lunes, 8 de junio de 2009

SENTIDO MORAL

¿Qué es el sentido moral? O en otras palabras…

Quiero decir… antes pensaba que significaba decir la verdad, hacer buenas obras, comportarme correctamente según los parámetros socialmente aceptados, ser decente, tener una imagen culturalmente estandarizada, no decir groserías, tratar cordialmente a las personas mayores, respetar las normas, no tirar papeles al suelo, taparme la boca al estornudar, y disculparme si mis intestinos me juegan una mala pasada… básicamente ser un “niño explorador”.

Sin embargo, últimamente, lo estoy viendo un poco diferente a ese “modelo de perfección estándar”.

Ahora considero que el sentido moral es encontrar aquello que verdaderamente te importa. Es ese “algo especial” que te importa más que cualquier otra cosa en el mundo y, que te estremece en lo más profundo de tu ser, aquello que sin lo cual no te sentirías completo y, cuando se encuentra luchar por ello, arriesgándolo todo: fama, prestigio, privilegios, reconocimiento público, sana cordura… y lo arriesgas todo, porque sientes en lo profundo de tu alma, que allí está tu futuro, que es tu vida misma, lo que te hace existir y encontrar la plenitud de tu ser. Y en esa búsqueda de plenitud, seguramente irás a contra corriente, desafiando lo parámetros preestablecidos, creando e innovando, y lo que haces parecerá aparentemente que no es honesto, que te sales del orden ya conseguido, que desafías toda autoridad, y eres objeto de los juicios y prejuicios de tu entorno.

Pero, ¿sabes qué? No importa. Porque en el corazón sientes intensamente que vale la pena. Entiendes con la razón y el corazón, que si no vas tras lo que estremece tu espíritu, podrás existir muchos años, pero sin sentirte verdaderamente vivo.


¿Qué es el sentido moral? Es la coherencia de convertir en realidad lo que tu corazón con toda su fuerza te impulsa a buscar, la plenitud de tu ser.

TODO DISCIPULO ES UN CREYENTE, PERO NO TODO CREYENTE ES UN DISCIPULO

El creyente suele esperar panes y peces. El discípulo es un pescador.

El creyente gusta del halago. El discípulo del sacrificio vivo.

El creyente entrega parte de sus ganancias. El discípulo entrega parte de su vida.

El creyente puede caer en la rutina. El discípulo es innovador.

El creyente busca que lo animen. El discípulo procura animar.

El creyente espera que le asignen tarea. El discípulo es solicito en asumir responsabilidades.

El creyente suele ser condicionado por las circunstancias. El discípulo aprovecha las circunstancias para ejercer su fe.

El creyente reclama que lo visiten. El discípulo visita.

El creyente busca en la Palabra promesas para su vida. El discípulo busca vida para hacer presente las promesas de la Palabra.

El creyente es "yo". El discípulo es "nosotros".



El creyente pertenece a una institución, grupo o cofradía. El discípulo es una institución él mismo.

En el creyente la unión del Espíritu Santo es confirmación y meta. En el discípulo es medio para lograr la meta de ser testigo eficaz a toda criatura.

El creyente vale para sumar. El discípulo para multiplicar.

Los creyentes aumentan la comunidad. Los discípulos aumentan las comunidades.

Los discípulos de la Iglesia primitiva trastornaron el mundo. Los creyentes del siglo XXI están trastornados por el mundo.

Los creyentes esperan milagros. Los discípulos obran milagros.

Los creyentes destacan llenando el templo. Los discípulos se hacen para conquistar el mundo.

El creyente hace hábito. El discípulo rompe los moldes.

El creyente necesita de campañas para animarse. El discípulo vive en campaña porque esta animado.

El creyente espera un avivamiento. El discípulo es motor de él.

El creyente se congrega para encontrar al Señor. El discípulo trae la presencia del Espíritu Santo.

El creyente sigue intentando limpiarse para ser digno de Dios. El discípulo no se mira más y obra en la fe de que Cristo le ha amado.

El creyente espera que le interpreten las escrituras. El discípulo conoce a Jesús y habla de Él.



¿Eres creyente o eres Discípulo de Cristo?