Sanaste, Señor, las heridas de mi corazón cuando acariciaste mi alma con tu Palabra.
Fue tu voz de Buen Pastor lo que escuchó mi corazón y encontré las fuerzas para volver a casa.
Me levante y en el camino te encontré, buscándome ya estabas, llamabas y clamabas, mi nombre pronunciabas.
¡Acá estoy! ¡Alza tu voz, Buen Pastor! ¡Ya voy! No dejes, por favor, de llamar; insiste mi Señor, es tu amor el que me guía de nuevo a tu regazo.
Me recibiste, a beber del manantial de tu gracia me llevaste, del pan de tu bondad partiste y saciaste el hambre que de tu misericordia mi espíritu agotado sentía.
Fue tu perdón, el que llegó a mí sin condición, el que me levantó; tu compasión me reanimó, y en ti mi alma al fin descansó.
Vuelve hoy mi Señor y Buen Pastor a pronunciar mi nombre, llámame como lo hiciste antes; dame de la ternura de corazón en bondad palpitante y tu amor en mi amor hará cosas grandes.Amén
Yerko Reyes Benavides
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