lunes, 4 de febrero de 2019

Madre del Amor Hermoso

"Tú, Dulce Muchacha de Nazaret 
fuiste la primera, que no reservó de si nada y
 todo lo entregó al Verbo Humanado: 
alma, vida y corazón"

María de Nazaret, mujer de convicción y entrega generosa. Tu Fe movió tu corazón para responderle a Dios: “En mi hágase tu Voluntad”. No pudiste imaginar lo que tu “Si” iba a ocasionar, no sólo para ti, sino por ti a la humanidad: Dios en ti se hizo hombre y vivió entre nosotros.  
Virgen María, tú lo sabias y aunque no lo entendías todo, lo contemplabas y lo meditabas sin cesar en lo profundo de tu alma. Tus manos tocaban su rostro y tus ojos lo miraban y de ternura te llenabas:  
“¿Cómo es que Dios siendo el Todopoderoso de criatura su alma revestía?" te decías María.  
De rodillas caías ante el misterio que poseías, mas lo que le entregabas era tu adoración; no la latría que merece Dios, sino tu Amor, el mejor que en tu corazón había, lo mejor de esta humanidad que él palparía.  
Madre del Amor Hermoso, acompaña mi fe, tómame de la mano, llévame al lugar de tus encantos, donde tu mirar sereno contempla el Rostro de Dios hecho hombre por nosotros. Dame la convicción que había en tu joven corazón para responder al Señor que me invita a dar de mi todo: “hasta el extremo”.  
Tú, Dulce Muchacha de Nazaret fuiste la primera, que no reservó de si nada y todo lo entregó al Verbo Humanado: alma, vida y corazón, no te bastó, obras de amor, tu vida toda.  
Tú fuiste todo para el que todo lo es: Madre, Hija, Hermana, Amiga, Consejera, y también Discípula.  
Que no falte de ti, María, en mí, la bondad y la ternura que desborda tu corazón: es como el rocío del alba que impregna las almas de los que sed tienen de Cristo Jesús, tu Hijo; como yo ahora que, a ti acudo y a tu amor me acojo. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

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