domingo, 7 de octubre de 2018

Te busco Señor


Cae la tarde mi Señor amado, llega la noche; otro día termina y ahora que cierro mis ojos para poder contemplarte un poco aunque sea una imagen velada de tu rostro y así, sentirte cercano, íntimo, cómplice de mis pretensiones que, no son otra cosa que agradarte en todo que lo que hago, siento, pienso y digo. 

Me pregunto: 
¿Hice en este día todo cuanto estaba en mí hacer para así acercar un poco más mi alma a tu Reino celestial?
Una cosa me agobia el alma, no siempre estoy atento a ella, sin embargo es importante aunque por mucho la olvido: Todo mi esfuerzo, empeño y dedicación es para apurar mi salvación y con la mía colaborar con la de mis seres queridos, mis hermanos y amigos. 

La vida pasa y no ha de pasar por en vano. No quiero, ya tengo conciencia de que la gloria del reino es mi decisión, tú la apuras con tu amor mi Jesús, sin embargo nada haces sin que en ello intervenga mi determinación de ser amado en tu amor. 

No me lo quiero perder, no hay tesoro en el mundo que logre pagar el precio de un pequeño segundo de tu bondad, ternura y compasión. 

Tú mi Jesús claro lo dijiste, torpe soy que no lo entiendo e importancia no le doy, y me agoto en otros afanes: 
“¿De qué te sirve ganar el mundo si pierdes el amor del Padre?”
Te busco Señor, aun en la noche, aun en la oscuridad de algunas de mis tristezas, preocupaciones y angustias. Tu cielo es mi deseo, y quiero que la tierra que piso sean las nubes de tu cielo donde habitas.

Amén
Yerko Reyes Benavides

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