Mi centro, me centras;-Amén-
mi fuente, lugar de mi origen y
el culmen de mi esperanza.
Tú, eres la Reina de mi corazón,
de mis suspiros, su aliento,
están en mí, salen del alma;
eres la dirección de mi caminar
guías mis pasos inseguros.
Flor y oasis en desiertos, a veces de oscuridad.
Agua cristalina, que bebo, para saciar
la sed espiritual de espíritu que a la espera esta,
mas camina y peregrina.
Eres Tú, María, la que mi mano toma,
¡Qué delicada! Dedos suaves, piel tersa,
pero ¡Qué firmeza!
Te aferras, no sueltas, impulsas,
no dejas que desaliento estremezca.
Con ternura mueves,
alma, cuerpo y mente,
en busca del amado,
tu Hijo, el mismo a quien tu dedo
señala y tu voz proclama:
"Mi Hijo es: Hagan lo que Él les diga".
Sin tu inspiración nada soy.
Contigo en mis pensamientos,
sello indeleble en mi alma, cansa;
palabra, briza suave que refresca;
susurro de confianza;
sólo por ti, puedo darme
a corazones en desesperanza y en desamor,
lejos de tu corazón, sin con ello
perder el rumbo que aliento inspira,
aroma de Reino, visión de Cielo.
Inspiración eres,
más allá de mis yerros
que alma agobiada en pena transita;
descanso y sosiego,
razón de mis aciertos,
nostalgia en la noche,
oración y silencio.
Contemplo y te encuentro,
mirada amorosa,
que lleva, que mueve,
que enciende ansias de Reino,
deseo de Cielo,
al lado de Cristo.
Oración, murmullo, ecos:
melodía divina que en el alma resuena
viva y da vida.
Habla sin detenerte, mueve el corazón
fortalece el Amor, para ser siempre alimento
de salvación que da redención.
Contemplo en la noche misterio que
meditaste con paciencia en noches largas
cielo claro, allá en Nazaret.
Lléname de tus tiernas miradas
para perderme en ellas
y en tu sonrisa me encuentre,
a Dios de frente.
Abrazo de eternidad contigo
en el Cielo, Reino de tu Hijo.
Yerko Reyes Benavides
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