sábado, 31 de marzo de 2018

El Amor será nuestra Remisión


Realidades y mitos. Vivimos entre dos corrientes de un mismo Río que nos conduce manso unas veces y otras nos arrastra, incautos a dónde nos lleva.

La fe de lo intangible, se sustenta en lo visible, en las cosas que percibimos. A través de estas imaginamos realidades espirituales. Sin embargo, a lo inmaterial vamos por lo material, y sin este último pocas veces logramos trascender. Necesitamos la estampa de Jesús de Nazaret, para darnos cuenta de los ultrajes que el Hijo de Dios recibió por nuestra salvación.

Caemos en la trampa del Rito, y este se convierte en vehículo que en círculos nos transporta y no nos eleva. Nos pasea por los misterios para dejarnos, como carrusel en mismo punto de partida. Cambios, transformación, conversión o metanoia no conseguimos en actos rituales y sacramentales.

Mágico es el acto de nuestro amor, el azar lo domina, puesto que por los sentidos se rige y camina. El Dios Amor, no lo vemos, no lo tocamos, no lo olemos...

Sin embargo, es él mismo quien nos pide que hagamos un salto. Nos lancemos al abismo de su Amor. ¿Abismo es caída o es subida?

La lógica humana nos habla de caída. Pues en el "sin sentido" del amor divino, lo que en lo humano es caída en Dios es subida, alzamiento, redención: Resurrección.

Necesitamos solar.

¿Qué soltamos?

Lo sensible, para alzarnos con lo intangible: El Amor sera nuestra remisión.


viernes, 30 de marzo de 2018

Muero Contigo


El Señor me ha dado lengua de discípulo, 
para que haga saber al cansado una palabra alentadora. 
Mañana tras mañana despierta mi oído, 
para escuchar como los discípulos; 
el Señor me ha abierto el oído. 
Y yo no me resistí, ni me hice atrás”.  
(Is 50,4-5)

¿Qué cosas habrás hablado al oído de Jesús, Padre de la Palabra?, para hacer que tu siervo no se resistiera a tantos ultrajes y vejaciones. 

El “hijo del hombre” reconoce tu voz, atento está a tu Palabra, a su alrededor quedan quienes lo condenan, profieren palabras y más palabras, pero tu siervo no las reconoce como si a las Tuyas y, aunque para él estas palabras lo condenan a una inmerecida muerte, él guarda silencio. 
El eco de tu Voz resuena en su corazón y eso basta. 
En el huerto de Getsemaní tu Siervo eleva su propia voz, en su humanidad necesitada de ser escuchado por su Abbá: 
«Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» (Lc 22,42). 
Su agonía no es desconfianza, el miedo no está anidado en su corazón, al contrario, necesita el susurro de tu voz, una vez más, como tantas veces lo ha recibido en su peregrinar mesiánico, cuando en medio de la noche, se escabullía para escucharte. 

No habrá otra noche más para disponer el oído a tu Voz; esta será la última vez que tu Hijo, hecho hombre como uno de nosotros acudirá al velo de la palabra humana para trascender hasta ti:
Su trascendencia ahora será realizará en la plenitud de su humanidad, totalmente divinizada en el Reino celestial.
¿Qué Palabra dócil al oído y poderosa al corazón suspiraste en esa noche, en donde ambos corazones latían al unísono del sacrificio de la divinidad humanada? 
“Muero contigo”. 
¿Cuántas palabras son pronunciadas inútilmente? ¿Cuántas de ellas son utilizadas para lastimar, humillar, difamar, engañar, manipular, tergiversar y dejar heridas tan profundas, tan difíciles de curar? 

La palabra humana que es utilizada para condenar, Tú la convertiste en palabra que redime. 

La palabra que ofende y humilla, Tú la profieres para exaltar y dar reconocimiento. 

La palabra que oprime Tú la haces liberadora. 

Fue tu Siervo quien nos mostró el camino de la Palabra. Tu “discípulo” quien nos enseñó a reconocerla y oírla. Esa Palabra que resonó en lo más profundo de su corazón aun en el mismo momento de la entrega, cuando la palabra humana se volvía en su contra, salió la tuya a su encuentro, para que se realizara en él la remisión de todo lo humano. Redimida fue la palabra condenatoria y blasfema, su poder mortífero quedo anulado. El develó que la palabra tiene la eficacia de construir la realidad y en él de llevarla a la plenitud de tu divinidad. 

Enséñanos a valorar la palabra como constructora de tu Reino, ayúdanos a recocer tu voz en el interior de nuestra alma. 

Que la palabra que nos diste como un don de tu acción creadora la utilicemos en todo momento para construir, para crear la comunión entre hermanos, para darnos en plenitud. Has que inspire y se convierta en presencia nuestra en el alma y en el corazón de quien la recibe, así como Tú te hiciste presencia en nosotros por la Palabra encarnada. 

Enséñanos a reconocernos verdaderamente por la palabra que inspira y fortalece los vínculos de unión en una misma naturaleza, la humana.

jueves, 29 de marzo de 2018

Misterio de Amor dado

Jesús, “Hijo de hombre, amado de Dios, querido de corazón de compañeros; 
un día como hoy, no importa la fecha, ni tampoco el tiempo, sino la Hora, 
tu “Hora” de ser el Amado, dado en ofrenda, concedido en oblación. 
Así te entregas, y hace de tu hora, la hora de la redención de extraños y ajenos 
y más de cercanos y conocidos, discípulos y amigos. 

Te apuras, una noche como hoy, a pasar y a vaciar el cáliz de la salvación, 
a quienes en hermanos, ya no más desconocidos sino amigos, has constituido. 
Reino de Dios en sus corazones contenido por tu amor hecho extremo: 
adoración, dolor, entrega, sacrificio, lágrimas, sangre y pasión. 

¿Eres Pastor? No, eres amigo;
¿Soy oveja? No, soy tu hermano, en virtud de tu sangre 
de cruz derramada y en rescate de mí, entregada. 
No más tratos de discriminación, el sirvo ya sabe lo que hace el amo, 
porque el amo se convirtió en siervo, para darle al esclavo la libertad 
que no merecía, pero en amor divino concedida, para que en
apertura también amara lo que Dios ama y, él amará.

Ya no más siervo, el cáliz de tu hora, empuña la espada 
que traspasa la coraza de cárcel del alma aprisionada
que impide llamarte Abba;
Padre que vida das a todos en carne que es pan y,
en sangre que es vino,
libertad de espíritu a todos concedida por la entrega de tu hijo.

En tu bondad al entregar el pan y el vino;
patena y cáliz, carne y sangre;
has en ello levantado humana naturaleza en polvo convertida
que ahora espíritu infunde en ella;
para que lo que una vez fue caída
hoy, en tu Hora, sea levantada 
y constituida en morada de gracia
lugar de bendición que en tu cuerpo y en tu sangre
encuentra redención.

Misterio de amor divino, el pecado por pan y vino
queda sin efecto, Cuerpo y Sangre contemplo
más tu amor recibo y comulgo para así, configurado contigo
también ser yo cuerpo y sangre de divinidad que en oblación hoy
en esta hora se ofrece y eleva al Padre en remisión de humanidad que salvación aguarda,
de los hijo en el Hijo, Amados de Dios.

Comulgo el misterio y en él me convierto, 
para ser alimento de los que hoy hambrientos
te siguen buscando, escondido en hostia expuesto.

No más Pastor, no más siervo, ni esclavo,
sino amigo, compañero, hermano.
Pan de vida, alimento de hombre,
hora bendita, la de tu entrega
en hostia que miro y contemplo,
y descubro expuesto no en custodia lejos de mis manos,
sino dentro de mí, en mí mismo, corazón abierto al amor del Padre
en ti dado y entregado, a humanidad a precio de sangre.

Desgarro mi corazón al contemplarte,
para que hostia, pan de vida, cuerpo entregado,
sangre vertida por mi, recorra, purifique mi alma
y sea yo ahora, en la Hora de tu Reino quien sea ejemplo
de amor eterno.

Yerko Reyes Benavides

Jueves Santo. Vigilia de Adoración
A Jesús Sacramentado
Oración

martes, 27 de marzo de 2018

Tu Hora, Señor


“Mujer mi hora no ha llegado”, dijiste apurado,
sin faltar respeto a insigne dama en aquellas bodas,
en las que el amor humano era el centro de la atención de los comensales e invitados.

María de Nazaret, mujer ya probada,
llena de detalles, caso omiso de tu advertencia hizo.
Belleza, llena de ternura, siempre madre ya de todos,
sin prestar oídos, presurosa sale al paso,
de novios en su inocente alegría que desconocían que sin vino quedaban
y noche amarga tocaba;
ella, apura tu hora, y así en aquella boda
para evitar que la tristeza llegara,
de ti merece en su amor un milagro,
de hora futura que a muchos darías para
llenar sus corazones de alegrías.

Tú, María adelantas la hora del Amado,
y aunque es un Cáliz que Jesús no apura en beber,
sabe que en el horizonte de su agonía se cierne como
crepúsculo de noche sin luna.
Sombrío y oscuro día,
aguarda el instante, mesa de oblación,
sacrificio, entrega y donación.
Nupcias del cordero degollado futuro;  
más ahora,
sólo quiere disfrutar de otra boda sin presión,
invitado anónimo de alegría de amigos,
sonrisas que llenan el alma y la cubren,
para evitar las lágrimas y las penas
de la hora que se acerca.

Traición Señor, y no amor, como en aquella primera ocasión,
encontraste entre amigos en quien confiaste, y detrás de distinta mesa,
dijiste: “uno de ustedes me traicionará”.

Uno a uno nos fuimos preguntando,
partícipe soy de aquella noche,
y con los demás apóstoles,
también yo te digo:
¿Seré, acaso yo, amigo?
Tu hora ha llegado y yo también la apuro.
Pudiste, Hijo de hombre haberla retrasado un poco más;
pero ya era suficiente, ni mil noches de predica,
ni un milagro más, hubiesen cambiado
la determinación de tu entrega en
sentencia de muerte ya dictada.

Llegada la Hora: “Habiendo amado a los tuyos
que estaban en el mundo,
los amaste hasta el extremo”.  Y así te entregaste
por todos y cada uno. 

Apuraste, a su tiempo, en beber el cáliz de hiel y amargura,
para conceder a humanidad bondad y salvación.
Dejaste así la puerta abierta del Reino en donde
juicio hubo y sentencia de perdón se dictó a precio
de lágrimas, escarmiento, dolor y sangre.

Tu Hora llegó y la viviste pleno de satisfacción,
todo lo diste, nada guardaste para ti,
en soledad y abandono moriste.

Tu Hora llegó, Señor,
y el mundo en ella cambio para siempre;
justicia y misericordia, fueron los
segundo y los minutos eternos transcurridos
en hora que no ha tenido fin y continua
incluso ahora.

Que esta hora de redención no pase
por nosotros sin dejar huellas de
convicción, de entrega y de amor,
nacidas de transformación interior y
conversión del corazón,
para que tu Hora, Señor,
también sea nuestra hora,
por toda la eternidad

Así sea.


Yerko Reyes Benavides


Oración para el Martes Santo

lunes, 26 de marzo de 2018

Aroma a Ti

Señor Jesús, no tengo palabras para expresar mi profundo sentir ante la contemplación de lo que tú tuviste que vivir, para darnos vida en abundancia, tal cual como no casabas ni cesabas de anunciarlo en los caminos, praderas y lago de Galilea: de Nazaret y toda Judea. 

A traición, a ti que todo lo hiciste bien y nada dejaste sin tocar con bondad, fuiste vendido. Milagros hiciste por doquier, la huella de la caridad dejaste en niños, jóvenes, adultos y ancianos. No hubo lugar ni persona por más humilde que fuera que no atendiste. Y sin embargo, antes de enjuiciarte, por crímenes que no cometiste, ya posaba sobre tu cabeza sentencia: pena de muerte. 

¿Acaso la humanidad sigue ingrata que no dobla rodilla, ni inclina cabeza, ante tamaña muestra de nobleza? 

Sigues, querido Mesías, siendo vendido hoy día, en los miles de hombres heridos, resultado de la codicia y la avaricia de unos pocos. Dueños del mundo se creen los poderosos, viles y vanos que hoy también dicen de ti: reo de muerte eres y, asesinado terminas en calles, hospitales, y humildes chozas de barrios y poblados. 

No, no quiero repetir y ser yo quien siga dictando sentencia y poniendo precio sobre tu cabeza. 

Yo no me voy de tu lado, aunque en algún momento, por miedo y debilidad te niegue, y lágrimas de dolor corran sin poder ser detenidas por mi mejilla, por la falta de coraje, valentía y confianza que tú tuviste en el amor del Padre, por quien todo hiciste y sin él nada dejaste que pasara, en ti en los tuyos, incluido yo en tu decisión y determinación. 

Señor, hoy compartes con amigos, comida, manjar de mesa de amor y cariño. A tus pies María, quien esta vez no sólo atenta a tus palabras está, sino que corre a prisa, igual a Marta, no para cubrirte con platillos y manjares, sino para perfumar tu cuerpo, con aromas que a divinidad impregnan la sala y sobre todos los corazones de los tuyos, que asienten, pues te mereces detalle de amor y de ternura, dado por mujer de alma inocente y espíritu animoso. 

En poco tu rostro, incluso para los que te conocieron, resultará extraño y desfigurado, el aroma a perfume pasará puesto que de putrefacción ajena te revestirás; cargando sobre ti, la desidia de la humanidad. 

Sin embargo aquel perfume a nardo, costoso entre los aromas deliciosos, seguirá dejando la estela, y quienes sin pena vayan más allá de las apariencias, podrán contemplar una vez no sólo tu rostro hermoso, sino el rostro de la bondad que estela de indulgencia deja a su paso. 

A rosas y jazmines huele la divinidad. 

Que en este día sea el aroma de tu amor el que me lleve a abrazarte intensamente, confiar y a entregarme como tú a favor de mis hermanos, los que más necesitan el resplandor de tu gracia y la tierna caricia de tu mano. 

Permíteme, como María perfumar tu cabeza, para que algo de ese aroma a divinidad quede en mis manos para con suavidad tocar el corazón de mis hermanos. 

Así sea.

Yerko Reyes Benavides


Oración para el Lunes Santo

Permite ser Cireneo de tu Amor



Meditando en tus misterios, Señor, me encuentro en estos momentos; y una sola cosa recuerdo, una pregunta de la rebeldía de mi infancia.

Desconocía en aquella oportunidad lo que ahora con libros y letras de por medio, sigo desconociendo, pero ya no es simple desatento a tus palabras, sino más bien docta ignorancia que es más peligrosa que la que viene de la ingenuidad y de la inocencia. 

¿Por qué? decía en aquel entonces:
¿Por qué tengo que amar a un Dios que no me nace querer? 
Y a mi alrededor me respondían, porque el "Murió por ti y por tus pecados". Entregado en la cruz derramo por Amor su sangre, para lavar la impureza que hay en tu interior. Y mientas más argumentos de ese estilo apologético usaban conmigo, más me rebelaba. Ateo, si. Me iba convirtiendo en ateo de argumentos vacíos y sin sentido. Argumentos productos de dogmas y no de convencimientos, de doctrinas más que de experiencias

Ese Dios apologético no iba conmigo, ni tampoco representaba mis intereses. Pruebas, y no de su existencia, sino de que ese Dios predicado tenía reales y verdaderas consecuencias en la vida de los que confesaban su nombre y, que no fueran solo peroratas.

Si murió como dicen que lo hizo, acaso “yo se lo pedí”. 

Me parece un absurdo hacer algo por otro que el otro no quiere que hagan por él, no necesita ni pide. Y no quiero corresponder a un amor así. Es castrante, es hiriente, es manipulador y sobre todo es esclavizante. 

Aún sigo pensando que el amor de Dios así presentado tiene todas las características emocionales para ser manipulador de la conciencia, castrante de la libertad de juzgar en bondad y desde la bondad y que esclaviza y sumerge a la ritualidad la fe, quitándole el componente liberador, y eso que pase por escuela de teología..

En mi docta ignorancia de hoy, me sigo rebelando no al amor de Cristo. Ya no tiene importancia si murió o no murió en la cruz, la cruz fue sólo consecuencia de su amor, quizá la expresión sublime de su amor. Pero el amor de Cristo es más que la Cruz a la que la queremos reducir, a veces para comprar, manipular, subyugar y dominar nuestra conciencia.

Hoy miro el misterio del amor y me sigo haciendo la pregunta: 
¿Por qué amarte? 
No tengo respuesta todavía y probablemente nunca la tendré, pero hoy me pongo en el lugar del Cireneo y ayudo a cargar la cruz de Cristo. Mis hombros y brazos no serán robustos, pero al menos pasos detrás de ti doy, llevando una parte de esa Cruz que representa un amor no correspondido, que ni si quiera fue pedido, al extremo con el que tu lo diste, ni tampoco de esa forma, tan aún incomprendida.

Revestido de glorias y triunfos eras esperado. El éxito en las cosas de este mundo era la consigna. Restitución del honor mundano de una nación que tenía a Dios como el Jefe de sus ejércitos. 

Aquella piltrafa humana, no, no era el Mesías. Sin embargo, su coraje, su entereza, su dignidad no vencida, aun en el abandono de las fuerzas corporales seguí adelante. 

Detente le decían, coloca tu rodilla en tierra y dales el gusto a los pérfidos de este mundo. Niega y corre, salva tu vida, le decían. Pero no, tú no. Tu adelante.

¿Te sirve este Cireneo que a tu lado hoy se para, para cargar tu cruz un rato y que puedas llegar hoy también al Calvario? Este pueblo no merece tu sacrificio. Pero, en verdad, ¿Cuándo se trató de merecimientos tu amor?

Un poco de ese amor quiero para mi. No lo entiendo, pero lo quiero y más que quererlo lo necesito, puesto que es amor así dado es en todo y para todos el único amor liberador que puede sacar de las mazmorras y de la prisión al alma encadenada a los amores mundanos que no llenan ni satisfacen.

Y miro contemplo tu amor así dado y me siguo preguntado:
¿Por qué amarte? 
Y ahora logro intuir una sola respuesta que sin lógica, ni sentido común necesarios digo:
¿Y por qué no? 
Un amor así es lo que hace la diferencia en un mundo de contradicciones.

Y miro, y sigo preguntando: 
Y ahora. ¿Cómo amarte, Señor, con el madero en tus espaldas?
Y responde, tímido:
Déjame ser un instante el Cireneo. 

Yerko Reyes Benavides

domingo, 25 de marzo de 2018

Gracias Mujer, tu sí nos da bendición

Los llevo en mi corazón,
en mis pensamientos siempre,
en mis sueños son constantes
porque como varón,
no puedo llevarlos en otro lugar.

Pero eso, pido a Dios que no
les falte a ustedes,
pequeños, amados de Dios
mujer que los amé como yo y
los deje nacer,
brote de divinidad para
humanidad agostada y necesitada
de generosidad y ternura celestial.

Tú mujeres, eres el milagro de Dios
que engendra vida, y sólo en tu
vientre se gesta el amor de Dios,
regalo y dicha del Señor.

En tu vida, la vida se hace presente,
y por ti existe, real y verdaderamente,
en tu sí, el sí de Dios llega al mundo.

Mujer, que en madre te conviertes,
tu valor y determinación
nos permite recibir
tamaña bendición.

Por ti mujer Dios vuelve a decirle a la humanidad
sin restricción ni limitación
creo en la obra que creé,
ya no más criatura ahora y siempre
hijos e hijas de mi corazón que
comienzan en gestación
desde humilde concepción

A ti también, te llevo en mi corazón
mujer de valía y valiente,
que decide decir si a
la vida y dejar que
la gracia de Dios actúe
en vientre donde la vida en gestación,
que gesta con determinación y amor,
será tu bendición.:
a ti se te concedió
el abrazo de la inocencia y
la calidez de la ternura que
poco a poco se va haciendo sentir
dentro de ti.

Gracias Mujer, por ser sagrario
del amor de Dios,
en tu vida y determinación
contemplo la obra de Dios
que nos dice:
en cada bebé mi esperanza renace
en el mundo, oasis en desierto,
semilla de bondad,
renovación y libertad
para la humanidad.


Yerko Reyes Benavides


25 de Marzo
Día Internacional de los niños por Nacer

sábado, 24 de marzo de 2018

Y tomo tu Cruz

¿Cuántas fueron las veces, Jesús, que a tus amigos y también a los extraños les invitaste a tomar la Cruz? 

¿Acaso se imaginaron aquellos a qué te referías? ¿Es que tú mismo sabías la literalidad de lo que pedías? 

¡Cuánto me gustaría tenerte en frente! 

No para que me respondieras a todas estas preguntas y las que quedan reservadas en el corazón. 

Me gustaría tenerte en frete para arrojarme en tus brazos, y abrazarte; no, no quiero quitarte la Cruz de tus hombros 

¡Qué acto de pretensión egoísta la mía si así lo sintiera! 

Es tuya, tú la has de llevar, pero sólo quiero abrazarte y sostenerte un rato.

Descansa un poco en mí, Señor, como tantas veces yo he descansado en ti. Reposa tu cabeza en mi hombro, que mi mano temblorosa recogerá tus sudores, sangre y lagrimas.

Hermoso eres Señor, con tu rostro desfigurado, nunca fuiste más bello que en este momento de entrega. 

¿Qué ser humano en su sano juicio hubiese por otros recibido, los golpes merecidos por su humillación y pecado? 

Tú en cambio en vez de entregar al malvado a Juicio, preferiste, herido cargar la cruz de su ignominia.

No era tuya, tú la registe.

Castigar, exterminar, lastimar, no habrían servido para que el hombre corrigiera el rumbo, entonces en tu sabiduría infinita decidiste cambiar la estrategia, tantas veces otrora equivocada, incluso para tu omnipotencia. 

En vez de extender el puño para maltratar, expusiste tu rostro para recibir en él los golpes que a otros iban dirigidos; prestaste tu cuerpo para ser marcado por el látigo que veloz cortaba el aire con su zumbido para desgarrar la piel del arrogante y del pérfido. 

Cargar la Cruz ahora significa otra cosa, para mí, muy distinta: No es un gesto de “solidaridad” en donde me conduelo del sufrimiento del otro.

Por más sensibilidad que se tenga, nadie puede ni podrá sufrir por otro, apropiarse del dolor del ajeno. 

Cargar la cruz es tomar el lugar del que sufre, aunque el sufrimiento no es propio es hacer suyo el sufrimiento del que no puede cambiar su realidad y con la fuerza de la gracia consagrar la vida para marcar la diferencia, es decir, hacer diferencia: ser diferencia de Dios en medio de los hombres.

Ser voz de los que no tienen vos; ser espada divina de misericordia ante las injusticias; recoger del lodo al que ha perdido toda dignidad y valía. Con el grito de los siervos que sufren levantar al abatido. 

La Cruz deja de ser un adorno cuando en vez de colgar en el pecho se lleva en el hombro.


“¿Quién dio crédito a nuestra noticia? 
Y el brazo del Señor ¿a quién se le reveló? 
Creció como un retoño delante de él, 
como raíz de tierra árida. 
No tenía apariencia ni presencia; (le vimos) y 
no tenía aspecto que pudiésemos estimar. 
Despreciable y desecho de hombres, 
varón de dolores y sabedor de dolencias, 
como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, 
y no le tuvimos en cuenta. 
 ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y
 nuestros dolores los que soportaba! 
Nosotros le tuvimos por azotado, 
herido de Dios y humillado”. (Is 53,1-4)

Yerko Reyes Benavides

martes, 20 de marzo de 2018

Maneras y Manera, que no es igual


No voy a hacer una apologética del Amor. Ni si quiera voy a entrar en alguna definición. En algún escrito anterior probablemente esté esa parte etimológica, aparte de la doctrinal, apegada a las tradiciones y magisterio.

Acá, cuando entramos al Taller del Carpintero, vamos con la costra encarnada y totalmente incrustada en la piel, en el alma, en el corazón. Vamos para que sea Jesús quien nos de el jalón que necesitamos para que la herida ventile y los fluidos acumulados drenen hasta limpiar toda el área en cuestión. Ahí comienza la curación. La costra ha de ser arrancada y la mano ágil del carpintero de Nazaret no tendrá inconveniente de hacerlo, con recato pero también con firmeza.

Con la experiencia a flor de piel, decimos, hay muchas maneras de amar y la mayoría de sufrir por ellas, con ellas, en ellas o sin ellas. Si, en realidad así de complicados somos. Nuestros no saber se convierten en nuestra mayor pretensión, y vamos por la vida pretendiendo saber lo que no sabemos en realidad: Amar.

Descansa un poco, Jesús ya viene, y mientras lo haces pregúntate solo esto: ¿De qué amor vienes? y, si sinceramente respondes, sabrás lo que te espera al llegar Jesús.

Yerko Reyes Benavides

domingo, 18 de marzo de 2018

Mi nombre

Pueden hacer lo que quieran.

Pueden entorpecer y obstruir,
si así lo prefieren;
negar y dejar todo tipo de trampas
a mi alrededor.

Pueden ir incluso en contra de la obra de Dios,
si así lo prefieren, 
para dar rienda suelta
a sus pequeños y vanos intereses.

Pueden hacer de este mundo un
infierno a su antojo 
y de sus pretensiones un capricho;

Pueden restarle importancia a valores y criterios
de progreso;
dejarse llevar por fanáticas ideas de sus
trasnochos y delirios; grandeza de torpeza
que en el ocaso todo deja y nada se lleva,
pues a los pies de lo inevitable, 
por más que se suplique,  
han de renunciar a todo y no hay oro
que compre un día de más
en esta bendita tierra.

Pueden a final de cuentas hacer lo que les venga en gana;
que por una ventana,
un hueco o un resquicio,
hendija o fisura, por ahí paso 
y me sobra espacio.

Una vez dentro, ni amenazas, 
ni nada que puedas imaginar 
me va a hacer abandonar el lugar
del cual tomé posesión para siempre.

Mi nombre, por si se te ha olvidado,
o por algún momento de confusión me has
perdido o desaprovechado.

Mi nombre,
para que nunca me desprecies, 
ni te entregues en señal de que ya
todo esta perdido y 
no tienes otro camino.

Mi nombre, para que una vez en ti
encontrada me lleves orgullosa en tus
luchas.


Mi nombre es ESPERANZA.

Yerko Reyes Benavides

sábado, 17 de marzo de 2018

Depende, y ¿de qué Depende?


Hay un refrán o adagio popular que reza: "Todo depende con el cristal con el que se mire". Y yo, diría, porque no nos quitamos los cristales, vendas y mortajas y de una vez empezamos a ver las cosas tal cual como son y no desde ningún lugar postura, posición, prejuicio o condición. Todo absolutamente todo es un depende. 

Y el único depende que vale la pene sostener es el que proviene de Dios. Ese depende, si vale la pena preguntárselo: Depende. ¿Y de qué depende? De cómo lo ve Dios. Y, no respondamos lo que nosotros creemos diría Dios en cada caso, busquemos a Dios y, su Reino se nos dará por añadidura.

Recomiendo para completar la meditación que leasmo el articulo que recientemente publique aca  mismo y seguramente sservirá para que limas y lijas del Carpintero, alisen las arrugas e imperfecciones de tu madera, que aunque es buena, con la que estas hecho, le falta un poco de trabajo. 

PD. Lectura Complementaria a la Meditación: Deja a la Belleza en Libertad

viernes, 16 de marzo de 2018

Te conocemos y desconocemos, Jesús y Señor


Te conocemos y te desconocemos, Señor, Hijo de hombre, cuya hora no ha llegado, tampoco en nuestro corazón, pero pronta está el alma, puesto que inquirirás de ella posición y decisión para hacer definitivamente la Voluntad de Dios que tanto predicaste.

Te conocemos y te desconocemos, Señor, Dios verdadero que nos lleva al Padre, y sin el Padre tú nada trasmites, vives o compartes y es, en la intimidad hijo-Padre, donde nos incluyes para que en ti seamos uno con el Padre y contigo en la eternidad. 

Te conocemos y desconocemos, Señor, que aunque a riesgo de tu propia vida, sigue apareciendo y desafiando las autoridades religiosas de todo tiempo, recordándoles que no son dueñas de la Palabra que de ti fluye como fuente inagotable de agua divina que sacia la sed espiritual de tantas almas que te buscan sin descanso, no sólo en los patios de las religiones; y tú te deja encontrar, porque la forma de conocerte no está en la razón de una rígida doctrina.

Te conocemos y te desconocemos dueño de la vida, pero prefieres seguir velando la revelación de tu amor, entregándosela a manos llenas a los humildes y sencillos, mientras que a mucho de nosotros, nos pones el camino difícil hacia ti, porque no usamos el corazón como lugar de encuentro contigo, sino el culto sin sazón.

Te conocemos y te desconocemos, dueño de los milagros, porque aun te pedimos signos de tu existencia, de tu paso por el mundo, y nuestro mundo, porque si no vemos, no creemos, y lo único que nos lleva hasta ti es dejarnos amar sin condiciones por ti, y amarte sin restricciones a ti.

Te conocemos y te desconocemos, Señor, amor y amado, permítenos conocerte y reconocerte una vez más, en el lugar de tu preferencia, y condúcenos de la mano hasta él donde tú te sueles pasear con frecuencia, para tomarte de la mano y jamás soltarte. 

 Yerko Reyes Benavides

martes, 13 de marzo de 2018

Deja a la Belleza en Libertad

¿Qué es la belleza? 

¿Qué hay en ti que, incluso, tantos pierden hasta la cabeza?

En cortas líneas, quizá, no pueda encontrar respuesta acertada para tan filosófica pregunta que ocupa también a cantores y poetas, porque se trata de gustos, colores y preferencias. Las apetencias hacen de lo bello algo que en vez de exaltar lastima y, alguien por sentirse en los amplios atrios de la belleza se pierde a sí mismo, consumido por su propia hija: la vanidad.

A la interpretación de la belleza concurren todos los intereses, los personales y los colectivos, los sociales, culturales, políticos e incluso de económico potencial, puesto que la belleza es comercial; tampoco queda alejado la ética y peor aún la restrictiva moral, en ella también la religión posa sus haberes. Tantos van tras la belleza que la restringen, la trozan en pedazos y cada uno se lleva una parte, haciendo de ésta un adefesio que poseerla es una tragedia más que una ventura.

Se puede decir de la belleza es no un atributo que se confiere a algo o alguien, no es en el ojo del que la contempla donde reside su natural atractivo. La belleza viene en forma de estética y pertenece a la naturaleza de cada cosa. Todo es bello, estético, independientemente del sujeto que la observa, y jadeante decide poseerla. No se basa en criterios o idiosincrasias y mucho menos en prejuicios de fenotipos y estereotipos. La belleza se mide, la estética no y, nos guste o no, la belleza solo será tal cuando sea vista en su estética y no en sus ademanes y formas.

Cuando algo se dice bello, y se le otorga dicha posesión, lo bello se vuelve placentero, manjar de deleite de los sentidos, punto de partida para la contemplación y la posterior transcendencia. Por ello, no queda más remedio que de lo bello disfrutarlo más no poseerlo.

Es un error, producto de la vanidad y la egolatría querer adueñarse de la propia o ajena belleza. Poseer es negarle la libertad a algo o alguien, aunque la jaula de su encarcelación este construida con barrotes de fino cristal y refinado oro.

La estética de la belleza necesita para ser explosión de sensualidad en los sentidos y gozo del alma y corazón de quien la contempla en sí y en otros, de su natural libertad. Es en esta libertad donde encuentra su realización, su perfección y se constituye en fuente de expansión interior y puerta para cruzar los linderos de lo simplemente material y humano. Se toca con ello la divinidad, donde la belleza, estética y libertad encuentran su éxtasis, quicio y culmen.

Jesús de Nazaret fue un gran contemplativo de la estética y en todo encontraba belleza, tanto en la naturaleza como obra de Dios o en la persona como hija de la divinidad. Con frecuencia tenía arrebatos poéticos que lo conectaban con lo que a su alrededor acontecía y que para la mayoría de tanto estar, pasa desapercibido y no se contempla con agradecimiento.

El solía decir:
“Miren lo lirios del campo que ni hilan ni tejen. Sin embargo, les digo, que ni Salomón en su esplendor se vistió como uno de éstos”.
La vanagloria característica de nuestro ego y orgullo nos lleva no a disfrutar de la belleza en las cosas, en las personas e incluso en propia piel. El poseer se despierta como monstruo que todo lo consume y lo atrapa en sus tentáculos y por ello en vez de proteger a la flor, la cortamos de su tallo y la colocamos en la solapa de nuestra vanidad. Lo que no percatamos en el instante de nuestro posesivo arrebato es que la flor desprendida de su raíz comienza inmediatamente a morir, e iniciado ese proceso lo que consideramos bello fenece, pierde su encanto y su brillo, y aunque en la muerte también hay estética, no agrada porque recuerda nuestra finitud; justo la que evita nuestra vanidad.

Por querer poseer a la belleza la convertimos en finalidad en propósito de nuestras ansias, en objeto que se compra y también se vende, se le pone precio, y todo lo que vale aunque sea a precio de oro una vez que se tiene, pierde su natural encantó, la atención se concentra en un nuevo objeto de posesión. Lo bello ocupa un lugar en una repisa, resquicio que poco se mira cuando ya se posee y se olvida y triste queda, marchita y muere.

La vanidad es cosa seria en seres tan pequeños e ínfimos como nosotros los seres humanos, los únicos capaces de disfrutar el placer de lo bello y dejarlo vivir, que sea y exista independientemente a nuestra fatuidad. No hemos entendido el plan de Dios y de esencia bella de todo hemos convertido lo hermoso en algo horroroso puesto que muta en tormento, dolor y desfortunio. Por la belleza mal concebida, se mata, se muere y se se suicida y se asesina.

Lejos de disfrutar y alegrar el corazón con lo bello de todo en todos, se comercializa, de sujeto de sí mismo, se vuelve en objeto de codicia, por tanto se desvirtúa su esencia, y a lo que gratis se recibe, se convierte en costoso lujo que no satisface los sentidos porque ya no tiene su natural encanto, ese que enamora y hace explotar la emoción en su contemplación.

El resultado es obvio, la belleza degenera, y se transforma muy a su pesar y original naturaleza en objeto de perdición y no de seducción del alma para elevarla a los predios de la divinidad que todo lo hizo a su imagen y semejanza: bello en esencia y naturaleza.

Si eres amante de la belleza, de la estética entonces lo serás también de la libertad, puesto que la estética sólo existe en libertad y cuando sucumbe a la posesión pierde su encanto y deja de ser bello o bella. De un absoluto se vuelve en un relativo poco atractivo.

Si de verdad eres amante de la belleza, evitaras por todos los medios sucumbir a la tentación de poseerla y con ello adueñarte de sus atributos. La dejarás en libertad; libertad, para que exista y sea. Disfrutarás de su compañía y de su presencia; quitarás con cuidado todo aquello que estorba a la contemplación de sus encantos naturales, sonreirás en su sonrisa, te verás a ti en ella, y dejarás que siga su camino, para más adelante si, asi se te permita dar nuevamente y una vez más con ella.

La belleza, estética de las almas, se mira, se observa, se contempla, se admira, causa asombro al alma, desconcierta la razón, impacta el alma, se apodera del espíritu, revolotea en el interior del ser; se disfruta, se regodea, por un instante eleva y con ella se toca el cielo, rostro de Amor de Dios; se loa y al final de todo se agradece.



Deja que la estética sea bella, no la poseas y así será tuya para siempre.

Yerko Reyes Benavides

¿Con o Sin?

El mundo, lo que llamamos realidad no está hecho de objetos concretos que existen independientes, aislados completamente del sujeto que los observa. Se da una iteración, el uno interviene en el otro. El sujeto al observar al objeto reconoce su existencia, puesto que le da poder para afectarse por aquello que observa.

La afectación la definirá el observador, no el objeto, que sólo tiene existencia en el reconocimiento que hace el sujeto de este. Así, tanto sujeto como objeto se relacionaran, se reconocerán y se afectaran, pero sólo uno de este binomio decidirá el cómo.

La observación objetiva es una falacia de la ciencia experimental. No hay observación sin intervención. El sujeto siempre se verá afectado por lo que observa y lo observado recibirá consistencia por el sujeto que lo observa.

Siendo conscientes de esto, y saltándonos el debate metafísico, que se establece en la pregunta por la esencia de la cosas (dejémosle momentáneamente este debate a los filósofos) vamos a los criterios de afectación que son los que utiliza el sujeto para relacionarse con el mundo, las cosas, la realidad, las personas e incluso Dios.

Estos criterios es el resultado de la herencia por una parte (en la cual el sujeto no interviene) y por otra, y la más importante el aprendizaje. Esto nos permite dejar colar una observación: si es aprendido, puede ser desaprendido y, a partir de ahí “construir” un nuevo criterio de observación o afectación.

En el Taller del Carpintero venimos no remedar las patas rotas de la silla en donde se asienta nuestra alma, sino a cambiar de plano los sustentos, mejorando la calidad de la madera, cambiando incluso el tiempo de madera, corrigiendo los desperfectos, lijando las asperezas, cepillando la pintura vieja, para poner un barniz nuevo y lustroso.

Todo tiene su consistencia inherente a su esencia, decíamos. Pero la forma en cómo influyan en nosotros los objetos –realidad- será decisión nuestra. La vida será bella como un paraíso aun en medio de un desierto; o un infierno aun en medio de un osáis, dependiendo de los criterios seleccionados para relacionarnos con la realidad.

Razón tenía aquel viejo adagio que reza:
“No te lastima quien quiere sino quien puede”
No eres el resultado de tus circunstancias, sino el producto de tus criterios, el constructo de tus aprendizajes y el resultado de tus decisiones. La buena noticia es que todo eso puede cambiar. Y gracias a Dios por el cambio, que en religión se le llama “conversión”.


Ahora tiene sentido completamente aquella expresión con la que comienza la vida pública de Jesús descrita en el Evangelio de San Juan:
“Conviértanse porque ya está cerca el Reino de los Cielos”.
Para decirlo más claro y que no queden dudas en tu interior.

Si tus criterios son oscuridad, todo a tu alrededor será noche, desolación y tristeza, aun siendo pleno día. Por el contrario si tus criterios son luz, todo a tu alrededor resplandecerá y aparecerá ante tus ojos trasfigurado, incluso tú mismo.

Yerko Reyes Benavides


domingo, 11 de marzo de 2018

Un descanso y dos suspiros


Afanes, trabajos, compromisos. ¿Qué apretada agenda llevamos? Comienza el día incluso antes de despuntar el alba, aun en la penumbra de la noche y ya andamos dando tumbos en la casa; llevándonos todo por delante porque nuestro cerebro no ha despertado del todo y no es capaz de cumplir todas las funciones de coordinación necesarias para el desplazamiento ágil del cuerpo en los angostos espacios que nos dejan los cúmulos de cosas que hemos acumulado inútilmente en nuestras casas.

Nada hacen, pero igual, mil veces nos hemos propuesto de deshacernos de la mitad de las cosas que en las mañanas de sueños nos llevamos por delante y tropezamos constantemente, madrugada tras madrugada.

Llegado el momento de tirar ese trasto, lo volvemos a colocar con una pícara sonrisa de complicidad con nosotros mismos; sonrisa que dice: “me estorbas pero estoy apegado a ti” al menos me sirves para despertarme en las mañanas cuando mi dedo meñique contigo se tropieza y el cerebro despierta al cuerpo en brincos y saltos y una mala palabra, para como oración matutina sale de nuestra boca.

Luego será un día de quejas ahogadas entre reuniones, personas que van y vienen; entran y salen en segundos por nuestro distraído día, mientras tratamos de concentrarnos en lo importante. Oye, detente, para un instante, no sigas que ya me llevas mareado: ¿Qué es lo importante que haces tanto?

No lo sé, es la respuesta que sale de un irse rápido a otro lugar; seguido de un: tengo prisa. Los minutos pasan, el reloj avanza rápidamente por las horas que ocupados andamos en lo urgente. Resolviendo, algo. No lamentablemente no es “el misterio de la Vida”, ese se lo dejamos a los vagos, filósofos y bohemios, algún poeta o cantante de bar de medianoche; por cierto ahí se hace buena filosofía de vida, entre una copa de un vino seco y el aire impregnado a aromas que son inconfundibles, perfumes de todo tipo se entremezclan en los sentidos e incentivan al pensamiento a romper con los esquemas cotidianos, para abrirse al existencialistas pensamientos, que tratan de darle un poco de sentido a esta locura que llamamos vida.

Sin embargo, el día no ha terminado, el afán continua, no se detiene, exige presiona, oprime, agota, cansa y no hay descanso; anhela el cuerpo recogerse en los catres de sábanas y cojines y olvidarse que el día existe.

Sin embargo, si la vigilia es enemiga, la noche no se vuelve amiga. Pensamientos van y vienen, pasan los días, semanas y meses. De pronto un cumpleaños más y, justo ahí, viene la tentación de por un instante pensar: ¿Y qué ha sido de mi vida?

No hay tiempo para respuestas, aparece alguien con un pastel, velas, cada más, o quizá menos según la tradición de cada uno; el canto de un feliz cumpleaños que agrio se saborea porque el tiempo queremos que se detenga. Descanso es lo único que anhelamos.

Al fin la noche, no nuestra amiga, sino más bien nuestra cómplice, llega, fuera zapatos, ropa y accesorios, del único que no podemos deshacernos es de nuestro insomnio que, muy a pesar nuestro, nos mantiene despiertos aunque el cuerpo por todas partes pida cama, sueño y descanso.

Ahí, justo en ese momento de lucidez, porque es el único que tenemos, o que nos permite nuestro ocupado día tener, decimos: ¡Basta! ya no más; por favor “detengan el mundo”, grita el alma, emulando al personaje paradójico de célebre caricaturista: “me quiero bajar”.


Etty, mi dulce Etty, ¡Qué bien me hace tu compañía! Sales a mi encuentro, cuando más necesito de una amiga. Mis oídos escuchar la dulce voz de alguien conocida de mí alma, que tomada de la mano de mí espíritu me calma y me devuelve la serenidad:
“Algunas veces lo más importante que se puede hacer en todo un día, es el descanso que se toma entre dos profundos suspiros”
Etty Hillesum
Niña mía de otra época, con otras circunstancias, tu sí que supiste dar con el secreto del buen vivir aun en la más abyecta dificultad. Calma y serenidad, lo importante no es lo que hacemos, sino el tiempo que nos damos para disfrutarlo, aunque sea un pequeño suspiro que se escapa del corazón.
Entre tantas cosas, amiga de mi alma, compañera de mis espirituales andanzas, se me olvida lo más importante, “los dos suspiros” y disfrutar el pequeño intervalo de descanso, olvido y abandono que se extienden breves entre el uno y el otro.

No fueron los acuerdos alcanzados en los negocios. No fue la jornada de trabajo realizada, citas, atenciones, clientes, alumnos, gente, según el área en el que nos desempeños; a la final serán castigo si no son consecuencias de nuestros afectos. Prisiones para el alma, que anhela aletear libre en la pradera como irresponsable mariposa que se posa en cada flor y hoja que encuentra en su revoloteo.
Lo más importante no fue la mano que se chocó para cerrar un acuerdo, sino algo más sencillo y simple, un descanso entre dos suspiros.

No lo entiendo todo, amiga, pero prometo darme tiempo para suspirar dos veces cada día.

Yerko Reyes Benavides