jueves, 4 de octubre de 2018

Instrumentos de tu Amor


Padre nuestro tú que desde el cielo contemplas la obra de tu Amor, puesto que criaturas ya no somos, sino que en Virtud del Verbo no hiciste hijos tuyos: acompaña nuestro caminar no sólo por las horas de este día y sus afanes, sino a lo largo de nuestra vida toda. 

No eres un Dios que se quede impávido ante la tragedia que muchos de tus hijos viven, el dolor del ser humano no te resulta indiferente, tampoco ajena para ti es su humillación, esa que le resta hasta agotarla por completo su dignidad: dignidad de ser, seres humanos y tus hijos e hijas de tu corazón.

Bien sabes, querido Padre que hay tanta gente que el amanecer les resulta amargo puesto que con el sol resplandeciente el sufrimiento les espera: hambre, sed, vejación, marginación, olvido, enfermedad, soledad, tristeza, desolación, cárcel, esclavitud, desplazamiento obligado en busca de un porvenir, renuncia a un hogar y familia, desplazamientos por la guerra y penurias, conflictos que no iniciaron y si los politiqueros llenos avaricia, o incluso una cultura de la muerte que como sistema perverso controla y niega toda posibilidad de desarrollo. 

Este Señor, es su pan que alimenta su día; y no el que viene de la mesa de tu misericordia; todas estas cosas amado Padre claman de ti tu intervención. 

El ser humano tantas veces se ha preguntado y lo sigue haciendo: ¿Dónde estás Padre de bondad? El hombre al que tanto amas y al que por él te entregaste sufre como nunca y sin embargo no envías desde el cielo tu ejercito de ángeles para hacer justicia. 

Sin embargo, entendemos Padre, que incluso los que hacen mal son tus hijos, y no lo vemos ni mucho menos lo comprendemos: ¿por qué los amas? Por ellos sufres al igual que por los que por ellos son castigados producto de su vanidad, prepotencia, orgullo o soberbia en la que eligen vivir y hacer sufrir al inocente. 

Padre, tú haces salir tu sol sobre buenos y malos y con la lluvia mojas y refresca la tierra donde conviven lo que el bien con todas su fuerzas buscan y los que se dejan llevar por la avaricia y la codicia los domina de pretender poseer este mundo. 

Enséñanos a todos que las delicias de la vida se encuentran en el desprendimiento, la renuncia el desapego a estas cosas ya que en plena “libertad de espíritu” se hará presente la alegría de ser hijos tuyos y se disfrutara mejor la vida.

La bondad aparecerá, la caridad será la manera de convivir, el amor la de sentirnos los unos a los otros y paz prevalecerá en el corazón de cada uno de nosotros. 

Señor que yo en este día sea un instrumento de tu amor, bondad, justicia y paz. 

Amén
Yerko Reyes Benavides

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