"Tu potestad no es la Divinidad,
pero nadie puede no de reconocer tu Divino Encanto"
Muchos a ti acuden Madre, porque del Padre Dios sienten temor. Dios por tanto tiempo fue uno de rigor que confianza no inspira más que en extrema necesidad, cuando de santos y santas ya su intercesión no alcanza.
Madre, a ti te han entronizado a los predios de la divinidad, ¿Acaso no lo mereces? Dios no eres, en eso claros estamos, pero que al lado de Dios estás es una innegable verdad.
Vas y vienes, llamas y tocas, no sólo a las puertas del corazón humano, sino sobre todo las de tu propio y querido Hijo.
Solícita entre el cielo y la tierra, entre lo visible y lo invisible. Tu fe es modelo, tú Si es confianza en la promesa, que no sólo en planes se queda sino que en amores se transforma, se da y se desborda, llenando la vida y alma de los que buscan tu maternal auxilio y cobijo.
Impasible no te quedas ante el sufrimiento de tus hijos de adopción, aquellos que recibiste a los pies de la cruz, que el Hijo del Hombre te confió.
¡Qué torpeza la nuestra! Creímos que a Juan dejaba una “Madre indefensa”, y no, no fue así; a la Portentosa Reina del Crucificado, tomaba de la mano; Ella ahora sería la intercesora de la humanidad y el corazón del perdón de Dios alcanzado en Cristo en sangre vertida y por todos derramada.
Tu potestad no es la Divinidad, pero nadie puede no de reconocer tu Divino Encanto, Madre y Protectora nuestra, siempre atenta a todos los que a ti acuden, movidos por fe que en ti encontrarán la gracia de Dios que tú misma recibiste: Amor y Vida en Abundancia.
Acompáñanos, María, en tu humanidad divinizada, llévanos a la cúspide de la realización espiritual en la que el ser se une con el Padre, por el Hijo en el Espíritu Santo.Amén
Yerko Reyes Benavides
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