viernes, 7 de julio de 2017

El Padre nuestro de Dios

Leyendo por aquí y por allá, me encontré con un autor del cual hace mucho no había oído hablar. Investigando un poco sobre él, pues lamentablemente falleció hace poco. Sin embargo, dejo un tesoro espiritual en sus libros. Al autor que me refiero es a José Luis Martín Descalzo, sacerdote, periodista, comunicador, poeta y por que no también llamarlo directos espiritual.

Uno de los secretos a voces de la espiritualidad es poder ser capaces de maravillarnos y sorprendernos con cada acontecimiento, palabra, experiencia, persona, aprendizaje, etc; como si por primera vez lo estuviéramos viviendo o estuviera aconteciendo en nuestra vida, sentir y vibrar con la emoción de la primera vez. Los niños son maestros en esto. 

Si recuerdo estas cosas es porque a continuación quiero presentarles la oración del Padre Nuestro una vez más. La imagen que contiene la oración es una muy colorida que seguramente atrapa la atención de los niños con gran facilidad. A nosotros los adultos nos deja un poquito con la sensación de falta de seriedad o de inmadurez. Bueno, seamos como niños, es del Evangelio que nos viene esta premisa. 

Como decía, leyendo a José Luis Martín Descalzo, me encontré con la pregunta que sólo un niño se haría, y ésta es: ¿Dios reza? y si Dios reza, ¿Cómo lo hace? Un niño sería capaz de respondernos a esa pregunta con facilidad y sencillez; nosotros especularíamos sobre la pregunta, el sentido y la sensatez de ésta, etc. Pero ahora quiero compartir, cómo Martín Descalzo responde a esa pregunta. No es la de un niño, peros suena a la respuesta inocente de alguien que es capaz de meterse en el corazón de Dios.

Hijo mío, que estás en la Tierra, preocupado, solitario, tentado.

Yo conozco perfectamente tu nombre y lo pronuncio como santificándolo, porque te amo.

No, no estás solo, sino habitado por Mí, y juntos construimos este Reino del que tú vas a ser el heredero. Me gusta que hagas mi voluntad, porque mi voluntad es que tú seas feliz, ya que la gloria de Dios es el hombre viviente.

Cuenta siempre conmigo y tendrás el pan para hoy, no te preocupes, sólo te pido que sepas compartirlo con tus hermanos.

Sabes que perdono todas tus ofensas antes incluso de que las cometas, por eso te pido que hagas lo mismo con los que a ti te ofenden.

Para que nunca caigas en la tentación, tómate fuertemente de mi mano y yo te libraré del mal, pobre y querido hijo mío. Amén.



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