"Bendigo Señor tu vida, tu muerte y tu resurrección
puesto que con ello me diste la salvación"
Bendigo Señor tu nombre, porque está siempre en mis labios y lo pronuncio con confianza; es mi alegría decirlo, nace en mi corazón y en un suspiro de amor se convierte: nadie ama lo que no conoce y tú te haces cercano y familiar.
Bendigo Señor tu presencia, que en un trozo de pan está, ahí te quisiste quedar, sensible a mis ojos que, en la Eucaristía te ven y te contemplan, y de gozo se llena mi alma que te recibe, alimento de vida, renuevas mi amor y mis fuerzas.
Bendigo Señor tu humildad pues tu perdón constantemente me das. No tienes reparo en abrir tus brazos, cada vez y todas las veces que a ti acudo cansado de probar amores en otros lados.
Bendigo Señor tu Palabra que escucho constantemente, me hablas en los acontecimientos, no dejas de susurrar a mi alma tus amores que son deseos de tu corazón, Voluntad del Padre, camino para mis pasos.
Bendigo Señor tus manos, las mismas que desde la cruz trazaron el signo de bendición más grande de todos. Ellas se extendieron para que ahí cupieran todos los corazones desgarrados, destrozados y marginados, y por tu amor llevado al extremo los liberaste.
Bendigo Señor tu vida, tu muerte y tu resurrección puesto que con ello me diste la salvación, me hiciste ciudadano del Reino, hijo del Dios Padre y del Amor.
AménBendíceme siempre Señor, con esta bendición de bendecirte con amor.
Yerko Reyes Benavides
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