jueves, 22 de noviembre de 2007

Métodos para la Lectura de la Biblia II

Los Salmos de la Biblia nos ofrecen una hermosa oportunidad de meditar la Palabra de Dios y a la vez, hacer oración. En este segundo método, te presentamos una ocasión para conocer, orar y amar a través de la Biblia.

El nombre de salmo proviene del griego psállein, que significa originariamente tocar un instrumento. El contenido de los salmos es de índole lírico-religioso, aunque también se hallan cantos épicos, fragmentos didácticos y oráculos proféticos. Este libro de la Biblia también es denominado: salterio o libro de las alabanzas (según la tradición judaica). No te extrañes si al orar con los salmos sientes ganas de cantar; el canto es el fundamento de los salmos.

Segundo Método: “Lectura Rezada”.
Los salmos son la expresión de la vida hecha oración. En el salterio encontramos salmos de alabanza, gratitud, petición de perdón, y protección; salmos que expresan alegría, dolor, tristeza, humildad. La lectura rezada de los salmos se aviene perfectamente a tu estado y necesidad espiritual. Escoge un salmo (guíate por los títulos) según esa necesidad espiritual que tienes; toma posición exterior y actitud interior de oración. Sosegate e invoca al Espíritu Santo: Ven Espíritu Santo y envía desde el cielo tu luz…

Comienza a leer despacio, muy despacio. Al leer trata de vivenciar lo que lees, es decir, trata de asumir aquello, decirlo con “toda el alma” (eres tú quien habla a Dios con esas palabras), haciendo tuyas las frases leídas, identificándote con el contenido de esas expresiones o significado de las frases.

Si te encuentras con una expresión que te dice mucho, para ahí mismo,. Repítela muchas veces, uniéndote mediante ella al Señor, hasta agotar la riqueza de la frase, o hasta que su contenido inunde tu alma.

Si no sucede esto, prosigue leyendo muy despacio, asumiendo y haciendo cordial el significado de lo que lees. Para de vez en cuneado. Vuelve atrás para repetir y revivir las expresiones más significativas.

Si en un momento dado te parece que puedes abandonar el apoyo de la lectura, deja a un lado el salmo y permite al Espíritu Santo manifestarse dentro de ti con expresiones espontáneas e inspiradas que continúen con tu vivencia la oración que has iniciado con el salmo bíblico.
Esta modalidad, fácil y eficaz siempre, ayuda de manera particular para dar los primeros pasos, para las épocas de sequedad o aridez, o simplemente en los días en que no sale nada por la dispersión mental o la agitación de la vida.

Referencia: Lazos de Fe, Año 1, Nº 4, Junio 2003

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