"No dilates por mucho tiempo tu llegada a mi alma, Señor"
En mis pensamientos estás, Señor; en mi corazón te llevo y, aunque no te dedique el tiempo que tu amor por mí merece, tengo siempre el anhelo de tenerte constantemente y a ti consagrar mi vida toda.
Arde en mí el candor de tu mirada penetrante que, recorre hasta el último rincón de mi alma, desnudas mi espíritu, no más escondrijos.
Es la caricia suave de tu amor que todo lo renueva, lo que deseo, no quedan misterios, no más apariencias, me haces ser quien soy y a la vez cambias todo, en ti y por ti, en mi interior.
No dilates por mucho tiempo tu llegada a mi alma, Señor.
Apura, Dios mío, el paso de tu encuentro, tu Reino quiero, el aroma de tu casa es mi atracción. Ávida está mi alma, a la mesa del banquete sentarse quiere, comer de las delicias que ofreces: saciarme de tu amor la mayor y más grande ambición.
En mi corazón estás, en mis pensamientos presente, mi espíritu se exalta cuanto te siente, puesto que no hay día que traiga mejor nueva que el día que hasta ti me acerca y, así, mi alma en ti se deleita, la alegría llega e impregna el vivir velado de tu amor que se va entregando revestido de humildad.
Ven Señor, no tarde más tu plenitud en mi, haz que todo en mi sea nuevo, para así corresponder por siempre y en cada instante al amor con que me amas, y también así, poder amar todo y a todos con el amor de tu eternidad.
Amén
Yerko Reyes Benavides
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