martes, 1 de octubre de 2019

Desolación

Señor Jesús, mi vida está sujeta al dolor y por más que lo quiera evitar y en ti encontrar refugio y consuelo, no dejo de temblar ante los hechos que infringen pena y sufrimiento a mi alma y corazón.  
Quisiera Señor, apurar el trago amargo de las dolencias que aquejan a mi espíritu, la enfermedad, la soledad, el vacío; que la noche y su oscuridad lleguen pronto pues ahí escondo las lágrimas que retengo y quiere constantemente escaparse de mis ojos.  
Es en la desesperación de esta desolación que te pido cosas de las que luego me arrepiento, no lo niego, el temor invade mi corazón y lo desgarra en su interior, por eso mi más grande súplica es que todo rápido termine.  
No, no se me hace fácil decirte cuando atravieso por estos valles en lágrimas, que se “haga en mí tu voluntad”. Me siento en Getsemaní, pero sin tu fuerza, ni el ímpetu de tu carácter, me abandona la confianza en el Padre, la que a ti te lleva a apurar el cáliz ofrecido, y te pido: “ven en mi auxilio Señor”.  
Hazme sentir Señor, la ternura de tu corazón, la que impregne de compasión mi vivir; sostén en mí la esperanza que me haga sentir que aunque en mi todo este roto, puesto en tus manos bondadosas y por tu amor misericordioso estoy siendo renovado.  
Fortalece mi fe, dame tu valor, para poder hoy decir, aun en medio de mi dolor: “Señor, en ti, todo estará bien y todo será para bien”. Te entrego mi vida, me abandono en tus manos, mi Jesús amado. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

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