jueves, 31 de diciembre de 2020

Dios nos sigue hablando en su Hijo Amado, Verbo Encarnado

En esta ocasión, cuando nos proponemos a hacer una meditación que le dé un cierre a un año atípico, nos valemos de la Palabra de Dios, pues sin ella nada de lo que acontece tiene un verdadero y real propósito, una intención que apunta más allá de lo inmediato, y que sólo es acogida, en el corazón de aquel que es capaz de confiar plenamente, en el amor de Dios.

Muchos han esperado este día, último del año, con la ilusión (más propia de un pensamiento mágico y mítico que real) que terminado este ciclo se acabarán los males que nos aquejaron en sus días ya a punto de terminar. Sin embargo, lamento de entrada desilusionarte, pero no va a ser así, como solía decir Jesús: “A los pobres siempre los tendrán, más no al hijo del hombre” (Cf Mc 14, 7).

Lo que sea que estemos esperando que se quede atrapado con el año viejo, nos estará esperando en el año nuevo; pues el tic - tac que marca las 12 es sólo ilusión. 

Y ahí amigo, reside el punto de esta reflexión: Dios ha venido, lo hemos acogido, incluso lo hemos contemplado con ojos de ternura.

Mateo y Lucas nos han contado su versión de cómo Dios en estos días nos ha visitado, ha llegado, se ha paseado entre nosotros. Su forma de relatárnoslo nos anima a creer que lo sobrenatural acoge en su naturaleza celestial nuestra naturaleza mortal, y así, Dios se hace carne, uno como nosotros: “Dios hecho hombre”.

Ahora bien, sin desistir en abrir el corazón al misterio de Dios, necesario es ir más allá de los hechos –historias- y también de los mitos y, presentar espacial atención a lo que nos sigue proponiendo pues ese Dios en el que creemos; el Dios en el que confiamos, y el Dios en el que esperamos, nos sigue hoy hablando. Escuchemos lo que el Verbo de Dios nos dice, en forma destacada, por medio del Evangelista Juan.
"En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió". 
(Juan 1,1-5.ss)
Hoy te animo a dejar quietas las maletas que paseas por las aceras, a soltar el fajo de billetes que aprietas con desafuero, a que el amarillo no sea el color con lo que revistes tu intimidad. Hoy te invito a entender y también reconocer que: 
  • No es que Dios se haya desentendido de nosotros a lo largo del tiempo. Al contrario, él se ha hecho presente de muchas maneras.
  • No es que Dios haya apagado la luz de su bondad y de su misericordia, dejándonos bajo las tinieblas de nuestra arrogancia y en la oscuridad de nuestro pecado.
  • No es que Dios haya guardado silencio por largos años y dejado sin la voz divina que guíe a la humanidad día a día en su caminar.
  • No es que Dios nos esté castigando por algo que no entendemos, o si que lo sabemos pero igual preferimos hacernos los desentendidos para no asumir las consecuencias de nuestros actos.
  • No es que Dios haya dejado de actuar y que lo que como humanidad estamos afrontando no esté bajo el espectro de su clemencia.
  • No es que Dios haya dejado de intervenir en el devenir de su creación, incluyéndolos a nosotros la obra esplendorosa de su amor.
  • No es Dios el que tiene que cambiar para nosotros…
Lo que sea que estemos esperando, no llegará a nosotros, aunque ya esté viniendo, si no lo salimos a buscar. Y no, no es en la calle donde se encuentra, nunca ha estado en lo externo, aunque se valga de ello para llamar nuestra atención.

“De muchas manera Dios ha hablado a los hombres y ahora nos habla en su hijo”. 
(Hb 1,1-2)
Si, hemos de reconocer que no sólo en los acontecimientos de nuestra historia y a través del tiempo y las épocas, Dios se ha hecho sentir, sino también en lo personal, sobre todo en lo íntimo de nuestra intimidad que no necesita recubrimientos, él nos está hablando en los hechos de nuestra propia historia y en los acontecimiento de nuestra particular vida y también en los signos de los tiempos. 

Dios no ha dejado de salir a nuestro encuentro, sin embargo, vino y sigue viniendo y los suyos siguen sin recibirlo. Y ese, mi querido amigo, sigue siendo el punto. 

Podremos cambiar de año, épocas, milenios o de decenios; dejar atrás años marcados de dificultades, problemas o tragedias; podremos suplicar y hacer rituales para conjurar prosperidad… pero, si Dios sigue viniendo a los suyos, y los suyos no lo reciben… 

Si ahora, que llegaste hasta aquí, sientes el profundo deseo de doblar tus rodillas ante el Amor de Dios, lo habrás entendido, y justo podrás marcar el punto de inicio de un nuevo camino de vida.

Yerko Reyes Benavides

Entrega

Cuánta vanidad de este existir que no se extiende, 
por mucho que lo intente, 
más allá del deseo de tu aliento; 
un suspiro de tu bondad me da la vida, 
vanagloria de fragilidad 
es pretender ser dueño y señor de mi destino. 

De orgullo y soberbia lleno mis días, 
abandono la humildad, 
de elevar mis ojos al cielo 
y agradecer el hálito divino 
que sustenta mi presencia en este mundo, 
en el que si no estás por un segundo 
se vuelve oscuro y sombrío 
sin propósito y vacío. 

Hazme Señor entrar en tu razón, 
dejar mi pretensión de querer tener el control; 
concédeme, mi bien Amado, 
abandonarme por completo, 
dejar la verdad que busco 
la vida que deseo 
y la libertad que anhelo 
por entero en tus manos. 

Que cada ciclo, etapa y momento 
de este vivir en deseo de un nuevo Cielo, 
sea sustentado por la gracia y la moción 
del Santo Espíritu que mora en mi corazón. 

Haz, Señor Eterno, que el tiempo, 
su presente y su pasado, 
el transcurrir de las horas y su congojo 
el futuro por venir y el transitar de mi paso, 
sea por entero a tu lado 
y ese sólo instante 
se vuelva perenne 
un siempre y por siempre. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

lunes, 28 de diciembre de 2020

Renacer


Llévame a donde la vida comienza,
al lugar donde no existe más que tu presencia;
preparé un altar,
donde vuelva a nacer
del hombre que no quise ser,
que no quede nada antiguo,
de todo lo que ahogó mi corazón
lejos de tu amor.

Tómame y exprime mi barro
entre tus manos,
allana los abismos de mi alma
moldea mi sentir a tu vivir,
que renazca mi amor en tu pecho
y así, pueda mi debilidad
abrazar tu divinidad.

Llámame, Señor de eternidad,
toma mi mano en tu majestad,
arranca de este piel y de todo mi ser
las heridas y cicatrices
que dejo marcada
una vida ya pasada,
pues en el renacer de tu amanecer 
será por entero renovada.

Lávame en las aguas de tu compasión,
revisíteme de blancura mi alma
con la ternura de la tuya,
quede tan enamorado,
tan necesitado,
que no haya tentación
que me aleje de tu corazón.

Déjame, Amado, que suba contigo,
al ara de la oblación,
donde se es todo donación
y nada queda,
todo se entrega,
ofrenda viva sea mi vida
de amor en tu Amor renacida.
Amén

Yerko Reyes Benavides

jueves, 24 de diciembre de 2020

Jaculatoria de Navidad

“Hijo de Dios, 
del Cielo venido, 
Verbo nacido que a mi corazón 
ha bendecido:

En tu ternura rodéame, 
en tu amor desbórdame, 
que yo en mi alma te acunaré 
hoy, mañana y siempre”.

Amén


Yerko Reyes Benavides

La Virgen se llamaba María

Meditación antes de Noche Buena 

Un día cualquiera, que se convertirá en un día como ninguno, apareció en un pequeño poblado, casi olvidado, un Ángel del Señor; y entabló conversación con una jovencita de aquella localidad, a ninguno causó extrañeza, ni si quiera a ella, la presencia de aquel ser celestial no la asustó, lejos de ella el terror, sus rodillas besaron el suelo y atentan escuchó.

La conversación entre ellos dos se dio sin sobresaltos; el mensaje era importante, el más importante de todos los tiempos; no hubo rubor, tan sólo una pregunta, y pronto se oyó la respuesta: ¿Quién la escuchó? Nadie en aquel momento, pero cada hombre, mujer y niño que busca con empeño, y quieren renovar la esperanza de espéralo todo en Dios, buscan con anhelo ese preciso instante: 
"En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
 
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”

Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo. 

El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”. 

María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” 

El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. 

María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”

Y el ángel se retiró de su presencia". -Lucas 1, 26-38-

¿Aprecian cómo se va desenvolviendo la conversación entre el Ángel del Señor y María? 

Con naturalidad, como si de dos grandes amigos del alma se tratara que en una tarde se encuentran por casualidad en la esquina de la calle en la banca de una plaza. 

La turbación de María no se manifiesta por tan maravilloso enviado del cielo. Es que dicen que los niños cuando están sólo y nadie los está viendo sonríen porque son capaces de ver a los ángeles del cielo que envía Dios a jugar mientras que las mujeres descansan un rato de sus desvelos maternales. 

¿Sería que aquel Ángel del Señor ya era un asiduo visitante de las sonrisas de la Dulce Muchacha de Nazaret? 

No, la “turbación de María” es por otra cosa. Ella amada de Dios y sabiéndose amada de Dios, siente en lo más hondo de su alma que el amor “privilegiado del corazón del Eterno Padre” es un regalo que ella paga con su límpida sonrisa aun en los momentos de tribulación –como eran los de aquella época – no sólo en Nazaret sino en toda Judea e Israel. María inocente, sí; tonta o ilusa, jamás. ¿Cómo se va a desenvolver la acción de Dios en mí –piensa María-, si mis planes ya son otros? 

A propósito, mientras más grande y fuerte es la manifestación del amor de Dios en el alma y corazón de uno de sus hijos(as) predilectas, con más fuerza el alma se estremece –como María- sintiendo la humildad, la sencillez de su propia condición y naturaleza incapaz por más que se lo proponga de corresponder en igualdad de condiciones el amor recibido. Entre paréntesis, estas son las cosas que Dios oculta a los “sabios y entendidos” y que se las revela a la gente “sencilla” (Cf Mt 11,25-27). como a la más humilde de todas: la “Esclava del Señor” 

Aquí descansamos un poco, y nos abandonamos un rato en las manos misericordiosas de amor de Dios que no nos faltará jamás tal como nos lo dejo dicho Pablo en su carta a los Romanos que ya citaremos en contexto. 

Mi estimada(o), suelta los remos, hoy vale hacerlo sin remordimientos. Descansa, túmbate en el fondo de la barca de tu vida, levanta la cabeza y mira las estrellas, esta noche, seguramente verás en el firmamento una que brilla con mayor fulgor, más resplandeciente que las demás, es la estrella que siempre pone Dios en el firmamento de los que han velado y salido a su encuentro para guiarlos hasta donde el yace. 

Repite, esta noche con San Pablo y también conmigo que me cuelo de asomado: 
“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?... Pero en todo esto salimos más que vencedores gracias a aquel que nos amó” (Cf. Rom 8.35-39) 
Guardemos un rato de silencio para que estas palabras logren convencer a la razón que sigue poniendo resistencias “lógicas y razonables” para no desarraigarse de la desesperanza que es una forma de estancamiento interior. Y luego prosigue con María: 

«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» 

Esta noche, en medio de las carreras familiares habituales de todos los 24 de diciembre de cada año, “per secula seculorum”, no olvides ponerte de rodillas delante de tu pesebre, ese que decora un rincón de casa. 

Aprende a ponerte de rodillas (Etty Hillesum), delante del misterio del amor de Dios, y darle gracias. 

No necesitas prepara un discurso, sólo mirar la pequeña imagen del niño y decirle con quizá un par de lágrimas que se escurren libres de tus ojos: 

“Gracias, mi amor, mi dulce Dios hecho niño, 
no merezco que me ames de esta manera. 
Haré todo lo posible por corresponderte cada día 
y todos los días de mi vida, 
aunque sea con la humildad 
de una sonrisa en la adversidad”.

Amén 

Yerko Reyes Benavides

sábado, 19 de diciembre de 2020

Corona Espiritual de Adviento IV

Encendiendo sus luces 
Cuarta semana, cuarta vela. 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén

¡Ven, ven Señor, no tardes! 
Te aguardamos con alegría y en esperanza. 
¡Ven, Señor Jesús! 

Es inminente, el Señor ya está a la puerta, su llegada no ha de tomarnos por sorpresa; llega nuestro Señor y Salvador.

Nuestro corazón ante el anuncio del Ángel Gabriel se llena de gozo, pues su mensaje nos trae la Buena Noticia ansiada; en ella se renueva nuestra esperanza y se fortalece la confianza, Dios sigue haciendo entre nosotros su morada y en él todas las cosas serán nuevas.

Oración
Animosos en esta semana final de preparación renovamos la esperanza de la salvación que ya llega a nuestra vida y por ello encendemos la cuarta velita de nuestra corana. Ofrecemos la luz de este cirio morado como signo de nuestro compromiso en no bajar la guardia y estar atentos, dispuesto a encontrarnos al niño Dios naciendo en nuestro corazón. 

(Con las tres velita anteriores ya encendidas, se procede a prender la cuarta de color morado) 

Que esta pequeña llama hoy encendida arda también en nuestro alma, mente y corazón y represente nuestro deseo de hacerte presente en cada día de nuestra vida. 

Que las penas sentidas desaparezcan y resurja la alegría de saber que vienes a nosotros y ya está pronta tu llegada. Por eso decimos llenos de esperanza: ¡Ven, Señor Jesús! 
Amén


Padre nuestro… 

Gloria al Padre y al Hijo… 

Propósito de la Semana 

Son escasos los días venideros antes de la Noche Buena. En estos últimos días de preparación, María sale a nuestro encuentro, y ella misma nos toma de la mano; no quiere que ninguno de nosotros se pierda el gran acontecimiento de la Salvación, por eso ella nos lleva a la contemplación del misterio de Amor contenido en Nacimiento de Cristo, hijo de Dios e hijo de sus entrañas. 

El propósito para estos días será despójanos de toda pretensión, vanidad, orgullo o soberbia; para quitarle a la manera de celebrar la navidad lo superficial, lo vano, lo frívolo, lo material, lo decorativo, y quedarnos con lo que realmente es lo importante: el Dios que se hace uno con nosotros. 

A la Santísima Virgen María le encomendamos nuestra intención diciéndole: “Madre, muéstranos el camino que nos lleva a Jesús”. 
Que esta luz encendida ilumine nuestro recorrido espiritual de esta semana y tu bendición este siempre con nosotros. 
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 

Amén

viernes, 18 de diciembre de 2020

Déjame

Déjame Señor descansar en tu regazo,  lugar de tu consuelo, donde no falta el sosiego que proviene de tu pecho  y hace de mi presente entrar en la paz de tu divinidad.

Déjame posar en tu hombro, Jesús, mi pena y mi aflicción, el peso que llevo a cuestas, la espina que atraviesa mi espíritu y hace divagar mi corazón entre el desconsuelo y la desilusión.

Déjame abrazar tu consolación, donde son enjugadas las lágrimas derramadas y encuentra calma el pensamiento, agotado de transitar a tientas por la oscuridad que lo envuelve en sus sombras y sus miedos.

Déjame, Señor, llegar a tu descanso donde son tus brazos, los que reciben mi alma desgastada de en los desiertos de promesas incumplidas y de amores vulnerados.

Déjame llegar, Dios de bondad, al sitial donde la paz es tu gloria, la vida en lucha al fin se apacigua y la plenitud lo llena todo, halo que concedes  por haber corrido sin desfallecer la carrera de la fe.

Déjame existir, Amado, en tu amor y la pena que esta vida mía enfrenta, no se robará en sus alforjas, la alegría de ser para ti cada día.

Amén

P. Yerko Reyes Benavides

jueves, 17 de diciembre de 2020

Llámame


Llámame, Señor,
que el eco de tu verbo
resuene límpido en mi interior;
pronuncia mi nombre como Buen Pastor,
que veloz mi corazón atenderá tu clamor.

Llámame desde lo profundo de mi alma,
susurra en mi conciencia tu Palabra,
donde reposan mis deseos y se gestan mis sueños;
compárteme tus ilusiones y haré míos tus anhelos.

Llámame,
háblame suave,
brisa fresca que renueve mis fuerzas;
hazme sentir tu Voluntad,
que mis manos la realicen
y a prisa a ti me lleven.

Llámame, Amado,
se insistente,
mi espíritu está pronto,
mas mi pecho se distrae
y hace de lo pasajero su alimento
y olvida que Tú eres su sustento.

Llámame desde el silencio,
ahí resuena mejor el sonido de tu voz,
melodía intangible que exalta a mi alma
y a mi espíritu rejuvenece,
no pasará la vida mía,
sin que tuya se haga para siempre.
Amén

Yerko Reyes Benavides

domingo, 13 de diciembre de 2020

Corona Espiritual de Adviento III

Encendiendo sus Luces
Tercera Semana, tercer vela

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén

¡Ven, ven Señor, no tardes! 
Te aguardamos con alegría y en esperanza. 
¡Ven, Señor Jesús! 

El gozo del Señor que llega ya es percibido por el corazón, su alegría se hace sentir en el alma y acompaña nuestro paso, haciéndolo decidido para que nos lleve al final, a la meta deseada, contemplar la presencia del Dios hecho hombre en nuestra propia existencia. 

Oración
Animosos renovamos la esperanza de la salvación que ya llega a nuestra vida y por ello encendemos la tercera velita de nuestra corona. Ofrecemos la luz de este cirio rosado para representar nuestro gozo en ti Señor, que ya llagas. 

(Con las dos velita anteriores prendidas, se procede a encender la tercera, la de color rosado) 

Que esta pequeña llama hoy encendida arda también en nuestro corazón y represente nuestro deseo de hacerte presente en nuestra vida. 

Que las penas sentidas desaparezcan y resurja la alegría de saber que vienes a nosotros y ya está pronta tu llegada. Por eso decimos llenos de esperanza: ¡Ven, Señor Jesús!
Amén


Padre nuestro… 

Gloria al Padre y al Hijo… 

Propósito de la Semana 

Abundan las razones para estar preocupados, tristes, cansado o incluso agobiados. 

Nos sobran razones para sentir que el peso de este tiempo tortuoso, lleno de inconvenientes, de retos inesperados e insospechado ha recaído sobre nuestra espaldas. 

No faltan tampoco los argumentos que justifiquen el descontento, hasta llegar incluso al desconsuelo o más allá, a la desesperanza. 

Y llegados a esta semana de nuestro recorrido espiritual, nos preguntamos muy en serio: ¿Hay razones para estar alegre? 

Si, si las hay. Están ahí aunque no sea fácil reconocerlas, esperan por nosotros a que las hagamos conscientes. Será, pues, este, nuestro propósito de la semana, buscar esas razones para la alegría espiritual que nos haga perseverar, incluso en la adversidad. 
Que esta luz encendida ilumine nuestro recorrido espiritual de esta semana y tu bendición este siempre con nosotros. 
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 

Amén

martes, 8 de diciembre de 2020

Jaculatoria a la Purísima

Oración de Gracia


Purísima Virgen María,
de mi alma la alegría,
de mi corazón su valentía;
protege mi vida en este día,
Madre de Dios y Madre mía,
y jamás me falte tu amor y compañía.

Amén

Yerko Reyes Benavides

lunes, 7 de diciembre de 2020

A la hora del Dolor

Señor Jesús mantén a la distancia la dificultad, la angustia y la enfermedad; no dejes que a mí llegue la hora de la prueba, donde en esta vida se examina, el valor para la entrega. 

Escóndeme Señor a la sombra de tus alas, que al pasar la adversidad por mi casa a ti sea a quien vea, guardián de mi vida, custodio de mi ser, poseedor de mi amor. 

No permitas que mi dignidad, la que tú me diste en bondad, caiga herida por la mentira, el juicio y la crítica pervertida. 

No dejes Señor que la pena y el castigo irrumpan con su fusta y sean un obstáculo en el sendero de la ofrenda que abrigo entre mis manos. 

Pero, mi Señor Amado, si la hora del dolor llega, y la debilidad acapara mi existir, a ti elevo mi oración humilde, dame la capacidad de consentir, en mi alma y corazón, el coraje con el que tú abrazaste la cruz de la oblación. 

Que me falte todo, a todo estoy dispuesto, menos tu amor y compasión. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

sábado, 5 de diciembre de 2020

Corona Espiritual de Adviento II

Encendiendo sus Luces
Segunda semana, segunda vela

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 

Amén

¡Ven, ven Señor, no tardes! 
Te aguardamos con alegría y en esperanza. 
¡Ven, Señor Jesús! 

Rápido pasan los días y hoy domingo entramos en la segunda semana del tiempo de Adviento. Ocasión para encender en nuestra Corona de Adviento la segunda de sus luces. 

Poco a poco, aunque llevamos prisa, pues queremos apurar la llegada del Señor, nos acercamos a ese momento especial. Corremos la tentación, esta vez también, a que todo se reduzca a un acto festivo externo, lleno de decoraciones y luces artificiales titilantes por doquier. 

Que la premura por sentirnos en agasajo y en festejo no ahogue la necesidad de sentir primero que nada y antes que todo, la ternura y el bondad de Dios en el corazón y en el calor del propio hogar. 

Oración
Con gran esperanza, Señor, ahora encendemos esta segunda luz, que con la primera se esfuerzan en disipar la oscuridad que aún se mantiene más suficiente para significar la humildad de nuestra condición que necesita ser iluminada con la gracia de tu amor. 

(Con la primera velita prendida desde el inicio, se procede a encender la segunda velita, también ésta de color morado) 

Que esta pequeña llama hoy encendida arda también en nuestro corazón y represente nuestro deseo de hacerte presente en nuestra vida. 

Que las penas sentidas desaparezcan y resurja la alegría de saber que vienes a nosotros y ya está pronta tu llegada. Por eso decimos llenos de esperanza: ¡Ven, Señor Jesús!
Amén 


Padre nuestro… 

Gloria al Padre y al Hijo… 

Propósito de la Semana 

En esta segunda semana de Adviento aparece en nuestro itinerario la presencia profética de Juan el Bautista. Él nos recordará que detrás viene aquel a quien no es digno si quiera de desatarle las correas de sus sandalias. 

Busquemos expresar este sentir del Bautista en pequeños actos de humildad, venciendo en nuestras actitudes, palabras y emociones la soberbia, prepotencia y vanidad. 

En acto de verdadero desprendimiento sería la manera anunciar hoy la cercanía del Señor a quien le abrimos lugar -real- en nuestra vida, despojándonos (material, espiritual y/o afectivamente) de lo que limita nuestra entrega y servicio a Él. 
Que esta luz encendida ilumine nuestro recorrido espiritual de esta semana y tu bendición este siempre con nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 
Amén

De Vuelta a Casa

De vuelta a casa
al lugar de la inocencia,
en donde fui concebido
más allá del tiempo
y su destino,
en infinitud pensado
en plenitud amado.

De vuelta a casa,
donde reposa
la raíz de mi existir,
la razón de mi vivir,
el deseo de mi sentir.

De vuelta a casa
donde me espera;
entrada siempre abierta
la luz encendida,
que al camino alumbra
para que no sucumba
la esperanza
que el día llegará,
de estar de vuelta.

De vuelta a casa,
ahí quedó mi corazón
y mi ser encumbra su razón,
donde fenece todo disfraz
y de nada sirve el antifaz,
mi alma despojada
al fin descansa,
sólo hay paz.

De vuelta a casa
al lugar de mi eternidad
en ti mora la libertad
insondable verdad,
la que tanto busqué
y la vida fatigué;
al fin llegué,
a ti en ella encontré,
y jamás de ti me iré.
-Amén-

Yerko Reyes Benavides

viernes, 4 de diciembre de 2020

Comienza el Evangelio de Jesucristo

Hay herramientas y recurso propios a nuestra catolicidad que nos ayudan a ser fieles y a mantenernos activos en un Itinerario Espiritual de Vida. 

Es ahora un buen momento, paréntesis aparte, que si lo anteriormente dicho no te suena, es porque no te has planteado aún, ir un poco más allá de lo devocional, litúrgico y sacramental que ofrece la iglesia que, dicho sea, no son pocos los que ni si quiera a esto les alcanza su confesionalidad. 

Valga pues la promoción y teniendo delante de los ojos el tiempo presente, es momento de abortar toda escusa y pensar en serio hacer un “camino de vida interior o itinerario espiritual de vida”. 

Calendario y tiempos litúrgicos 

De los recursos antes mencionados están el Calendario litúrgico que nos ayuda a poner en contexto nuestro caminar no sólo sacramental sino también espiritual, y en el calendario, la demarcación que establece de los Tiempos Litúrgicos: Adviento (Navidad), Cuaresma (Semana Santa), Pascua y el Tiempo Ordinario. 

Justo ahora, hace pocos días. se ha iniciado para nosotros el nuevo año litúrgico, que por su puesto, es una ocasión inmejorable para comenzar, si no se hecho o perseverar si ya se está haciendo, en un caminar espiritual, volviéndonos del tiempo litúrgico del Adviento que inaugura el año. 

Este es un tiempo de comienzos, dar inicio, emprender, plantearse retos y desafíos, corregir el sendero y esperar en la gracia de Dios. 


“Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”. 

Esta sola referencia, inmediatamente hizo volar mi imaginación y me traslado al comienzo, al mismo inicio del “Evangelio de Jesucristo en mí”, en mi vida, en mi caminar, en mi horizonte y mi destino. 

¿Cuántos años han pasado? Más de los que quisiera recordar, no por temor al tiempo transcurrido, sino al tiempo no aprovechado para que ese Evangelio del Hijo de Dios se arraigara de tal forma en mi ser que no quedé a esta altura rincón alguno de mi existencia que no haya sido trasformado, renovado, rejuvenecido. A este punto, todo en mi ser ha de haber evolucionado, desarrollado y perfeccionada a la “extensión” y a la medida de la “expansión” del Amor de Cristo. 

Los tiempos se hacen cortos, e invertimos demasiado tiempo en cosas que no nos llevan, ni permiten y ni si quiera propician la trascendencia que no eleva por encima de todo, no para estar por encima de todo sino para jalonar todo hacia la plenitud de su ser, de su estar y de su existir en el mundo. 

Si yo soy infeliz, todo a mí alrededor quedará impregnado de la infelicidad. Si en mí el egoísmo, el individualismo, la inmisericordia, la indiferencia y la indolencia son parte integrante y característica de la cotidianidad de mi existir entonces todo entorno a mi quedará impregnado de eso. 

Pero en vez de concéntranos en lo negativo miremos las cosas en forma afirmativa: todo quedará embebido de bondad, compasión, ternura, caridad, amabilidad, alegría, justicia, paz, reconciliación, gracia y bendición si expandiendo mí ser en el Amor de Cristo vivo y respiro de ese Amor que todo lo cambia, que todo lo trasforma, que todo lo “convierte”. 

Metanoia - Itinerario Espiritual

Ahora cabe preguntar, movidos por el itinerario espiritual que vamos haciendo en este tiempo de Adviento: 
- ¿El Evangelio que hace mucho tiempo “comenzó en mi” está hoy dando sus frutos espirituales?  
- ¿Estoy siendo consuelo y esperanza para mis hermanos, bondad, justicia y paz para este tiempo convulsionado?  
- ¿Vivo férreamente el amor que Cristo me ha manifestado a través de su Encarnación, muerte y Resurrección?
Esta meditación continúa ahora en ti, y tú la terminarás de escribir con tu testimonio de amor y compasión. 

Sea provecho en tu caminar espiritual este tiempo de comienzos. 

Yerko Reyes Benavides