A la orilla del camino me encontraba, pasaste sin avisar, no te esperaba, me miraste y con ternura me llamaste. Era todo lo que esperaba, que tú en mi te fijaras.
Sentí mi corazón arder con el candor de voz; tu palabra quemó intensa lo que había en mí: mis resistencias y mis miedos; mis excusas y pretextos; tristezas y penas: los errores pasados por ti ya olvidados.
Venciste mi insolencia que no era otra cosas más que cobardía; buscaba tranquilidad y me aleje, me escondí entre el tumulto y el anonimato. No quería dar la cara.
¡Qué ironía! Me mi fui para alejarme; de Dios y de los hombres sus culpas ocultarme, y fue justo en la distancia que elegí donde me encontraste, y te encontré cuando perdido me encontraba.
“Ven” dijiste, no hubo necesidad de decir más. Quizá siga lejos y mantenga distancia, pero no más de Ti. Te hiciste la Esperanza de mi alma, de mis pensamientos su Convicción y de mi corazón el Amor.
Me encontrase a la orilla del camino, de la vida relegado, echado, del mundo olvidado, me miraste con amor, de ti quede prendado.
Te fuiste, lo tuyo no era detenerte, seguiste caminando, mas te quedaste para siempre atrapado en mi corazón.
Y ahora, aunque no te vea, ni te sienta cerca, en pos de ti voy. Gracias por haberme ese día mirado, cuando a la orilla del camino me encontraba.
Gracias Señor.Amén
Yerko Reyes Benavides
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