viernes, 20 de septiembre de 2019

Te Bendigo

Bendigo Señor tu nombre, porque está siempre en mi boca y mis labios lo pronuncian con confianza; es mi alegría decirlo, nace en mi corazón y en un suspiro de amor se convierte: nadie ama lo que no conoce y tú te haces cercano y familiar.  
Bendigo Señor tu presencia, que en un trozo de pan está, ahí te quisiste quedar, sensible a mis ojos que, en la Eucaristía te ven y te contemplan, y el gozo inunda mi alma a ti te recibe: alimento de vida; renuevas mi amor y mi esperanza, eres la fuerza que me salva.  
Bendigo Señor tu humildad pues tu perdón constantemente me das. No tienes reparo en abrir tus brazos, cada vez y todas las veces que a ti acudo cansado de buscar amores en otros lados, lejos de compasión.  
Bendigo Señor tu Palabra que escucho constante; me hablas en los acontecimientos, no dejas de susurrar a mi alma, tus amores, que son los anhelos de tu corazón, Voluntad del Padre, camino para mis pasos, brisa fresca en este desierto.  
Bendigo Señor tus manos, las mismas que desde la cruz trazaron el signo de bendición más grande que nadie haya dado. Levantadas y extendidas todos por ellas fueron bendecidos, en tu bondad confortados, en tu entrega redimidos.  
Bendigo Señor tu corazón traspasado; de amor herido; de perdón desgarrado: por tu costado abierto nos llevas a tu pecho y en él cabe la humanidad entera; en él encuentro refugio en ti me siento seguro.  
Bendigo Señor tu vida, tu muerte y tu resurrección puesto que con ello me diste la salvación, me hiciste ciudadano del Reino, hijo del Dios Padre y del Amor.  
Bendíceme siempre Señor, con esta bendición de bendecirte con mi amor.
Amén

Yerko Reyes Benavides

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