viernes, 23 de noviembre de 2007

Asamblea Eucarística Dominical

Ir a misa el domingo es una frase corriente para recordar un precepto y calificar la práctica religiosa de un cristiano. Todos dan por desconocido el vínculo que media entre misa y domingo, pero pocos se preguntan el Porqué, hasta el punto de que alguien ha propuesto la extraña hipótesis de elegir otro día. Digo extraña porque en toda la historia de la Iglesia, empezando por los orígenes, jamás se ha propuesto un día diverso, ni si quiera cuando el domingo era un día laboral (hasta el S. IV) y estaban prohibidas las reuniones de los cristianos.

La costumbre es de origen apostólico, por tanto tiene un valor fundamental y normativo para la vida de la Iglesia, una de cuyas características consiste en ser precisamente “apostólica”, fiel y en continuidad con la Iglesia dirigida por los apóstoles. Desde entonces no se conoce ninguna interrupción; el pueblo cristiano se reúne en asamblea cada ocho días, el domingo.

¿Por qué, repetimos, la elección del domingo, en lugar del jueves santo; en el cual Jesús consumó la última Cena y dio origen a nuestra misa ordenando “Haced esto en conmemoración mía”, o bien del viernes santo, en el cual se ofreció a sí mismo como sacrificio viviente en la cruz, que la eucaristía hace actual? Por el simple motivo de que nosotros hacemos memoria de un Vivo, el Cristo Resucitado de entre los muertos, no del Cristo muerto ni sólo del Cristo histórico. El domingo es el día de la Resurrección de Cristo, de su victoria sobre el pecado y la muerte, de su glorificación, de su manifestación a los discípulos reunidos en un mismo lugar, del nacimiento de la comunidad de creyentes en Cristo. Desde ese día Jesús se ha convertido, y así se le ha invocado, en Kyrios, es decir, soberano, Señor, dominador, jefe, salvador de la nueva humanidad; Kyrios en griego, Dominus en latín, Señor en español; y el día llamado hyriaché eméra en griego (equivalente a: día del Kyrios, real, del Resucitado), dominica dies en latín (día del Señor), domingo en castellano. Ese día los cristianos empezaron a reunirse (el Evangelio de Juan 20,19 y 26 habla de la reunión de los discípulos la noche de Pascua y ocho días después) para encontrase con su Señor-Kyrios, para hacer memoria de él celebrando bajo su presencia la eucaristía: la Cena del Señor-resucitado el día del Señor-resucitado.
Referencia: Boletín Lazos de Fe, Año 1, Nº 6, Agosto 2003

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