martes, 30 de abril de 2019

Consagración por la Mañana

Abro mis ojos en esta mañana de gracia y mi espíritu se siente agradecido con tu bondad, Señor. 
Me das la oportunidad de un nuevo día, para ser vivido por mí desde tu corazón y, para ser así expresión de tu amor, Señor. 
Ese amor que me das, Señor, es mi bendición y, me lo expresas de tantas formas y maneras; no dejas ni un día de hacerlo presente, y me lo entregas para que por mí también sea dado.  
No dejes Señor que este amor por ti entregado quede aislado; otórgame el valor y la confianza para amar lo que amas y darlo a todos en palabras y obras de bondades. 
Consagro a ti las horas de este día, tuya es mi vida; que en cada gesto y acción que realice hoy, Señor, se me note que te amo.
Amén

Yerko Reyes Benavides

lunes, 29 de abril de 2019

En ti, Señor, Descanso

"En ti, Señor, descanso, eres mi refugio y también mi fortaleza, 
en ti me renuevo, y mi espíritu rejuvenece"

Señor Jesús a ti vengo y con humildad reconozco que soy de aquellos que en ocasiones se cansa, se agobia y se agota. Este mundo que nos diste casi nunca nos ofrece sus bienes de forma fácil y sencilla; no al menos a los que buscamos en todo momento ser buenos, justos y honestos. 
Tú, Jesús Maestro, nos enseñaste que el esfuerzo, la dedicación y la entrega son el camino que eligen aquellos que al Padre Dios quieren honrar. No hay mejor testimonio que ser coherentes y hacer con las manos lo que se predica con los labios. Ese fue tu ejemplo y de ello diste testimonio y aunque poco se gana en este mundo todo se obtiene del Cielo. 
Tú lo diste a conocer, el Padre lo manifestó, y a los sencillos y humildes de corazón se les reveló. En su corazón la semilla del amor se sembró y así te pareció bien. La alegría no está en llenarse hasta hartarse de los bienes de este mundo, sino amar y no cansarse aunque poca y escasa sea la paga en la tierra.  
Con razón, Buen Pastor, nos dijiste que a ti acudiéramos en los momentos en que las fuerzas nos faltasen; sabías que amar sin condición y darse sin restricción agotan el corazón. 
Señor Jesús, el amado de los que son sencillos de corazón, que no nos falte en tu pecho un lugar donde encontrar serenidad y sosiego. Son escasos los espacios que paz infunde al alma y renuevan los deseos y las ganas de seguir perseverando en el amor y la bondad por los caminos sinuosos de esta vida y de este mundo que nos diste. 
En ti, Señor, descanso, eres mi refugio y también mi fortaleza, en ti me renuevo, y mi espíritu rejuvenece; resurge en ternura el ímpetu de insistir en la bondad hasta alcanzar la plenitud de la vida que por tu entrega y oblación ya nos concediste. 
Manifiéstate amoroso, Señor, hoy también con nosotros e infunde en nuestra alma tu gracia y bendícenos hoy, mañana y siempre.
Amén

Yerko Reyes Benavides

domingo, 28 de abril de 2019

Jaculatoria Pascual

A la Divina Misericordia
Jesús Resucitado:
Por tu Bondadosa Compasión,
ten Misericordia de este mundo
y, de nosotros que anhelamos,
el don de vida que brota de tu amoroso corazón.  
Jesús Resucitado:
mi fe y mi confianza en ti están puestos;
pues Vives y Reinas con el Padre
y también junto a nosotros. 
Jesús Resucitado:
nos acompañas día a día
por el camino del amor;
que no nos falte tu Gracia y Bendición.
Por los siglos de los siglos.

Amén


Yerko Reyes Benavides

viernes, 26 de abril de 2019

Pascua, más que un tiempo litúrgico

No hay otro acontecimiento más importante para la vida creyente que la Resurrección del Señor Jesucristo. Razón suficiente para que se celebre no sólo un día con sus primeras vísperas, misa de vigilia, misa de aurora, misa del día y de segundas vísperas; manera litúrgica de celebrar una fiesta importante. 


La Solemnidad de Resurrección se celebra como un sólo acontecimiento festivo desde la Vigilia de Resurrección hasta las primeras vísperas del II domingo de Pascua. Es decir 8 día en los que se conmemora la Fiesta de nuestra Salvación. 

San Pablo en su carta a los Corintios nos va a decir de este acontecimiento:
"Si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también sería la fe de ustedes". (1Cor 15,14)
Sea pues la fiesta de Resurrección la razón, el motivo, la invitación y la intención de nuestro corazón de vivir en Alegría y Gozo.

Queriendo explicar la importancia que tiene la Pascua en la Vida Espiritual del cristiano, pensaba en estrategias sencillas para dar a entender algo que "teológicamente" resulta complicado de explicar. Estamos ante un "Misterio" y los misterios difícilmente se explican satisfactoriamente (dejarían de serlo si así se pudiera). Sin embargo, más allá de la incapacidad racional para dar razón del misterio, el intelecto alcanza a entender aspectos del misterio que tienen consecuencias directas en la vida creyente. 

Pascua no es  un "tiempo litúrgico":

Pascua es la experiencia de vida en la fe que ha de ser vivida siempre. 

Pascua es la manera como internalizaron los apóstoles a Cristo que después del hecho de la Cruz se le manifiesta Vivo y presente. 

Pascua es el clima espiritual interior de la persona de fe que vive en este mundo como ciudadano del cielo. 

Pascua es el misterio que vivimos, la alegría que sentimos, el gozo del Señor que da calor de Reino a nuestro corazón. 

Ya iremos dilucidando en los días por venir el significado de la Pascua y la importancia de hacer vida lo que celebramos. Sólo así la Pascua podrá trascender los templos e ir más allá de ser un tiempo que caracteriza la liturgia en las ceremonias de la iglesia durante una temporada en el calendario anual. 

Pascua es Vida:

A lo dicho anteriormente,  añadamos la experiencia de fe de un gran santo de la Iglesia y cómo él sin pretender hacerlo nos enseña a vivir en Pascua. De la vivencia espiritual de San Francisco de Asís nos servimos para descubrir de su mano cómo vivir en apertura a la gracia de Dios.

Para el santo de Asís, Pascua es alegría. Una alegría que va más allá de las vicisitudes de esta vida y las dificultades que encontramos en ella.

Pascua es gozo. Un gozo que no lo quitan las tristezas de este mundo. 

Pero no sea yo el que siga balbuceando palabras sobre la pascua que mejor suenan en la oración que todos bien conocemos de San Francisco. 

La hacemos con mucha frecuencia sin embargo, pocas veces nos hemos detenido a considerar que esta oración nos habla de cómo es vivir en permanente Pascua.

Hazme un Instrumento de tu Paz:
Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.

Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.

Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
Amén

Yerko Reyes Benavides 

miércoles, 24 de abril de 2019

A alguno aun no llega la Pascua

Hoy, también Ayer... Dios permita que Mañana no

De esto no se pone fotos: por respeto. Por eso, no sabía si compartirlo o no. Escribir sobre esto no es sencillo. No soy de aquellos a los que les gusta andar narrando tragedias para ganar indulgencias. Más bien soy, y quizá esté mal que lo diga, de los que ve las tragedias  y busca cómo resolver; cómo apoyar, cómo ayudar... 
...y después se verá... si se cuenta. Si, si se cuenta, porque es necesario contarlo... que de tanto pasar de largo se termina pensando que la única tragedia que importa es la que cada uno vive en lo privado y la termina entronizando como su "cruz" personal (demasiado título para lo que muchas veces es el resultado de las propias cobardías).
Hoy estaba en un lugar muy reconocido de la ciudad, y mientras caminaba distraído vi algo que me conmovió profundamente. 

No era nada fuera de lo común, más bien es de lo que se suele ver y pasa desapercibido. No hay necesidad de fijarse. ¿Para qué?...

Una familia de cuatro. Dos adultos y dos niños: la abuela, la mamá y un niña de unos 7 (que por su contextura parecía de menos) y un niño de unos 3 (quizá podría tener 5, no lo sé). Compartían sentados en una banca el almuerzo (era hora del medio día) Los niños de pie, revoloteaban entorno a un tóper (de esos envases con tapa para conservar caliente la comida). 

Nada fuera de lo común, al punto. ¿Qué hay de extraño en esa escena? Pues, nada. Todo podría seguir así. 

Soy por lo general distraído, pero muy observador cuando algo reclama mi atención. Ver el baile alegre de eso niños entorno a la comida que estaban recibiendo, llamó mi atención. Fue ahí cuando sentí un nudo en la garganta. 

Las lágrimas se juntaron en mis ojos. Llevaba mis lentes oscuros (menos mal) justo al pasar por el frente me doy cuenta de lo que tanta alegría causaba a aquellos niños: un arroz. Sólo eso. La comida era solo arroz, no había nada más. Nada de nada. Ni verduras, ni un plátano verde sancochado; ni una papa hervida. Nada. Un arroz blanco... Ni soñar que por ahí habría pasado un trozo mínimo de carne o pollo. Arroz blanco. Sólo eso. 

Seguí caminando, unos pasos más adelante volví la mirada, los niños seguían alegres; las dos mujeres adultas se animaban. La comida que había no era para ellas, solo alcanzaba para los dos pequeños...
...Ojalá fuera esto todo, pero no, lo que vi no termina ahí, todavía hay más, sólo que a simple vista nos se ve, hay que leer -ver- entre líneas...

Esta no es la excepción, tristemente, se va haciendo la regla. Mucho es que se tenga el arroz. 
A algunos -y no son pocos- la Pascua no ha llegado aun. Hay mucho quehacer para que Cristo resucite en todos los corazones. 

La Iglesia que hay que proteger es la iglesia que es cada persona; la que está en cada niño, anciano, adulto; en cada mujer u hombre; en los más pobres, marginados y muchas veces socialmente despreciados; es la iglesia que habita Dios, la de su corazón. 

No, hoy tampoco, como dijera la otrora canción: "basta sólo rezar". Hay que apurar la Pascua para tantos que esperan que Dios tenga "misericordia" y se "acuerde de ellos. 

Yerko Reyes Benavides

Vivir


Vivir no es existir,
se existe sin si quiera saber que se puede vivir.

No, vivir no quiero si no hay vida en mí.

No más vida postergada,
no más vida en pausa,
ni vida en espera;
quiero vida
y sentirla en cada respiro
y en un suspiro perderla
para conmigo tenerla de nuevo.

Sólo hay vida
cuando vivir no se espera
ni la vida se prorroga,
pues estar vivo pasa
y en su pasar se pierde una vida entera.

Enséñame Señor amado a tener vida,
pues vivir ya lo hecho,
y sin ti, vida no he tendido
aunque he existido;
mas ahora, por ti no me conformo
ni menos espero, pues lo que quiero
es la vida en plenitud que tu resurrección,
en mi inauguró.

Amén

Yerko Reyes Benavides

martes, 23 de abril de 2019

La Pascua es "Paso"

La Pascua "Va Pasando"


Van pasando los días y todo vuelve a ser "Rutina". Familia, Trabajo y Responsabilidades diarias y hacer Presente la Pascua del Señor en nuestra Vida se nos está olvidan.

Hay prioridades, y entre ellas no está el Vivir Resucitados como Cristo.

Sabemos cómo andar en Cuaresma, a final de cuentas, decimos, este tiempo se parece a lo que a diario afronto: esfuerzos, entregas, renuncias, sacrificios, algunas penitencias y todo en un ambiente de sacrificio en donde no faltan los dolores y la cruz.

Semana Santa nos dio un respiro, salimos de los cotidiano de "todos los días"; no distrajimos entre rezos, procesiones, Via-crucis y templos. Respiramos un poco, de "vacaciones" nos sentimos... y como muchos creyeron que eran días de asueto, llegada la pascua, la cruz que soltaron por unos días, la han tendido que volver a agarrar y sobre sus hombros volver a cargar.

No fue retórica aquella pregunta que vuelve a aparecer: ¿Sabes vivir en Pascua?

Cristo Resucitó fue el grito de la noche en el que la tumba vacía quedo. Y tan vacíos como la tumba quedamos nosotros porque, la Resurrección del Señor lejos de nuestro corazón aconteció: con el nosotros no resucitamos.

¡Qué flojera!

Volver a lo cotidiano. Si lo es cuando en nuestro interior no ha habido cambio.

La Pascua va pasando:
¿Qué diferencia ha hecho en las actitudes con las que afrontas el mundo?
La Pascua que es paso, va pasando, y rápido. Y con su pasar se va llevando a Cristo Resucitado; no lo va alejando de nosotros, nosotros vamos olvidando que el sentido de nuestra ve es la Alegría de la Presencia Viva de Cristo en nosotros.

No es lo mismo “estar vivo” a “tener vida”. No es igual respirar que aspirar en cada aliento la gracia de reconocer que hay más vida en un suspiro que en una queja.

No, vivir no necesariamente es sentir la vida en la piel. La vida es más que la conciencia de despertar cada mañana. Vivir va más allá de aquello que observan los ojos, puesto que la vida acontece lejos de la mirada, ella hace que vibre y se estremezca todo el ser y al corazón hace latir sin razón.

No, no necesita argumentos, ni tampoco motivos, la vida es vida por que sí y es suficiente para una alegría que no se detiene; que no aparece y se pierde sino que está siempre; no hace aspaviento de su presencia, pero no hay quien la quite ni la robe, ni tampoco la extinga.

Vivir no es existir,
se existe sin si quiera saber que se puede vivir.

No, vivir no quiero si no hay vida en mí.

No más vida postergada,
no más vida en espera
quiero vida sentir en cada respiro
y no respirar, para estar vivo.

Sólo hay vida
cuando sólo vivir no se quiere
pues estar vivo pasa y se pasa
y una vida se pierde.

Enséñame Señor amado a tener vida
pues vivir ya lo hecho, y sin ti vida no he tendido
aunque he existido;
mas ahora busco la Vida en abundancia,
la que tu Resurrección ha inaugurado en mi existencia. 


¿Qué pasa contigo?:

¿Vives o verdaderamente, hay Vida en ti? 

Yerko Reyes Benavides

domingo, 21 de abril de 2019

Saludo de Pascua


Estaba con mis manos puestas sobre el teclado, tratando que mis dedos se movieran al ritmo de lo que mi corazón hoy quiere compartir con ustedes: el don de la Alegría. Una alegría que no está sustentada en lo efímero ni en lo pasajero. Es la que invade el corazón pues su lugar de procedencia es Dios. No hay otro día en el año que sea tan especial como este, gritamos con jubilo los cristianos:

 ¡El Señor ha Resucitado!



Felices Pascuas a todos. 

Los abrazo en la alegría del Resucitado y pido para ustedes la gracia de su Amor. Que la bendición de Dios les Acompañe hoy y cada día.

P. Yerko Reyes Benavides

sábado, 20 de abril de 2019

Vigilia


Nunca nos dejaste.
Solos no nos quedamos,
antes de dar la vida por nosotros
el sacramento de tu Amor
nos entregaste.


En él, Tú, Cordero Inmaculado
la vida diste y permaneciste:
para que vida hubiera en nosotros
y fuera Vida abundante.

Gracias, Redentor nuestro
por tan grande Amor;
sabes darte 
y entregarte 
sin limite y más allá del tiempo.

En Vigilia estamos.
A las puertas de tu corazón quedamos
aguardándote, Señor, 
llega a nosotros Resucitado.


Yerko Reyes Benavides

viernes, 19 de abril de 2019

Las Siete Palabras

Meditación 
_________________________


Desde hace algún tiempo he tenido la intención de sentarme con calma a escribir unas líneas cuyo propósito sean abordar las Palabras proferidas por Jesús en el momento final de su vida entre nosotros. 

Según la tradición fueron Siete las Palabras pronunciadas por Jesús, teniendo en consideración sólo aquellas que pronunció  desde la cruz. Sin embargo, al revisar los textos del Evangelio, nos damos cuenta, y sin ser peritos en la materia, que cada autor relata a su manera y según su intención el único y mismo acontecimiento de redención: la muerte del Jesús en la cruz y no coinciden entre ellos en la número exacto. 

Si nos fijamos bien, en cada Evangelio, su autor tiene matices propios, detalles que terminan siendo únicos. Marcos -el primero de los Evangelio escrito y conocido-  destaca algo que Mateo -el que le sigue en el orden cronológico de aparición- no lo hace y ni si quiera se percata; y así los demás. Eso si, vale mencionar,  no hay contradicciones entre los relatos presentados por ellos; ni tampoco entran en conflicto histórico; su más grande diferencia radica en los detalles de redacción y lo que cada uno quiere presentar de ese momento específico. Esto es totalmente comprensible porque cada persona tiene una manera de observar un acontecimiento de forma propia y personal, dándole significado propio y autónomo a lo que percibe y luego comparte, haciendo una selección de lo que quiere presentar y lo que desea silenciar. 

Para no dejara suelta esta idea, miremos el Evangelio de Juan: es el único que describe el momento en el que Jesús ya crucificado tiene el gesto de amor más grande para con su Madre, la Virgen María y la deja al cuidado y protección de Juan, el discípulo más joven de entre todos. En los demás Evangelio se menciona la presencia de María y otros acompañantes más todos omiten este detalle que si muestra Juan. Así pues, el hecho es que María su Madre estaba ahí acompañándolo y habían otras mujeres, entre ellas María Magdalena. Pero la “palabra" -una de las siete- pronunciada por Jesús sólo aparece en el Evangelio de Juan. 

En el Evangelio de Mateo no están algunas de las Palabras que Lucas propone fueron pronunciadas por Jesús desde la Cruz, y lo mismo pasa con Marcos. La mayoría de los autores, los que ofrecen una reflexión sobre estas palabras versan en las propuestas por Lucas y complementadas con Juan.

Dicho esto, hagámonos la idea de que necesitamos releer los cuatro relatos de la pasión, crucifixión y muerte de Jesús y lo que cada evangelista nos comenta aconteció ahí, según su visión y versión. 

Más que meditar las “7 Palabras”, como acto piadoso, uno entre tantos que se realizan en los días cercanos en los que la Iglesia conmemora la muerte de Jesucristo, vayamos a la fuente, no dejemos que otro nos cuente que a cuento suena de tanto que se ha contado.

Leamos de propia mano los Evangelios. No uno, ni dos, sino los cuatro. Cada autor da fe de los sucedido. Cada uno con su estilo, con su intención y propósito; a final de cuentas todos coincides en el mismo punto dar testimonio de que esta vez no se trató de un “alguien”, un "uno" u  “otro más” de entre tantos que fueron crucificados por los romanos; sino de Jesucristo, nuestro Señor; y tratándose de él, también en la Cruz hubo algo que no se había visto jamás. Paso algo inaudito e insólito: aquel a quien estaban crucificando de forma inclemente, tuvo el gesto de amor más grande que ninguno hombre había teniendo en situación semejante, jamás antes: el del Perdón
“Perdónalos porque no saben lo que hacen”
No, no se perdona al que te está lastimando, no al menos en el momento, quizá con el pasar del tiempo, cuando las heridas se cierren, y queden algunas cicatrices. 

No, no se perdona en el momento en el que te están lastimando; quizá lo más noble que alguno pudiera hacer es guardar silencio; o cuando mucho proferir gritos lastimeros a ver si se logra conseguir de parte del verdugo algo de compasión; pero no, no se le perdona; no, no ahí, no en vivo, no cuando las manos y los pies están siendo traspasados por los clavos; no cuando se han infringido tantos golpes e insultos; no, ahí no. 

Esta fue la Primera Palabra de Cristo desde la Cruz, cuando todavía no había sido colgado en ella, ni elevado sobre el suelo. Es la primera palabra con la que comienzan los autores su reflexión de ellas. 

Quizá lo que plantee ahora carezca de relevancia, pero me he hecho esta pregunta, y por ella no me había animado a escribir sobre este tema puesto que me parecía restrictivo para la reflexión: ¿Las 7 Palabras sólo cuentan las que fueron pronunciadas por Cristo en la Cruz? 

Investigando he notado que la “manera tradicional” de presentar la meditación de las 7 palabras es iniciando con la primera que Jesús dice desde la cruz, así que sí; ahí comienza cuando Cristo es clavado violentamente y adherido cruelmente en la cruz. Desde ese instante comienzan a contarse las “últimas palabras” que Jesús pronunciara, y acá vale insistir “desde la cruz”, porque no fueron las únicas palabra que el Señor dijera en el tránsito de su Pasión, Agonía y Muerte; ni tampoco fueron las "últimas" que pronunciase en Vida. 

De camino al Gólgota (lugar de su crucifixión) Jesús tiene un diálogo precioso que los Evangelios recogen por completo. No son palabras sueltas, es una proclamación, un detalle de gentileza y sobre todo de preocupación sincera. Llevando sobre sus hombros el madero en el que iría a ser crucificado; agotado y deshidratado; herido y maltratado en formas que nos son muy difíciles de imaginar, Jesús consciente de lo que a su alrededor sucedía, tiene la nobleza de detener su marcha y de consolar con sincera consideración a las mujeres que le iban acompañando y lloraban por él: 
“Mujeres de Jerusalén, no lloren por mí...”
No, está “Palabra” no aparece entre las siete; pero no puedo dejar de pensar en ella, puesto que es reflejo de lo que iba sucediéndose en el interior de aquel a quien habían castigado y torturado de tal forma que muchos esperaban que se espíritu ya se hubiera quebrantado y comenzara a renegar de todo cuanto él había compartido como “hijo del Hombre” y “Mesías y Señor” para la gente. 

Muchos por menos de lo que le hicieron a Jesús, lo habrían hecho; hubieran renegado hasta de su propio existir para complacencia de sus verdugos, y así, detener la tortura a la que estaban siendo sometidos.

No, no es el caso de Jesús y. él va totalmente consciente de ello.  

Las 7 Palabras tuvieron su momento y su lugar: la cruz. Sin embargo, no podemos simplemente llegar a ellas olvidándonos del contexto más amplio.

Cada palabra no fue pronunciada por una persona que estaba cómodamente sentada en un sillón tomándose un jugo o un café. Fueron dichas por alguien a quien por decirlas se infringía a sí mismo un dolor tan grande que era preferible no hacerlo y quedar en absoluto silencio. Cuando Jesús llega al Calvario lo hace con la "vida pendiendo de un hilo": agotado y sin fuerzas, totalmente castigado: "su rostro era irreconocible, ni si quiera perecía un ser humano". 

¿Por qué, si esto era así, Jesús, más allá de todo el dolor que le infringían en su cuerpo puso hasta el último ápice de su fuerza, para pronunciarlas? 

Estaba muriendo, y lo sabía, él mismo había apurado el trayecto de esta “Hora”, la hora de su glorificación y la glorificación del Padre. Había llegado sólo, nadie lo acompañaba, y aunque había gente a su alrededor: María, su Madre; María Magdalena, Juan y otras mujeres; él estaba sólo, nadie podía tomar su lugar, ni si quiera el Padre: 
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. 
No, no lo habían dejado sólo, solo que hay ciertas caminos que se transitan en soledad. La soledad se convierte en el único lugar donde lo único que queda es la propia existencia, donde todo lo demás desaparece, y aparece el yo auténtico, dando la última batalla, la que se pelea contra el miedo. Esta batalla, aun en la Cruz, donde no había posibilidad alguna a su favor que la ganase, Jesús vence la última tentación y deja sin autoridad al tentador.

Vencido el miedo llega la libertad y Jesús la reclama para sí y los suyos. 

No, Jesús no había sido abandonado en el clímax de su agonía. El grito no de quien se siente despojado, ni tampoco de aquel que reprocha su infortunio, sino del guerrero que está dando entregándose a sí mismo en la contienda final y demanda el auxilio de lo alto para despojar de todo poder y autoridad al mal y a su propagador.

Y así pasa: aunque para el mundo la cruz era el signo del fracaso más rotundo, Cristo sale triunfante y victorioso, en el Ara de la Cruz el gran vencido es el tentador y su derrota el quedar sin poder ni autoridad sobre la humanidad. 

Hace poco, me invitaron a acompañar el ejercicio piadoso del Via-Crusis. Acepté con gusto. Es propio del tiempo litúrgico de la cuaresma realizarlo. (Sólo que, y es la pregunta que tantas veces me he hecho: ¿por qué hacerlo sólo en cuaresma? El ejercicio queda como una práctica de temporada. No hay una norma que impida hacerlo en otros momentos del año y en otros tiempos litúrgicos, por ejemplo en tiempo ordinario. Las cosas hechas por costumbre, o porque así esta mandado, o porque esa es la tradición, no me acomodan muy bien. Trato de hacer las cosas por convicción y también respondiendo a la necesidad, un Itinerario de vida espiritual como proceso de crecimiento. Evidentemente hay cosas que tienen su momento y son más sugerentes dentro de su contexto propio; pero no es “la forma” inamovible de hacer algunas cosas). 

Este Via-Crusis no tenía nada de particular. Era un Via-Crusis “estándar”; es decir “lo típico". El detalle era la expectativa que me había hecho y lo que buscaba: hacer una verdadera meditación de los pasos de Jesús hacia el Calvario; sentirme haciendo con Jesús el camino hacia la Cruz. El ambiente se presta, me dije, un lugar tranquilo y al resguardo, en un edificio cerrado. Mi sorpresa fue que no fue así. El Via-crucis se iba a realizar recorriendo las calles. Tampoco esto es algo atípico, en muchas partes se organiza esta actividad recorriendo las calles aledañas a los templos, o en los sectores de las comunidades. No es raro tropezarnos con un grupo de personas portando crucifijo y velas por las calles de nuestros vecindarios. 

Esto no me incomodó, sólo que no era lo que esperaba, como ya he comentado. Comenzamos el Via-Crusis: Primera Estación. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos. Que por tu santa cruz redimiste al mundo… Segunda Estación, Tercera, Cuarta… Y a medida que avanzábamos por más esfuerzo que hacía no lograba concentrarme. Mis pensamientos se iban con mis ojos a lo que primero reclamara su atención. Quinta Estación… Nada, mi imaginación revoloteaba. Sexta Estación, el sonido de una canción se escuchaba a lo lejos, en mi cabeza retumbaba su letra. 

De pronto, una idea pasó por mis pensamientos, ayudada por una imagen colocada en uno de los altares que un vecino preparó para demarcar la Estación que ahí correspondía. La imagen: Jesús Nazareno. Y ahí todo desapareció, no sentí más la canción que seguramente seguía sonando. ¿Qué estación era? No lo recuerdo. 

Una idea se hizo presente, sólo una, y ella bastó para el resto del recorrido: 
¡Qué difícil hubo de ser para ti, Jesús, haber mantenido la concentración! 
Seguramente necesitaste de todas tus fuerzas, las que ya no te quedaban para no distraerte y comenzar a divagar en pensamientos neuróticos, propios de los que han recibido un castigo en la magnitud en el que tú lo recibiste. 


Fue justamente ese estado de concentración el que te permitió hacer lo inimaginable. Lo que nadie en su lógico raciocinio hubiese podido hacer.

El mundo a tu alrededor no desapareció. Ni tampoco la gente que estaba ahí. Las personas por las que hacías esto, incluso los que no se esperaba un detalle de bondad de tu parte bajo esas circunstancias, las tenías presente en tu corazón que latía veloz, taquicárdico ya, por la falta de sangre que irrigará tu pecho para su normal funcionamiento. 

“Ten compasión de mi cuando llegues a tu reino”. Le dijo uno de los que junto con él habían crucificado ese mismo día. Ellos habían caminado delante. Si la “crucifixión de Jesús” se apegó a las maneras romanas de impartir semejante castigo, los que ya estaban en el Gólgota debieron haber hecho el mismo recorrido que poco después haría Jesús; más no se les recuerda. Nada extraordinario había en aquellos dos. 

Jesús, pudo haberse echo el que no escucho, de hecho no hubiese sino extraño que lo hiciera, sus oídos debía retumbar por la intensidad de la presión que ejercía sobre su cráneo la corona de espina. El dolor de cabeza que debió estar sintiendo en ese momento lo pudo dejar sordo. Pero Jesús, lo escucho y no lo dejó así; de inmediato busco la manera de acomodar su cuerpo en la cruz, agonía en cada movimiento, pero Jesús quería mirarlo a los ojos mientras le contestaba; concentra su fuerza en los pies para así poder despegar su pecho del leño, que sus pulmones recibieran un poco de aire para poder hablar. No me imagino lo dolorosos que fueron esos movimiento, pero Jesús los hizo y le dijo:
“Hoy, te lo aseguro, estarás conmigo en le Paraíso”. 
Estas nos son las palabras de un desquiciado por el dolor, de una persona delirante por la agonía que ha perdido el control de su consciencia. No, claro que no, al contrario son las palabras de un hombre que tiene todas las facultades de su mente activas, sus emociones bien enfocadas, sus sentimientos bien determinados.

El sabe quién es y qué está haciendo, hasta el último suspiro del poco aliento que a este punto le va quedando en el cuerpo.. 
¡Qué maravillosa concentración, la tuya Jesús! 
Estabas ahí, sabiendo lo que hacías, y no te dejaste arrebatar la paz para hacer todo cuanto tenías pensado hacer y proceder en total libertad a pesar de lo que estaba aconteciendo contigo ahí en la cruz.  Y fuiste libre, libre para amar en donde cualquiera hubiese odiado con todas las fuerzas de su ser. 
¡Qué vergüenza la mía!
Y no, no por no haber podido concentrarme en esa actividad de ocasión.
Me avergüenzo pues me  haz hecho detenerme a pensar en mis actitudes y las respuestas que he dado en los momentos de tensión, de riesgo, de dolor y sufrimiento; en las ocasiones en las que he sido agredido física y emocionalmente; y no, no se parecen a las tuyas: ¡Qué vergüenza!  
Qué vergüenza al desafiar el perdón que tú me das no perdonando las ofensas que profieren en contra de mi, pero más cuando me quedo acomodado en escrúpulos que son la forma religiosa de enmascarar los miedos. Y vergüenza me ha de dar el seguir sintiendo culpa por los pecados ya perdonados.  Desestimo con todo ello el poder de tu gracia, la gracia de tu agonía en la cruz conquisto para mi. 
Delante de mi siempre has estado.

Tu ejemplo, tu testimonio, pero sobre todo tu amor siempre; acompañando a la humanidad y qué poco hemos aprendido de ti. Perdemos la concentración fácilmente. Nos dispersamos y nos quedamos con lo más básico, lo instintivo de nuestra naturaleza. 

Qué fácil es amar cuando se nos ama. Pero tú nos enseñaste que en ello hay poco mérito. El amor se vive de verdad cuando se sigue manifestando aun cuando no es correspondido. Cuando es capaz de expresarse de formas imaginadas. Cuando el que ama sigue amando y no deja de hacerlo aun cuando pide un poco amor y recibe en cambio hiel: “Tengo Sed”. 

No, Dios no nos necesita para ser Dios. Se equivoca aquel que dijo que sin nosotros Dios no podría ser Dios. Si bien es cierto que es nuestra consciencia –el darnos cuenta- lo que hace que aparezca en el horizonte de la humanidad. Dios es Dios sin nosotros, pero prefirió ser un “Dios-con-nosotros”. Su decisión en la eternidad; su compromiso y entrega en el tiempo, y continua y lo hará hasta la consumación. 

Esta no fue una palabra pronunciada por Jesús en la cruz; ni si quiera fueron palabras de Jesús, sino una aclaración de Juan el Evangelista que quiere describir el sentimiento que mueve al Maestro y late fuertemente en su pecho. Esta afirmación no está por casualidad. Lo que esta frase expresa lo pone todo en orden, lo que pudo parecer caótico ahora tiene sentido: y nos da el contexto de todo lo que va a suceder con Jesús transitando su Hora: 
“Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” 
Todo se explica a partir de esto. No hay fuerza física humana o sobrehumana que hubiese podido resistir todo lo que hicieron con Jesús (y esto es más que todos los golpes, latigazos, patadas, bofetadas, latigazos que recibió en su cuerpo). La misma concentración que mantuvo Jesús; una concentración que lo llevo a expresarse de la forma más amable, cariñoso y tierna, más que en cualquier otro momento de su vida, no la hubiese tenido si no hubiese sido movido por un amor que no encuentra mejor cualidad para ser descrito que una Amor llevado al Extremo

Cada Palabra por él pronunciada, desde el mismo comienzo: “Conviértanse porque está cerca el Reino de los Cielos”, hasta la última pronunciada antes de exhalar su último aliento, encuentran su sentido en el Amor: en eso sabemos que es Dios: el que por nosotros murió y resucitó, porque “Dios es Amor”. 

¿Cuál fue la Voluntad del Padre para Jesús? 

Jesús decía dijo con frecuencia: “Yo no he venido por cuenta propia, sino por deseo y voluntad del Padre” ¿Cuál, pues, es esa? Ahora la entendemos. No, no viniste a dar tu vida por nosotros. No, ese Dios no existe, viniste a Amarnos y amarnos de una forma insospechada, difícilmente comprensible si se trata de entender con el intelecto. Sólo el que ha amado y “ha amado mucho” y no ha tenido miedo de amar aun a contracorriente, puede despejar algunas incógnitas de lo que significa “Amar hasta el Extremo”. 

Ya acercándose al final, cuando ya prácticamente toda la sangre del cuerpo de Jesús había sido vertida, y la tierra la había absorbido con ansiedad. Jesús, aun consciente de sí mismo dice: 
Todo está cumplido”. 
En verdad, en verdad, todo se había cumplido. 

Y no, no se trata de las profecías antiguas que habían vaticinado un momento como esté. No, tampoco se trata de la obligación “moral” que Jesús tenía con el Padre: “cumplir Su voluntad”. Ya horas antes Jesús le había suplicado que desistiera, que lo eximiera de la agonía: “Aparta de mí, Señor este cáliz”; habían sido sus palabras, unas que se reiteraron durante la noche, antes de su arresto; antes que todo comenzara; aunque ya había dado comienzo todo desde el momento en que se hizo uno con nosotros.

No, Jesús no fue al Gólgota porque se sintiera obligado, o por cumplir con una “Palabra”; sería iluso de nuestra parte pensar que era inevitable aquel final, y que Jesús “no tuvo más remedio que aceptar la cruz” como un gesto noble y altruista de su divinidad. 

Lo que Jesús, en sus últimas exhalaciones cae en cuenta –se hace consciente- es que ya ese punto, segundo antes de morir,  todo su Amor –humano y divino- se había dado sin reservas, sin restricciones, sin condiciones. Todo él  había sido vertido, como toda había su sangre sido vertida. No quedaba ya nada. Jesús se siente satisfecho de sí mismo. No hay culpa ni remordimiento, no hay pendientes, todo lo que tenía que hacer lo hizo, y lo hizo aceptando todas las consecuencias, hasta la misma cruz. 

“Lo que para los judíos fue escándalo y para los paganos locura”, para nosotros fue el acto de amor más grande y sublime que jamás nadie podrá darnos. 

Y sintiéndose satisfecho de sí mismo, los clavos no duelen ni en las manos ni en los pies; la corona de espinas no punza en la cien, ni se siente ya la cruz; ha desparecido el cansancio, el agotamiento extremo se fue. Y aunque la sangre y los hematomas del rostro impiden ver a los ojos de Jesús, en él hay una mirada de conformidad -nunca de resignación-, y esboza una sonrisa (nadie la vio, pero Jesús sonrió) una que nace en el alma, una sonrisa que sólo es percibida por el Padre a quien Jesús dirige su última palabra antes de fallecer: 
“Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”. 
A manera de conclusión. 

Estos días pasan junto con sus prácticas piadosas. En poco tiempo la rutina del quehacer cotidiano habrá vuelto y nos atrapará y ya no tendremos ocasión de pensar en estas cosas. Ya no más, quizá, el próximo año. Estaremos “distraídos” en lo que nos “concentramos” a diario. Sin embargo para mí, haberme dado cuenta que mi concentración no está en lo que debería; que divago y me disperso en tantas cosas que son importantes pero no fundamentales, ha sido sumamente revelador. 

Vivir no es simplemente cumplir con el estándar de un ser vivo, valga la redundancia. No se trata de quedarnos como espectadores en el gran espectáculo del Cosmos y su infinitud. Muchos pasan por la vida, pero la vida no pasa por ellos. No se arriesgan, los paraliza el miedo; otros piensan que vivir es acumular riqueza, fama y poder. La gran aspiración de muchos en un auto, o ser directivo en una corporativa. Veo cómo a los jóvenes se le insiste que la razón para estudiar es la de tener un “futuro”; un futuro que está cuantificado y no cualificado. 

La utopía de los hombres es la “Felicidad” incluso involucran de formas muy atípicas a Dios en esta concepción de la vida, y dicen: “Dios quiere que tú seas feliz”; “la Voluntad de Dios es tu Felicidad” o esta otra: “Dios no te hizo para que fueras perfecto, sino feliz”. Hace tiempo me rebelé contra estos pensamientos “cliché” y superficiales. 

Nuestro “destino” es “pasar” por el mundo teniendo conciencia de que estamos “de paso”. Ahora nos queda definir el cómo; porque el cuándo está aconteciendo. La buena noticia es que tenemos a alguien en quién inspirarnos, alguien que nos acompaña, y nos fortalece con su Amor y Gracia y junto a él dejaremos una huella imperecedera de Amor Verdadero.

Yerko Reyes Benavides

jueves, 18 de abril de 2019

Ante tu Presencia

Ante tu presencia, Jesús yo quiero permanecer, estar contigo en tu casa mi deleite será, y mientras anhelo los gozos de tu Reino Eterno, te encuentro Rey del Universo contenido en sencilla y humilde forma: la del Pan que se consagra en los altares de tu amor otorgado.  
Ante tu presencia, Señor del Cielo, esta que te representa en la tierra; la que mis ojos encuentran al mirar el Pan que consagrado queda resguardada en los sagrarios, quiero quedarme y de ella jamás alejarme.  
Ante tu presencia que se hace entrega en los altares de tu ofrenda, donde quedas de amor prisionero, en este Pan que contemplo, doblego mi orgullo; no puedo mantenerme altivo ante ti ¡Oh Dios! que te haces sencillo y en este Pan te quedas por mi cautivo.  
Ante tu presencia que se hace oblación en Pan que en el altar se consagra, te entrego mi alma, en ella he resguardo la inocencia que no he perdido ni tampoco me han quitado; la he preservado pues es la única manera de encontrarte y contemplarte aun peregrino en este mundo.  
Ante tu presencia, Jesús, que quedas Sacramentado en el Pan de los Amores, me doy con todo lo que tengo y lo que soy. Humilde es mi ofrenda, pero en el silencio de esta oración que delante de ti hago, te entrego sincero mi amor más grande, todo el que mi corazón puede albergar, conviértelo junto al tuyo en ofrenda que al tierra traiga un poco de tu Cielo.  
Ante tu presencia bendita, de amores adorada mi rodilla se dobla, mi cabeza se inclina, mi existir se rinde y mi corazón de amores por ti suspira. Mi alma de esperanza se llena: ya se acerca el día y pronto está en que tú y yo definitivamente nos encontremos sin el velo de este Pan que mis ojos contemplan.  
Ante tu presencia, velada mas no más oculta, desde este Pan que te resguarda y te muestra entre nosotros presente, detén el tiempo, que solo exista el ahora de tus amores eternos por todos y por mí dados. No más adioses, sino solo tú y yo amando más allá de las horas. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

miércoles, 17 de abril de 2019

Jaculatoria a Jesús Nazareno


Nazareno mío,
el de mi corazón amado.
Ten compasión de nosotros,
no nos tengas en cuenta este pecado.

Amén

Yerko Reyes Benavides

martes, 16 de abril de 2019

Jaculatorias de Pasión

Señor, de nosotros ten Compasión:
Otórganos tu Salvación. 
Que tu Pasión, Señor, sea ocasión de Reconciliación:
Y sea dada en nuestra vida tu Redención. 
Que los dolores en tu cuerpo recibidos:
Nos acerquen a los perdones de tu alma concedidos. 
Tú, Señor que no nos llamaste siervos sino amigos:
Protege con tu amor hasta el extremo nuestro corazón. 
Que la gracia de tu entrega hoy sea en nosotros derramada:
Para que a ti podamos llegar y así contigo estar por toda la eternidad. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

lunes, 15 de abril de 2019

Creencia

Una Actitud de lo más compleja
____________________

Hemos dado en nuestro Itinerario Espiritual con una “palabra” que no es sencilla de interpretar.

Esta palabra, describe realidades tan dispares que a veces pueden entrar en conflicto entre ellas, y ser causa de contradicción. Esta dificultad inquieta cuando la palabra describe la “actitud” asumida por una persona o la actitud que buscamos propiciar.


Creencia:

Nos resulta familiar este término. No desentona a nuestros oídos este vocablo. Suponemos que entendemos lo que significa.

Te reto: ¿podrías definir la palabra “creencia”, decir lo que significa?

Nada fácil el desafío, ¿no te parece? 

Con esta seguidilla de palabras vamos a intentar explicar un poco de dónde sale el vocablo "creencia":
  • Creer
  • Creyente
  • Creído
  • Credo
  • Creencia
  • Creencias
Algunos dirán que todas se pueden utilizar con el mismo propósito, pero no es así. Cuando digo “Yo creo” no necesariamente estoy dando entender que esa es mi actitud, ni si quiera estoy revelando si eso que estoy afirmando se corresponda a las "creencias" en las que creo. Simplemente estoy diciendo que en ese instante estoy realizando la acción de creer y esta acción de creer puede expresar dos situaciones muy distintas. 

La primera, al decir “yo creo”, estoy manifestando que estoy convencido de algo, tengo una certeza y tan grande es, que no hay espacio para dudas: yo creo en la belleza de un amanecer; podría ser un ejemplo. Sin embargo, este mismo “yo creo” puede significar lo opuesto: expresar que no tengo la seguridad, ni la convicción ni la certeza de lo que estoy diciendo o describiendo: “Yo creo que mañana amanecerá siendo un mejor día”. 

De esta manera "Creer" es:
  1. Considerar una cosa como verdadera o segura o pensar que existe, sin tener pruebas de su certeza o un conocimiento directo de la misma.
  2. Considerar una cosa como posible o probable, sin llegar a tener certeza absoluta de ello.
Yo creo que para creer hace falta en ambos casos la “FE”.

Si nos hemos enredado tan sólo con la lección de “castellano”, imagínense lo complejo que será favorecer esta actitud en nuestra vida espiritual y que tenga consecuencias reales en lo que pensamos decimos y hacemos.

Con esto entramos en materia, y para no dilatar más el planteamiento central te voy a sugerir que respondas estas tres preguntas que tienen que ver con lo que nos venimos planteando:
  • ¿En qué crees?
  • ¿A quién crees?
  • ¿Cómo crees?
Antes que pase por alto aclaro: la forma sustantiva del vocablo es la manera correcta de describir la actitud de "creer"es decir la actitud sera "creencia". así pues con la sustantivo de creer, que es creencia se describe los procesos y las dinámicas del "creyente" (persona que cree)

Si te das la oportunidad de hacer una sesuda reflexión sobre esto, y responder sinceramente a las preguntas  presentadas, te darás cuenta que en ti, la acción de creer se da en forma disparatada, contradictoria, en algunas ocasiones contraria y a veces caótica. 

Te pongo un ejemplo: conversando en dirección espiritual me he encontrado en reiteradas ocasiones con personas que “creen en la resurrección” y también en “la reencarnación”. No tiene sentido. Son dos situaciones que competen al ámbito de la fe, es decir, ameritan creer, sin embargo el significado de cada uno representa, en si niega la existencia del otro. Si lo que acontece después de la muerte es la resurrección entonces ello niega la reencarnación y viceversa. 

Otro ejemplo: se cree en el cielo, en el infierno y en el purgatorio. Los tres lugares donde se puede ir después de morir. No hay más, no hay otros. Pero también se está convencido que hay “espíritus” que después de morir se quedan en el mundo y deambulan atormentados o atormentando. Como en lo anterior, la presencia de uno niega la existencia de lo otro.

“Creencia” es la actitud de “Creer”. La cosa está en que no todo en lo que crees es sano, ni constrictivo, ni mucho menos propicia un clima espiritual interior idóneo para vivir abierto a la gracia de Dios. 

A veces se trata “de lo que creemos”. En otras ocasiones, “de a quién creemos” y también juega un papel determinante “el cómo creemos”. Pero el enredo se da en las combinaciones que hacemos ente el qué, el a quién y el cómo. 

Con todo esto, que seguramente te ha de haber resultado algo confuso y probablemente estés un tanto mareado, lo que se busca es que te des la oportunidad de sanear tus creencias; que es el conjunto de cosas en las que terminas creyendo y conforman "tu credo"; el cual impones a los demás o te impones a ti mismo, no siempre con el mejor de los resultados.

La creencia, como actitud es la que da armonía y  armoniza el qué, el a quién y el cómo. Así pues, aunque duela un poco la cabeza este acto reflexivo hemos de dejar en claro todo, lo más que podamos. 

Tomará su tiempo. Bastante, diría. Desenmarañar todo este enredo es ardua tarea; en ciertas ocasiones habrá que desaprender algunas cosas; destronar algunas ideas que se tenían por verdades absolutas; derrumbar paradigmas. No será fácil, pero a la final, CREO (y utilizo la primera acepción de la definición) sentirás un alivio interior semejante a la “libertad de espíritu”.

Yerko Reyes Benavides

Tu Decisión

"Que rápido se olvida lo que esta cruz significa. 
No, no habla de ignominia, sino de una decisión"

Jesús, Señor, cuando a ti a me acerco y en oración contigo me encuentro, trato con todo mis esfuerzo, seas Tú el centro de toda mi atención.  
Me alejo: busco el silencio; me aparto de cada ruido, de aquello que disperse mi mente y marco distancia de aquello que distraiga mi corazón e impida que Tú y yo en gracia y amor nos encontremos y juntos estemos.  
No es sencillo llegar a ti, dejar a un lado todo lo que pasa en mi; olvidar por un instante este mundo y sus injusticias; el dolor que infringe en tantos que se ven marginados y humillados: su sufrimiento también es el mío como también lo es de ti.  
¿Cómo, Señor, no decirte todo esto que está pasando?
¿Cómo no llegar a ti aireado, pues no se entiende tu proceder y a veces parece que dejas que pase el sufrimiento y la muerte del inocente?  
Me duele, Señor, porque creo en ti, confío en ti y en ciertos momentos me asalta la duda. Necesito tiempo para reponerme de mi enojo y volver otra vez a leer los signos de tu amor en el tiempo: 
La cruz en lo alto levantada, abandonada; despojada.  
¡Qué difícil de ha de ser, respetar por completo la decisión de esta humanidad que elige destruirse a sí misma!  
Que rápido se olvida lo que esta cruz significa. No, no habla de ignominia, sino de una decisión, la única que tú, eterno Dios podías tomar; la tomaste y apuraste el beber del vino de ese cáliz.  
No, la Cruz no es cobardía, sin la mayor y más grande valentía, es la decisión que tomaste sin vulnerar la nuestra y así una oportunidad dejar a nuestro alcance: “Ir más allá de este mundo, y amar hasta el extremo”.  
Abre mi corazón, expándelo al tamaño del tuyo, amado Señor, para que pueda en el caber la eternidad y en ella amar a la humanidad entera como tú, hasta donde ya no quede extremo alguno. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

domingo, 14 de abril de 2019

Jesús Nazareno


Jesús, Cristo y Señor, al contemplar tu rostro tan herido y tu cuerpo maltratado, no deja de recorrer por todo mí ser una sensación que estremece mi alma hasta la raíz misma de mi fe.  
Es Jesús el hijo de María, su padre fue José el carpintero de Nazaret: ese es el que por todos se entrega:  
Para una nación rescatar, uno sólo ha de morir;
uno ha de ser crucificado para la humanidad redimir.  
Jesús Nazareno, el de mi corazón admirado; castigado hasta no quedar lugar de tu cuerpo sin la señal de una saña que no es humana. 
No proferiste insulto ni reproche alguno; dejaste que sobre ti se vertiera todo el odio que en corazón humano pudiera ser cobijado. 
Tú, mi Jesús, el de Nazaret, te lo quedaste todo, y no te quejaste ni te dejaste quitar, por más golpes que te dieran la voluntad de amar hasta el extremo.  
Tu cuerpo hasta más no poder fue humillado, vejado, avergonzado por la ignominia de esta humanidad, que con un ensañamiento pocas veces visto sobre ti se abalanzó.  
Tú, Nazareno, admirado de mi vida, lo quisiste todo para ti, para que no quedará más en esta humanidad que ya dejabas, un ápice de crueldad sin ser perdonada, y así, en tu compasión ser del todo limpiada: lavada su afrenta.  
Nazareno venerado, te veo llevando la cruz sobre tus hombros, y aunque mi mirada quisiera quitar para no verte, por mi causa castigado, no tengo cómo agradecerte el que por mi hayas muerto y resucitado. 
Nazareno amado, el dolor que en esta vida pueda padecer te lo ofrezco. 
Este sufrimiento mío no se compara con el tuyo por mí recibido, pero si en algo ayuda, estoy dispuesto a caminar contigo una y otra vez hasta los Calvarios donde los amores mueren como semilla en tierra sembrada y renace la esperanza de la Vida Nueva en ti engendrada. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

sábado, 13 de abril de 2019

Semana Santa: ¿"De paso" o "Pasar"?

No en todas partes la Semana Santa se celebra de la misma manera.

En algunos lugares, estos días son declarados, por las autoridades civiles días de asueto; en otras partes son días laborables; días como cualquier otro día del año.

Sin embargo, en términos generales, en la mayoría de los lugares se respetan todas las diversas manifestaciones de fervor y piedad que los cristianos viven durante esta semana, que es considerada: La Semana Mayor de todo el año; la más importante, "Semana Santa".

Hay muchas maneras de presentar los acontecimientos que se Conmemoran durante estos días. Dijimos hay tantas y tan variadas expresiones devocionales nacidas de la contemplación de los misterios de la Pasión y Muerte de nuestro Señor que, sería inútil hacer el esfuerzo de enumerarlas todas. Cada país, cada región, e incluso en cada comunidad se tienen maneras piadosas de encontrarse con el "Siervo Sufriente de Dios".

A manera de aprovechar estos días, consideremos que Semana Santa nos habla del Paso del Señor. Pascua en su significado más básico e interpretación más simple, significa: "Paso". Así pues, este paso se hará presente en nosotros.

Tengamos en cuenta que "estar de paso" no es lo mismo que "pasar" y, probablemente hayan sido muchas las veces que "hemos estado de paso" por semana santa, mas no hemos "pasado" por la gracia de Dios que recibimos gracias a estos misterios que recordamos, los cuales, nos invitan a hacer presente en nuestras acciones cotidianas el perdón, la reconciliación, la bondad, la humildad, el servicio, la entrega, la solidaridad, la caridad, por mencionar algunos.


No es nuestra intención decir cómo cada uno va a hacerse presente en los días por venir de la Semana Mayor; ni tampoco buscamos sugerir maneras, o proponer formas piadosas y rezos; recordemos y tengamos presente que la Iglesia tiene para cada jornada una "fiesta litúrgica" que nos acerca al misterio de nuestra salvación dado en Cristo y por Cristo.

Ya hemos oído hablar del Triduo. Tres días en los que se concentra "la Pascua" del Señor, es decir su "Paso": de la Pasión a la Muerte; de la Muerte a la Vida por la Resurrección. Pasión-Muerte-Resurrección tres situación que en el Misterio de la Redención y Salvación dada en y por Cristo, no pueden ser desvinculadas la una de la otra y han de ser celebradas en conjunto.

Te proponemos tener en cuenta los Tres Triduos en los que se compone esta Semana Mayor. Haciendo un pequeño Itinerario Espiritual, asegurándote de "pasar" por cada uno de ellos, de tal manera que también, junto y con el Señor vivas su Pascua.

El primero, el “Triduo de Dolor” comienza el Viernes de Concilio o también llamado de Dolores (contemplamos en él a la Madre del Señor, cuyo corazón fue traspasado por espadas, tal como lo predijo Simeón). le siguen Sábado y Domingo de Ramos.

El segundo, el “Triduo de Pasión”: comprende los días Lunes a Miércoles. En ellos nos miramos en la imagen sufriente del “Siervo del Señor”; “Varón de Dolores”: Jesús de Nazaret. 

Le siguen a ésto, ya por último, el “Triduo de Resurrección”: de la Muerte a la Vida: Jueves de la Cena –Getsemaní incluido- Viernes: Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor y el Sábado de la Vigilia de Resurrección. 

¡Victoria! 
“Tú Reinarás” es nuestro clamor;
pues en tu Resurrección, Señor,
está puesta nuestra Esperanza.

Yerko Reyes Benavides

viernes, 12 de abril de 2019

Señales de tu paso

"Jesús amigo. 
Déjate encontrar, en los signos que nos dejas, 
aunque tengamos que esperar"

Ante tu presencia Jesús yo quiero permanecer; ni horas, ni minutos, ni días, sino la vida entera. Estar contigo será mi deleite, mi anhelo contemplarte sin el velo de las cosas que en este mundo te muestran y a la vez te esconden.  
No quiero, Jesús amigo, seguir viéndote sin mirarte; oírte sin escucharte, sólo imaginando cómo será el sonido de tu voz. 
No quiero sentirte sin tocarte, soñando la suave caricia de tu mano que conforta mi frente, calma mis pensamientos y da alivio a mis sentimientos.  
Sé, Jesús Maestro, que dejaste la huella de tu paso, en lugares especiales que nos cuentan tus acciones y nos acercan a tus perdones. 
Rincones de gracia son, Oasis de sosiego en medio de este mundo que no da tregua; que aprisa nos hace caminar sin tener claro a dónde nos quiere llevar.  
El mundo sin ti, definitivamente no ofrece propósito; en sí mismo no es fin. Vivir sin existir no tiene sentido. Dura se hace la consciencia que no estamos sólo de paso por el mundo; aunque transitorio sea nuestro pasar por la vida, darle propósito y sentido a este existir será nuestro vivir, el que en definitiva Vida con confiera.  
Si, Jesús, ya tú lo sabes, tú mismo lo experimentaste, vivir de por si no es fácil, más si el Padre se ausenta. Por eso, no quiero imaginar lo que sería si tú a nuestra suerte nos dejaras y definitivamente de nosotros te alejaras.  
Quédate, no te apartes ni te escondas; muéstrate presente, Jesús amigo. Déjate encontrar, en los signos que nos dejas, aunque tengamos que esperar la plenitud que con esta vida comienza, más Tú nos pides trascenderla, para sentirte y al fin contemplarte por completo en el Cielo excelso.  
Ayúdanos Señor a no perder el rumbo de este caminar por el mundo. Sigue constante dejando las señales de tu paso, para que podamos encontrar el sendero que nos lleve a tus brazos, no por ratos, ni minutos, ni por horas, sino por toda la eternidad. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

miércoles, 10 de abril de 2019

Palabra

"Palabra Eres.
Eres la Palabra"
_____________________

_____________________

Palabra Eres en la eternidad. 


Palabra en el corazón del Padre Engendrada. 
Palabra por el mismo Padre Pronunciada. 
Palabra en amor Procedida.
Palabra en el tiempo Cedida.

Palabra que encanta.
Palabra, manantial de Sabiduría Divina.
Palabra que despierta.
Palabra que enseña.
Palabra que liberta.

Así es la Palabra que es Don,
Palabra que entraña Salvación.

Palabra en vientre y en alma concebida.
Palabra que da y recibe la Vida.

Palabra, Eres, mi Señor amado:

Palabra que revela.
Palabra que levanta.
Palabra que acaricia.

Palabra que alimenta.
Palabra que sacia.
Palabra que es Pan de otra Mesa.

Palabra que en madero en este suelo fue levantada.
Palabra que fue sacrificada.
Palabra que muere al ser otorgada.
Palabra que al morir vida no quita. 

Palabra en amor dada.
Palabra por amor entregada. 

Eres la Palabra, 
que mi Alma necesita.

Habla Palabra Eterna 
Habla y no te detengas: 

“Habla que tu siervo escuchándote está”.

Amén

Yerko Reyes Benavides

martes, 9 de abril de 2019

Tiempo de Gracia

"Señor Jesús, me has dado un tiempo de gracia.
Se ha anunciado, se ha proclamado. 
El tiempo de gracia de tu Corazón".

Señor Jesús, me has dado un tiempo de gracia.  
Tiempo de perdón y de misericordia. Tiempo para hacer un reconocimiento humilde y sencillo de humanas debilidades: tiempo para que contrito mi corazón vuelva a ti arrepentido.  
A veces, Jesús Mesías, no logro el cometido. No siempre, reviso en mi interior; vivo más afuera que dentro de mí. Lo externo me atrae y a me atrapa: me quedo tantas veces en lo aparente y lo efímero es mi deleite.  
No veo, qué hay de malo, en aprovechar de este mundo sus bienes y bondades. Me engaño, he ahí mi pecado. Pretender servir a Dios y a la vez estar atento a las prerrogativas de este mundo y sus intereses.  
Este deseo de quererte tan presente y tan cercano, es el que me anima a no bajar los brazos y estar siempre atento a tu paso. No te quiero a la distancia, ni mucho menos extraño o ajeno; sino íntimo y mío.  
Por eso me miro, reviso, indago, no siempre se me hace sencillo darme cuenta de mis errores y el llamado que desaprovecho a vivir siempre en Libertad, Verdad y Bondad: camino de perfectibilidad de esta naturaleza mía que tú mismo me has dado; que tú has rescato, redimido y elevado.  
Mi pecado: verme humillado y pisado; reconocer que a esta realidad la dejo que se imponga y a ella quedo sometido. Olvido Señor que ciudadano de Reino soy; que a este mundo no pertenezco, más de él he hecho un absoluto.  
Mi mayor falta, es pretender tenerte y también perderte; estar sin quedarme. Recordarte y a la vez olvidarte; descubrirte y dejarte de lado; amarte y no seguirte.  
Señor Jesús, amado y amigo, ayúdame a no desaprovechar las gracias de este tiempo de gracia que me acercan a ti, cuando de mis desgracias me alejo y con humildad dejo en el altar de tu compasión, mis penas y pecados.
Amén

Yerko Reyes Benavides