"Jesús, haz de mí como lo hiciste de María,
altar de tu amor y sagrario de tu gracia"
Señor Jesús querías hacerte tan pequeño y frágil, tan humilde y sencillo, tan débil y limitado, tan de nosotros necesitados, que te arriesgaste y confiaste y en las manos de María tu divinidad entregaste.
Tu deidad en la Virgen fue hecha carne, la misma que un día en alimento de salvación convertirías y, a la humanidad invitarías a llenarse de la gracia que al alma satisficiera, haciendo de ella, en cada vez, más plena.
Dios omnipotente dependiente del amor y cuidado de María, Mujer te hiciste: locura de tu amor divino.
Ella fue el primer Altar de tu amor.
Ella en su cuerpo consagró tu carne con la que a tantos alimentarías.
Ella proclamó con humildad la grandeza de la Palabra que en ella hecha carne se entregaba.
Ella, mujer de sensible alma, sagrario de tu amor se hizo, pues en su corazón guardaba y contemplaba la bondad que por ti en ella desbordaba y con nobleza generosa tu ternura prodigaba a la humanidad de ti necesitada.
Tan grande y majestuoso Dios hecho hombre, y sin embargo de nuestra fragilidad de hiciste prisionero, para desde la cárcel de nuestra ignominia poder desatar la fuerza de la majestad que en nuestra naturaleza como perla preciosa habías escondido.
Jesús, haz de mí como lo hiciste de María, altar de tu amor y sagrario de tu gracia.
Que a ti te lleve como mi más preciado tesoro, prisionero liberto de mía corazón y en mis actos de cada día te haga presente, te muestre, y también te entregue y a todos, enseñe que tu amor es el único que se necesita para en este mundo vivir la alegría de ser otro Cristo.
Amén
Yerko Reyes Benavides
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