viernes, 26 de octubre de 2018

Etty Hillesum: Un deseo, un Destino


“Tenemos derecho a sufrir pero no a sucumbir al sufrimiento"

En este escrito no quiero hacer un análisis exhaustivo del pensamiento místico de esta niña que aprendió a Amar a Dios y en Dios a su prójimo en la más contradictoria circunstancia, donde el amor era prácticamente un imposible.

Sabemos de los horrores vividos por los judíos en los campos de concentración Nazi. Otra época, una generación distinta a la nuestra. Pocos testigos van quedando del Holocausto, y la memoria en el ser humano tiende a ser corta.

Decía un escritor muy reconocido:
“Quien olvida su historia tiende a repetir sus errores”.
Estamos prontos a conmemorar los setenta y cinco años de la muerte de Etty Hillesum en las cámaras de gas. Aprovechamos el legado que nos dejó a través de sus escritos de profundo contenido místico y espiritual para, hacer una mirada retrospectiva, que nos permita reavivar el “espíritu de vida plena” con el que ella pretendía vivir su vida una vez finalizado aquel espanto.

Si, en ella había la convicción no sólo que terminaría aquella pesadilla, sino que ella permanecería para decirnos a los que no la vivimos cómo aprovechar el regalo de la existencia: don de Dios y, también, cómo seguir colaborando con él, “construyendo en cada corazón una morada para ser habitada por su divina presencia”.

Quizá hoy no vivamos el terror de aquellos días de mediados del siglo XX, sin embargo, el olvido se apodera de nosotros, y repitiendo vamos la deshumanización de otrora con nuevas formas de padecimientos, nuevos horrores de indignidad, y lo peor, nos vamos volviendo indolentes ante el sufrimiento de tantos.



Dejemos que sea la pluma de Etty quien nos guíe, pero más su corazón candoroso de amor de Dios el que nos anime a encontrar alegría de vida aun en las más difíciles situaciones:
“La vida es una cosa grande y maravillosa, después de la guerra tendremos un mundo enteramente nuevo que construir, y a cada nueva exacción, a cada nueva crueldad debemos oponer un pequeño suplemento de amor y de bondad que hay que conquistar en nosotros mismos…”
¿Qué ha pasado con el mundo que soñaste Etty querida? ¿Acaso hemos logrado erradicar con amor y bondad la crueldad que presente está en el corazón de los hombres? La vileza, la canallada, la bajeza no ha terminada, súbditos tiene por doquier. La crueldad se ha hecho sistema y se ha instalado como estructura: muerte deja a su paso. El humano no aprende.

Tienes razón, esperamos muchos de otros, sin embargo el regalo de la Paz no viene del cielo, sino que nace y brota en el corazón de cada hombre. Es decisión y determinación de cada uno hacer el trabajo de conquistarla primero en nosotros; vencernos a nosotros mismos será nuestro gran desafío.
“Tenemos derecho a sufrir pero no a sucumbir al sufrimiento. Y si sobrevivimos a esta época indemnes en cuerpo y alma, el alma sobre todo, sin arrugas, sin odio, tendremos también algo nuestro que decir tras la guerra…”
¿Qué nos quisiste decir Etty? El sufrimiento será un compañero de peregrinar mientras vivos estemos. Lo entendí, más qué difícil es decidir “no sucumbir ante el peso que éste pone en nuestra espalda” Pero será juste ese el crisol que nos deje libres de odios, deseos de venganza, revancha: pureza de alma para revestirnos de un “nuevo hombre” uno más humano que a Dios lleve en sus entrañas.
“Quizá soy una mujer ambiciosa: ya me gustaría tener mi algo que decir… Sé que los que odian tiene para ello buenas razones. Pero, ¿por qué deberíamos escoger siempre la vía más fácil, la más trillada?”
Es que la vida feliz que nos dibujaron es la que llega sin esfuerzo; el sacrificio la condición que aleja al hombre de tal estado ideal. 

¡Qué contradicción nos plateas, amiga del alma! 

Escoger lo difícil.  Son pocos los que lo han hecho. Y uno de ellos fue a quien tú describiste en la penumbra de aquellos días aciagos. Ayúdame querida a también hoy descubrirlo para mí.
“En el campo sentí con todo mí ser que el menor átomo de odio añadido a este mundo lo hace aún más inhospitalario. Y creo, con una ingenuidad pueril tal vez, pero tenaz, que si esta tierra se vuelve algún día algo habitable por poco que fuere, será sólo gracias a ese amor del que hablaba antaño el judío Pablo a los habitantes de Corinto en el decimotercer versículo de su primera carta”.
Etty Hillesum: 1914-1943

En el Amor habrá redención y este mundo podrá ser una vez más un paraíso para el ser humano y todo cuanto hay en él.
Yerko Reyes Benavides

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