"Señor Jesús sigue viniendo,
no te quedes en tu cielo"
No eres, mi Señor, un Dios ajeno
encumbrado en lo alto del cielo;
y aunque tuyo es el Universo
te abajas y me llamas
me tocas, y al oído me hablas.
Tú Amor ya estaba
y me amaste antes que a nada,
en mi te fijaste desde lo insondable de tu gloria,
no quisiste aguardar más
y aunque esperabas mi llegada
dejaste tu trono,
saliste a mi encuentro
viniste a mi mundo.
Tan cercano querías de mi estar
que aunque lejos de ti me encontraba
aun así me amabas y esperabas:
no te importó, viniste a donde yo estaba.
Saliste a buscarme
te pusiste en mi camino
tropezaste conmigo, me saludaste
e hiciste que seguías adelante.
De mi cariño te hiciste el necesitado
y aunque era yo quien de tu amor urgía
de mi compasión bebiste,
la ternura de mi corazón descubriste.
No dijiste quién eras,
no te presentaste diciendo: “Soy tu Dios”.
Me dijiste que eras mamá,
también papá;
hermano y amigo.
Te vestiste de mendigo,
sonrías como un niño;
tu ojos se mostraron tantas veces triste,
en los ojos de la gente
que viviendo en dolor y miseria
a ti te la ofrecían en silencio y humildad.
Señor Jesús sigue viniendo,
no te quedes en tu cielo,
déjate encontrar
que yo te estoy esperando
y siempre te estaré buscando.
Amén
Yerko Reyes Benavides
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