"Mis manos Señor,
tan pequeñas, tan insignificantes,
si son para ti de ayuda, hazlas tuyas"
Señor Jesús, te acercas en este tiempo, revestido de majestad y también de ternura. Muchos te esperan con alegría, otros en medio de sus tristezas y tribulaciones; algunos lo hacen requiriendo tu justicia, y todos los que te aguardan queriendo “renovación y libertar” la que comienza en el interior y al mundo toca y transforma.
Te pones Señor, al alcance de nuestras manos; manos que se levantan en dirección al cielo; buscando la fuerza de tu gracia; la acción de tu misericordia; el consuelo que por el Espíritu llega al corazón necesitado.
Esas mismas manos, las mías, en esta oración elevo, buscando tocar el cielo de tu Corazón desbordado de amor divino; enamorado de mi humanidad pequeña y deseosa del candor de tu ternura.
Estas manos Señor, luego de rosar el manto de tu amor, por ti quiero que les confiera la gracia de, en tu nombre, dar consuelo al que sufre; levantar al que caído desvanece por tanta humillación; conferir libertad al que a su alma ha encadenado; llevar justicia al oprimido; acariciar los rostros dolidos y curar sus corazones desgarrados por tantas heridas de hombres infringidas.
Mis manos Señor, tan pequeñas, tan insignificantes, si son para ti de ayuda, hazlas tuyas.
Estas manos, mis manos, las mismas que a veces me son ocasión de pecado, llénalas de tu gracia, para que se conviertan en manos que el Reino de Dios levante en el mundo.
Mis manos Señor ahora en oración elevo, tómalas entre las tuyas, no las sueltes, y llévame al éxtasis de tu Gloria, para una vez ahí, y de vuelta a lo cotidiano sean bendición constante que, se derrame abundante en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.Amén
Yerko Reyes Benavides
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