martes, 9 de octubre de 2018

Manifiesta tu Amor y llena de él mi Corazón, Señor


“Yo estaré con ustedes todos los días”, dijiste Jesús aquella tarde. 

Lo prometiste a tus apóstoles y en ellos a todos lo que creeríamos a través de su testimonio. Justo lo prometiste ante la inminente llegada de tu hora, en la que los dejarías para irte definitivamente junto al Padre, el lugar que dejaste hacía bastante y era tuyo desde el mismo comienzo de todo. 

¿Cómo entonces puedes estar allá y también acá? 

Mi Jesús, ya no soy un niño, un explicación inocente ya mi consciencia no sostiene mi creencia que “estás en mi corazón de manera misteriosa”. 

Tú te hiciste Revelación para dejar expuesto el Corazón de Dios, misterio ya no eres; conocimiento para expertos y eruditos, lo oculto no te define. Tú eres entrega, donación y ofrenda. 

Al despertar mi amado amigo te necesito más. Hay días que mi anhelo de ti es mayor, puesto que levantarme de la cama no quiero, no siento ganas de enfrentar las dificultades que al poner los pies en el suelo ya me esperan, me aguardan y no les he podido dar solución y necesitan un jalón adicional que no está en mí, sino en ti. 

Esto me frustra ver que día a día no puedo dar por terminada situación que ya de mí no dependen y necesitan, ameritan tu intervención. 

Si, Jesús, hay días que los ánimos faltan y tu presencia es requerida para no bajar los brazos y dejar a la deriva el corazón por la falta de confianza y la perdía de esperanzas. Entonces una vez más te pregunto: 

¿Dónde estás: acá conmigo o en el cielo con el Padre? 

Manifiéstate Señor cercano, hazme sentir tu bondad, que toque mi alma tu misericordia, para poder afrontar las penas de cada día con la sonrisa de saberte mío; aunque en el cielo habites, puesto que tu amor me pertenece: está ese amor que es más íntimo que mi mismo ser y lo llevo como tesoro resguardado en mi alma, corazón y pensamientos y me acompaña en las horas de cada día. 

Amén



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