De encanto están hechos los sueños y los anhelos, Virgen María. Y uno de los más hermosos, el don de tu presencia en el corazón expectante de tus hijos.
El suave y sutil aroma de Dios impregnado está en ti, flor delicada, que embelleces el jardín de los celestiales amores. Ni el jazmín se compara con la dulce y armónica fragancia que tu paso deja en el alma, en los pensamientos y la vida del que a ti te recibe por generosidad divina.
No dejas quieto el existir de una humanidad que no siempre tiene a Dios por prioridad. Buscas al que busca a Dios, lo tomas de la mano, más tu corazón está con el alejado, al que atraes a la casa del padre con tu maternal fragancia.
Tú eres la más interesada que todos, sin excepción y ninguno quede sin llegar a Dios. Eres mediadora del perdón y la reconciliación. Tocas el espíritu del Señor para que muestre su bondad y compasión. Hablas a su corazón para que su Misericordia y su gracia a todos nos alcance.
Aroma a flores, es tu regalo. Lo dejas regado a tu paso por el alma: narcisos, pensamientos y flamencos; rosas, dalias y magnolias, nos hablan de tu amor que sin ser divino a Dios cobija y a él entregas.
Permítenos ser fragancia agradable a Dios y, que de tu mano aferrados, a donde vayamos y por donde andemos, dejemos el aroma de tu espiritual belleza, que a otros guíe y los lleve, como hiciste con nosotros, al altar de tu amores.
Amén
Yerko Reyes Benavides
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