo cotidiano; la rutina lo limita, lo encierra y detiene. 

¿Qué hay de bueno en repetir una y otra vez lo de cada día? Siento que no avanzo. 

Camino en círculos, me desgasto en lo que no me conduce a parte alguna; y quizá sea por eso que me ahogo en la sensación de tu ausencia. 

Señor Jesús, hoy no me dejes caer en “la tentación” de ausentarme; de no verte en el horizonte de mi día, y con ello caer de nuevo en hacer de esta jornada una más de tantas, entre otras, que no me llevó a ninguna parte. 

Mi corazón, Señor, palpita con fuerza en el anhelo de llegar al lugar que tú mismo has preparado para mí: espacio de unidad y plena integración; hogar de mi alma, grandeza de mi espíritu, paz de mi corazón, tranquilidad de mis pensamientos, grandeza en mis sentimientos; entrega de mi vida; donación.

Aléjame de toda tentación, y permite que me concentren  en este día en lo que es verdaderamente importante: tu gracia me urge, Jesús.

Amén
Yerko Reyes Benavides

domingo, 14 de octubre de 2018

Acto de Consagración Espiritual



Jesús mi amigo, el que es fiel y siempre acompaña, no importa la situación del alma, si en gracia o en pecado, tú estás, te quedas aunque yo me vaya de tu lado. 

Tuya es la Vida, tú eres su Señor, en ti está el sentido de nuestro existir, pues en ti y por ti fueron hechas todas las cosas y luego recreadas, y más lo fue nuestra humanidad a la que en tu Resurrección elevaste a condición extraordinariamente exaltada. 

Hiciste nuestra de nuestra naturaleza caída algo perfectible y así ser en ti no sólo imagen y semejanza de Dios, sino divino como tú y el Padre. En ti y por ti, unidas ambas naturalezas. 

Todo esto, Jesús Mesías, no es simple palabrería, sino el propósito de mi oración. En ti quiero recordar de qué estoy hecho; incluso más importante: qué es lo que en este peregrinar he de buscar y merecer. 

Tú en la oración que elevo me hablas, te haces sentir e inspiras las palabras que expresen lo que hay en lo íntimo de mi alma: necesidad de ti, y así, sentido tendrá vivir en un mundo extraño, del cual no soy su dueño por más esfuerzo y empeño haga de apoderarme de un pedazo. 

En este diálogo ameno, mi Jesús amado, me has dicho y así lo ha escuchado mi espíritu que se exalta ante tu voz: existir no es sólo respirara, vivir es más que subsistir, lo verdaderamente humano no es quedar sino caminar, buscar, alcanzar y trascender. 

Si, hoy entendí que en ti me debo a un proyecto mayor al que el mundo me ofrece. 

Obedecer al corazón es mi camino, pues ahí es donde tú habitas y no en vanas pretensiones. 

Mis pensamientos, mis palabras, mis emociones y afectos, mis intenciones y anhelos, incluso lo que sueño y espero te los entrego en este acto de consagración. 

Permíteme Señor, ser aquí y ahora signo de tu bondad, ternura, compasión y perdón; que a todos pueda llevar reconciliación, libertad y esperanza para que tú seas en todo y todos. 

Amén 
Yerko Reyes Benavides