"Gracias María, por ser luz y guía, medida de humanidad redimida,
gracia y virtud que nos muestra el camino hacia Dios"
Te miramos María, siempre hermosa entre todas las flores del jardín de Dios.
En ti buscamos aquello que el Padre, en su bondad, puede hacer en nosotros, lo mismo que ya en ti hizo y realizó.
Tú no eres diferente a nosotros, más que en virtud tuya y en gracia de Dios. La virtud la podemos conseguir; la gracia: por tu intercesión y tu ayuda.
¿Espejos de Dios? ¿Reflejos de su magnanimidad?
¿Qué busca el ser humano en la divinidad?
Nada más que la plenitud de su existencia,
la realización de su vivencia;
la bondad originaria
que Cristo rescataría
pues a Dios y al hombre le pertenecía.
Ya no más imagen, ya no más reflejo, nunca más espejo.
María tú nos mostraste el camino en el que la naturaleza humana tiene luz y brillo propio: siempre en el Amor de Dios, siempre por el Amor de Dios, siempre desde el Amor de Dios; en Él tiene su culmen y su fuente.
“Sean luz del mundo”, nos dice Jesús;
Tú insistes: “hagan lo que él les diga”,
mas ¿Cómo serlo? ¿Cómo hacerlo?
Algo nos falta, y sin embargo, ya resuelto se encuentra,
puesto que en ti Dios encontró gracia y natural belleza,
digna humanidad para humanizar la divinidad
del Verbo que en ti encarnó.
Gracias María, por ser luz y guía, medida de humanidad redimida, gracia y virtud que nos muestra el camino hacia Dios; faro encendido, luminoso amanecer, resplandeciente en el ocaso.
Nuestra frágil y endeble fe, Virgen María, en ti gravita y se sostiene para no cansar ni desgatar los pasos que buscan en el amor entregarse, y vivir, tal como tú en el Hijo de Dios, el que en tus entrañas se hizo “Dios con nosotros”.
Que el resplandor de tu espiritual belleza no nos falte y sea nuestra guía, sobre todo en días de anímica oscuridad, cuando la fe cansa y la esperanza agotada se encuentra; mas nunca perdida pues en ti encuentra motivos para la espera: “Dios en ti no tarda, ya llega”.
Amén
Yerko Reyes Benavides
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