"Y ya cuando en el vacío me he vaciado,
y la soledad ya se instala en mi corazón;
Tú habitante de mi alma te haces sentir"
Te pienso y pensándote te busco y buscándote te anhelo; anhelándote te deseo y te quiero.
De lo insignificante mi corazón se cansa, de lo pasajero se agota, de lo vano se aburre, y aunque el mundo de luces titilantes y lustrosas está lleno y la vista en ellas se entretiene, una sensación de vacío permanece que en sed de Amor se convierte y es ahí, justo en ello, inicia mi deseo, que en búsqueda se convierte.
En las cosas de fuera me malgasto y mis ideas se dispersan porque es tan difuso lo que me ofrece el mundo que tu presencia la diluye en todo y te hace nada. Ahí difícil es encontrarte, y aunque en el mundo trato de pensarte, no te siento y me pierdo: mi corazón en lo efímero fenece.
De ti mi corazón nostalgia siente y aunque en las cosas insignificantes a ratos se pierde, a ti tiende y de ti siente nostalgia.
Lastimada mi alma, golpeado mi corazón con lo efímero, me escondo, huyo y me refugio, el anhelo de tu presencia me urge, y en el mundo te sigo buscando, y no te encuentro y, herido sigo quedando.
Y ya cuando en el vacío me he vaciado,
y la soledad ya se instala en mi corazón;Tú habitante de mi alma te haces sentir.
¿Por qué la tardanza? Reclamo.
No te entiendo, tu lenguaje no me resulta familiar, me llamas, me hablas, me dices y gritas: no comprendo.
Intuyo: ¿Eres tú?
¡Qué torpe he sido!Ahí has estado todo el tiempo.Tú, tan en mí, que ni cuenta me di, no te sentí llegar.
No tocaste a la puerta, sólo entraste y ahí te quedaste, invitado permanente del alma, y con el Padre y el Hijo llegaste: tuya era esta morada y la habitaste.
De ti siempre fue mi corazón y tomaste de él posesión.
¡Oh Espíritu de Dios!
Contigo no contaba, y tú ahí estabas, tan en mí, más que yo mismo, siempre presente, en el silencio me hablabas fuerte.
Hoy Santo de Dios, Espíritu de Amor, plena mi vida y espíritu, transforma para siempre mi corazón, para que en todo te hagas presente y mi vida llenes de la plenitud de tu bondad y santidad y ya no te piense sino que te viva y de tus dones me rehaga para así la vida vivir y la plenitud por ti a mi llegue y jamás ya me abandone.
Amén
Yerko Reyes Benavides
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