"No te he olvidado Señor,
gran hombre, mi buen Dios".
¿Hace cuánto no te saludo con la sencillez que da la complicidad de esta nuestra amistad? Tan simple y tiempo hace que no te digo:¡Hola mi buen Amigo! ¿Cómo estás?No te he olvidado; sólo que entre tanto, pasa por alto la certeza del sentirte íntimo y, busco en ti, como lo hacen todos, al Dios Omnisciente que se haga presente de manera Omnipotente porque muchos son los problemas y grandes las dificultades que aquejan a esta humanidad.
No te he olvidado; tan solo es que también yo, en debilidad miro al cielo y clamo por señales sobrenaturales que le digan a los injustos de este mundo que tú no eres pasado y sigues ahí. siendo presente.
No te he olvidado, mas olvido Amigo, que la señal que pido, está presente majestuosamente en el espectáculo sin igual de cada amanecer. Soy yo el que quiero el castigo e incluso la muerte del ser malvado y cruel, quiero el fuego y el crisol; lo demando con ahínco gritando: “justicia divina”; mientras tú esperas en amor y gritas desde el cielo: “Conversión”.
No te he olvidado, Jesús, amigo; pero qué fácil se me hace, dejar de lado relegar lo que tú me has compartido con bondad y cariño. De nada sirve la venganza –me dices-, ni tampoco la justicia inmisericorde; el “ojo por ojo” funciona, es justo: pero ¿qué hay de extraordinario en ello?
No te he olvidado Señor, gran hombre, mi buen Dios. Tú eres mi referente, te tengo presente, más omito con regularidad lo que me dices al oído, cuando dejamos de lado que tú eres Dios y yo sólo humano y, nos reunimos en la confidencialidad que nos da ser amigos a mirar juntos el mundo que no ha sido; no por tu falta, no por la mía, sino porque erramos al buscar el poder y no el amor.¡Hola Amigo!Ven siéntate a mi lado, hablemos un poco, quédate un rato. Que este tiempo contigo me hace bien.
Amén
Yerko Reyes Benavides
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