martes, 31 de octubre de 2017

Santos de América, Intercedan por nosotros

TODOS LOS SANTOS DE AMÉRICA INTERCEDAN POR NOSOTROS

Mañana comienza el mes de Noviembre y nos trae en el primer día, al mismísimo comienzo de mes la gran fiesta, la celebración de todos los Santos y Santas, hombres, mujeres, niños, jóvenes que de forma heroica dieron testimonio de la fe y que ahora los proclamamos participes de las alegrías del Cielo en la presencia gozosa de Dios y en la contemplación amorosa y eterna de su rostro.

Los santos son modelos de fe, esperanza y vivencia del amor. Hombres y mujeres como nosotros se distinguieron por su entrega absoluta al amor de Dios y, vivieron de forma extraordinaria por su testimonio de los valores más sublimes del Evangelio del Señor que hicieron presentes en su obrar. 

También son intercesores bondadosos entre nosotros y Dios. Mensajeros amables de nuestros ruegos y suplicas a Dios. En ellos encontramos consuelo y fortaleza para realizar también nosotros nuestro propio camino de santidad que nos lleve raudos y seguros a la presencia de Dios.

Así como cubrimos con el maternal manto de Amor de la Santísima Virgen a toda nuestra América. Les propongo que hagamos tarea devota semejante con los Santos. He recogido en esta Letanía a todos los Santos y Santas de nuestra América. Algunos países como Venezuela , Uruguay, Bolivia entre otros no tienen Santos eclesiásticamente canonizados, sólo Beatos, a ellos también los he juntado en este Coro Celestial de intercesores en nuestras necesidades.

Oremos durante el Mes de Noviembre con las Letanías a los Santos de América, comenzando mañana fiesta de Todos los Santos y haciéndola todos los días de este mes. De esta forma no se interrumpirá nuestra comunión de oración por nuestras naciones y hogares en común.

Santos y Santas de Dios, rueguen por nosotros.



lunes, 30 de octubre de 2017

Perdón, lo siento, soy postmoderno.

Perdón, lo siento, soy post-moderno.



Y no es porque comulgue irrestrictamente con los fundamentos teóricos, o la ausencia teórica de fundamentos que caracteriza al postmodernismo, sino porque soy de la generación postmoderna. Nací en la década que dio a luz al postmodernismo, me he venido moldeando con él y amalgamando con él. El espíritu rebelde y contestatario que estuvo en el trasfondo de este movimiento cuya génesis se dio fundamentalmente en el ambiente estético de las artes y que luego se expandió a lo social y cultural y, que no dejó sin afectar los absolutos todo poderosos de la razón y la fe le han dado a mi intelecto (cuando hablo de intelecto me refiero a pensamiento y emoción interactuando inseparablemente)  el contexto de su desarrollo.

Los valores y principios del modernismo, que intentaron cumplir la profecía de la ilustración rápidamente se derrumbaron como castillos de naipes. La omnipotente lógica no pudo destronar por completo a la intuición, la razón a la emoción. El modelo científico con su incuestionable método científico se convirtió en una paradoja ante el subjetivismo en donde la imposibilidad de la objetividad quedó en evidencia ante la realidad de su imposibilidad paradigmática, lo que la redujo claustrofóbicamente a los pasillos de las universidades y academias, pero que se rindió ante la indiferencia  pragmática de un hombre al que no le interesó más la existencia de verdades absolutas y se abrió paso a lo inmediato, a lo inmanente y lo relativo.

Cómo le duelen a los históricos totalitarios que aún persisten estas dos piedras en el zapato: la indolencia y el indiferentismo que predomina entre los millennials y que se arraiga fuertemente en la generación siguiente: la generación “Z”. Estas dos generaciones que no conciben el mundo sin tecnología, sin la velocidad de las conexiones, sin los datos y metadatos, sin los gigabyte y terabytes para acumular bibliotecas enteras de información inútil.

Mi generación, la generación “X” y no precisamente de los “X men”, le queda un sombra del modernismo en su ADN intelectual, nos tocó el coletazo final de los absolutos, incluyendo los valores. Todavía a los cuarentones como yo, nos pega el orden caótico de la realidad en la que vivimos, y eso que yo me encuentro ubicado geográficamente en una nación que retrocedió 60 años en 20. Que impuso por la fuerza la mediocridad de las ideologías y las utopías no moribundas sino difuntas y enterradas desde los años 90 para acá.

Soy posmoderno, aunque no comulgue con el egocentrismo desmedido que generó la relativización de todo. Soy una especie de hibrido entre la modernidad que cree que hay absolutos que siguen siendo absolutos a pesar de la apatía y la indiferencia del posmodernismo que vende y se lucra cual amo feudal de otrora, porque el posmodernismo también se insertó en el mercado, convirtiéndose en un negocio rentable de venta de chatarras. Chatarra psudo-intelectual, pseudo-filosóficas –aunque a comienzos del siglo XXI declarase el fallecimiento oficial de la filosofía- de chatarra psudo-psicológicas abarcando los amplios espectros de las estrategias motivacionales y de autoayuda (ante la proliferación desmedida de gentes deprimidas e insatisfechas) y, más recientemente de la chatarra pseudo-espiritual que vende un espiritualismo sin Dios, una divinidad sin personalidad y por ende sin exigencias.

¿Dónde termina en mí la modernidad y comienza la postmodernidad? No lo sé. Lo que sí sé es que la postmodernidad no es una enfermedad que se cura con la vacuna de traer el pasado y sus sólidos principios de vuelta. Un día me entusiasme cuando en un seminario de teología se hablaba de la urgente y necesaria vuelta a los orígenes y se proclamaba que el camino de los discípulos de Cristo pasaba por el resurgimiento de un Nuevo Pentecostés y el rendimiento del corazón al Espíritu que movió a los cristianos del primer siglo de nuestra era. Me levante entusiasmado y aplaudí con fuerzas, era lo que estaba esperando. La desilusión llegó cuando entendí que ese volver al pasado, ese espíritu de renovación no iba a pasar más allá del Siglo XVI. Que la iglesia ante los embates de la postmodernidad se iba a refugiar en los puertos seguros del enclaustramiento y que la propaganda actual es meter en el arca a cuanta oveja incauta quede para luego cerrar las puertas y tirar la llave.

Me pregunto ¿Por qué no atinamos a dar con la fórmula correcta que estremezca al hombre de hoy con el Evangelio de Cristo, siempre “nuevo”, siempre “vivo” y “vital”?

Creo, y será la idea con la que concluya esta reflexión, que no nos hemos bañado suficiente en las aguas de la postmodernidad para entender al ser humano que la vive, la siente, y la trasmite. 

Desde el inicio, cuando nos dimos cuenta del empuje y auge que estaba cobrando este movimiento -altamente peligroso para el cristianismo en todos sus frentes, dimensiones y formas- fue reaccionar ante ella, como el que da un salto hacia atrás ante la presencia de un culebra venenosa. Era la década de los 90, todavía recuerdo una semana de actualización filosófica en la que participé, fue toda dedicada a atacar a la postmodernidad, satanizarla, exorcizarla y hacerle la cruz.

Lo más sensato hoy a casi 50 años de postmodernidad es que aprendamos a fluir con ella, para develar sus misterios y aprovechar sus debilidades. Y por cierto, el concepto fluir no es postmoderno, es más antiguo pertenece a Heráclito de Éfeso, filósofo anterior a los endiosados  Platón y Aristóteles a quienes debemos el fracaso del modernismo.

Perdón, soy postmoderno… aunque no comulgue con muchos de sus principios, características y criterios.

domingo, 29 de octubre de 2017

Etty: Vida y Oración

“Dios mío, me gusta quedarme en el calor de la seguridad, pero no me rebelaré cuando tenga que afrontar el frio si usted me guía con su mano. Esté donde esté, buscaré irradiar un poco de amor de ese amor verdadero hacia el próximo que está en mí. No quiero para nada ser algo especial, quiero solamente tratar de llegar a ser la que ya está en mí, pero que busca su pleno desarrollo” (Diario 1942).

No creo necesario hacer un comentario complementario a esta hermosísima oración de “abandono”, de “entrega” y “confianza” infinita en el amor de Dios.

¿Cuántas veces le hemos pedido a Dios: “aleja de mi este cáliz”, apropiándonos de las palabras de Jesús en la agonía de Getsemaní, como si nuestro suplicio tuviese comparación con del Señor? Muchas, creo yo, más de las que nos gustaría reconocer, e incluso ahora mismo nos hacemos las víctimas de nuestro propio desacierto histórico, y elevamos súplicas incesantes y de rodillas para que Dios ponga fin a esta lenta pero “segura” agonía que está socavando las raíces de nuestra fe, de nuestra esperanza y sobre todo de nuestra confianza en Dios, aquella que nos permite soñar un mañana y buscar un destino común mejor, más pleno y sano.

Etty –les dije que la tendríamos presente, muy presente en nuestro itinerario espiritual- hoy nos muestra una faceta inimaginable de la voluntad de Dios: Él, en ciertas circunstancias, sólo puede tomarnos de la mano, para que transitemos el valle del dolor. 

Te invito a meditar y a orar: “Vive, Ama, Medita, Ora. Ora, Medita, Ama, Vive”.

sábado, 28 de octubre de 2017

La Palabra que sale de la boca del Señor no vuelve a él vacía


¿Pensamos y creemos que Dios sólo habla desde los púlpitos de las iglesias? ¿Realmente somos tan cortos de vista que creemos ciegamente tener la exclusividad de la voz de Dios sobre el mundo? “Dios podrá sacar hijos de Abrahám hasta de estas piedras” (Cf. Mt 3,9)


Paseándome por los espacios virtuales de mis amigos, me he encontrado mente, intelecto, corazón, alma y espíritu. La interacción de los espacios virtuales nos permite interactuar, compartir y comentar cual amigos sentados en bar compartiendo la delicia de una conversación inteligente y un café.

Muchas veces escuchamos en el Templo: “llévense a Dios con ustedes”, yo lo decía con bastante frecuencia y también, “no me dejen enclaustrado al Dios que quiere pasear por la calles y avenidas que ustedes recorren a diario”.

Nunca me pregunté si la gente entendía lo que aquellas afirmaciones expresaban y tampoco le pregunte a la gente si lo hacían o cómo lo hacían. Supongo que para algunos llevarse a Dios consigo es ir a rezar un rosario en casa de alguno vecino, familiar o amigo; hacer el cenáculo en la capilla cercana a la casa, fuera del templo principal de la comunidad, reunirse entre amigos en la noche y hacer la oración. La verdad no lo sé.

Lo cierto es que llevar a Dios consigo no es solamente portar una cruz colgada del cuello y una camándula en el bolsillo. Llevar a Dios por los caminos del mundo es plantearse los problemas de la presencia humana en la complejidad de un tiempo marcadamente postmoderno, donde la religión dejó de tener influencia directa sobre la vida de las personas y se convirtió en un accesorio más, una prenda accesoria, importante si, pero no indispensable ni determinante a la hora de encontrar el sustento y la esencia de la existencia humana.

En el mundo virtual, me he encontrado con personas reales que están haciendo teología apócrifa, filosofía y ética. Que están lanzando al viento de las redes sus convicciones espirituales y místicas que no llevan aroma a incienso o a cirios quemados en templos.

A través de estos nóveles contemplativos Dios se abre paso en este mundo alterno que por ser virtual, no deja de ser real, y en el que así como algunos esconden su verdadera personalidad detrás de la figura de un avatar, en otras tantas, muchos aprovechan para quitarse las máscaras de las apariencias con las que viven día a día, para pasar inadvertidos en un mundo al que no le importa.

“Mi Palabra que sale de mi boca, no volverá a mi vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié” (Isaías 55,11)

Dios nos está hablando desde lugares inesperados. Nunca se ha detenido, su Palabra corre a raudales por los ríos de una nueva generación de místicos que se preguntan por el sentido de sus vidas y traslucen la esencia de Dios en sus respuestas.

Un pétalo, de este nuevo rosal es este pensamiento que me permitieron tomarlo prestado y ponerlo aquí como luciérnaga que rompe el silencio de la oscuridad:

“Aunque a veces no entienda lo que está pasando justo en este momento, decido confiar en el proceso de la vida. Me convierto en una observadora consciente de lo que no puedo controlar, y reviso lo que me viene a mostrar, tengo certeza de que Dios está colocando en mi camino los maestros que requiero para mi evolución espiritual.

Declaro que acepto sin resistencia lo que el universo me trae. Aprendo y suelto, con la certeza de que no tengo que aferrarme a nada, ni a nadie. Porque cada cosa tiene su lugar. Cedo mi deseo de controlar todo, me hago cargo de lo que me corresponde, acciono donde puedo hacerlo.

A lo demás me entrego con los ojos cerrados, fluyo con la armonía perfecta del universo, cuya sabiduría es mayor a lo que pienso o siento aunque ahora mismo no la comprenda del todo”.
(Auris C. Albornoz Q.)

P. Yerko Reyes Benavides

miércoles, 25 de octubre de 2017

¿Cuándo es tarde?

"Una noche soñé lo que creí era improbable. 
A ti, mi Señor, te soñé.
Y ahora, sólo quiero que pronto llegue la noche"

La mayoría de los sueños son expresiones del yo interno, en el que el "yo" realiza aquello que en vigilia se anhela. En los sueños se cumplen deseos, se encuentran las respuesta (a veces inimaginables si estamos despiertos) a problemas que en estado conscientes no podemos llegar  -y aparecen ahí delante de nosotros-, se expresan los temores, se ponen a prueba las fobias.  

En los sueños somos quienes queremos ser (intuitivos y no tan racionales), vamos a donde nos gusta, hacemos lo que nos agrada, tenemos incluso poderes especiales para afrontar las dificultades cotidianas, a las que el inconsciente convierte en monstruos en nuestro onírica faena. 

Así que pues, mucho de lo que pasa en los sueños no es sólo fantasía o simple imaginación, son el lenguaje que utiliza nuestro yo interior para comunicarse con nosotros, y de ahí la necesidad de prestarles atención.

Aunque la ciencia nos diga que no hay noches sin sueños, muchas veces nos pasa que despertamos y de sueños nada; ni si quiera nos damos a la tarea, aunque sea por un instante de pensar si soñamos o no. Así pasa la mayoría de las noches, pero, les cuento, lo que me paso al despertar un día: aquella noche soñé lo que cría impensable, ¡y vaya que he tenido sueños locos!pero así son los sueño; a veces raros, a veces extravagantes, a veces dan miedo y a veces son hermosos... aquella noche soñé que hablé con Dios.

El problema que tienen los sueños que al despertar no se recuerdan exactamente  como se soñaron, en el paso de la inconsciencia del dormir a la consciencia de estado de vigilia, una gran parte del sueño se olvida o incluso todo se vela, lamentablemente se pierde.

Del sueño, en cuestión, recuerdo momentos fugases, como pequeñísimas memorias de haber vivido eso, de haber sentido aquello, pero sobre todo de haber estado antes ahí, en ese lugar y con esa persona, que no me resultaba desconocida, ni me infundía temor alguno; fue la sensación de estar con alguien con el se ha estado toda la vida. 

No vi nubes, no vi cielos, tampoco portones o dinteles, ni moradas o palacios, sólo lo vi a él, más no puedo decir cómo es, no había rostro, no porque no tuviera, ni porque no me lo quisiera mostrar, al contrario él me decía: “Mírame” y yo le decía: “No necesito ver, solo escuchar", y yo insistía:  "Tengo una pregunta que hacer”.

Vi su mano sobre mí. No era especial, no refulgía, no tenía forma de otra cosa más que de una mano, eso sí cálida cuando la puso en mi cabeza. Y escuche: “¿Qué quieres preguntar?"

Y fue en ese momento, como el que abandona los límites de su cuerpo que me vi; no era yo, pero si era yo. Aquel que preguntaba a Dios era un niño que con mis ojos miré, el conversaba con Dios tan placida y alegremente, no se parecía a mí, pero era yo; estaba seguro, uno se conoce a sí mismo, aunque nos cueste reconocernos. 

Y, al verme, me ahí junto a Dios, me fui acercando sigiloso, como un espectador, pero más que nada como el que anhela hacer la pregunta que no se ha hecho y que aguarda la respuesta que no se ha dado. Me fui ubicar cerca de aquel  lugar, no tan cerca que pudiera interrumpir, mas no demasiado lejos para no dejar de escuchar lo que se susurraban aquel niño y Dios.

“Pregúntame”, dijo Dios, con calma, con una voz suave, cómo aquel que ha respondido millones de preguntas y una más no exaltan su ser, al contrario, la torna tierno, sutil, amable. Y pregunté. 

De pronto no estaba en mi propio cuerpo, sino en el de aquel niño... y pregunté y volví en mi... fue ahí cuando la pregunta resonó  dos veces, al mismo tiempo, porque fue hecha por el niño que era yo y yo mismo que lo contemplaba a la distancia; salió al unísono una única pregunta pronunciada por dos bocas y sentidas en un solo corazón:

“¿Cuándo es tarde, Señor?”

Cerré los ojos para oír mejor la respuesta… pero como sucede con los sueños, no todo se recuerda, hay lagunas en la memoria, saltos del recuerdo; no escuché la respuesta y caí en cuenta que ya había despertado, el alba comenzaba a despuntar en el horizonte: aquel día amaneció temprano.  

Por más que intento hacer memoria, no recuerdo qué dijo Dios, no logro dar con su respuesta. Sólo recuerdo que ya no estaba en aquel lugar, y Dios ya se había marchado, mas mi sentir era que se había quedado... (hoy lo entiendo, nunca se fue). 

Mi memoria solo alcanza a recordar una afirmación pronunciada en forma de un suspiro, un pensamiento intenso que aceleró mi corazón y le dio paz a mi ser, alegría a mi existir, tranquilidad a mi espíritu... así tanto que no amanecía así...

“Quiero que sea tarde, para comenzar temprano a amarte”. 



Yerko Reyes Benavides

(Texto inspirado en la oración de San Agustín).


Tarde te Amé

"¡Tarde te amé,
hermosura tan antigua y tan nueva, 
tarde te amé! 

Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, 
y así por fuera te buscaba; 
y, deforme como era, 
me lanzaba sobre estas cosas
 hermosas que tú creaste.

Tú estabas conmigo,
 mas yo no estaba contigo. 

Reteníanme lejos de tí 
aquellas cosas que,
 si no estuviesen en ti, 
no existirían. 

Me llamaste y clamaste, 
y quebrantaste mi sordera; 
 brillaste y resplandeciste,
 y curaste mi ceguera;
 exhalaste tu perfume, 
y lo aspiré, 
y ahora te anhelo; 
gusté de ti, 
y ahora siento 
 hambre y sed de ti; 
me tocaste, 
y deseé con ansia la paz 
que procede de ti"
-
-San Agustín-

lunes, 23 de octubre de 2017

Mil y Un Pasos en el Camino de la Esperanza


“Ya recorrí una parte del camino, a veces con gozo, a veces con sufrimiento, pero siempre con una esperanza desbordante en el corazón. Porque el Señor y Nuestra Madre María siempre me han acompañado.

Si Dios me diera a escoger, no iría por otros caminos diversos de éste. Por haber esperado en el Señor la felicidad y el gozo nunca me han abandonado y no he conocido sino el amor.

Hoy Dios me concede unos momentos de intimidad con Él. Como lo deseaba desde hace mucho tiempo, comienzo a escribir para ti estos modestos pensamientos del corazón,

La experiencia de una vida. Son las confidencias de un padre. No te diré nada muy nuevo, quisiera sólo recordarte algunas recomendaciones que ya han llegado, tantas veces, discretamente a tus oídos y a tu corazón.

En medio de las agitaciones de este mundo, haz el silencio en ti para meditar estos pensamientos que me salen del corazón.

Deseo que estas reflexiones sencillas y sin rodeos Puedan iluminarte, pacificarte y hacer de ti un apóstol, un hombre (mujer) de oración y de amor”.

François-Xavier Cardenal Nguyen van Thuan

No he querido interrumpir el hermoso pensamiento que el Cardenal vietnamita, 18 años preso por ser el representante de un Dios al que el Comunismo quería asesinar, nos ofrece en este libro que, ahora pongo en tus manos.

La espiritualidad no es un momento, un éxtasis fugas y pasajero que, estremece por un instante el alma y la conmociona pero  que se diluye con el pasar del tiempo. La espiritualidad es un itinerario. No consiste en frases y pensamientos bonitos, sino en una relación que se va haciendo cada vez más intensa, más provocativa, más intensa, más madura e incluso más sensual con Dios Padre, en el Hijo por el Espíritu Santo.

Demos un paso más en este recorrido, en este caminar hacia la madurez espiritual. Fortalezcamos a través de la experiencia de los hombres nobles y sanos interiormente nuestra relación con Dios para llevarla a otro plano: al de la trascendencia.

Querido lector en tus manos pongo: “Mil y Un Pasos en el Camino de la Esperanza” del Cardenal Van Thuan (pronto por la gracia de Dios Beato para la Iglesia)

sábado, 21 de octubre de 2017

Etty, Mística Judia

Pensaba guardarme esta sorpresa unos días más

Esperaba poder resistirme a la tentación de hablar de este pequeño y gran amor espiritual que he mantenido en secreto por un tiempo. 

Un amor que he encontrado en una mujer excepcional, una joven que  a sus  29 años pudo navegar con las velas abiertas en las aguas más profundas de una controvertida espiritualidad y un renovado misticismo. Ella, cuando habla de sí misma se dice  “una chica” normal.


Nació el Middelburg (Holanda) el 15 de enero de 1914. Murió el 30 de Noviembre de 1943, en los campos de concentración Nazi en Auschwitz, Polonia.

Este es un amor que sólo es posible bajo la gracia de Dios, ya que pertenecemos a épocas diferentes de la historia, momentos distintos de la gracia que Dios derrama en las personas e incluso correspondemos a religiones dispares. 

"Etty" como cariñosamente la llamamos sus amigos, puesto que yo me considero, desde hace unos meses atrás, cuando la conocí, uno de ellos, nació profesando el judaísmo como su religión, y precisamente por ser judía fue sometido su cuerpo a la barbarie del nazismo de la segunda guerra mundial. Digo que su cuerpo porque Etty voló entre las nubes más altas del cielo, a  donde los hombres, y en este caso ella, alcanza la dicha interior porque sus alas espirituales se despliegan en todo su esplendor y vuela tan alto, a donde jamás llegará tirano, dictador o  autócrata que pueda aprisionar el ímpetu, la libertad, la fuerza y la determinación de un espíritu que nació para ser libre.

Tendremos tiempos de conocer más adelante un poco más de su Biografía cuando nos vayamos internalizando en su Diario. Escrito que realizó entre los años 1941 y 1943, en donde llevados de su propia pluma, como quien toma de la mano a un niño, ella nos conducirá a las profundidades de su espiritualidad y de su relación de amor con Dios.

No me aguanto hasta el 30 de Noviembre para celebrar el 74 aniversario de su martirio.  Si, de su martirio, porque aunque no compartió la misma fe en la divinidad de Cristo, se “arrodillo” con humildad en la presencia del mismo Dios. 

Etty nos enseñará a navegar espiritualmente por las aguas de la adversidad.

Una pequeña muestra de su riqueza espiritual, que aprovecharemos al máximo en estos tiempos convulsionados:

“Dios, cógeme de tu mano, te acompaño obedientemente, sin resistirme. No rehuiré nada de lo que me llegue en la vida, lo asimilaré con todas mis fuerzas. Pero dame de vez en cuando un breve instante de tranquilidad. Tampoco pensaré, en toda mi inocencia, que la paz, en caso de que me llegue, vaya a ser eterna. También aceptaré la intranquilidad y la lucha que volverán a continuación. Me gusta estar protegida por el calor y la seguridad, pero tampoco me rebelaré si entro en el frío, siempre y cuando sea de tu mano. Iré a todas partes de tu mano y quiero procurar no tener miedo .Intentaré irradiar algo del amor, del verdadero amor humano que hay en mí, en cualquier parte que esté”. (25 de Octubre de 1941)

jueves, 19 de octubre de 2017

A los hombres y mujeres de hoy y de ahora

A los hombres y mujeres de hoy y de ahora, a los jóvenes que tienen ímpetu de la juventud arraigada en el cuerpo, a los mayores que voltean la mirada hacia atrás, al lugar de sus mejores recuerdos.
A todos los noctámbulos, a los que se fueron a dormir pero algo les merodeaba entre alma, corazón e intelecto, y se levantaron a escribir, como yo ahora.

A los que leerán este escrito antes de dormir o los que lo harán al despertar. No importa el momento o el lugar. No importa si fue antes o después. Lo que verdaderamente importa es que ahora, justo ahora, si lograrás capturar la esencia de lo que pueden provocar tres palabras y una frase en lo más íntimo de tu interioridad: de ahí desde donde salen las grandes determinaciones de la vida.

En las peores adversidades, en las circunstancias más difíciles, en los momentos más terribles Dios ha suscitado hombres y mujeres extraordinarios que, como faros en medio de las penumbras de la noche y la niebla del amanecer han guiado con sus virtudes y su fe inquebrantable a quienes habían perdido las esperanzas.

Son en las “noches oscuras” –Santa Teresa de Jesús-  como estas, dónde Dios despierta el talento y el talante de los buenos y nobles de corazón, de aquellos que la historia, y la no muy lejana, porque el mañana tiene sus albores hoy, reconocerá como santos y  santas.

Y, aunque la gran mayoría de ellos, no estén en los altares de los templos, guiarán, conducirán, soportarán, orientarán, sustentarán el despertar  de muchos en la construcción de un mañana mejor, donde haya un “verdadero porvenir”.

De ahí esta frase tan peculiar, tan significativa y tan poderosa que la entenderán los de mente abierta a la sabiduría del Padre; los de corazón expandido a la misericordia de Hijo y, los de espíritu fortalecido en la gracia del Espíritu:


“Contento Señor, contento”


lunes, 9 de octubre de 2017

No preguntes ¿Cuánto me amas? Asegúrate de preguntar ¿Cómo me amas?


Hay amores que definitivamente no son amores. Hoy día, respecto al amor a casi cualquier cosa le damos ese nombre, desvirtuando su significado, envileciendo su sentido, depravando su expresión y corrompiendo su esencia. Hace algún tiempo aprendí a decir no. Si ese es el amor con el que me vas a amar, no lo quiero, prefiero seguir amándote sin que me ames. La cantidad de amor es efímera, una ilusión, una nube que la desvanece el viento en el firmamento de la vida.

Hacía tiempo que quería dedicarles unas líneas de espiritualidad especialmente a las mujeres, abordando este tema del amor. Son ustedes damas las que sustentan con su entrega y servicio, con su tiempo y recursos, con su disponibilidad, aguante y resistencia la vida de los hogares “cristianos” y también el funcionamiento de muchas de nuestras iglesias; por no decir, que ustedes las mujeres son un pilar indispensable, sin el cual, el edificio espiritual de la Iglesia del Señor, no se sostendría.

Teniendo ese deseo en mente no había encontrado la excusa para sentarme a escribir en forma y formalmente sobre esta propuesta que lo dice todo con el párrafo de inicio. Sin embargo el pretexto llegó, como llega la inspiración al artista que se pasea rondando la tela de su pintura sin definir en su mente, pero más que nada en su alma lo que anhela plasmar en el lienzo. Buscando una canción, una melodía me encontró a mí.

Como ya he manifestado en otras ocasiones, el leguaje predilecto con el que Dios se comunica al corazón del hombre, entre otros es la música, la melodía, el ritmo que no necesita entender un idioma en específico para dejarse arrebatar por su encanto e impulsar al alma a la comprensión del misterio que Dios quiere revelar, que se realiza en la proyección del espíritu y la trascendencia del alma.

A ustedes mis hermosas damas, las han “programado” social, cultural, psicológica y religiosamente para “ser objetos del amor”. Si, leyeron bien. No quise ni si quiera disimular un poquito, ni ser sutil en esta afirmación. El modelo y paradigma predominante aun en nuestro tiempo es el “patriarcal”, es decir, que el que lleva las riendas de la sociedad es el hombre, por mucho que a la mujer se le “haya permitido” ponerse los pantalones. Y en el amor la mujer no es sujeto ni protagonista, sino objeto de este. Lo triste es que muchas veces esto se da bajo su consentimiento.

El modelo de sociedad imperante y la estructura paradigmática que sostiene ese modelo sigue siendo “falocéntrico”. Un pequeño ejemplo de lo que estoy afirmando es ser testigo de la enseñanza de una mamá a un hijo varón insistiéndole que los “hombres no lloran”. La delicadeza, la suavidad, el detalle, los gestos, la coquetería, la ternura, la subordinación, la afección, entre otros muchos términos en los que se expresa el amor, fueron adjudicados a la mujer más que al varón, y, los siguen siendo –sutilmente enmascarados- a pesar de la  proclamada “liberación femenina”.

Se puede decir, sin lugar a dudas que quien sufre por el amor, en el amor, y desde el amor es la mujer. Todo el peso de la sublimidad del amor recae en la femineidad. Desde pequeñas se les dice, sin decirles, se les enseña sin escuela, que la fundamental vocación de la mujer es el matrimonio y la procreación. Las niñas chiquitas juegan a ser mamá, antes que doctoras, arquitectos, abogadas o maestras.

Uno de los primeros regalos que recibe una niña es una muñeca, que termina en el inconsciente de aquella criatura que no ha desarrollado todavía la conciencia, su hija. Parece una locura y  quizá, una exageración de mi parte, pero las niñas juegan sin saber y sin que los adultos se den cuenta a “ser madres solteras”. Porque la mujer puede abandonar el hogar, pero no al hijo.

Decía mi maestro, puesto me considero su discípulo, Erich Fromm, el amor no es exclusivamente un sentimiento, sino un comportamiento; una aptitud más que una actitud y como tal innata. Así pues, como toda destreza o habilidades puede esta desarrollarse a través de la formación, la concientización, la adquisición de destrezas y competencias para expandir su esencia, dinámica y alcance. En otras palabras, el amor es perfectible. Siendo todavía más claros el amor se aprende.

La única dificultad que plateaba Fromm era que no existían los centros especializados para educar en el amor a los seres humanos. Quienes dedican la vida entera desarrollando habilidades y destrezas para ejercer un oficio y sin embargo, a aquello que los define, de lo que en el fondo depende su realización última, lo más importante y relevante de su existencia, apenas si le dedican un somero cuidado y se lanzan a él como el que se lanza a juagar ruleta rusa, al azar y la suerte.

Ante esta panorámica, lamentablemente a quien se le impone el “peso” de este modelo de amor es a la mujer, que sale más lastimada, aunque hoy día sean ellas las que soliciten con más frecuencia las actas de divorcio civil. Peor es el panorama, si siguiendo el sueño con el que encantan a toda niña, ese del velo y la corona, la “tortura del amor” se prolonga como una grifo que va escurriendo gota a gota un sufrimiento, que a todas luces no merece llevar, puesto que la iglesia, si es católica no les permite contraer nuevas nupcias sin incurrir en un pecado mortal que las separa de la comunión.

Aunque la sociedad de hoy se ha desenmascarado de muchos tabúes, las generaciones “Y” y “Z” (para profundizar en este tema te recomiendo el siguiente artículo: ¿A quiénes se parecen los hombres de esta generación?), aparentan en lo exterior una irrelevancia a estos sufrimientos que eran un silicio en las mujeres de las generaciones anteriores; sin embargo ven como un alivio el ablandamiento otorgado por el Papa Francisco en los procesos canónicos de Nulidad Matrimonial.

El amor entre el hombre y la mujer, en la convulsionada época en la que vivimos, y pasar de es torbellino imparable de informaciones que más que informar desinforman,  no ha quedado obsoleto ni mucho menos descontinuado ante las emergentes “formas” alternativas del amor que proclaman la agonía del amor heterosexual. Y aquí añadimos otro aliño al sancocho de confusiones de lo que amor representa y significa ahora, lo que fue antes, a lo que puede llegar a ser mañana (donde civilmente una “amante de los gatos” contraiga matrimonio civil argumentando su enamoramiento hacia su mascota) y lo tendremos que ver como algo “normal” y “natural” en aras a la igualdad de géneros.

Si estamos como estamos, con todo este entrabado panorama, donde el amor ya no es amor, el amado y el amante ya no se distinguen entre sí. Tendríamos que gritar auxilio. Miro hacia la generación “A”, si ya se nos acabaron las letras del abecedario para designarlas, tendremos que comenzar nuevamente desde la primera letra, que son los niños entre 0 y 7 años, quienes no han desarrollado todavía personalidad, carácter y sobre todo conciencia de sí mismo el mundo tan irreverente, insensible, desenamorado en el que le va a tocar vivir. Mis pobres niñas, sobre todo.

Amar no es lo que nos han dicho que era. No te quedes con lo que te han informado del amor, ni mucho menos te vayas a aferrar a tu experiencia, puesto que en este caso no te sirve de nada, porque en vez de haber aprendido a amar, los fallos, los desencuentros, los errores, entre otros, lo que han provocado es que desaprendas aún más lo que es amar de verdad.

No hay universidades del Amor, no existen los centros de formación para el amor. Así que el amor sigue siendo un “vivencia sujeta al azar”, a la suerte y con suerte toque algo bueno en la lotería cada vez más caótica de nuestra sociedad actual.
Nunca preguntes ¿Cuánto me amas? Esa es la pregunta más tonta y más inútil que se puede hacer del amor. Pregunta, indaga, intuye, que para eso eres buena: ¿Cómo me amas? y te darás cuenta que la mayoría de las veces no eres amada como mereces y tampoco amas como el amado merece tu amor.

Te recomiendo que complementes la lectura de este artículo con: El Arte de Amar. El Amor es un Arte y, también puede ser de tu interés: La Medida del Amor es el Amor de Dios. Sin embargo, apenas si se hecho con este artículo un pequeña introducción en este tema tan complejo.

Al cerrar este artículo, no he olvidado lo que me inspiró a desvelarme más de la cuenta para no dejar pasar la inspiración y plasmar, espero en el lienzo de tu corazón el anhelo de un Amor mejor, el más grande amor, el de Dios; pero también el del hombre, que te pueda amar bastante cerquita a como Dios te ama. 

No te mereces menos. No menosprecies tu valía a los ojos de Dios, los tuyos y los de los demás. Las líneas de esta canción que te dedico terminarán de decir lo que las palabras no pueden y la melodía si: hacer danzar el alma por los confines infinitos del amor de verdad.

sábado, 7 de octubre de 2017

Curso Bíblico. Herramientas para una Lectura Espiritual de la Palabra de Dios

Para mí como Editor de esta página de Espiritualidad es un honor darle la bienvenida a todos los que la vistan a razón del Curso de Biblia que se está promocionando “On line” y, que tiene esta Revista como plataforma de Descarga de los Archivos que los participantes utilizarán en la formación bíblica que se estará desarrollando en las próximas semanas y que hoy día de la Virgen del Rosario arranca formalmente.

Espero que su visita a esta página no sea sólo ocasional y meramente de transito, sino también sirva de pretexto la descarga de los archivos y documentos propuesto en el Curso, para que se detengan y puedan darse una vuelta por las distintas secciones que ofrece este sitio web, dedicado exclusivamente al tema de la Espiritualidad.

Con la confianza puesta en las manos del Señor que anhela ser encontrado en su Palabra y que, a través de ella nos configuremos según su Corazón, para que seamos en el mundo “imagen y semejanza de su Amor”, encuentren aquí, en Lazos de Fe, Revista Electrónica de Espiritualidad otro espacio de crecimiento, de meditación, de reflexión, de “metanoia” que acuse  hacer las veces y el oficio del “tentador” en el buen sentido; es decir, tentarlos a una conversión total, esencial, substancial, liberadora y trascendental.

A su total disposición. Su servidor. Y con lema de en nuestra búsqueda espiritual de Dios, me despido diciendo junto a San Juan XXIII: “Alegría siempre, paz, serenidad, libertad de espíritu en todas las cosas”


Pbro. Yerko Reyes Benavides

jueves, 5 de octubre de 2017

Prisionero de Amor

Cierro los ojos y al frente de mí, no muy lejos, al alcance de mis manos al estirarlas puedo contemplar la presencia de Jesús Sacramentado. Una custodia muy sencilla, contiene al Dios eterno en la fragilidad de una pequeña hostia; un pedazo de pan que, consagrado en la celebración eucarística, de quien sabe qué día y transubstanciada por las palabras y oración consagratoria de algún sacerdote, el inmutable Dios se quedó atrapado ahí por amor.


Un misterio tan grande que la mente humana no logra descifrar en toda su extensión. Y a propósito de eso, hay alguna medida para medir a Dios en su insensata locura y en su estólida insistencia de dejarse contener por el ser humano. La custodia hecha por las manos del hombre se convierte en una cárcel que atrapa la divinidad y se apropia de su naturaleza para ser expuesta de tanto en tanto en los miles de altares en el mundo.

A mí me provoca gritar: ¡Libérenlo! ¡Suelten a ese privado de la libertad! Mas Él no se deja, se somete a la voluntad de aquel que no siendo digno de tocarlo lo traslada del Sagrario del Templo a la Custodia del Altar. ¿Dios, pasarás por la custodia del corazón del hombre? Me ogobio por tan aislada prisión; me entristezco al ser espectador del prisionero de los templos (construcciones humanas) abandonadas la mayor parte del día. Este prisionero de amor sólo sale una o dos veces al día a tomar aire; una vez al mes se le permite asolearse delante de un puñado pequeño de espectadores, ocupados en sus rezos más que en la contemplación de su amor, de su locura, de la insanía de su amor que humildemente permanece silencio en su reclusorio.

La custodia de las iglesias, como los custodios de los prisioneros en las cárceles velan para que el prisionero no escape. Pero este prisionero no sólo merece escapar, sino ser completamente liberado, llevado en el corazón de quien lo contempla con ojos de amor cada vez que puede.

Para contemplar el misterio del amor de Dios no necesitamos estar físicamente dentro de un templo; para contemplar al amor de los amores, solo basta entender que el mejor sagrario para este prisionero de amor es el propio corazón y la mejor custodia donde se expone son las obras de sus amados.

Basta cerrar por un instante los ojos y ahí estará. Aquella cárcel para este prisionero de amor es demasiado solitaria, lúgubre, triste, oscura, sombría. ¿Alguno se ha quedado en un templo a pasar la noche? Si es así, entenderá lo que digo.

Este prisionero de amor, su cárcel, si es que merece ser prisionero de algo, es el alma de la persona, desde ahí podrá su prisión ser acción amorosa de transformación; tapizará los rincones de la celda del alma con imágenes de ternura renovadora, de perdón incansable, de bondad infinita; afiches con la imagen de su rostro sonriente que va poco a poco transubstanciando no el pan de la ofrenda sino el corazón del hombre.

En la custodia del corazón, este prisionero voluntario del amor, irá constituyéndose en el “dulce huésped del alma”.  Y todo tú ahora serás expresión de un Dios que se libera constantemente a través de tu amor, de tu bondad, de tu misericordia, de tu confianza, de tu fe, de tu solidaridad, de tu caridad, en tus esperanzas, servicios y entregas.  

En definitiva te conviertes no en "el amado" sino en el mismo AMOR de los Amores, a su total y más perfecta imagen y semejanza. 

domingo, 1 de octubre de 2017

El Arte de Amar. El Amor es un Arte


De repente quede pasmado, sin poder moverme, sin la capacidad de darle crédito a lo que por mi corazón y mis pensamientos estaba pasando. Entendí, comprendí, pero no como un acto racional, estrictamente cognitivo; no era yo el cognoscente de la realidad que paralizó por un instante mi corazón. Allí estaba, al fin la respuesta a una pregunta que jamás me formulé, pero que buscaba desesperadamente.

Estaba concentrado dejándome llevar por la melodía interna de una canción cuya letra apenas si logro entender –portugués- idioma que lo leo bastante bien, lo entiendo un poco menos cuando me lo hablan; pero si hay un lenguaje universal, aquel que algún momento unió a todos los pueblos de la tierra en una sola nación y que al querer alcanzar el trono de Dios los dispersó éste, confundiendo su lenguaje y otorgándole a cada grupo un dialecto diferente; aquello que se perdió en Babel (Gn 11,1-9), lo rescató el arte, la música.

Una melodía cuando es bella no importa si está en alemán, francés, inglés, portugués, chino o japonés. La música habla y toca la fibra íntima del alma, aquella que es capaz de entender lo que el intelecto con toda su capacidad jamás podrá. Una persona dotada de un IQ sobresaliente podrá aprender 10  quizá 16 idiomas; sin embargo, hay un lenguaje que no se aprende con el intelecto, sino con el alma y el corazón, ese es el lenguaje con el que Dios se comunica con cada persona; la música, el ritmo, la melodía, las tonadas, los altos, los bajos, se introyectan mejor hacia el alma que un magistral discurso: El Verbo se vuelve melodía. Por eso los niños no caminan bailan al ritmo de su melodía interior. 

Dios se comunica a través del arte, de la música, de la danza, de la pintura y la escultura. Es en verdad un lenguaje universal. Lo que me deja un poquito intrigado es qué quiso decirnos Dios con las obras de Picasso. Pero bueno, esas son aguas de otro afluente.

Con la melodía retumbando en las paredes del alma, la manzana cayó en mi cabeza: el amor no depende de ti aunque te incluye, depende entera y completamente de mí. Una sensación de escalofríos rápidamente recorrió mi cuerpo, como si se rebelase ante la idea. Lo primero que la experiencia te enseña que el amor para que valga la pena ha de ser recíproco. 

¿Para qué amar si no vas a ser amado? Por el amor mismo; por el gozo de amar, por el placer –si lo escribí bien- el placer de amar, porque el amor es placentero.

Llevaba mucho tiempo preguntándome por qué Jesús se entregó voluntariamente, sin oponer resistencia, casi apurando a sus verdugos para que adelantaran la hora de su agonía ¿Estaba desquiciado? Las explicaciones dadas, encontradas y leídas jamás me satisficieron. Pero la respuesta está ahí, en la esencia del amor.

Se ama por el arte de amar. Porque no se puede hacer otra cosa que amar cuando se ha rasguñado la esencia de Dios: “Dios es amor” (1Jn 4,8). Es ahí donde el alma descansa de su agonía, porque no “necesita” reciprocidad para existir; no demanda el amor del amado, sino que lo espera con paciencia, lo anhela con ternura, lo incita sí, mas no lo obliga. 

El amor no es una obligación, una tarea, o un deber, cuando el amor se convierte en una de esas tres cosas entonces pesa, se desfigura y se desvanece ante los escrúpulos, los sentimientos de culpa, el hastió y el tedio… Desaparece y se vuelve rutina. El amor deja de ser fuente de alegría.

Aunque suena extraño, ilógico e irracional, pero lo que me paralizo fue el descubrir la libertad del amor: No te necesito para amarte, te amo porque quiero amarte, porque en el amor hacia ti me edifica, me levanta, me renueva, me libera y si tú me acompañas también a ti te pasará, no porque tengas necesidad de mí para amar, sino porque tú también te liberas amándome. Como te liberas ante el Creador de la melodía que hay en tu interior.

El amor entonces no es una prisión, una debilidad de la humanidad como alguna vez leí de un autor que no me acuerdo su nombre, como te pasará a ti conmigo, pero lo importante es que con el tiempo recordarás haber leído esto: que “el amor es el signo más evidente de la debilidad del ser humano”.  Pues no. No es así.

Al contrario, el amor es el signo más evidente de que el hombre no queda atrapado dentro de los límites del tiempo y del espacio, sino que es por naturaleza apto a la trascendencia a la eternidad. Con esa convicción fue Jesús a la Cruz y de Jesús como un capullo, en la Cruz  se encumbró sobre todos los hombres en  y por el amor, y luego del vientre en gestación por la agonía y el parto de la muerte en Cruz, la oruga desplegó  eternamente sus alas; su nombre: Cristo, el Señor.

Ama y se libre, ama por que sí, si razón, sin argumentos, sin lógica. Ama porque el amor es un arte y todo arte tiene su forma de expresarse, pero también tiene técnicas de cómo aprenderse. Ama, porque amando sientes paz interior.
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“Eu quero ser pra você A confiança, o que te faz Te faz sonhar todo dia Sabendo que pode mais”. Un pedacito de la canción.