viernes, 28 de diciembre de 2018

Coraje y Determinación

"Señor, dame la decidida determinación
de ser el primero en cambiar y hacer
de mi corazón puro e inocente como el tuyo"

Señor, y Padre Dios que desde el cielo velas y cuidas de cada uno de tus hijos. Para ti no son ajenos los peligros y los riegos a los que están sometidos los pequeños y sencillos, los humildes y los pobres, los niños concebidos y los ya nacidos, las mujeres y ancianos, los hombre vulnerados por la pobreza, el hambre y el abandono.  
Al ver el rostro adolorido, el cuerpo de tantos heridos, la impotencia de muchos en sus rostros marcada; la rabia acumulada que en odio y resentimiento muchas veces se convierten; el desamor de los no amados ni en cuenta tenidos; el miedo y la resignación, la desesperanza de tantos al verse solos, abatidos y desasistidos: me pregunto ¿Dónde estás tú, oh Dios?  
Tu corazón de Padre se duele de la miseria, la tragedia de aquellos que elevan su voz buscando no sólo tu consuelo sino tu divina intervención: la justicia que proviene de tu amor.  
El sufrimiento y la muerte del inocente no te complacen, Padre. Nunca lo hizo, no es tu decisión. Tú no lo provocas, ni tampoco lo quieres; mas ¿cómo intervienes en el corazón del hombre en el que tu amor no existe?  
A ti afín no eras el dolor, aunque con fuerza lo abrazaste y tuyo lo convertiste.  
Tuya no era la vergüenza más la recibiste y en amiga la hiciste.  
Tuyo no era el abandono, la soledad ni mucho menos ser herido por el desamor y la traición, mas nos los dejaste pasar y en tu corazón los acogiste.  
A ti no te pertenecía la humillación, la vejación, la marginación como si la temporalidad a ti te esperara para castigarte, pero la asumiste con valor y arrojo. 
Te hiciste el más pequeño, para que el último fuera el primero y así destronar de su orgullo y vanidad a los que del mundo se consideran sus dueños y al ser humano tratan como despojo.  
Hoy Señor, cuando contemplo con agobio y tristeza que siguen y continúa sin más la muerte tantos inocentes: dame la fuerza y el coraje, por la gracia del Verbo en mi encarnado de, llevar al corazón de los que sufren tu consuelo, palabras de aliento y esperanza.  
Dame el coraje de acompañar la palabra con acciones reales que traigan de ti la Justicia, y con ello exaltar al humilde, devolver la dignidad al humillado, y anunciar con determinación la conversión del corazón.  
Pero antes, Señor, dame la decidida determinación de ser el primero en cambiar y hacer de mi corazón puro e inocente como el tuyo y, así a ti contemplarte como tú eres, para poder llevarte siempre en mis pensamientos, palabras y acciones.
Amén
Yerko Reyes Benavides

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