jueves, 24 de mayo de 2018

Divino encanto. María, siempre intercesora, mediadora de la Salvación

Con Flores a María, 
vayamos todos encuentro. 


La Flor de Iris


Conocida científicamente como “iris germánica”, la Flor de Iris forma parte de las 200 coloridas variaciones que integran la familia de las “Iridáceas”. También es conocida por su seudónimo: “ojo del cielo”. 

Se caracteriza por sus atractivas flores bañadas en un gran abanico de tonalidades como el violeta, el blanco, el amarillo o el púrpura. 

Dichos colores se distribuyen en tres pétalos externos que se abren de forma ovalada y tres pétalos internos que se doblan en la parte fértil de la flor.

Esta flor crece en más colores que cualquier otra, por lo cual se le asocia con la Diosa Griega Iris. 

Acostumbran a ser flores de gran tamaño que conviven en grupos de hasta seis miembros desprendiendo un agradable perfume. 

La Flor de Iris es una planta muy resistente que acostumbra a nacer durante la primavera o el verano. Una vez da sus primeros brotes es una flor que requiere de pocos cuidados. 
“La Esencia del Iris es empleada como remedio para revitalizar y restaurar la vida interior y del alma y conseguir la armonía con la naturaleza, ayudando a construir un puente entre el espíritu y la materia”. 
Lo dice una la Leyenda 

Los antiguos griegos bautizaron a la flor con el nombre de una figura mitológica, el de una Diosa. Ésta era la diosa Iris, la abanderada de dos significados: en primer lugar, la unión entre el mundo terrenal con el celestial y en segundo, un fenómeno meteorológico. 

¿Por qué esta asociación? Los antiguos griegos fascinados por el abanico de llamativas tonalidades de la flor iris relacionaron su figura con el máximo representante del color: el arco iris. Pero eso no es todo, y es que no sólo era el símbolo del famoso arco sino que además era un regalo del cielo. 

Los egipcios, en cambio, consideraban que los tres pétalos de la flor conllevaban el valor de la sabiduría y la fe. Lo que compartían con nuestros amigos anteriores es la idea que Iris iba más allá de la realidad mundana dado que su fuerza se extendía hasta el mundo divino. 

Sin embargo, la mitología nos habla de una joven virgen (Iris) con alas doradas hija de Hera, se le veía siempre apresurándose a la velocidad del viento de un extremo a otro del mundo, a las profundidades del mar y al inframundo. Este ir y venir entre el cielo y la tierra de la joven Iris hizo realidad la promesa de estos dos ambientes dispares y diversos pudieran estar juntos.

Significado Simbólico de la Flor de Iris

La flor de Iris tiene varios significados simbólicos, entre los más aceptados, sobre todo por su asociación mitológica son: Divinidad, Sabiduría, Confianza y Valor. A ellos no escapan los de Belleza y Pureza Virginal. 

En el Cristianismo la Flor de Iris significa el Mensaje Divino y, un poco más contrastante el Sufrimiento. La flor aparece en antiguas pinturas acompañando a la Virgen María y al Arcángel Gabriel.


Propósito y Compromiso

Abundan los signos y la señales en las que Dios se manifiesta, se muestra y revela y comparte su mensaje. Hay lugares en especial donde, movidos por la fe, creemos que está contenida su Palabra, que es Divina, y también espacios desde el cual recibirla. 

Hemos constatado además la existencia de enviados divinos, portavoces de su Palabra, pregoneros de su Mensaje. También ha habido intermediarios o intercesores celestiales. Todos ellos con una tarea en especifico, decirnos lo más claro y diáfano posible los deseos del Corazón Divino. 

Te has detenido a pensar, cuánto valor das de verdad al "Mensaje de Dios" que recibes por todos estos medios. 

"Palabra de Dios" escuchamos se proclama desde el altar de las iglesias: ¿Cuánto caso hago a esa Palabra que se anuncia? ¿Acaso presto verdadera atención? 

El mensaje de Dios lo tengo al alcance de mi mano. ¿De casualidad lo busco diligentemente?

El propósito de hoy es muy sencillo; hemos reconocido que hay en nuestro entorno instrumentos que favorecen la comunicación de la Palabra y la Misericordia de Dios en nuestra vida. Son signos visibles de la gracia invisible. Entonces valgámonos de ellos para fortalecer nuestra vida de fe; ¿Cómo? de la forma más sencilla hacernos oyentes conscientes.

La próxima vez que participe de la misa preste verdadera atención a la proclamación de la Palabra; la escuche diligentemente y pueda por mi mismo dar cuenta de lo que se proclamó. 

El Compromiso será cambiar nuestra actitud: dejar el infantilismo demarcado por una práctica religiosa inconsistente y pasar definitivamente a ser artífice de una vida espiritual consistente en la que me hago del todo consciente de lo que busco en Dios y de lo que Dios busca en mi.

Yerko Reyes Benavides

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