lunes, 30 de julio de 2018

En Parábolas



Maestro de gran talento,eres Jesús,para enseñar los secretos del Reino, a cuantos ávidos de deseo quieren adentrarse en sus misterios. 
Mas tú no los dejas a la primera,velas el conocimiento de lo importante y revelas sus secretos sólo a los sencillos y humildes de corazón. 
Es la pedagogía del amorque se da, no a quien lo merece, o lo espera, o lo inquiere; sino al que mucho ama y de verdad se consagracon el alma y el corazón. 
Por eso es que hoy, nos sigues hablando en parábolas, para que viendo no veamos y,escuchando no oigamos: no sea que entendamos que tu corazón late de amor, y de salvación se llena para congregar en sí mismo, en su mismo amor e intimidad a los dispersos, desterrados de la vida en plenitud que en tu corazón abunda y se reparte. 
En parábolas, el amor llega mejory toca lo profundo del alma,para soñar el Reino de Dios

Yerko Reyes Benavides

sábado, 21 de julio de 2018

Ironía de la vida: Perderse para encontrar lo que no se está buscando.

En este artículo, no voy a abundar en explicaciones. No hacen falta. Lo dicho, dicho queda, sólo falta que en tu propio proceso reflexivo comprendas lo que está más allá de las palabras y te encuentres con la propia experiencia; aquella que te pone delante de procesos que parecieron tormentas impetuosas que sacudieron con fuerza la existencia.

Nadie se pierde por gusto, sino a disgusto, por estar distraído, pero sólo ahí verdaderamente cuando idea no se tiene es que se encuentra la genialidad.

La consideración que no está tomada en cuenta es que no necesitamos el azar y de vez cuando podemos elegir ir a perdernos por caminos intransitados que nos lleven a lugares inexplorados, sobre todo si del alma y el pensamiento se tratan.

Sólo cuando me he perdido he encontrado y no buscándome me he encontrado. 


Yerko Reyes Benavides

viernes, 6 de julio de 2018

“Idea Centrante”: Estrategia para la Comprensión y la Interpretación de un Texto Bíblico

Cuando tomamos la Biblia muchas veces no sabemos qué hacer con ella, la acariciamos, le damos vueltas en nuestras manos, la abrimos y recorremos rápidamente sus páginas.
 
A veces leemos un texto, sin ninguna razón en particular. Por lo general buscamos lo que ya hemos leído en otra ocasión. Lo repasamos: un salmo, el 23 casi siempre. Hay otro del que me hablan muchos, no lo recuerdo. Vamos a los evangelios, rara vez nos detenemos en la lectura de un profeta, o de las cartas del nuevo testamento. En eso se va nuestro rato con la Palabra de Dios. 

Sin embargo, las Sagradas Escrituras han de tener un lugar de preeminencia en nuestro itinerario espiritual y tener una estrategia de lectura se hace más que necesaria: obligatoria. 

Fruto de la experiencia más que de la teoría, hemos venido empleando un método bastante sencillo que nos facilita la comprensión del texto bíblico y nos da la facultad de interpretar el texto apuntando a lo relevante que nos propone el escritor sagrado. 

Esta método para emplear a la hora de leer un texto bíblico; a esta estrategia de interpretación de la Palabra de Dios  la hemos denominado;
“Idea Centrante”
En todo texto bíblico, cualquiera que tomemos hay una “idea” o “frase centrante”. 


En la escuela básica en el área de castellano y literatura -así se llamaba en mis tiempos- mi maestra se esforzaba en explicarnos y enseñarnos a identificar la “oración principal” de un párrafo. Haciéndole mérito a mi maestra y gracias a su conocimiento, acá vuelve a aparecer esa lección tan básica pero tan fundamental: saber determinar la oración principal de un párrafo; pero esta vez referido a una cita bíblica. 

No te confundas. Determinar la oración principal de un párrafo no es lo mismo que identificar la idea centrante de un texto bíblico, aunque el principio es el mismo: hallar lo fundamental y destacarlo de lo secundario.  

Difícil a veces, se torna escoger de un texto bíblico la frase o idea que hemos denomino “centrante”; esa que se contiene la idea principal propuesta por el autor sagrado y en la cual todo el texto bíblico confluye o aquella que por ser la de mayor impacto y contundencia destaca ofreciéndonos a nosotros como lectores el foco de atención principal del mensaje que el ageógrafo quiere comunicar. 

La “idea o frase centrante” constituye el foco de atención del texto que teniendo otras ideas relevantes que la acompañan, destaca del resto del escrito –contexto- y nos ofrece en sí misma un punto fundamental para desarrollar la reflexión. 

Esta “idea centrante” cuando es identificada proporciona el criterio de interpretación, la clave de compresión de la lectura que se va a realizar y con ello no nos dispersamos o distraemos en lo que no es relevante, aunque ocupe un espacio importante en la narración que hace del hecho el autor sagrado. 

Este recurso de interpretación –la selección de la “idea centrante” a veces nos resulta sencillo de hacer, salta a la vista, destaca por si sola dentro de la perícopa bíblica; otras veces se no hace un poco más difícil de escoger, sin embargo, en toda interpretación, la estrategia de hacer esta selección nos evita divagar y perdernos en lo que a final de cuentas es un contexto. 

Toma un texto bíblico, por ejemplo, el Evangelio del día. Léelo con cuidado, vas a darte cuenta que hay ideas importantes que se van sucediendo una tras otra mientras lees, pero hay una en particular que es la que “te centra” la que te ubica interiormente en el sentido y la intención originaria que trasmite ese conjunto de ideas, esa lectura en su totalidad. 

Esa pequeña frase, que sin ella el texto no tendría sentido. Esa idea que a ti te concentra, te atrae, te pone delante de Dios, esa es la “idea centrante”. 

Con ella identificada, toda la lectura se torna un manjar de delicioso sabor, puesto que el texto escrito se vuelve sugerente en formas y en ideas; en pensamientos y emociones; en nociones y comprensiones que antes no lograbas apreciar. 

La “idea centrante” tiene como objetivo fundamental al identificación del contenido principal del texto y con ello enfocar sin dilaciones ni distracciones la meditación personal que llevará, en definitiva, a tomar decisiones contundentes sobre la manera de desenvolverse, facilitando con ello completar el proceso de metanoia personal.

Yerko Reyes Benavides

lunes, 2 de julio de 2018

119 años de la Consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento

Fue el 2 de julio del año 1899 cuando gracias a monseñor Juan Bautista Castro, arzobispo de Caracas, se consagrara a perpetuidad la República de Venezuela a Jesús Sacramentado, hasta estos momento es la única nación en el mundo con esta peculiar designación.

Dicha consagración fue realizada por las autoridades eclesiásticas como signo representativo que no habrá en el territorio nacional autoridad que esté por encima de la divina, y a ella será sometida toda la ley y la vida de la nación.

El rumbo definitivo de esta tierra de gracia y de bendición no lo demarcarán los gobiernos de turno sino la gracia de Dios que se ha de manifestar en el corazón ferviente de cada uno de sus ciudadanos.

Hoy es una oportuna ocasión para recordar que la eucaristía es centro de la la vida cristiana y como fuente y culmen ha de seguir siendo alimento de salvación y palabra profética que proponga el rumbo de un caminar en la verdadera paz y justicia y, que sólo proviene del Corazón amantísimo de Nuestro Señor Jesucristo.

No olvide en este día hacer tu visita al Santísimo Sacramento del Altar. No te importe si no está expuesto para la pública adoración, en un acto de humildad por el bien de nuestra nación, arrodíllate delante del Sagrario de tu parroquia, y con fervor y convicción una vez más di con fuerzas la oración de la Consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento.

Yerko Reyes Benavides


Oración de Consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento del Altar
Soberano Señor del Universo y Redentor del mundo, clementísimo Jesús que por un prodigio inenarrable de tu caridad te has quedado con nosotros en este sacramento hasta el fin de los siglos; aquí venimos a tus pies a proclamarte solemnemente y a la faz del cielo y de la tierra, nuestro único rey y dominador santísimo.  
A quien consagramos todos nuestros afectos y servicios y a quien ponemos todas nuestras esperanzas. 
Tú eres nuestro Dios, y no tendremos otro alguno delante de Ti, en tus manos ponemos nuestra suerte y con ella los destinos de nuestra Patria. 
Muchos te hemos ofendido, y como el hijo pródigo hemos disipado en los desórdenes tu herencia, perdónanos que ya volvemos con espíritu contrito a tu casa y a tus brazos. 
Recíbenos, salvador nuestro, y concédenos que venga a nosotros tu reino eucarístico. 
Levanta bien alto tu trono en nuestra República, a fin de que en ella te veas glorificado por singular manera y sea honra nuestra, de distinción inapreciable, el llamarnos la República Venezuela del Santísimo Sacramento del Altar.  
Te entregamos cuanto somos y cuanto tenemos cubre nuestra ofrenda con tú mirada paternal y hazla aceptable y valiosa en tú divina presencia. 
Otra vez te pedimos nos recibas, que nonos deseches, y que este acto de nuestro amor y de nuestra gratitud sea repetido, cada vez y con mayor fervor, de generación en generación, mientras Venezuela exista, para que jamás la apartes de tú Sagrado Corazón. 
Que así sea para nuestra vida del tiempo y después. Por los Siglos de los Siglos. 
Amén.

Monseñor Juan Bautista Castro
Arzobispo de Caracas
02 de Julio de 1899