miércoles, 10 de octubre de 2018

Caí en Cuenta, Señor

Hoy me siento contento. 

¿Alguna razón en especial? 

No ninguna, sólo el simple hecho de haber vuelto a casa, estar en el lugar que llamo temporalmente hogar. Ahí está a quien quiero, para otros, el lugar donde están los que tanto aman, y entre ellos (y ahí me incluyo): Tú, Señor Jesús.

Aunque la misma ropa de todos los días es la que me quito al pisar casa, no puedo hoy decir menos que nos revestido de fiesta he estado; mi alma engalanada canta el júbilo de sentirse amada por el amor más grande que existe: el tuyo; ese que das y compartes en cada eucaristía.

Me puse a pensar en uno de mis tantos “ires y venires” que aunque a misa, quizá hoy no asistí, las hubo por cientos o miles, y en cada una Tú te dabas por amor a mí, Señor. Si por amor a mí, aunque presente no estuviera en la iglesia, si lo estoy en tu corazón y tú en el mío, siempre.

Suficiente razón Señor para que mi espíritu cante tu gloria, mis pensamientos se vayan contigo, y mi boca cante una acción de gracias:
Gracias Señor, por tanta bondad de tu parte, por seguirte dando, partiendo en el pan de la eucaristía y repartiendo entre los que con hambre y sed de justicia te buscan incansablemente aunque oferentes se encuentren.
Gracias Señor, porque tu Amor es tan inconmensurable que te das por todos y tu bondad, misericordia y compasión a todos cubre, a también a mí y al pecador, que descuidado camina ignorante de tu ternura.
Que maravilloso don el que nos diste al quedarte en el Pan Eucarístico, todo Tú, Dios, en humilde forma de pan, para en el silencio de un sagrario o altar el que corazón que se sienta apocado, renueve en ti su fuerza y siga en lo cotidiano dando, testimonio de Ti que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo: Amor en todos y en cada uno.

Amén


Yerko Reyes Benavides

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