viernes, 12 de octubre de 2018

Tuyo es mi tiempo

“Hay bajo el sol un momento para todo, y un tiempo para hacer cada cosa: Tiempo para nacer, y tiempo para morir; tiempo para plantar, y tiempo para arrancar lo plantado; tiempo para matar y tiempo para curar; tiempo para demoler y tiempo para edificar; tiempo para llorar y tiempo para reír; tiempo para gemir y tiempo para bailar" (Ecle 3,1-4)


Un día, quizá fue al despertar el alba, un profeta, mejor dicho un poeta, disertaba con la sensibilidad del que ha caído en cuenta de una verdad, que está más allá, de la vana explicación de que en esta vida “hay tiempo para todo”. 

Parece obvio, sin embargo pocas veces somos conscientes del uso que le damos al tiempo cuando pasa. Y su paso es veloz: pasa y no se detiene y tampoco se devuelve, ni mucho menos mira hacia atrás. 

Con las palabras de este cantor de la vida hoy comienzo mi día, amado Padre. No quiero dejar pasar el tiempo, sobre todo el tiempo de estar contigo ahora, y digo en voz alta para que en esta jornada no lo olvide: mí tiempo es todo tuyo, Señor, porque Tú eres mi tiempo. 

Padre querido, el ser humano, y yo incluido ha conquistado el tiempo para sí mismo. Todo la ha medido y el tiempo “efímero” lo usurpo para darse a sí mismo “tiempo para vivir”. 

¿Pero cómo se vive siendo esclavo de algo fugaz? 

Si Padre, el hombre domesticó el tiempo y de él se hizo su esclavo, su siervo. Todo lo desea en un tiempo, lo busca en el tiempo, y se agota así mismo en un tiempo. 

¿Será que como el poeta intuye, el ser humano no se da cuenta que lo importante no es el tiempo que se le dedica a cada cosa, sino el vivir cada cosa a su tiempo? 

No quiero reír en un tiempo, sino reír todo el tiempo; tampoco quiero tiempo para vivir, sino sentir la vida todo el tiempo; no quiero sufrir un tiempo esperando que el tiempo pase. 

No, Padre, no quiero un tiempo para amar, sino amar en el tiempo y trascender; alcanzar la eternidad donde ya el tiempo desaparece, y no te dedico minutos de mi jornada sino que me uno a ti y ya no hay ni ayer ni tampoco mañana, sino sólo tú y yo Señor; yo en ti y Tú en mí. 

Que hoy tenga tiempo Padre, para recordar que tuyo soy y en ello no existe el tiempo sino solo eternidad. 


Amén
Yerko Reyes Benavides

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