jueves, 31 de diciembre de 2020

Dios nos sigue hablando en su Hijo Amado, Verbo Encarnado

En esta ocasión, cuando nos proponemos a hacer una meditación que le dé un cierre a un año atípico, nos valemos de la Palabra de Dios, pues sin ella nada de lo que acontece tiene un verdadero y real propósito, una intención que apunta más allá de lo inmediato, y que sólo es acogida, en el corazón de aquel que es capaz de confiar plenamente, en el amor de Dios.

Muchos han esperado este día, último del año, con la ilusión (más propia de un pensamiento mágico y mítico que real) que terminado este ciclo se acabarán los males que nos aquejaron en sus días ya a punto de terminar. Sin embargo, lamento de entrada desilusionarte, pero no va a ser así, como solía decir Jesús: “A los pobres siempre los tendrán, más no al hijo del hombre” (Cf Mc 14, 7).

Lo que sea que estemos esperando que se quede atrapado con el año viejo, nos estará esperando en el año nuevo; pues el tic - tac que marca las 12 es sólo ilusión. 

Y ahí amigo, reside el punto de esta reflexión: Dios ha venido, lo hemos acogido, incluso lo hemos contemplado con ojos de ternura.

Mateo y Lucas nos han contado su versión de cómo Dios en estos días nos ha visitado, ha llegado, se ha paseado entre nosotros. Su forma de relatárnoslo nos anima a creer que lo sobrenatural acoge en su naturaleza celestial nuestra naturaleza mortal, y así, Dios se hace carne, uno como nosotros: “Dios hecho hombre”.

Ahora bien, sin desistir en abrir el corazón al misterio de Dios, necesario es ir más allá de los hechos –historias- y también de los mitos y, presentar espacial atención a lo que nos sigue proponiendo pues ese Dios en el que creemos; el Dios en el que confiamos, y el Dios en el que esperamos, nos sigue hoy hablando. Escuchemos lo que el Verbo de Dios nos dice, en forma destacada, por medio del Evangelista Juan.
"En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió". 
(Juan 1,1-5.ss)
Hoy te animo a dejar quietas las maletas que paseas por las aceras, a soltar el fajo de billetes que aprietas con desafuero, a que el amarillo no sea el color con lo que revistes tu intimidad. Hoy te invito a entender y también reconocer que: 
  • No es que Dios se haya desentendido de nosotros a lo largo del tiempo. Al contrario, él se ha hecho presente de muchas maneras.
  • No es que Dios haya apagado la luz de su bondad y de su misericordia, dejándonos bajo las tinieblas de nuestra arrogancia y en la oscuridad de nuestro pecado.
  • No es que Dios haya guardado silencio por largos años y dejado sin la voz divina que guíe a la humanidad día a día en su caminar.
  • No es que Dios nos esté castigando por algo que no entendemos, o si que lo sabemos pero igual preferimos hacernos los desentendidos para no asumir las consecuencias de nuestros actos.
  • No es que Dios haya dejado de actuar y que lo que como humanidad estamos afrontando no esté bajo el espectro de su clemencia.
  • No es que Dios haya dejado de intervenir en el devenir de su creación, incluyéndolos a nosotros la obra esplendorosa de su amor.
  • No es Dios el que tiene que cambiar para nosotros…
Lo que sea que estemos esperando, no llegará a nosotros, aunque ya esté viniendo, si no lo salimos a buscar. Y no, no es en la calle donde se encuentra, nunca ha estado en lo externo, aunque se valga de ello para llamar nuestra atención.

“De muchas manera Dios ha hablado a los hombres y ahora nos habla en su hijo”. 
(Hb 1,1-2)
Si, hemos de reconocer que no sólo en los acontecimientos de nuestra historia y a través del tiempo y las épocas, Dios se ha hecho sentir, sino también en lo personal, sobre todo en lo íntimo de nuestra intimidad que no necesita recubrimientos, él nos está hablando en los hechos de nuestra propia historia y en los acontecimiento de nuestra particular vida y también en los signos de los tiempos. 

Dios no ha dejado de salir a nuestro encuentro, sin embargo, vino y sigue viniendo y los suyos siguen sin recibirlo. Y ese, mi querido amigo, sigue siendo el punto. 

Podremos cambiar de año, épocas, milenios o de decenios; dejar atrás años marcados de dificultades, problemas o tragedias; podremos suplicar y hacer rituales para conjurar prosperidad… pero, si Dios sigue viniendo a los suyos, y los suyos no lo reciben… 

Si ahora, que llegaste hasta aquí, sientes el profundo deseo de doblar tus rodillas ante el Amor de Dios, lo habrás entendido, y justo podrás marcar el punto de inicio de un nuevo camino de vida.

Yerko Reyes Benavides

Entrega

Cuánta vanidad de este existir que no se extiende, 
por mucho que lo intente, 
más allá del deseo de tu aliento; 
un suspiro de tu bondad me da la vida, 
vanagloria de fragilidad 
es pretender ser dueño y señor de mi destino. 

De orgullo y soberbia lleno mis días, 
abandono la humildad, 
de elevar mis ojos al cielo 
y agradecer el hálito divino 
que sustenta mi presencia en este mundo, 
en el que si no estás por un segundo 
se vuelve oscuro y sombrío 
sin propósito y vacío. 

Hazme Señor entrar en tu razón, 
dejar mi pretensión de querer tener el control; 
concédeme, mi bien Amado, 
abandonarme por completo, 
dejar la verdad que busco 
la vida que deseo 
y la libertad que anhelo 
por entero en tus manos. 

Que cada ciclo, etapa y momento 
de este vivir en deseo de un nuevo Cielo, 
sea sustentado por la gracia y la moción 
del Santo Espíritu que mora en mi corazón. 

Haz, Señor Eterno, que el tiempo, 
su presente y su pasado, 
el transcurrir de las horas y su congojo 
el futuro por venir y el transitar de mi paso, 
sea por entero a tu lado 
y ese sólo instante 
se vuelva perenne 
un siempre y por siempre. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

lunes, 28 de diciembre de 2020

Renacer


Llévame a donde la vida comienza,
al lugar donde no existe más que tu presencia;
preparé un altar,
donde vuelva a nacer
del hombre que no quise ser,
que no quede nada antiguo,
de todo lo que ahogó mi corazón
lejos de tu amor.

Tómame y exprime mi barro
entre tus manos,
allana los abismos de mi alma
moldea mi sentir a tu vivir,
que renazca mi amor en tu pecho
y así, pueda mi debilidad
abrazar tu divinidad.

Llámame, Señor de eternidad,
toma mi mano en tu majestad,
arranca de este piel y de todo mi ser
las heridas y cicatrices
que dejo marcada
una vida ya pasada,
pues en el renacer de tu amanecer 
será por entero renovada.

Lávame en las aguas de tu compasión,
revisíteme de blancura mi alma
con la ternura de la tuya,
quede tan enamorado,
tan necesitado,
que no haya tentación
que me aleje de tu corazón.

Déjame, Amado, que suba contigo,
al ara de la oblación,
donde se es todo donación
y nada queda,
todo se entrega,
ofrenda viva sea mi vida
de amor en tu Amor renacida.
Amén

Yerko Reyes Benavides

jueves, 24 de diciembre de 2020

Jaculatoria de Navidad

“Hijo de Dios, 
del Cielo venido, 
Verbo nacido que a mi corazón 
ha bendecido:

En tu ternura rodéame, 
en tu amor desbórdame, 
que yo en mi alma te acunaré 
hoy, mañana y siempre”.

Amén


Yerko Reyes Benavides

La Virgen se llamaba María

Meditación antes de Noche Buena 

Un día cualquiera, que se convertirá en un día como ninguno, apareció en un pequeño poblado, casi olvidado, un Ángel del Señor; y entabló conversación con una jovencita de aquella localidad, a ninguno causó extrañeza, ni si quiera a ella, la presencia de aquel ser celestial no la asustó, lejos de ella el terror, sus rodillas besaron el suelo y atentan escuchó.

La conversación entre ellos dos se dio sin sobresaltos; el mensaje era importante, el más importante de todos los tiempos; no hubo rubor, tan sólo una pregunta, y pronto se oyó la respuesta: ¿Quién la escuchó? Nadie en aquel momento, pero cada hombre, mujer y niño que busca con empeño, y quieren renovar la esperanza de espéralo todo en Dios, buscan con anhelo ese preciso instante: 
"En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
 
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”

Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo. 

El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”. 

María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” 

El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. 

María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”

Y el ángel se retiró de su presencia". -Lucas 1, 26-38-

¿Aprecian cómo se va desenvolviendo la conversación entre el Ángel del Señor y María? 

Con naturalidad, como si de dos grandes amigos del alma se tratara que en una tarde se encuentran por casualidad en la esquina de la calle en la banca de una plaza. 

La turbación de María no se manifiesta por tan maravilloso enviado del cielo. Es que dicen que los niños cuando están sólo y nadie los está viendo sonríen porque son capaces de ver a los ángeles del cielo que envía Dios a jugar mientras que las mujeres descansan un rato de sus desvelos maternales. 

¿Sería que aquel Ángel del Señor ya era un asiduo visitante de las sonrisas de la Dulce Muchacha de Nazaret? 

No, la “turbación de María” es por otra cosa. Ella amada de Dios y sabiéndose amada de Dios, siente en lo más hondo de su alma que el amor “privilegiado del corazón del Eterno Padre” es un regalo que ella paga con su límpida sonrisa aun en los momentos de tribulación –como eran los de aquella época – no sólo en Nazaret sino en toda Judea e Israel. María inocente, sí; tonta o ilusa, jamás. ¿Cómo se va a desenvolver la acción de Dios en mí –piensa María-, si mis planes ya son otros? 

A propósito, mientras más grande y fuerte es la manifestación del amor de Dios en el alma y corazón de uno de sus hijos(as) predilectas, con más fuerza el alma se estremece –como María- sintiendo la humildad, la sencillez de su propia condición y naturaleza incapaz por más que se lo proponga de corresponder en igualdad de condiciones el amor recibido. Entre paréntesis, estas son las cosas que Dios oculta a los “sabios y entendidos” y que se las revela a la gente “sencilla” (Cf Mt 11,25-27). como a la más humilde de todas: la “Esclava del Señor” 

Aquí descansamos un poco, y nos abandonamos un rato en las manos misericordiosas de amor de Dios que no nos faltará jamás tal como nos lo dejo dicho Pablo en su carta a los Romanos que ya citaremos en contexto. 

Mi estimada(o), suelta los remos, hoy vale hacerlo sin remordimientos. Descansa, túmbate en el fondo de la barca de tu vida, levanta la cabeza y mira las estrellas, esta noche, seguramente verás en el firmamento una que brilla con mayor fulgor, más resplandeciente que las demás, es la estrella que siempre pone Dios en el firmamento de los que han velado y salido a su encuentro para guiarlos hasta donde el yace. 

Repite, esta noche con San Pablo y también conmigo que me cuelo de asomado: 
“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?... Pero en todo esto salimos más que vencedores gracias a aquel que nos amó” (Cf. Rom 8.35-39) 
Guardemos un rato de silencio para que estas palabras logren convencer a la razón que sigue poniendo resistencias “lógicas y razonables” para no desarraigarse de la desesperanza que es una forma de estancamiento interior. Y luego prosigue con María: 

«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» 

Esta noche, en medio de las carreras familiares habituales de todos los 24 de diciembre de cada año, “per secula seculorum”, no olvides ponerte de rodillas delante de tu pesebre, ese que decora un rincón de casa. 

Aprende a ponerte de rodillas (Etty Hillesum), delante del misterio del amor de Dios, y darle gracias. 

No necesitas prepara un discurso, sólo mirar la pequeña imagen del niño y decirle con quizá un par de lágrimas que se escurren libres de tus ojos: 

“Gracias, mi amor, mi dulce Dios hecho niño, 
no merezco que me ames de esta manera. 
Haré todo lo posible por corresponderte cada día 
y todos los días de mi vida, 
aunque sea con la humildad 
de una sonrisa en la adversidad”.

Amén 

Yerko Reyes Benavides

sábado, 19 de diciembre de 2020

Corona Espiritual de Adviento IV

Encendiendo sus luces 
Cuarta semana, cuarta vela. 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén

¡Ven, ven Señor, no tardes! 
Te aguardamos con alegría y en esperanza. 
¡Ven, Señor Jesús! 

Es inminente, el Señor ya está a la puerta, su llegada no ha de tomarnos por sorpresa; llega nuestro Señor y Salvador.

Nuestro corazón ante el anuncio del Ángel Gabriel se llena de gozo, pues su mensaje nos trae la Buena Noticia ansiada; en ella se renueva nuestra esperanza y se fortalece la confianza, Dios sigue haciendo entre nosotros su morada y en él todas las cosas serán nuevas.

Oración
Animosos en esta semana final de preparación renovamos la esperanza de la salvación que ya llega a nuestra vida y por ello encendemos la cuarta velita de nuestra corana. Ofrecemos la luz de este cirio morado como signo de nuestro compromiso en no bajar la guardia y estar atentos, dispuesto a encontrarnos al niño Dios naciendo en nuestro corazón. 

(Con las tres velita anteriores ya encendidas, se procede a prender la cuarta de color morado) 

Que esta pequeña llama hoy encendida arda también en nuestro alma, mente y corazón y represente nuestro deseo de hacerte presente en cada día de nuestra vida. 

Que las penas sentidas desaparezcan y resurja la alegría de saber que vienes a nosotros y ya está pronta tu llegada. Por eso decimos llenos de esperanza: ¡Ven, Señor Jesús! 
Amén


Padre nuestro… 

Gloria al Padre y al Hijo… 

Propósito de la Semana 

Son escasos los días venideros antes de la Noche Buena. En estos últimos días de preparación, María sale a nuestro encuentro, y ella misma nos toma de la mano; no quiere que ninguno de nosotros se pierda el gran acontecimiento de la Salvación, por eso ella nos lleva a la contemplación del misterio de Amor contenido en Nacimiento de Cristo, hijo de Dios e hijo de sus entrañas. 

El propósito para estos días será despójanos de toda pretensión, vanidad, orgullo o soberbia; para quitarle a la manera de celebrar la navidad lo superficial, lo vano, lo frívolo, lo material, lo decorativo, y quedarnos con lo que realmente es lo importante: el Dios que se hace uno con nosotros. 

A la Santísima Virgen María le encomendamos nuestra intención diciéndole: “Madre, muéstranos el camino que nos lleva a Jesús”. 
Que esta luz encendida ilumine nuestro recorrido espiritual de esta semana y tu bendición este siempre con nosotros. 
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 

Amén

viernes, 18 de diciembre de 2020

Déjame

Déjame Señor descansar en tu regazo,  lugar de tu consuelo, donde no falta el sosiego que proviene de tu pecho  y hace de mi presente entrar en la paz de tu divinidad.

Déjame posar en tu hombro, Jesús, mi pena y mi aflicción, el peso que llevo a cuestas, la espina que atraviesa mi espíritu y hace divagar mi corazón entre el desconsuelo y la desilusión.

Déjame abrazar tu consolación, donde son enjugadas las lágrimas derramadas y encuentra calma el pensamiento, agotado de transitar a tientas por la oscuridad que lo envuelve en sus sombras y sus miedos.

Déjame, Señor, llegar a tu descanso donde son tus brazos, los que reciben mi alma desgastada de en los desiertos de promesas incumplidas y de amores vulnerados.

Déjame llegar, Dios de bondad, al sitial donde la paz es tu gloria, la vida en lucha al fin se apacigua y la plenitud lo llena todo, halo que concedes  por haber corrido sin desfallecer la carrera de la fe.

Déjame existir, Amado, en tu amor y la pena que esta vida mía enfrenta, no se robará en sus alforjas, la alegría de ser para ti cada día.

Amén

P. Yerko Reyes Benavides

jueves, 17 de diciembre de 2020

Llámame


Llámame, Señor,
que el eco de tu verbo
resuene límpido en mi interior;
pronuncia mi nombre como Buen Pastor,
que veloz mi corazón atenderá tu clamor.

Llámame desde lo profundo de mi alma,
susurra en mi conciencia tu Palabra,
donde reposan mis deseos y se gestan mis sueños;
compárteme tus ilusiones y haré míos tus anhelos.

Llámame,
háblame suave,
brisa fresca que renueve mis fuerzas;
hazme sentir tu Voluntad,
que mis manos la realicen
y a prisa a ti me lleven.

Llámame, Amado,
se insistente,
mi espíritu está pronto,
mas mi pecho se distrae
y hace de lo pasajero su alimento
y olvida que Tú eres su sustento.

Llámame desde el silencio,
ahí resuena mejor el sonido de tu voz,
melodía intangible que exalta a mi alma
y a mi espíritu rejuvenece,
no pasará la vida mía,
sin que tuya se haga para siempre.
Amén

Yerko Reyes Benavides

domingo, 13 de diciembre de 2020

Corona Espiritual de Adviento III

Encendiendo sus Luces
Tercera Semana, tercer vela

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén

¡Ven, ven Señor, no tardes! 
Te aguardamos con alegría y en esperanza. 
¡Ven, Señor Jesús! 

El gozo del Señor que llega ya es percibido por el corazón, su alegría se hace sentir en el alma y acompaña nuestro paso, haciéndolo decidido para que nos lleve al final, a la meta deseada, contemplar la presencia del Dios hecho hombre en nuestra propia existencia. 

Oración
Animosos renovamos la esperanza de la salvación que ya llega a nuestra vida y por ello encendemos la tercera velita de nuestra corona. Ofrecemos la luz de este cirio rosado para representar nuestro gozo en ti Señor, que ya llagas. 

(Con las dos velita anteriores prendidas, se procede a encender la tercera, la de color rosado) 

Que esta pequeña llama hoy encendida arda también en nuestro corazón y represente nuestro deseo de hacerte presente en nuestra vida. 

Que las penas sentidas desaparezcan y resurja la alegría de saber que vienes a nosotros y ya está pronta tu llegada. Por eso decimos llenos de esperanza: ¡Ven, Señor Jesús!
Amén


Padre nuestro… 

Gloria al Padre y al Hijo… 

Propósito de la Semana 

Abundan las razones para estar preocupados, tristes, cansado o incluso agobiados. 

Nos sobran razones para sentir que el peso de este tiempo tortuoso, lleno de inconvenientes, de retos inesperados e insospechado ha recaído sobre nuestra espaldas. 

No faltan tampoco los argumentos que justifiquen el descontento, hasta llegar incluso al desconsuelo o más allá, a la desesperanza. 

Y llegados a esta semana de nuestro recorrido espiritual, nos preguntamos muy en serio: ¿Hay razones para estar alegre? 

Si, si las hay. Están ahí aunque no sea fácil reconocerlas, esperan por nosotros a que las hagamos conscientes. Será, pues, este, nuestro propósito de la semana, buscar esas razones para la alegría espiritual que nos haga perseverar, incluso en la adversidad. 
Que esta luz encendida ilumine nuestro recorrido espiritual de esta semana y tu bendición este siempre con nosotros. 
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 

Amén

martes, 8 de diciembre de 2020

Jaculatoria a la Purísima

Oración de Gracia


Purísima Virgen María,
de mi alma la alegría,
de mi corazón su valentía;
protege mi vida en este día,
Madre de Dios y Madre mía,
y jamás me falte tu amor y compañía.

Amén

Yerko Reyes Benavides

lunes, 7 de diciembre de 2020

A la hora del Dolor

Señor Jesús mantén a la distancia la dificultad, la angustia y la enfermedad; no dejes que a mí llegue la hora de la prueba, donde en esta vida se examina, el valor para la entrega. 

Escóndeme Señor a la sombra de tus alas, que al pasar la adversidad por mi casa a ti sea a quien vea, guardián de mi vida, custodio de mi ser, poseedor de mi amor. 

No permitas que mi dignidad, la que tú me diste en bondad, caiga herida por la mentira, el juicio y la crítica pervertida. 

No dejes Señor que la pena y el castigo irrumpan con su fusta y sean un obstáculo en el sendero de la ofrenda que abrigo entre mis manos. 

Pero, mi Señor Amado, si la hora del dolor llega, y la debilidad acapara mi existir, a ti elevo mi oración humilde, dame la capacidad de consentir, en mi alma y corazón, el coraje con el que tú abrazaste la cruz de la oblación. 

Que me falte todo, a todo estoy dispuesto, menos tu amor y compasión. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

sábado, 5 de diciembre de 2020

Corona Espiritual de Adviento II

Encendiendo sus Luces
Segunda semana, segunda vela

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 

Amén

¡Ven, ven Señor, no tardes! 
Te aguardamos con alegría y en esperanza. 
¡Ven, Señor Jesús! 

Rápido pasan los días y hoy domingo entramos en la segunda semana del tiempo de Adviento. Ocasión para encender en nuestra Corona de Adviento la segunda de sus luces. 

Poco a poco, aunque llevamos prisa, pues queremos apurar la llegada del Señor, nos acercamos a ese momento especial. Corremos la tentación, esta vez también, a que todo se reduzca a un acto festivo externo, lleno de decoraciones y luces artificiales titilantes por doquier. 

Que la premura por sentirnos en agasajo y en festejo no ahogue la necesidad de sentir primero que nada y antes que todo, la ternura y el bondad de Dios en el corazón y en el calor del propio hogar. 

Oración
Con gran esperanza, Señor, ahora encendemos esta segunda luz, que con la primera se esfuerzan en disipar la oscuridad que aún se mantiene más suficiente para significar la humildad de nuestra condición que necesita ser iluminada con la gracia de tu amor. 

(Con la primera velita prendida desde el inicio, se procede a encender la segunda velita, también ésta de color morado) 

Que esta pequeña llama hoy encendida arda también en nuestro corazón y represente nuestro deseo de hacerte presente en nuestra vida. 

Que las penas sentidas desaparezcan y resurja la alegría de saber que vienes a nosotros y ya está pronta tu llegada. Por eso decimos llenos de esperanza: ¡Ven, Señor Jesús!
Amén 


Padre nuestro… 

Gloria al Padre y al Hijo… 

Propósito de la Semana 

En esta segunda semana de Adviento aparece en nuestro itinerario la presencia profética de Juan el Bautista. Él nos recordará que detrás viene aquel a quien no es digno si quiera de desatarle las correas de sus sandalias. 

Busquemos expresar este sentir del Bautista en pequeños actos de humildad, venciendo en nuestras actitudes, palabras y emociones la soberbia, prepotencia y vanidad. 

En acto de verdadero desprendimiento sería la manera anunciar hoy la cercanía del Señor a quien le abrimos lugar -real- en nuestra vida, despojándonos (material, espiritual y/o afectivamente) de lo que limita nuestra entrega y servicio a Él. 
Que esta luz encendida ilumine nuestro recorrido espiritual de esta semana y tu bendición este siempre con nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 
Amén

De Vuelta a Casa

De vuelta a casa
al lugar de la inocencia,
en donde fui concebido
más allá del tiempo
y su destino,
en infinitud pensado
en plenitud amado.

De vuelta a casa,
donde reposa
la raíz de mi existir,
la razón de mi vivir,
el deseo de mi sentir.

De vuelta a casa
donde me espera;
entrada siempre abierta
la luz encendida,
que al camino alumbra
para que no sucumba
la esperanza
que el día llegará,
de estar de vuelta.

De vuelta a casa,
ahí quedó mi corazón
y mi ser encumbra su razón,
donde fenece todo disfraz
y de nada sirve el antifaz,
mi alma despojada
al fin descansa,
sólo hay paz.

De vuelta a casa
al lugar de mi eternidad
en ti mora la libertad
insondable verdad,
la que tanto busqué
y la vida fatigué;
al fin llegué,
a ti en ella encontré,
y jamás de ti me iré.
-Amén-

Yerko Reyes Benavides

viernes, 4 de diciembre de 2020

Comienza el Evangelio de Jesucristo

Hay herramientas y recurso propios a nuestra catolicidad que nos ayudan a ser fieles y a mantenernos activos en un Itinerario Espiritual de Vida. 

Es ahora un buen momento, paréntesis aparte, que si lo anteriormente dicho no te suena, es porque no te has planteado aún, ir un poco más allá de lo devocional, litúrgico y sacramental que ofrece la iglesia que, dicho sea, no son pocos los que ni si quiera a esto les alcanza su confesionalidad. 

Valga pues la promoción y teniendo delante de los ojos el tiempo presente, es momento de abortar toda escusa y pensar en serio hacer un “camino de vida interior o itinerario espiritual de vida”. 

Calendario y tiempos litúrgicos 

De los recursos antes mencionados están el Calendario litúrgico que nos ayuda a poner en contexto nuestro caminar no sólo sacramental sino también espiritual, y en el calendario, la demarcación que establece de los Tiempos Litúrgicos: Adviento (Navidad), Cuaresma (Semana Santa), Pascua y el Tiempo Ordinario. 

Justo ahora, hace pocos días. se ha iniciado para nosotros el nuevo año litúrgico, que por su puesto, es una ocasión inmejorable para comenzar, si no se hecho o perseverar si ya se está haciendo, en un caminar espiritual, volviéndonos del tiempo litúrgico del Adviento que inaugura el año. 

Este es un tiempo de comienzos, dar inicio, emprender, plantearse retos y desafíos, corregir el sendero y esperar en la gracia de Dios. 


“Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”. 

Esta sola referencia, inmediatamente hizo volar mi imaginación y me traslado al comienzo, al mismo inicio del “Evangelio de Jesucristo en mí”, en mi vida, en mi caminar, en mi horizonte y mi destino. 

¿Cuántos años han pasado? Más de los que quisiera recordar, no por temor al tiempo transcurrido, sino al tiempo no aprovechado para que ese Evangelio del Hijo de Dios se arraigara de tal forma en mi ser que no quedé a esta altura rincón alguno de mi existencia que no haya sido trasformado, renovado, rejuvenecido. A este punto, todo en mi ser ha de haber evolucionado, desarrollado y perfeccionada a la “extensión” y a la medida de la “expansión” del Amor de Cristo. 

Los tiempos se hacen cortos, e invertimos demasiado tiempo en cosas que no nos llevan, ni permiten y ni si quiera propician la trascendencia que no eleva por encima de todo, no para estar por encima de todo sino para jalonar todo hacia la plenitud de su ser, de su estar y de su existir en el mundo. 

Si yo soy infeliz, todo a mí alrededor quedará impregnado de la infelicidad. Si en mí el egoísmo, el individualismo, la inmisericordia, la indiferencia y la indolencia son parte integrante y característica de la cotidianidad de mi existir entonces todo entorno a mi quedará impregnado de eso. 

Pero en vez de concéntranos en lo negativo miremos las cosas en forma afirmativa: todo quedará embebido de bondad, compasión, ternura, caridad, amabilidad, alegría, justicia, paz, reconciliación, gracia y bendición si expandiendo mí ser en el Amor de Cristo vivo y respiro de ese Amor que todo lo cambia, que todo lo trasforma, que todo lo “convierte”. 

Metanoia - Itinerario Espiritual

Ahora cabe preguntar, movidos por el itinerario espiritual que vamos haciendo en este tiempo de Adviento: 
- ¿El Evangelio que hace mucho tiempo “comenzó en mi” está hoy dando sus frutos espirituales?  
- ¿Estoy siendo consuelo y esperanza para mis hermanos, bondad, justicia y paz para este tiempo convulsionado?  
- ¿Vivo férreamente el amor que Cristo me ha manifestado a través de su Encarnación, muerte y Resurrección?
Esta meditación continúa ahora en ti, y tú la terminarás de escribir con tu testimonio de amor y compasión. 

Sea provecho en tu caminar espiritual este tiempo de comienzos. 

Yerko Reyes Benavides

lunes, 30 de noviembre de 2020

Bendición

Oración para bendecirnos uno a otros

Que el amor de Dios sea tu guía, 
lo que te inspira cada día; 

Su Bondad 
de tus deseos su medida; 
su Palabra 
la verdad de tu vida; 
su Ternura 
la razón de tu alegría; 
su Plenitud 
el motivo de tu esperanza 
y la locura de tu confianza. 

Que Dios se vuelva tu camino 
y el destino de tus pasos. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

domingo, 29 de noviembre de 2020

Corona Espiritual de Adviento

Encendiendo sus Luces 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén

¡Ven, ven Señor, no tardes! 
Te aguardamos con alegría y en esperanza. 
¡Ven, Señor Jesús! 


Hoy inicia el camino del Adviento. 

Un recorrido que nos llama a hacerlo, no por las calles y avenidas de nuestros pueblos o ciudades, sino por los parajes espirituales de nuestra vida; que sea, la gracia del Señor, la que acompañe nuestra intención y nos anime a mantenernos despiertos y vigilantes, atentos al mismo Dios que ya ha salido a nuestro encuentro. 


Oración 

Con gran esperanza, Señor, ahora encendemos esta luz, ahora parece poca, apenas si disipa la oscuridad a su alrededor, pero es suficiente para significar la humildad de nuestra condición que necesita ser iluminada con la gracia de tu amor. 

(Se enciende la primera velita, de color morado) 

Que esta pequeña llama hoy encendida arda también en nuestro corazón y represente nuestro deseo de hacerte presente en nuestra vida. 

Que las penas sentidas desaparezcan y resurja la alegría de saber que vienes a nosotros y ya está pronta tu llegada. Por eso decimos llenos de esperanza: ¡Ven, Señor Jesús! 
Amén 


Padre nuestro… 

Gloria al Padre y al Hijo… 

Propósito de la Semana 


Este año ha tenido la particularidad que nos hemos visto en la necesidad imperiosa de recluirnos en nuestros hogares; con ello nos hemos distanciado los unos de los otros, se ha visto interrumpida la rutina de vida a la que hemos llamado normalidad a la que queremos estar de vuelta. 

Este “recluimiento” no necesariamente ha representado un “recogimiento” que implique un buscar un propósito y un sentido, una renovación y una trasformación personal para mejor. 

Nuestro propósito para la primera semana de adviento es en este recluimiento encontrar lugar para el recogimiento interior, y así la luz que encendemos en lo externo también se encienda en nuestra alma mente y corazón que ilumine la oscuridad que en ellos pueda haber y descubramos un quehacer para mejorar nuestra relación con Dios, con los demás, con nosotros mismo y con el mundo. 

Que esta luz encendida ilumine nuestro recorrido espiritual de esta semana y tu bendición este siempre con nosotros: 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 

Amén

sábado, 28 de noviembre de 2020

Ahí estaré

Donde sea que te encuentres, ahí estaré buscándote, preguntándole a sol y los astros el lugar donde mi vida se ha velado, se ha apartado de mí, haciendo que salga a buscarlo y no me quede por siempre agostado y de él necesitado. 

Donde sea que tú vayas, aun cuando estés más allá del horizonte, por encima de los montes o en lo más profundo y recóndito del mar fragoso; ahí estaré, siguiendo las huellas que dejas, pidiéndole a la luna y las estrellas me digan el lugar donde desbordas en bondad. 

Donde sea que te halles, en el presente pasando o en el porvenir aguardando, ahora en fe, mañana en entrega, ahí estaré, en mi historia inmanente haciéndote vigente, en mi esperanza trascendente anhelando ser uno contigo por siempre. 

Donde sea que te albergues, arropado por el cielo, cobijado en el rocío de las flores, en valles o jardines donde el tiempo se detiene y la eternidad se vuelve reciente, ahí estaré, y con las fuerzas de mi debilidad volaré tan alto que mi alma ese día al fin besar tu corazón pueda. 

Donde estés Amado mío, Bien mío, llegaré, ahí estaré y seré eternamente contigo. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

viernes, 27 de noviembre de 2020

"Ad Multos Annos"

Ad Multos Annos reza la locución latina con la que se auguran buenos deseos y felicitaciones y literalmente traduce: ¡Por muchos años!

Este es nuestro deseo más sincero, nuestro anhelo más querido que, nuestra Revista de Espiritualidad siga estando presente en el caminar de tantos que buscan a Dios y sea un referente en el itinerario espiritual de los que quieran, así como lo propone nuestro insigne Patrono San Juan XXIII, vivir en "alegría, paz y en libertad de espíritu". 

Hoy son 13 años haciendo presencia en el mundo virtual; siendo un punto de llegada para los que buscan y un hogar para quienes en este espacio digital han encontrado inspiración, motivación y por sobre toda las cosas saciar su se de Dios.

Feliz Aniversario Lazos de Fe, que sigas siendo faro en la fe y lugar de encuentro espiritual en el amor de Dios. 

!Ad multos annos! y siempre, para la Gloria de Dios.


P. Yerko Reyes Benavides
Editor

domingo, 22 de noviembre de 2020

Perdonado


Señor Jesús no hay nada oculto a tu omnipotencia,
todo queda expuesto a tu omnisciencia;
no puedo ocultar ante tu divinidad
lo que soy, quiero y siento en la humildad
de mi humanidad por ti consagrada.

Los secretos de mis pensamientos
no quedan ocultos,
ni los deseos más oscuros
de este corazón en gracia concibo
atraído por el mundo en sus engaños;
a ti no es ajena la vergüenza de mis pasiones,
ni la ignominia de mis acciones.

Mi alma a ti sin sombras expuesta queda
y la blancura de tu majestad en ella signada,
por la mancha de mi pecado opacada en ella marcada
a tus ojos por más que en ello insista
no puede ser ocultada.

No merezco recibir tu atención,
infiel a tu indulgencia he sido
pero tú, Señor, eres compasivo
no miras mi debilidad
ni te detiene mi vanidad,
extiendes tus manos
abres tus brazos
me recibes con ternura
con delicadeza mis heridas curas.

Mis ojos no dan más
no pueden contener las lágrimas
que tantas veces fueron reprimidas
por orgullo y mi autosuficiencia detenidas
en ti mi Dios Amado, no son debilidad,
puedo dejarlas correr
que caigan libres a tu pies
ya no necesito esconder
la fragilidad de mi ser,
pues tu perdón es mi libertad
y tu Amor mi dignidad.
Amén

Yerko Reyes Benavides

sábado, 21 de noviembre de 2020

Sonreír es de Dios

Tanto se habla en estos días de “la felicidad” como condición ideal - idealizada para el vivir de la persona. Y, si bien es cierto que, hay ocasiones en las que rasguñamos la percepción personal de haberla alcanzado, al menos transitoriamente, esa condición o sensación, sin embargo, no es común a todos, ni todos pueden afirmar sin engaño que han llegado a un “estado de felicidad permanente. 

La felicidad se ha convertido en la gran utopía de nuestra sociedad contemporánea, desplazando, casi del todo, a condiciones humanas verdaderamente alcanzables como la virtud, la bondad, y para los más osados la perfección a la manera de Cristo.

Una sencilla prueba de ello es preguntarnos ¿Qué he de hacer para ser feliz? y la respuesta siempre estará divida en multitud de opiniones, muchas de ellas hasta contrarias o contradictorias, entre sí. 

Si esa misma pregunta se la hacemos a la virtud un abanico de opciones todas factibles, se despliega delante de nuestros ojos: práctica, constancia, dedicación, esfuerzo, empeño, perseverancia, válidos para hacerse virtuoso en un sin fin de opciones; no así lo son para la felicidad. 

La felicidad se presentará siempre como una promesa, no una realización; no así la alegría. La alegría es un don, un sentir intimo e interior, un vivir y también una decisión. La alegría pasa la prueba de la adversidad, el dolor, la dificultad, incluso la adversidad y se mantiene fiel en la tribulación y trascienda hasta  a la muerte. 

Para el creyente la alegría es como condición espiritual es en sí misma, testimonio de la presencia de Dios en su corazón y se manifiesta a través de la sonrisa. 


En un cristiano que no sonríe, el amor a Dios que dice tener y sentir no se hace creíble. 

Sonreír beneficia no sólo al cuerpo y a la mente, sino también al corazón y al espíritu. La alegría y la sonrisa son signos indiscutibles de una persona de sólida y sana espiritualidad.

Yerko Reyes Benavides

jueves, 19 de noviembre de 2020

Tuyo

En lo fugaz me suspendo
y en el mundo me disperso,
mi corazón disipo
mientras mi alma hiendo.

No siento,
no soy,
no pienso,
existir no busco,
querer no quiero.

De lo pasajero me aferro
y en lo vano me pierdo.

Mas Tú no me dejas,
me llamas,
reclamas
me sientas
me centras.

De tu bondad me envuelves
y en tu ternura me descubres.

En tu presencia, me encuentro
al revelar en mi tu encanto;
tu plenitud me prende,
y en ti mi ser
vuelve a ser trascendente.

Tu amor me seduce,
me abandono a tus pies,
no tengo ya que correr
tuyo para siempre he de ser.
Amén

Yerko Reyes Benavides

lunes, 16 de noviembre de 2020

Súplica

Mi Dios y Señor. 

En tu Compasión: 
Levántame, corrígeme, perdóname, renuévame, libérame. 

En tu Gracia: 
Asísteme, cúbreme, fortaléceme. muéveme, transfórmame. 

En tu Bondad: 
Protégeme, defiéndeme, guárdame, sostenme, guíame. 

En tu Bendición: 
Abrázame, inúndame, impúlsame, ennobléceme, exáltame. 

En tu Amor: 
Recíbeme, escóndeme, envuélveme, inúndame, atrápame. 

No dejes que de ti me aparte, antes bien ampárame a tu lado, ahora y por siempre.
Amén

Yerko Reyes Benavides

domingo, 15 de noviembre de 2020

Bendíceme

Bendíceme, 
Dios Bueno y Clemente, 
grande es tu ternura 
con cada creatura; 
no me dejes este día 
sin la gracia de tu bendición 
que es abundancia en mi corazón. 

Bendíceme 
en mis sentimientos 
y también en mis pensamientos, 
que no me falte tu aliento 
que mueva las acciones de mis manos, 
para ser palabra de esperanza 
y razón de confianza 
en los que en ti esperan 
al igual que yo. 

Bendíceme 
cada día y todos los días, 
con tu bendición en mi vida, 
mente corazón y alma 
permanecerán siendo tuyas 
aun cuando transite por valles de sombras, 
donde mi fe se quiebra 
y mi amor es puesto a prueba. 

Bendíceme 
hoy también Señor, 
limpia con tu presencia 
mi vida toda 
y mi ser blanqueado 
de todo pecado 
podrá contemplar tu rostro 
en cada hombre, mujer y niño 
que pongas Tú a mi lado. 

Bendíceme, 
Dios Amado 
Bendíceme tú que eres mi Padre, 
y mi Hermano, 
mi Santo Espíritu divino 
resplandor en el camino, 
que me lleva sin retraso 
a estar por siempre a ti unido. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

sábado, 14 de noviembre de 2020

Sean Perfectos

No hace tanto leía que los cristianos de hoy necesitan mayor preparación. Coincido con esta afirmación. El desconocimiento hace a la persona vulnerable a toda clase de ideas “chatarra” –ideologías- que deambulan de aquí para allá buscando algún incauto; algunas más peligrosas que otras, por su carácter destructivo y deshumanizante. 

Una de ellas es y la trascribo tan literal como la he encontrado repetidas veces: “No es Voluntad de Dios que seas perfecto”. A lo que sigue inmediatamente otra afirmación que refuerza la antes expuesta. “La voluntad de Dios es que seas feliz”. 

El desconocimiento hace que repitamos cosas que pecan no por lo que dicen sino por la situación en la que nos dejan. Freses aparentemente inocentes, como esta, nos dejan traveseando en la mediocridad que no nos es afín por naturaleza, ni biológica ni mucho menos espiritual. 

Lo que sí es totalmente característico de nuestra humana esencia es la perfectibilidad; es decir, hacernos por su desarrollo -ya que poseemos las competencias y las posibilidades (capacidad)- más competentes, o lo que es igual decir, perfectos. 

Así pues, esencialmente ser, existir, no es solo estar, sino que la vida en sí misma se debate entre la libertad y la perfectibilidad. 


¿Muy filosófico? ¿Te parece? 

No, para nada. Para no divagar en los anchos océanos de la metafísica o la epistemología, pongámoslo en la perspectiva del Evangelio, vayamos la fuente, el pensamiento de Jesucristo, a quien seguimos y del que decimos Señor y Dios nuestro: 
"Por tanto, sean ustedes perfectos como su Padre celestial es perfecto. (Mt 5,48) 
Nada más, ni nada menos: Ser Perfecto como el Padre Dios. 

Sí, eso sí es voluntad de Dios. Aunque muchos ni lo tengan presente. “Y serán como dioses”. Es otra expresión de Jesús a la que hace referencia cuando algunos intentan justificar su pereza y descuido, decidía y conformismo. 

Este tema amerita ser profundizado en otro contexto. Sin embargo, es una buena ocasión el que no te quedes atrapado en esas frases “cliché” muy bonitas y sugestivas pero nada sugerentes. 

El propósito, que se inicia en esta misma jornada, es tomar conciencia que lo que hayas hecho hasta ahora es sólo una pequeña parte de lo que puedes hacer si te propones dejar la flojera, sobre todo la espiritual y atender el llamado del Señor a ser Perfecto como el Padre. Las posibilidades para ti serán infinitas. 

El compromiso: si ya pudiese la mano en el arado y has iniciado un Itinerario espiritual, entonces no lo abandones, aunque no sea tan sencillo como si lo resulta ser una vida de piedad y devociones.

Yerko Reyes Benavides

El que Es

Dios sigue aquí 
Dios no se ha ido 
Él es el que ha sido 
el que es y seguirá siendo. 

Dios sigue estando 
donde siempre ha estado 
en el lugar donde se le ha dejado 
tantas veces olvidado, 
mas él sigue esperando 
al que en la eternidad ha estado amando 

Dios no se ha cansando 
ni tampoco se ha mudado, 
su lugar a tu lado no ha abandonado 
muy cerca, 
tan cerca, 
que pueda ser encontrado 

Su gracia sigue abundando 
en el alma del que lo está buscando, 
su amor se está desbordando 
en el corazón del que lo está esperando. 

Continua alma mía al Altísimo aguardando, 
no te canses, corazón mío, de seguir confiando 
en el Señor tu Dios Amado; 
y hoy renueva en confianza alabando, 
el gozo de tu espíritu en su amor exaltado. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

viernes, 13 de noviembre de 2020

Buen Pastor

Buen Pastor, camina conmigo 
acompaña mi paso peregrino;
condúceme a la rivera
donde están tus aguas cristalinas,
que sacien las ansias
de mi alma intranquila.

Si llegara el momento, Señor,
no te alejes demasiado
que mi transitar es inseguro;
voy palpado el terreno,
protegiendo lo que llevo dentro,
lo que Tú has puesto en mi corazón
por la gracia de tu amor.

Camina delante
donde yo pueda verte
y Tú, puedas oírme;
y si la tiniebla y la penumbra
irrumpen con su velo,
que mis ojos
puedan encontrar
las huellas de tu andar
que a mi espíritu traigan paz.

De vez en cuando,
Amado mío
mira atrás,
ahí me encontrarás
que se topen tu mirar
con mi mirar;
en tus ojos
hallaré lo que necesito
el miedo al fin se extinguirá
pues tú conmigo estás.
Amén 

Yerko Reyes Benavides

jueves, 12 de noviembre de 2020

¿Dios Reza?

Hijo Mío
(Autor: José Luis Descalzo)

"Hijo mío que estás en la tierra, 
haz que tu vida sea 
un mejor reflejo de mi Nombre. 
Adéntrate en mi Reino 
en cada paso que des, 
en cada decisión que tomes, 
en cada caricia y cada gesto. 
Constrúyelo tú por mí, y conmigo. 
Esa es mi Voluntad 
en la tierra y en el cielo. 
Toma el pan de cada día, 
consciente de que es un privilegio y un milagro. 
Perdono tus errores, 
tus caídas, tus abandonos, 
pero haz tu lo mismo 
con la fragilidad de tus hermanos. 
Lucha para seguir el camino correcto en la vida, 
que yo estaré a tu lado 
y no tengas miedo 
que el mal no ha de tener en tu vida 
la última palabra". 

Amén

Uno de los primeros actos de consciencia, más allá que esté o no formada, es preguntarse por las cosas. Indagar el mundo, buscar su significado, su esencia, el porqué y el para qué de su existencia y más a sabiendas que su presencia atañe y afecta a la persona que se pregunta por ellas.

Desde muy pequeños, y lo saben los que han sido padres y madres, que sus hijos llegan temprano a la edad de preguntar por todo: el mundo es, a esa corta edad, un lugar abierto para explorar, que les maravilla, les asombra, les sorprende y a veces también les causa miedo. 

¿Qué es esto? y ¿esto qué es?... y así el niño continua su indagación, pasando sin cansancio de un objeto a otro, para tormento de sus padres, que han de armarse de paciencia y responder siempre con amable sonrisa a lo que el niño pregunta. No es difícil responder, el niño no busca una respuesta filosófica ni una declaración existencial, sino sólo definir su ubicación en un espacio que va haciendo suyo y con lo que lo rodea. 

Con razón decía Jesús, y con duras palabras: “que nadie sea escándalo para los más pequeños” (Cf. Lc 12,2). 

No es novedad, pues, decir que los niños son curiosos por naturaleza. En cierta ocasión, una niña se acerca inquieta, su mirada era de esas que se ponen cuando se trae dentro, apretando el pecho, algo importante. Venía del lugar donde estaba un grupo de personas en oración (su mamá incluida) y sin muchos rodeos ni gran prosopopeya  hace saber lo que la inquieta: ¿Dios reza? 

¡Eh… este… humm!... Sólo a ellos -los niños- se les ocurren esas cosas… 

Dios no tiene a quien rezar y aunque pudiera entrar en un soliloquio infinito con su propia divinidad, prefiere entablar diálogo y por ello revela su presencia, se muestra, y él mismo se hace accesible. 

Esto nos lleva a replantear la pregunta de tal manera que pueda aclarar lo que está al hacerse implica: ¿Hace Dios oración? y la respuesta es “sí”, definitivamente Dios hace oración. 

Pudiera parecer una osadía de nuestra parte aseverar que Dios hace oración y para acallar un poco la sorpresa que nos causa, pensemos y descubramos a un Jesús, no sólo como persona de oración, sino también como Dios Orante
Del latín orāre que significa “de forma oral: hablar” y oratio (onis) que significa “expresión oral”. Orar es comunicar a través de la expresión: lingüística, verbal o mental, gestual o simbólica, un sentimiento, un deseo o anhelo, un pensamiento una necesidad, consentidos en el ámbito interno de la persona, alma, mente y/o corazón. 
Los Evangelios atestiguas las reiteradas ocasiones en las que Jesús se apartaba de todos e iba a lugares tranquilos para hacer oración. El “Hijo del hombre” de igual naturaleza que el Padre, Dios en todo y hombre como nosotros, elevaba suplicas en favor de la humidad. 

Pero esto no queda acá, en la formalidad de una acción. Pues la oración no se queda contenida en ratos o momentos –como los rezos- puesto que al ser comunicación, expresión de lo interior, todo se vuelve oración, pues la vida puede hacerse expresión de lo interior, lo que la mueve e impulsa, su propósito y su objetivo. 

Jesús no tiene sólo “momentos de oración”, Él hace que su vida sea expresión de la intimidad de su ser, convirtiéndola en diálogo constante y permanente que comunica no sólo la voluntad de su humanidad, sino la ternura de su Omnipotencia; y esto trasciende a la temporalidad de su paso por el mundo. 

Así que sí, Dios abre su corazón y se vierte en amor, expresa los deseos de su Divinidad, expone y comunica su voluntad, y deja al descubierto los anhelos de su Corazón. 


¿A quién ora Dios? 

En primer lugar consigo mismo. No es un monologo vano, sino un diálogo fecundo, es la comunicación esencial entre las tres personas divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. 

Dios, además ora, con aquel a quien que ha constituido en semejante; habla en el Hijos con sus hijos e hijas restaurados en gracia por la redención de Cristo (muerte y resurrección); habla a la creación toda, y con toda criatura, pero sobre todo dialoga, comunica, comparte –Ora- con aquel que puede corresponderle en amor desde la libertad de su propio corazón redimido. 

Dios ora con el hombre, con cada persona; es un diálogo eterno, que se da en la finitud del tiempo pero se abre a la eternidad por la trascendencia, pues este dialogo no se detiene en la muerte. 

Es un dialogo como brisa suave y fresca o como rocío de la mañana que todo lo empapa. Su voz la recoge el alma y en el corazón hace eco, para que la conciencia la reciba y las manos la realicen. 

Es un diálogo sencillo, que no amerita el estruendo ni tampoco la algarabía, se da en intimidad y busca la serenidad; no necesita de palabras para comunicar, pero se vale de ellas como también del silencio, de la risa y en ocasiones de las lágrimas; y no excluye el canto, el arte o la danza. 
“La oración es un impulso del corazón, una simple mirada dirigida al cielo, un grito de agradecimiento y de amor, tanto en medio del sufrimiento como en medio de la alegría. En una palabra, es algo grande, algo sobrenatural que me dilata el alma y me une a Jesús” (Santa Teresita del Niño Jesús). 
El alma gime de dolor cuando el corazón no escucha la voz de Dios. 

…No, Dios no reza, pero si conversa contigo, lo hace siempre aun cuando no te des cuenta; te habla al corazón, busca en todo momento formas nuevas para hablar contigo y que tú le respondas; te dice lo mucho que te ama, y siempre lo está diciendo, para que nunca lo olvides. Cuando Dios habla contigo, hace oración.

Yerko Reyes Benavides

sábado, 7 de noviembre de 2020

Lámparas encendidas.

¿En qué pensamos cuando se nos dice que hemos de estar vigilantes pues ya viene el Señor? 

Algunos y con razón, se trasladarán rápidamente al final, la consumación y el término de esta historia, del mundo y del hombre: la Parusía, la segunda venida de Cristo, en la que no faltará el Juicio final. 

Otros no dudan en pensar en el final de su propia vida: no sabemos el día ni la hora, lo que sí sabemos es que llegará el instante en que seremos llamados por Dios a su presencia; y aunque no se piense mucho en la muerte, todos sabemos que es inevitable. 

Estas dos maneras descritas de entender la venida de Jesús nos llevan necesariamente a hacernos una pregunta: 

¿Es esto en realidad lo que nos quiere comunicar Jesús cuando hace insistencia a estar vigilantes, atentos a lo inminente de su venida, o con las lámparas encendidas? 

La respuesta parece asomar en un no, sin que este no niegue la validez y veracidad de las dos primeras interpretaciones a los textos del Evangelio. 


Este “no” como respuesta, nos ha de llevar a sumar una interpretación más; una que involucre una acción directa e inmediata, que implica la espera pero no necesariamente a quedarse aguardando para realizarla o vivirla. 

No hemos de esperar al final, es en el hoy donde el Señor nos llama y nos pide estar atentos, expectantes y preparados a su pronta llegada. 

Quizá el Señor llegue a nosotros justo a la salida de un templo, o al término de un Sacramento, o en la oración que hacemos a diario o en la experiencia de un retiro. 

Quizá Jesús toque nuestro corazón de forma especial y mística, revelando a nuestra alma su rostro amoroso. 

Quizá, es lo más seguro, Cristo nos esté aguardando a nosotros en el necesitado, en la persona sola o desamparada, en aquel que no tiene quien le asista en este tiempo de dificultad o lo consuele en su dolor de haber perdido a un ser amado. 

Cristo llega en el pobre al que le falta alimento o en el harapiento al que le falta ropa y abrigo; llega en el enfermo y en el que teme por su vida; incluso sale a nuestro encuentre en aquel que nos hace ver la verdad aunque nos guste. 

La lámpara de nuestra fe ha de estar bien encendida, y el candil de nuestra esperanza ardiendo al máximo, pues muchas veces no solemos verlo por la oscuridad que nubla nuestros propios ojos, cuando nos “hacemos de la vista gorda” o no queremos ver “por conveniencia”. 

Si, todo eso lo hemos escuchado un sinfín de veces, no lo niego, sin embargo, hoy no está demás que se nos lo recuerde un vez más, pues como el mismo Jesús se lo dice a los apóstoles cuando los invita a acompañarlo en la oración –en el momento de su agonía- “el espíritu está pronto pero la carne es débil” (Mt 26,41). 

Corremos el riesgo ante el encierro físico vivido que se encierre con él nuestro espíritu y se nos olvide que nuestra vida encuentra su realización al ser compartida, nuestro corazón se ennoblece cuando está abierto para acoger al el hermano en su necesidad, y un mundo mejor es posible cuando buscamos convivir en armonía, paz, justicia y solidaridad. 

Estar vigilantes es aprender a esperar haciendo:

Esperar en Dios, esperar de Dios y esperar a Dios, haciendo la obra de su amor en nuestra propia vida, en cada tiempo y en todo momento, con los que compartimos el día a día. 

Ese día nuestra lámpara se abra encendido y permanecerá ardiendo, el aceite que la mantendrá encendida serán las obras y brillará su luz para nosotros e iluminar el sendero por el que pasará el Señor y salir a toda prisa a su encuentro. 

Yerko Reyes Benavides

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Alfarero

Hazme de nuevo
renuévame por dentro
que no quede rastro
de lo que fui,
tan sólo el recuerdo
de lo que me llevó a ti.

De engaños quedé arropado
por pasiones sofocado
de sus vacíos fui llenado
mi corazón en lo efímero quedó apresado.

Déjeme limpio
de todo lo que un día me alejó 
de tu lado
y en soledades y desiertos
me quebrantó y dejó sin aliento.

Este lodo que quedó
de anhelos rotos
y sueños profanados,
arcilla vuélvelo en tus manos,
moldéala entre tus dedos
aviva el anhelo
de verme en tu amor restaurado.

De mi vida, Alfarero,
no quiero ser más forastero
de mi espíritu ajeno
y de mi corazón un extranjero;
renuévame por entero
moldéame con tu amor,
devuelve en mi la ilusión
de ser en ti un hombre nuevo.
Amén

Yerko Reyes Benavides

viernes, 30 de octubre de 2020

Indulgencias en tiempo de pandemia

Hoy en día se ha propagado cada vez más y con intención devota, la práctica de buscar recibir en los días, acciones, prácticas piadosas y devocionales, fiestas y solemnidad especiales a lo largo del año litúrgico la indulgencia parcial o plenaria que propicia y procura la Iglesia.

¿Qué son estas Indulgencia otorgadas por la Iglesia?

Antes de ofrecer alguna definición, entendamos lo elemental: Todo pecado lleva consigo una culpa y una pena. Culpa es la ofensa hecha a Dios; pena es el castigo que dicha ofensa merece. 

La culpa de los pecados se borra a través del Sacramento de la Reconciliación o Confesión. 

La pena, llamada 'pena temporal', hay que expiarla en esta vida o en el purgatorio. 

En la vida se satisface con todo acto de amor de Dios y toda obra buena hecha en estado de gracia, así como a través de las indulgencias. 
Así pues, la indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones, consigue por mediación de la Iglesia (Cfr Código de Derecho Canónico de Canon 992).
Las indulgencias se pueden ganar para uno mismo o aplicarlas a los difuntos, uno por indulgencia. Nunca pueden aplicarse las indulgencias a otras personas vivas. 
Las indulgencias son un empujón y un regalo inmerecido que Dios nos da, a través de la Iglesia, en el camino de la búsqueda de la santidad.
Tipos de Indulgencia

La Iglesia otorgo dos tipos de Indulgencia:

- La Indulgencia Plenaria: borra todos los pecados, dejando el alma dispuesta para entrar inmediatamente en el cielo, y

- Las Indulgencias parciales: cuyo atributo es condonar parte de la pena que los pecados cometidos reclaman. 

¿Cuál es el procedimiento para recibir la Indulgencia?

Por ser una práctica que busca la remisión parcial o total de la pena propiciado por el pecado, recibir por parte de la Iglesia la indulgencia amerita una sería de acciones que implican un compromiso serie para vivir en gracia de Dios. 

A continuación se presentarán los requisitos o condiciones establecidos por la Iglesia para recibir la Indulgencia:

De la disposición interior:

- Buscar estar en gracia de Dios antes de acabar la acción por la cual la Iglesia otorga la indulgencia.

- Tener intención al menos de general de querer recibir la indulgencia.

- Tener la disposición interior de un desapego total del pecado, incluyendo el venial.

De las acciones específicas:

- Realizar la acción por la cual la Iglesia otorga la indulgencia.

- Acudir al Sacramento de la Reconciliación y cumplir la penitencia (una misma Confesión es válida para recibir varias indulgencias plenarias. 

- Rezar un Padrenuestro y un Avemaría encomendando las intenciones del Papa (también, pueden ofrecerse otras oraciones recomendadas).

- La visita al Templo, la participación en la Santa Misa y la Comunión. 

Acciones cotidianas por medios de las cuales se reciben indulgencia:

- Adoración a la Eucaristía durante media hora.

- Realización del Via Crucis recorriendo las catorce estaciones erigidas meditando la Pasión del Señor.

- Rezo del santo rosario (5 misterios seguidos) en una iglesia, o en familia, o acompañado de otros.

- Lectura o audición de la Sagrada escritura durante media hora.

Fechas especiales en las que la Iglesia otorga la Indulgencia Plenaria:

En este apartado solo mencionaremos algunas, sin embargo hemos de estar atentos a las disposiciones de la Iglesia que establece Tiempos de Gracia especiales o proclama Años Santos, en los que se reciben la indulgencia plenaria y las indulgencias parciales. 

- 31 de diciembre: recitando solemnemente un "Te Deum" en una iglesia, dando gracias a Dios por los beneficios recibidos el último año.

- 1 de enero: recitando solemnemente el "Veni Creator" en una iglesia.

- Los viernes de Cuaresma: después de comulgar, rezando ante un crucifijo la oración "Miradme o mi amado y buen Jesús".

- En los oficios de Semana Santa: Jueves santo: recitando el "Tantum ergo" durante la exposición que sigue a la Misa. Viernes santo: asistiendo a los oficios. sábado santo: renovando las promesas bautismales en la Vigilia Pascual.

- Pentecostés: recitando solemnemente el "Veni Creator" en una iglesia.

- Corpus Christi: participando en la procesión eucarística (dentro o fuera de la iglesia).

- En la Solemnidad de todos los Santos y en la Conmemoración de todos los Difuntos, entre otras fechas del Calendario Litúrgico.

 


Indulgencias en Tiempo de Pandemia

En este tiempo de Pandemia en el que nos encontramos, la Santa sede ha dispuesto algunas excepciones y ha incorporado algunas disposiciones extraordinarias para que todo fiel pueda tener acceso y recibir las Indulgencias propias de las fechas y fiestas y conmemoraciones que las otorgan. 

A continuación hacemos una síntesis de estas disposiciones concedidas por la Iglesia a manera de información y guía:

La Santa Sede establece que “la indulgencia plenaria para los que visiten un cementerio y recen por los difuntos, aunque sólo sea mentalmente, establecida por norma general únicamente en días concretos del 1 al 8 de noviembre, pueda ser transferida a cualquier otro día del mismo mes hasta que se acabe. Esos días, elegidos libremente por los fieles, también pueden ser independientes entre sí”.

También se decreta “la indulgencia plenaria el 2 de noviembre, establecida con ocasión de la conmemoración de Todos los Fieles Difuntos para los que visiten piadosamente una iglesia u oratorio y reciten allí el Padre Nuestro y el Credo, puede ser transferida no sólo al domingo anterior o posterior o al día de la solemnidad de Todos los Santos, sino también a otro día del mes de noviembre, libremente elegido por cada uno de los fieles”.

Se establece también que “los ancianos, los enfermos y todos aquellos que por motivos graves no puedan salir de casa, por ejemplo, a causa de las restricciones impuestas por la autoridad competente para el tiempo de la pandemia, con el fin de evitar que numerosos fieles se aglomeren en los lugares sagrados, puedan obtener la indulgencia plenaria siempre que se unan espiritualmente a todos los demás fieles”.

Para ello, deberán estar “completamente desapegados del pecado” y tener “la intención de cumplir cuanto antes las tres condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre), ante una imagen de Jesús o de la Santísima Virgen María, recen oraciones piadosas por los difuntos”.

Esas oraciones podrán ser, por ejemplo, “laudes y vísperas del Oficio de Difuntos, el rosario mariano, la corona de la Divina Misericordia, otras oraciones por los difuntos más apreciadas por los fieles”.

También es válido para obtener la indulgencia que “la lectura meditada de alguno de los pasajes del Evangelio propuestos por la liturgia de los difuntos, o realicen una obra de misericordia ofreciendo a Dios los dolores y las dificultades de su propia vida”.

Tendiendo todas estas consideraciones en cuenta, que estos días por venir, en las celebraciones propias a celebrarse y con el ánimo espiritual de un mayor y mejor acercamiento a Dios por medio de la oración y la devoción se traduzca en un tiempo de gracia y Bendición para todos.

P. Yerko Reyes Benavides
Editor

Nota: esto aplica también para todos aquellos que por disposición de sus gobiernos o estados particulares hayan decretado un nuevo período de confinamiento doméstico o mantengan el ya existente, ante el riesgo de contraer la enfermedad del Covid19.

Y esta misma instrucción se toma como procedimiento extrordanario para la Indulgencia mientras se permanezca esta situación de pandemia.