"Madre venerada,
en el camino de la fe Tú vas delante,
y en el del amor nos tomas de la mano"
Madre de celestiales encantos, nuestro corazón está al tuyo unido en el amor y en la entrega al Padre Dios y, aunque nuestra fe es pequeña, Tú nos fortaleces por tu ofrenda a dar respuesta concluyente, como lo fue tu “Si”, al plan de Salvación del Señor, el que en tu vientre se gestó y en nuestra alma hoy se encarna.
Madre de divinas gracias, te veneramos con respeto y también con admiración; tu valentía nos inspira para poner nuestra vida al servicio del Señor. Tu humilde pero a la vez determinada decisión de ser la “Sierva” y no “Reina” es motivo de confianza puesto que tú te haces testigo del cumplimiento de las promesas de Dios.
Madre venerada, en el camino de la fe Tú vas delante, y en el del amor nos tomas de la mano, para que también nosotros avanzamos certeros y no dudemos en los momentos de tribulación, sino que arraigados en tu corazón seamos oblación que atraiga del Señor gracia y bendición.
Madre amada, en tu Hijo, Madre nuestra; no falte en nuestra vida tu bondad de mujer, la ternura de tu corazón, la finura de tu afectos, la delicada fuerza de tu amor materno.
Madre bendita, muéstranos cómo llegar hasta Jesús; guíanos con sutileza, llámanos con maternal cariño a la conversión, que a nuestro corazón no le falte el deseo de la perfección en Cristo, para uno contigo y en Jesús tu Hijo, ser con el Padre Dios.
Madre, Dulce Muchacha de Nazaret, continúa atrayendo con tu encanto la misericordia del Señor. Eres Madre del Amor hermoso y en ti nuestra vida se siente segura, en tu corazón encuentra nuestra alama desasosegada por tantas penas, un refugio seguro en el que ampararse y tu amor es razón de alegría para los que nos sentimos también tus hijos.
Amén
Yerko Reyes Benavides
No hay comentarios.:
Publicar un comentario