domingo, 15 de septiembre de 2019

Me quedé

Me quedé, Señor, en tu casa me quedé; no me fui, ni de ti me alejé, permanecí. El mundo me llamó, y fuerte insistió, de mi reclamó, mas me quedé, Señor; contigo me quedé, al resguardo de tu sombra.  
Me quedé, y procuré en todo obedecer; de preceptos y leyes me llené, seguir tu corazón fue mi intención y por eso, Señor me quedé, para hacer tu voluntad, forjar en mí el deseo de tu puño, y en eso me quedé.  
Me quedé Señor, no soy la oveja extraviada, ni tampoco la moneda perdida; me quedé pues de ti necesité, tanto o más como el que se fue: ¿por qué miras hacia fuera y a mí no me ves? Me quedé Señor, y no soy inconsciente, te veo pendiente del que se fue: ¿y yo, Señor, que me quedé?  
Me quedé Señor, decidí estar contigo, sin embargo hay días que hubiera preferido haberme ido: tendría tu atención. No, no soy egoísta, también siento la ausencia del que se marchó; y al igual que tú, mi Señor, lo quiero de vuelta, no me siento completo en su ausencia, también es parte de mí, como lo es de ti, como los soy también de ti; alégrate también por mí.  
Me quedé Señor, a tu lado permanecí, pues cómo no decir, si tanto necesito de ti, más que nada, más que a todo, y por eso, porque no quise de ti quedar ausente, por eso y por ti me quedé.
Me quedé Señor, cuidando de tus cosas me quedé; pendiente de tu voz me quedé, atento de tu gracia me quedé: ¿Qué tengo que hacer para que de mí también te alegres?  
Me quedé, Señor, a tu lado me quedé, haz que desaparezca este medio de quedarme sin nada, dame libertad de espíritu y deleitarme de tu presencia y, cuando sea ausencia, déjame quedarme extasiado del recuerdo de tu paso y de la promesa de este reino que me sorprende, el de tu ternura que no me obliga a quedarme.

Me quedé Señor, y ahora haz que sienta que quedarme fue lo que necesitaba para abrazar definitivamente la libertad que me dabas; esta libertad que ha sido mi deseo y mi más grande miedo; la de ser yo y no una extensión de ti, soló así ya no necesitaré quedarme para estar contigo, pues tú en mi te habrás quedado donde quiera que esté y será para siempre. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

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