lunes, 3 de junio de 2019

Los Frutos del Espíritu Santo: Bondad

"Jesús le respondió: "¿Por qué Me llamas bueno? 
Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios"
(Mc 10,18)

Siempre pensé que sabía el significado de la palabra bondad. Ahora, al detenerme en ella para escribir estas líneas, lo que daba por sentado, y sabido, no era una noción más que abstracta de algo a lo que prefería dar pos supuesto y sentado. 

¿Qué es Bondad? 

Cualidad de ser bue. Comencemos entonces por ahí, “bondad” es una cualidad que describe algo; hace referencia a lo que le es esencial a algo o alguien. 

Aquí marcamos un punto importante que no pasaremos por alto: no es lo mismo ser que tener; tampoco es igual ser a parecer. Por ejemplo, no es igual, en ninguno de los sentidos desde el que se le aborde: “ser bueno” a “parecer bueno” o “tener bondad” a “ser bondadoso”. 

Que sea la etimología de la palabra la que nos ayude a entender este pequeño desajuste en el uso de los términos. 

La palabra etimológicamente viene del idioma latín “bonitas” formado de “bonus” que se refiere a bueno, y el sufijo “tat” que funciona en español como “dad” y hace referencia a cualidad. 

El significado de bondad es la cualidad o atributo que tienen las personas para ser bueno, caritativo y generoso. 

La bondad es una cualidad de las personas que refleja claramente la naturaleza del ser humano, su esencia verdadera. La persona bondadosa es benévola y buena, tiene inclinación natural o disposición permanente para hacer el bien con una actitud de amor, respeto y comprensión. 

La bondad, como hemos podido constatar describe la esencia de los humano, habla de su naturaleza. El hombres es esencialmente bueno y su naturaleza es esencialmente bondadosa. Sin embargo, nos siempre en ser humano actúa acorde a su naturaleza, no obra según le corresponde por esencia. 

La Bondad Fruto del Espíritu 

Es la fuerza que nos ayuda a ocuparnos del prójimo y beneficiarlo. Es como consecuencia de la benignidad pero de manera más incisiva en quien sufre y necesita ayuda. Quien da este fruto no critica malsanamente y tampoco condena a los demás; es más, ayuda a sanar a ejemplo de Jesucristo, la bondad infinita. 

El amor de Dios es un amor que empuja a que salgamos de nosotros mismos. Lo que somos se va expresando en lo que hacemos y decimos, en la manera en al que vivimos y convivimos con los demás. No ha de quedarse oculta, aunque muchas veces preferimos hacer lo que no nos es esencial y por ello, más son las veces en las que entramos y andamos en contradicciones. 

San Pablo, mirando su propio proceder, va a decir al respecto: 
"Pues bien sé yo que nada bueno habita en mí, es decir, en mi carne; en efecto, querer el bien lo tengo a mi alcance, mas no el realizarlo, puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero. 20.Y, si hago lo que no quiero, no soy yo quien lo obra, sino el pecado que habita en mí." (Rom 7,18-20) 
Pablo refiere a esa contradicción entre lo ser y el hacer; el que se termina haciendo lo que no se corresponde a la propia naturaleza; quedando sujeta a esta a lo que no le perteneces, a aquello que no le es esencial.


Compromiso 

Digamos sin rodeos, y por decirlo de forma directa no lo hace más sencillo: “Ser en todo Coherentes”. 

Basta de apartar, no más mentirnos a nosotros mismo, pretender ser lo que no somos, hacer lo que no nos corresponde según el don que hemos recibido de Dios. 

No podemos seguir pretendiendo ni una bondad que sea fingida (puesto que la verdadera esta encadenada y presa en la cárcel de nuestras pretensiones y vanidades) ni tampoco, fingir una maldad que no está en nuestra alma y corazón. 

Este amor de Dios que nos pertenece y a la vez nos es dado, nos mueve, y nos mueva a vivir según la gracia de aquel que ha hecho su morada en nuestra alma, en nuestro corazón y pensamientos. 

Es el Espíritu quien no empuja con todas sus fuerza y también nos impulsa a ser caritativos, generosos, nobles, veraces, de buenos sentimientos… Todo eso nos hace ser lo que somos a semejanza de Dios: Buenos como el Padre.

Yerko Reyes Benavides

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