lunes, 9 de septiembre de 2019

Sueños

Comienzo mi oración, salgo a tu encuentro, en tu presencia busco estar, quedar de ti prendado, tu gracia en mí como rocío del alba: ¿Qué decir a esta hora temprana? Aquí estoy, mi Señor amado.  
Despertar, Amigo, no siempre es un acto sencillo; implica traer de la noche a la vigilia, los sueños que en descanso nocturno se hacen presentes, inconscientes. De la noche también traigo las dudas y temores, los miedos y dolores, heridas de males a mi corazón infringidos: me detienen.  
El día no espera, pasa rápido y se agotan sus horas; una marcha indetenible que no da tregua y apaga los sueños. Vida busco, realización y plenitud ¿cómo hacerlo contigo ausente?  
Aguardas, por mi esperas, te quedas a las puertas de la plenitud de mí necesitando. Te haces sentir, sutil y sereno, brisa suave que en la mañana da sosiego a este corazón agitado, de ti necesitado.  
Ten compasión, de tu ternura hazme su heredero; fuerza que me das para ir más allá y poder así estar en el mundo, trayendo por mí sentir de ti, un pedazo de Cielo a la tierra: tu Reino.  
En el día me llamas en la noche me esperas, no hay lugar al temor, tu amor me libera, me atrapa y reclama, me orienta y dirige: conduces mis pasos.  
Dame tu gracia, Jesús, tu que te has hecho mi hermano; el Espíritu que de ti procede, volar me haga; levántame del suelo y llévame tan alto, al lugar de tus sueños, que se realicen en mí por tu amor y tu gracia: Vida que prometes, Vida que concedes, Vida en abundancia. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

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