miércoles, 5 de junio de 2019

Los Frutos del Espíritu Santo: Fidelidad

Como hemos hecho ya con los anteriores frutos del Espíritu, para su mejor compresión, acerquémonos de forma simple y en primer lugar al significado del vocablo: 

Etimológicamente, el término fidelidad proviene del latín “Fidélis” que significa “fiel” y del sufijo abstracto “idad” que indica “cualidad de”. Así en su forma completa sería “Fidelitas” –Fidelidad- Cualidad de ser fiel.

Fidelidad hacer referencia por definición a la persona que actúa con devoción, nobleza, lealtad, franqueza. Inspira certeza y seguridad a otras personas. Es diligente, riguroso, puntual, comprometido en su quehacer y busca exactitud y precisión. No divaga en su palabra es veraz y certero. 

Nos preguntamos ahora, y no es una pregunta que no se haya hecho mucho antes: 
¿Quién puede ser fiel? 
¡Cuán bueno, Señor, es darte gracias
y entonar, oh Altísimo, salmos a tu nombre;
proclamar tu gran amor por la mañana,
y tu fidelidad por la noche,
al son del decacordio y de la lira;
al son del arpa y del salterio! 
(Sal 92,1-3) 

Y la respuesta, salta ante nuestros ojos: “Sólo Dios”

Esta comprensión la vemos constante en los textos bíblicos. Sin embargo, la fidelidad no se queda contenida en Dios, sino que por él, el hombre, en virtud del Amor, también está capacitado en su propia naturaleza así como Dios a ser fiel: fiel a Dios, fiel a sí mismo, y fiel a otras personas. 

La fidelidad es sin lugar a dudas una cualidad, pero también un don, un regalo, y además un fruto (consecuencia de una acción). 

En nuestro refranero popular, en el que subyace una gran sabiduría, solemos decir: “Todo lo que vale la pena cuesta”. Así es, palabra cierta cuando se trata de la virtud y una tan especial como esta, que quien la posee con humildad se hace grande entre los hombres. 

Vivir la fidelidad llena de gozo el corazón, exalta el alma y eleva al espíritu. Nos hace semejantes a Dios, y realiza en nuestra existencia su más perfecta imagen. 

En la vivencia de la fidelidad, las virtudes teologales encuentran su mejor y mayor expresión: fe, esperanza y caridad no sólo facilitan el transitar de la persona por el mundo, sino que a su paso es un pasar transformador. Efectivamente el que es fiel cambia el mundo. 

Son las pequeñas cosas de cada día las que marcan la mayor diferencia. 


Compromiso 

He visto más virtud en el silencio de la constancia que la algarabía de una sola ocasión. 

La fidelidad es una de esas cosas que no se anuncia con bombos y platillos. Puesto que no es cosa de un instante, sino de toda una vida. 

De ahí su mayor dificultad. 

¿Cómo ser fiel? 

Para el hombre es imposible: “Contesta el Ángel a María, no para Dios”. Y precisamente, la doncella de Nazaret recibe al Espíritu Santo que hace todo en Dios posible. 

Fruto de la Presencia fecunda del Espíritu es la Fidelidad: ahora es posible para todo el que hace del Espíritu su más distinguido aliado. 

Así pues, en virtud al Espíritu que hemos recibido y cuya presencia hemos de renovar en nuestra vida, en todo y para todos ser personas que inspiren confianza. Ser personas de “Si” retundo y comprometido. 

Mantener la palabra dada, ser puntuales en los compromisos y horarios, así también glorificaremos a Dios que es Verdad. 

Amar al prójimo no es sólo un sentimiento lindo, sino que se traduce en actos de vida verdaderos, ser fiel es amar al prójimo como Cristo mismo ama y nos ama. 

Yerko Reyes Benavides

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