sábado, 11 de mayo de 2019

No hay

No hay nadie más que tú, 
Dulce Muchacha de Nazaret, que al espíritu inspire

No hay noche tan oscura en alma de quien te tiene por protectora, su intercesora, Madre del Verbo Encarnado.  
No hay valles de lágrimas que apoquen los ojos de los que miran con esperanza el porvenir, pues tu María eres lucero resplandeciente en el horizonte de los que con fe confían en ti.  
No hay quienes caminen en tinieblas y ni en sombras de muerte pues por ti Señora nuestra, las calzadas y senderos fueron relucidos con la luz del nuevo amanecer, tu Hijo que nos fue del Cielo en ti dado.  
No hay odio que venza al corazón de quien es por ti acogido, tu mano en su frente, tu amor en su pecho, tu confianza en su mente. Los pensamientos se aclaran, los sentimientos se agrandan; la humanidad en tu ternura es renovada.  
No hay tentación que en ti no sea vencida, ni mal que domine el obrar del que en ti es consagrado, para ser del Señor su servidor. El pecado en ti no tiene autoridad y no se queda atrapado en los que derramas tu amor y maternal cuidado.  
No hay tristeza sin la alegría de la promesa en ti cumplida, Virgen María, de una humanidad redimida que camina por ti inspirada a la plenitud de su existir.  
No hay nadie más que tú, mi Dulce Muchacha de Nazaret, que al espíritu inspire cantos de fe y esperanza que animen el caminar gozoso de los peregrinos, discípulos de tu Hijo que anhelan dejar huellas de bondad a su paso por este mundo.  
No hay más que decir, en este agradecer de mi alma que expresarte no con palabras sino con la vida que tuyo soy, Virgen María, no me desampares, Madre mí y de Dios alcánzame su gracia y bendición. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

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