domingo, 4 de noviembre de 2018

En el prójimo estás, Señor


Señor Jesús mi oración es una expresión personal y muy íntima del querer estar contigo; buscarte es mi continuo anhelo y encontrarte mi alegría.

Te busco porque ansío hacer presente en mí la caricia suave tu voz que toca mi corazón e infunde valor al deseo de hacer lo que me pides: vivir en armonía, sosiego, valor, justicia y paz.

Sin embargo, no siempre me doy cuenta que tú de prójimo te revistes, y en el otro te hayas, cercano te haces, y te haces sentir, en la vida de los que peregrina conmigo, puesto que tu amor en ellos como en mi también está en sus vidas en abundancia.

Así pues, amado Jesús, hoy te pido por los que el Padre me confió, a quienes puso a mi cuidado y custodia, aquellos de los que soy corresponsable de su salvación y que con bondad he de apoyar parque que tu amor en su vida encuentren y en tu gracia se realicen como hijos del Padre son hermanos tuyos y míos que son.

Te encomiendo a mi familia y amigos, a mis vecinos y cercanos, a los que conmigo caminan y me acompañan en lo cotidiano. A veces no tengo el valor para hablarles de ti, decirles que los amas. 

En la tranquilidad de este silencio, en la que mi oración elevo, hago esta súplica y pido por ellos: son una bendición, puesto que están en mi vida porque tú así lo quisiste, en ellos aunque no siempre de ello soy consciente, te descubro a ti, has que ellos en mi te encuentre a ti y pueda así ser testigo para ellos de tu amor, perdón, ternura y compasión.

Abrázalos, con el abrazo del Espíritu Santo, y no sólo a los que conozco, sino también a todos los que forma parte de mi día, y a los que llamo extraños, más si me fijo bien, están siempre ahí, permíteme hoy un saludo tener en mi labios para ellos, y en mi corazón una intención para que tú los bendigas junto conmigo y también los míos.

Amén

Yerko Reyes Benavides

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