En búsqueda de Sentido y
Trascendencia
“Efímera se hace la Vida si no hay en ella,
ni Sentido ni Trascendencia”
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Rápido avanza la vida, tan rápido camina, que en un abrir y cerrar de ojos se han escapado los años, como la arena que se escurre entre los dedos sin poder, por más empeño que se haga, retenerla en la palma de la mano.
El Salmista contemplando lo efímero de la vida se decía a sí mismo, en su cantar:
"Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna". (Sal 89,4)
Todo puede pasar en el suspirar divino, una vida se puede dar y también perder por completo si no se sabe qué se va a hacer con ella.
Muchos pasan la vida, les pasa la vida y en la vida que viven, no pasa nada.
Toda vida como don recibida tiene un sentido y un propósito. Dios en la eternidad de un día, toca a la puerta del alma y llama con suavidad al principio; luego con apremio invita, no quiere llegar sin más al final donde ya no hay vuelta atrás.
Pablo nos refiere la prioridad que ha tener lo fundamental en la vida, que si no se atiende oportunamente, corre el riesgo de diluirse en lo intrascendente y ahí perderse. Así, entonces, deja escrito Pablo:
“El amor de Cristo nos apremia” (Cf. 2Cor 5,14-15).
Nuestro destino es la eternidad, más a ella se llega en la finitud de un tiempo dado. No podemos esperar y por eso nos urge el Amor, al que muchas veces dejamos a la suerte o la fortuna.
¿Has tenido tiempo para meditar en el misterio de la vida?
¿Has tenido ocasión de descubrir el don de tu propia vida y en el quedar extasiado?
Mejor aún
¿Te has dado la oportunidad de encontrarte con el misterio divino que está presente en tu propia existencia?
Puede parecer filosófico todo esto, a veces es bueno abordar los grandes cuestionamientos existenciales, éstos siguen esperando respuesta satisfactoria y no por los intelectuales de la historia sino por ti o por mí que somos, personas de a pie, ni intelectuales renombrados ni filósofos entronizados.
No hace falta recalcar lo fundamental del asunto, ya que el ser humano es la única entidad del cosmos conocido que tiene esa posibilidad: la de cuestionarse a sí mismo, ante lo inevitable de su perfectibilidad.
El ser humano es el único que teniéndolo todo en su propia naturaleza se va haciendo así mismo en el tiempo. Sólo así logra trascenderse a sí mismo.
¿Te abrumo con todo esto?
Tranquilo, todavía hay tiempo para que tanto tú como yo, nos demos la oportunidad de descubrirnos en el misterio de la vida que se nos ha concedido y con ella hagamos algo más que sólo pasar.
Hoy es un buen día para comenzar a pensar y discernir si la vida que tienes es la vida que quieres, y sobre todo, si es la vida que Dios quiso, quiere y querrá para ti desde la misma Eternidad cuando te pensó y te amó.
Hazte un propósito hoy mismo, no esperes a después, somos expertos en dejar para más tarde lo que es importante; lo fundamental lo vamos depositando en el baúl de los “despueses” y, lamentablemente ese baúl queda guardado en el rincón de nuestros olvidos.
Este mismo día puedes darte el tiempo para contemplar el gran don y milagro de tu vida, descubrirlo como el tesoro más preciado que existe en todo el universo y, discernir si lo que estás haciendo con tu vida y la forma en que la vives se corresponde al don que has recibido.
De este propósito se viene un compromiso ineludible, uno que no puede ser postergado por más tiempo:
Si aún no te has valorado en justa proporción es tiempo de comenzar. Sobre todo si quieres algo más que la vida pase por ti y no tú por la vida siendo totalmente consciente del milagro que eres de Dios y haciéndote presente (sentir en este mundo)
Además viene algo todavía más significativo: encontrado el sentido de tu propia vida, ahora comienza el proceso de hacer que ésta sea trascendente. Un camino de realización personal en el que la Voluntad del Padre Dios, sea el centro de tu acción, teniendo la certeza que es lo que te hará alcanzar la plenitud.
Todo milagro tiene un propósito, una finalidad, y también confiere una oportunidad única.
¿Cuál será el que Dios te dio a ti?
Yerko Reyes Benavides
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