martes, 4 de diciembre de 2018

No, no Señor

"No, no Señor, 
la fe no quiero convertirla 
en el cobijo de mis cobardías y miedos"

No, no Señor, me sobran las razones para quejarme, pero no me fijo ni me quedo atrapado en lo malo, sino que en todo lugar y en cada momento, tu gracia busco y en tu bondad me realizo.  
No, no Señor, mi atención no quiero centrarla en aquellas cosas que pesan y dolor infunden a mi corazón. Si sólo en ellas me fijara no me quedaría tiempo para ir más allá y navegar con decisión en el infinito mar de tu ternura.  
No, no Señor, si en la astilla me fijara, dejaría colar la viga, y una espina en alma permanentemente se clavaría; una, que dolor infringiría aun en gracia. De escrúpulos me llenaría y amar en un deber y en una obligación lo convertiría. Dejaría de ser entrega y donación, respuesta natural y espiritual de un alma enamorada.  
No, no Señor, ingrato sería si sólo en el pecado me concentrara, y tu perdón olvidara. Me quieres bueno, pero no en resignación, sino intentando, buscando, probando y de tanto en tanto errando el camino en el amar.  
No, no Señor, no quiero ser uno más de los que se conforma. No es mi intención dejar de luchar y en esta vida no buscar el mundo nuevo que prometiste.  
No, no Señor, en mí no está esconderme, ni mucho menos a ti hacerte el responsable de mis agobios y cansancios, de la humillación y del dolor que toca a la puerta de mi corazón.  
No, no Señor, la fe no quiero convertirla en el cobijo de mis cobardías y miedos; esconderme en el culto y en el rito no está en mí; si así fuera en funcionario de la religión me transformaría.  
Concédeme Jesús, la fuerza que necesite para vencer el miedo que me da vivir en la libertad, la que tú me proporcionas y me concedes cuando me dices al oído y al corazón que me amas hasta el extremo y para la eternidad. 

Amén

Yerko Reyes Benavides

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