"A tu amparo nos cobijamos, Dulce Madre"
Dulce Madre, María Santísima, no hay necesidad de deshojar margaritas, para en lo más íntimo del alma y corazón tener la convicción y certeza de tu incondicional amor.
Pura, noble, inocente, magnifica eres en tus sentimientos de ternura y afecto; cariño sincero que brota como manantial indetenible, de cristalinas aguas de la bondad de tu corazón.
Pendientes estás que ninguno de los hijos; aquello que en Cristo fueron rescatados de las nieblas y llevados a la luminiscente presencia del Padre, se desvíe, desoriente o pierda el camino.
Y aunque algunos no logren tomar la decisión de vivir en la gracia de Dios, Tú, de todas formas no los abandonas. Ruegas al Señor, fruto de tus entrañas, para que compasión y misericordia, también de ellos tenga.
A tu amparo nos cobijamos, Dulce Madre, pues en ti reconocemos espiritualmente la belleza, la inocencia, la nobleza y lealtad de no dejar atrás a ninguno y, como Madre de eternidades que eres, abres tus brazos a todos en señal de cálido recibimiento, puesto que cerca de tu corazón nos quieres.
Guárdanos Dulce Madre, en el camino de la Salvación, que tu compañía sea nuestra inspiración y en medio de las dificultades no nos falte tu protección y en este día, alcánzanos de Dios su Bendición.
Amén
Yerko Reyes Benavides
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